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Cómo perder a un hombre en diez días por Aranel Poli

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Llegaron a la fiesta de Diamantes Kido, cuyos dueños, el matrimonio de Mitsumasa y Pandora, habían permitido una exposición de sus mejores joyas y dejar que los invitados las usaran.

-Linda fiesta, estarás genial- sonrió Milo llegando al lugar mirando todo el lujo a su alrededor mientras Kanon lo llevaba del brazo y a lo lejos veía a Eo, Sorrento, Marín y Shaina.

-Voy por unas bebidas, mientras tanto podrías ir allá y glasear tu belleza- le susurró Kanon señalando hacia el lugar donde estaban todas las joyas.

-¿Puedo ponerme eso?- preguntó sorprendido mirando todos esos diamantes.

-Sí, señor, si puedes- Milo le sonrió y fue hasta la exhibición mientras Kanon iba por las bebidas.

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-¡Julian!

-Hilda, hacía tiempo que no te veía- sonreía el peliazul a la jefa de Trap, quien lucía elegante y con una hermosa tiara de diamantes sobre su largo pelo platinado.

-No nos veíamos en una fiesta desde hace años y ahora das la mejor.

-Me alegra que vinieras- le sonrió Julian besándole ambas mejillas.

-¿Cómo le hiciste para que todos estos joyeros decidieran aparecer en la misma fiesta?

-Petición de Pandora- Hilda lo miró asombrada -Mitsumasa Kido controla en 70% de los diamantes en el mundo y Pandora controla a Mitsumasa- susurraba haciendo reír a su exitosa amiga quien lo golpeó levemente en el pecho.

Era bien sabido que el matrimonio era el más popular en la prensa, sobre todo por la diferencia de edades y porque era el tercer matrimonio de la joven… y el segundo de Kido.

-Eres terrible.

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-Felicidades, lo tienes aquí- decía Marín a Kanon. La joven había ido a encontrarlo al bar, su rostro mostraba molestia mientras que el del peliazul mostraba suficiencia.

-Sí, así es- sonrió sosteniendo ambos tragos.

-Pero la pregunta es ¿Te ama o no?- decía con cierto toque de burla mientras miraba a Milo a lo lejos observando como le colocaban un par de aretes y una tiara.

-Lo averiguaremos- dijo Kanon sonriéndole dejando que la pelirroja torciera los ojos y se alejara, debía de planear algo más.

Milo dejó su nombre a cambio de esos diamantes, caminó esperando al peliazul y buscando un lugar para sentarse.

-Hola, eres Milo ¿Cierto?- preguntó Julian llegando hasta el menor, quien lo miró extrañado.

-Sí, soy yo- el mayor le ofreció una copa de champaña sonriéndole.

-Soy Julian Solo.

-¿Usted es el jefe de Kanon? Es un gusto- sonrió Milo estrechando la mano del apuesto hombre.

-El gusto es mío, Milo, entiendo que has sido una inspiración para Kanon y debo decir que tú mismo luces inspirado, ningún diamante brilla más que un hombre enamorado.

-Oh, no, no, yo no estoy enamorado- decía sonriendo con nerviosismo negando mientras tomaba un gran sorbo de champaña.

-¿No? Creo que me equivoqué.

-No, es decir, lo conozco desde hace sólo diez días y yo… no puedo estar…- musitó desviando la mirada pensando en si realmente estaba enamorado de Kanon. Era lindo, apuesto, atento y además había soportado todos sus desplantes y locuras… pero…

-Kanon es un hombre con mucha suerte- soltó Julian sonriendo para después salir de la vista del peliazul dejándolo con la mente dispersa pensando en todo ello.

-Señor, Solo, no se lo diga, por favor- pidió rogando mientras Julian asentía sonriéndole, ignorando que Shaina los miraba y escuchaba con los ojos entrecerrados sin poder aceptar su derrota.

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-¡Kanon!- gritaron Sorrento y Eo en cuanto vieron pasar a su amigo con un par de copas.

-Hola, chicos.

-Entonces ¿Te ama o no te ama?- preguntó Eo mientras Kanon sonreía negando.

-Ya lo veremos- de pronto llegó Julian sonriéndole con una copa en la mano.

-Él te ama- Kanon lo miró confundido -Hablé con Milo, tú ganas, el proyecto es tuyo- la sonrisa del pelilargo se ensanchó, pero no por el proyecto, había ganado. Milo lo amaba.

-¡Sí! ¡Excelente!- gritó Sorrento con una gran sonrisa mientras Julian se alejaba dejando a los tres amigos felicitando a su amigo, quien parecía muy lejano a ello.

-Felicidades, ganador- le dijo Eo alejándose para ir por un trago y fue cuando Hilda vió a ese apuesto hombre mirando a la nada con una boba sonrisa en el rostro y si en algo era popular la famosa editora, era por su trabajo y por la habilidad de conseguir hombres.

-Tú debes ser el publicista de Kido- dijo llegando hasta él con un provocativo andar.

-Él me ama- susurró Kanon sin mirar a Hilda, quien frunció el ceño confundida.

Milo en verdad lo amaba, algo que parecían en verdad inverosímil, aunque lo más increíble y extraño es que se sentía feliz por ello, porque él se sentía de la misma manera por más estúpido que eso se escuchara. Es decir, el menor lo había tratado de la manera más extraña y digno de un loquero, pero aquellos días parecía que era otra persona y le gustaba demasiado, tanto, que estaba disponible para él cuando quisiera.

-Bien por ti y por quien quiera que él sea- dijo tajante dándose cuenta que el peliazul era gay y que no tenía cabida ahí.

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Eo y Sorrento abrían una botella de champaña listos para festejar ese nuevo e importante proyecto que estaban a punto de iniciar, mirando enseguida que Marín y Shaina se acercaban a ellos con una sonrisa.

-¿Satisfechos?

-Sí, la verdad sí- respondió triunfante Sorrento con cierta burla.

-Bastante, hemos ganado, no se metan con Kanon- secundó Eo.

-Pues tu amigo Kanon es un tramposo- dijo Marín bastante indignada dejando a los dos chicos confundidos.

-¿Qué?

-El chico sabía de la apuesta desde el inicio, le siguió la corriente a Kanon para que ganar- los chicos se encontraban confundidos -Díganle que disfrute de su corta y sucia victoria, hablaremos con Julian.

Ambos se miraron dispuestos a impedir aquello, no podían dejar que esas venenosas serpientes se llevaran el crédito. Se dispusieron a buscar a Milo y hablar con él y por suerte lo encontraron sentado en una de las mesas, solo, esperando a Kanon.

-Hola- saludó Eo sentándose a su lado al igual que Sorrento. Milo los reconoció enseguida sintiendo un ligero rubor en sus mejillas por todo lo que había hecho frente a ellos.

-Hola, chicos.

-Oye, Milo, Julian vendrá aquí en un minuto y sería genial si pudieras actuar como si no supieras nada de la apuesta.

-¿Qué?- soltó confundido mirando a Eo para ser Sorrento quien le hablara después.

-Sí, sería genial si le dijeras a Julian que no estabas fingiendo para que Kanon ganara.

-Así es, Milo, como dice Sorrento, sólo míralo a los ojos y dile que amas a Kanon- el menor frunció el ceño mientras algo dentro de él se rompía.

-Sí, entiendo- y lo hacía, todo eso había sido por una apuesta, qué maldita mierda.

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-Trap es una gran revista, tenemos de todo, incluso podrías leerla y darnos puntos de vista- explicaba Hilda caminando junto a Kanon colgada de su brazo hasta que el peliazul vio a una persona que lo hizo sonreír.

-Discúlpame, Hilda, hay un bello y apuesto chico en esa mesa- señaló mirando de espaldas a Milo, quien estaba acompañado de sus amigos.

-¿Milo, de “Cómo hacerlo”?

-¿Cómo hacerlo?

-Sí, es la sección en la que escribe, trabaja para mí- Kanon sonrió de lado -Y justo ahora hace un artículo de “Cómo perder a un hombre en 10 días”. Sale con un pobre hombre fingiendo ser su novio, aunque no finge, en verdad sale con él y le hace las peores atrocidades, hasta nombró a su…

Reía Hilda sin poder terminar la frase, pero el rostro de Kanon estaba descomponiéndose con cada frase, había ira, dolor, rencor y enojo, algo que la platinada notó enseguida, callándose y mirándolo con la boca abierta.

-¿Tú eres la Princesa Sofía?- susurró sintiéndose apenada por todo lo que estaba diciendo mirando al peliazul, quien no dejaba de mirar a lo lejos a Milo, quien bebía su champaña a sorbos grandes una vez que Eo y Sorrento lo habían dejado.


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