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Cómo perder a un hombre en diez días por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Último capítulo mis amores, espero les haya gustado esta adapación...

Kanon salió del estudio de grabación para ir a las oficinas de Trap y detener a Milo, no podía perderlo, no ahora que sabía que se amaban.

Llegó al enorme edificio de la revista, subió al ascensor y llegó hasta la recepción en donde preguntó por Milo teniendo enseguida el lugar de su cubículo, el cual estaba vacío excepto por un seco y casi muerto helecho que había sobre su escritorio. El mayor lo tomó entre sus manos buscando por todos lados al peliazul.

-Disculpa ¿Dónde está Milo Scorpio?- preguntó a un joven pelilila que estaba frente a su portátil, y quien en cuanto lo miró sus ojos se abrieron desmesuradamente.

-Él no… está aquí.

-Renunció- dijo Camus detrás del peliazul, quien se giró para ver a su terapeuta de parejas con una mirada confundida.

-Tiene una entrevista- agregó Mu mientras Kanon entrecerraba los ojos mirando a Camus, quien torcía el gesto algo apenado.

-¿Cuándo será?

-Hoy, en unas horas- Kanon tomó el helecho saliendo de prisa del lugar, no sin antes señalar a Camus, quien le sonreió con nerviosismo.

-No eres terapeuta ¿Cierto?

-Amm… no.

-Buen trabajo, me debes 300 dólares- finalizó mientras el francés se encogía de hombros y Mu rezaba porque pudiera alcanzar a su amigo.

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Milo preparaba sus maletas, tenía que alejarse de todo, extrañaría a los chicos, pero los vería un par de veces al mes. Miró a su alrededor, su departamento envuelto en cajas y sus sueños en maletas, sabía que tenía que irse y hacer lo que siempre deseó, aquello que le había confesado a Kanon…

Kanon, su simple recuerdo dolía.

No había mencionado su apuesta en la revista, ya era bastante drama el estar enamorado de él, los dos se habían equivocado y ambas acciones habían estado mal, quizá si no hubieses ido a esa fiesta aún estarían juntos.

El timbre de su departamento se escuchó, seguro era el portero anunciándole que su taxi había llegado, resopló yendo hasta su puerta encontrándose con la portada de Trap frente a su rostro.

-¿Qué diablos?

-¿Es cierto?- preguntó el mayor bajando la revista y mirando a Milo. Lucía tan apuesto, pero con un deje de nostalgia y tristeza en su rostro.

-Kanon, no es lo que…

-¿Es cierto? ¿O era para vender revistas?

-Es cierta cada palabra- musitó dándose por vencido. Kanon miró a su alrededor notando las maletas y cajas de mudanza.

-¿A dónde vas?

-Tengo una entrevista.

-Sí, lo sé, pero ¿A dónde vas?- repitió dejando caer pesadamente sus brazos mientras Milo formaba una fina línea con sus labios.

-Kanon, salir de esta ciudad es donde como escribir lo que yo quiero.

-Pues no te creo eso, Milo, puedes escribir donde sea- el menor desvió la mirada -Creo que estas huyendo- entonces lo miró y rodó los ojos.

-¿Por qué no guardas tus juegos para la siguiente apuesta? Yo no estoy huyendo- rezongó tomando la perilla de la puerta a punto de cerrarla.

-Patrañas- eso lo detuvo para después mirarlo con el ceño fruncido.

-¿Disculpa?

-Ya me oíste, patrañas- dijo sonriéndole -Así que vamos a desempacar, cariño. Milo suspiró y negó con media sonrisa.

-¿Vas a desenmascararme?

-Puedes apostarlo- susurró tomando el rostro de Milo para unir sus labios en un suave y necesitado beso -Y mira quien vino conmigo- sonrió tomando el helecho que había dejado en el suelo.

-¡Ay, nuestro helecho del amor! Kani, bebé- se burló tomando a la casi extinta planta entre sus manos haciendo reír al mayor.

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-“…Y sólo así, los pueblos en guerra encontraran la paz.” Quedó increíble, amor, me agrada- decía Kanon leyendo la columna de Milo en la nueva revista de política en la que escribía.

-Lo sé, valió la pena desvelarme- sonreía el menor con Kaiser en sus piernas mientras desayunaba.

-Para ti, cariño, pero la pequeña Kaiser estuvo molesta toda la noche, te necesitaba en la cama.

-Creo que ese eras tú- dijo Milo sonriendo con picardía acercando su pie por debajo de la mesa para acariciar el muslo del pelilargo.

-Basta, Milo, tus amigos llegarán en cualquier momento.

-¿Eo y Sorrento vendrán? El jueves pasado Sorrento parecía molesto por perder en el póker.

-Eso espero, también Eo se molestó con Shura el mes pasado cuando ganó en el jenga y ahora están como siempre, así que les llamaré para confirmar.

-Hablando de eso, hablé con tu madre, nos espera el fin de semana, es el cumpleaños de Saori- decía Milo sonriendo y levántandose para poder pedir la pizza.

-Genial, porque te tengo una sorpresa- sonrió Kanon pensando en esa pequeña joya que tenía guardada en su armario, una joya que glasearía el dedo de Milo.

Notas finales:

Muchas gracias por sus comentarios y lecturas, pronto nos leeremos con otra adaptación.

 

Besos inmensos!


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