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Interludio por Yoshita

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Notas del fanfic:

Buenas.

En realidad, Interludio es un fragmento IwaOi de un fanfic que esstoy escribiendo, Días Grises. No es necesario leerlo para entender, pero Días Grises es una linda historia romántica. Léanla, no sean miserables.

 

¿Qué van a encontrar en InterludioPORNO. PURO Y EXPLÍCITO PORNO CON OIKAWA SIENDO LA PERRA QUE SABEMOS QUE ES. No me malinterprenten, ser una perra es bueno. Es delicioso. Y más si es con Iwaizumi.

 

Dejen reviews, no sean miserables ni malagradecidos, que no hice que Iwaizumi como músico se cogiera a Oikawa solo para que no me cuenten qué les pareció.

Notas del capitulo:

Interludio cuenta con dos partes: El Principio y El Final (porque la originalidad primero), dividido en horas (porque es un interludio).

Especialmente para mi querida Edmary, la luz en mis Días Grises.

 

Comienzo

 

1:00

 

Oikawa tenía los ojos clavados en la figura en escala de azules que se presentaba en la parte superior del boleto que le acababa de robar a Sugawara. Se llevaba el protagonismo de lejos, no solo por estar justo al frente, sino por su presencia y su expresión. Y no se iba a atrever a aceptarlo, pero también por sus brazos. Y sus dedos. Y por la forma en que la foto hacía parecer su musculatura a la vista más tersa de lo que se sentiría si la acariciara con la yema de los dedos. Oikawa torció el gesto y bufó con verdadera molestia, ¿cómo un hombre podía estarle haciendo pensar semejante cosa? Pero por más que quisiera negarlo, necesitaba conocerle.

- Llévame contigo – declaró.

- ¿Qué? – Era obvio que el albino reaccionara así, pero no estaba dispuesto a decirle que la razón detrás de su repentina decisión era ese muchacho de brazos enormes y expresión llamativa.

- Aquí dice que es un pase doble – se excusó con una sonrisa simple y ligera, quitándole importancia al asunto – y sé que no tienes ni la más mínima intención de decirle a Nishinoya o a Tanaka, así que soy tu mejor opción – Suga no iba a permitirse ir con ninguno de esos dos amigos desastrosos que tenía y esa era la oportunidad perfecta, tenía que quitarse ese resquemor extraño que le había causado ese muchacho.

- ¿Y qué ha cambiado en ti como para que, de un momento a otro, me digas que quieres ir a ver a Tetsu?

- Llámalo curiosidad – guiñó un ojo y le regresó la boleta, intentando que sus gestos fueran los mismos frescos y tranquilos de siempre – y que nunca sé qué es lo que va a suceder con mi vida, así que ir a un concierto de rock no es mala idea para cambiar de aires, además nunca he ido a un concierto de Tetsu-chan. Y me lo debes, ¿recuerdas?

- Está bien – sonrió amplio, como esas sonrisas que Oikawa daba cuando tenía un plan en mente. Y Oikawa lo supo. Supo que Suga sabía algo que él no y que no le iba a sentar para nada bien. Le recorrió un escalofrío por la espalda.

- Me das escalofríos, Suga-chan, en verdad me asustas y siento un ligero arrepentimiento por la petición que te acabo de hacer – intentó no sonar nervioso, pero la sonrisa de Suga le había causado un sinsabor en la boca del estómago. Eso no iría bien si Sugawara descubría el repentino interés que tenía por el hombre que tenía su cara en la primera plana de la foto de Hypocritical Wisdom.

- ¿Por qué? – Sonrió aún más amplio. Y su miedo se acrecentó. Sugawara no solo sabía algo que él no, sino que estaba dispuesto a hacer que él lo supiera y todo indicaba que sería a la fuerza o de una manera poco conveniente. En su interior esperó que fuera acerca del muchacho de la boleta con brazos enormes y expresión ruda.

- Porque parece que tuvieras algo en mente que no me va a sentar nada bien – intentó sonreír para quitarse el suspenso de los hombros y que Suga lo negara con una sonrisa fresca – ¿es eso, Suga-chan?

- Tal vez – ronroneó con picardía y se le ensanchó más la sonrisa. Suga nunca negó lo que Oikawa acababa de afirmar y a Oikawa le atravesó un escalofrío de nuevo. Algo no iría bien en ese concierto.

- Salir con Tetsu-chan te está convirtiendo en todo un problema – soltó preocupado.

 

2:00

 

Ahí estaba. Y era moreno. Y su cabello castaño oscuro. Y sus ojos café oscuro. Y sus brazos más grandes de lo que se apreciaban en la foto. Y su sonrisa era amplia. Y él mismo se estaba muriendo en ese momento por un hombre al que nunca en su vida había visto. Maldijo el momento en que esa idea de conocerlo le había llegado a la cabeza. Ahora se arrepentía y quería regresar a su casa. ¿Desde cuándo él sentía miedo?

- ¿Pasa algo? – La voz de Sugawara intentó llevarlo de nuevo a la realidad, pero él seguía enganchado a la presencia de ese hombre.

- No entiendo – resopló con fastidio, indignado de lo que le hacía sentir ese hombre – no lo entiendo en absoluto. ¿Cómo puedo sentirme de esta manera? ¿Por qué me siento de esta manera? – Podía estarle preguntando al albino, pero las preguntas eran más para sí mismo, ¿cómo se permitía esa presencia desconocida semejantes confianzas con él? ¿Con sus reacciones? ¿Con su cuerpo?

- ¿De qué manera? – aunque hubiera sido la voz de su acompañante preguntando, sintió como si fuera una duda de parte suya, de su fuero interno, de su propia mente confundida ante la aparición de ese muchacho moreno.

- Ugh – se quejó – ¿cómo lo haces? – Murmuró esperando que su voz racional le diera un buen argumento que defendiera al moreno o, en su defecto, lo defendiera a él, pero no llegó ninguno de los dos – ¿Es que no te pareció curioso?

- ¿El qué? – El tono de respuesta de su mente estaba molesto, ¡y con razón! No entendía cómo, luego de un montón de novias, de repente se sentía con las piernas como gelatina frente a ese muchacho moreno de sonrisa encantadora – habla ya.

- ¡Es que no puede ser posible! – Resopló enojado, si su lado racional no tenía una respuesta válida, ¿qué iba a decir su lado normal? ¿Cómo iba a explicar que un hombre hacía que su calentura aumentara de manera peligrosa y absurda con solo verlo? – ¡no lo concibo!

- ¡Por el amor de Dios, Oikawa, cállate ya! – El grito de Sugawara le puso los pies en la tierra y notó entonces que la vocecita que le preguntaba cosas no era la suya sino la del albino – si vas a quejarte, al menos dime de qué, si no, ¡no te quejes en lo absoluto! – Estaba molesto porque no le daba ninguna respuesta por sus reproches absurdos. Había estado despotricando contra ese pobre muchacho moreno sin saber quién era y sin explicarle a Suga de quién hablaba.

- ¡Él, Suga-chan! ¡Él es de quien me estoy quejando! – Señaló el lugar donde Hypocritical Wisdom sonreía a la gente y saludaba, específicamente a donde el moreno de brazos enormes sacudía su mano y sonreía – ese muchacho, Suga-chan. Ese muchacho me confunde – confesó al fin en voz alta sin sentirse mejor.

- ¿Te confunde? – Preguntó con duda y él la sintió como suya también, ¿por qué le confundía? – quien me confunde eres tú, ¿qué te ha hecho como para que te sientas así?

- ¡No lo sé! – Estaba desesperado, el chico le hacía sentir espasmos de excitación con solo verle y estaba seguro que el moreno no se lo proponía, ni siquiera lo conocía y ahí estaba, casi soltando la baba por estarlo viendo. Y en lo personal, Oikawa esperaba que lo único líquido que estuviera saliendo de alguna parte de su cuerpo fuera saliva – ¿quién se cree que es? ¿Cómo puede venir a acalorarme con solo su presencia? ¡Con solo verlo se me empañan los lentes!

Un chico. Oikawa, el eterno enamorado de chicas, estaba sintiendo que su autocontrol se iba al traste con solo observar cómo flexionaba los brazos y movía los dedos de forma juguetona con el bolígrafo con que firmaba las fotos, seguramente de él, que los, en realidad las aficionadas, le ponían en frente. Y se podía ver babeando como esas chicas, siendo parte de la horda de aficionadas. Cómo habían cambiado los papeles.

- ¿Un chico, Oikawa? Pensé que estaban fuera de tu gusto – el tono de burla de Sugawara le hizo refunfuñar por dentro, ya era suficiente que él mismo estuviera confundido, no necesitaba que se burlaran de él – ¿le digo a Tetsu que lo quieres conocer?

- No te atrevas, Suga-chan – enfrentó los ojos castaños del albino y lo apuñaló con la mirada, si se atrevía a acercarse, sus piernas no iban a soportarlo. Y probablemente su masculinidad tampoco – ni se te ocurra decirle una sola palabra a Tetsu-chan de esto o te vas a arrepentir.

- ¿Pero por qué no? – La picardía de Sugawara le estaba poniendo de los nervios de una manera que no le gustaba – me lo debes, Oikawa. Tomar un café con el guitarrista, ¿recuerdas?  Esa era tu parte del trato – ¡ese era el plan que no iba a convenirle! ¡Eso era lo que dibujaba esa sonrisa peligrosa el día que le pidió llevarlo! ¡Sugawara pensaba mandarlo con el guitarrista! Vaya coincidencia que fuera el moreno de brazos atractivos.

- Dije que solo era un juego – resopló con un puchero – no quiero tomar un café con ese chico – realmente no sabía qué quería con ese chico, pero admitía que a su cuerpo no se le antojaba un café.

- ¿Ah no? – Sugawara lo abrazó por los hombros – ¿qué quieres entonces?

- ¡Suga-chan! ¡Ya basta!

 

3:00

 

Detestó el momento en que supo que esa boleta doble tenía casi tanto poder como los mismos artistas y se descubrió junto con Sugawara en la primera fila, a nada del sensual primer plano del moreno de brazos fantásticos. Los grupos anteriores no supusieron ningún problema porque los muchachos no le llamaban la atención, pero cuando el asistente anunció a Hypocritical Wisdom, su estómago se contrajo y su mente le dijo que ese momento iba a ser definitivo.

Cuatro canciones no lo mataron. Tanto. Pero en la quinta, luego de que Tetsuro abandonara el escenario, sintió que iba a morir lentamente al ver como ese moreno tomaba el protagonismo y se dedicaba con el solo, con ambas manos sobre la guitarra, y lo único que podía desear era ser ese instrumento para poder ser acariciado por los diez dedos magistrales del guitarrista de Hypocritical Wisdom. Mandó todo pensamiento coherente a la más lejana mierda, el muchacho le encendía como ninguno y si ese iba a ser el devenir de su noche, pues que así fuera.

El moreno masturbaba la guitarra. Era la expresión más acertada a la actividad de los dedos de su diestra sobre las cuerdas. El movimiento era rápido, muy rápido, y con tanta precisión que Oikawa se encontró preguntándose si el muchacho podría moverlos de la misma manera en su interior. Lo cual era una estupidez, porque seguramente sí sería capaz. Oikawa no era estúpido. Sabía muy bien cómo irían las cosas si decidía acostarse con el muchacho, que ya lo había decidido. Lo que no sabía era cómo lograr llevarse a ese muchacho a su cama, o en su defecto, que él lo llevara a la suya. Y sabía que lo que quería era sentirse dominado por los fuertes brazos de ese moreno. Allá a donde había mandado a su pensamiento coherente había mandado su preferencia por las chicas.

El muchacho parecía ensañado en hacer gemir su guitarra y él, desde el público, se encargaba de imaginar que era a él a quién el moreno sacaba esos jadeos de excitación con sus dedos en su interior. Uno. Dos. Tres. Y si se ponía de atrevido, que lo iba a hacer, iba a lograr la imagen mental del moreno penetrándole. Y no pensaba ignorar la otra mano, moviéndose por el mástil, como si fuera una erección muy larga, como la suya en ese momento. ¿Es que no podía ser menos perfecto ese miserable músico? Era tan coordinado con los movimientos de sus manos y sus dedos que Oikawa no podía seguir solo imaginando que lo hacía. Necesitaba sentirlo.

Cuando terminó la canción y sintió cómo se humedecía su ropa interior, salió del público lo más rápido que le permitieron sus temblorosas piernas, cortesía del orgasmo que acababa de tener en pleno concierto. No vio a Sugawara mientras salía y no le importaba, si no se apuraba, el chico moreno de brazos fabulosos se le escaparía. Y Oikawa Tooru nunca permitía que alguien se le escapara.

Se mezcló entre la oleada de aficionados que rodeaban al grupo mientras bajaba de la tarima por el paso lateral y en ese momento si agradeció que ese pase que tenía le diera tantos privilegios como si fuera un artista, de otra forma no hubiera podido tener el primer plano del guitarrista a un palmo de su cara, con una sorprendida pero cálida sonrisa, casi preguntándose por qué ese muchacho parecía tan asustado por verle. Oikawa no pudo esconder la expresión de sus ojos bajo sus enormes lentes, el moreno ya la había captado. Se vio reflejado en las pupilas oscuras del moreno, como cuando sus propias aficionadas en la universidad le rodeaban para pedirle fotos. Nunca había pensado que sería él quien terminara como aficionado de un hombre y mucho menos que ese hombre le dirigiera esa curiosa mirada. Pero cómo habían cambiado los papeles. Intentó decirle algo, pero por primera vez en su vida, la voz le falló. Recibió una sonrisa y un saludo con su mano antes de ver al moreno desaparecer.

Oikawa frunció el ceño con molestia. Ese no sería el final.

 

4:00

 

Logró evadir a todo el gentío antes de llegar al terreno que servía como parqueo. Esperaba tener la suerte suficiente para poder alcanzar al moreno antes de que este decidiera irse en su vehículo. Tenía que jugar todas sus cartas de inmediato, ser directo y dejar en claro que a Oikawa Tooru nadie iba a decirle que no. Lo vio al fondo, junto a un auto negro y sencillo y suspiró de alivio.

- ¡Oye, tu! – Exclamó, haciendo que las pocas personas en el aparcamiento giraran a verle. Muy bien, eso había sido estúpido – ¡guitarrista! – Al menos así se aseguraba de que la cosa fuera con él.

- ¿Me hablas a mí? – El moreno reaccionó con una mueca de molestia y volviéndose hacia él. Oikawa sintió que sus piernas flaqueaban al oírle hablar, sin embargo recuperó la compostura.

- Si – declaró con confianza y redujo la distancia entre él y el músico. Al llegar casi a su altura se dio cuenta que el moreno era un poco más bajo que él, pero que seguía teniendo la misma presencia abrumadora que había mostrado en el escenario. El muchacho se cruzó de brazos y Oikawa apretó sus dientes al ver como los músculos se tensionaban. Tragó saliva. No volveré a hacerte la vida imposible, Suga-chan, prometió.

- ¿Qué quieres? – El ceño fruncido, los labios apretados y los ojos llenos de irritación lo hacían verse más salvaje, lo que no ayudaba a sus nervios. Apretó los puños buscando su propia confianza y la encontró cuando sintió palpitar su entrepierna.

- A ti – declaró – encima de mí.

La respuesta los descolocó a ambos. Oikawa no había siquiera pensado en lo que le iba a decir, pero ya era muy tarde para retirarlo y aunque pudiera, no lo haría, era la verdad y era por lo que había ido detrás de él. El moreno lo miró con sorpresa y un poco de incomodidad y Oikawa pensó por primera vez en la noche que él era un chico y el moreno también y que, quizá, le gustaran las chicas. He metido la pata, maldijo, pero permaneció firme frente al muchacho.

- Soy Oikawa Tooru – se presentó para romper la tensión en el ambiente.

- Iwaizumi Hajime – respondió en automático.

- Dije lo que quería decir – declaró un poco más fuerte, sobresaltando a Iwaizumi – creo que merezco una respuesta.

Oikawa le sostuvo la mirada tanto como retuvo la respiración, esperando que el chico frente a él le diera alguna contestación, así fuera una bofetada por atrevido o una burla por pedirle indecencias a alguien de su mismo género. O si la vida le sonreía, una afirmativa. Iwaizumi soltó el aire que no sabía que había estado reteniendo y Oikawa le imitó, recuperando el color de su piel. El lugar estaba en completo silencio.

- Ah – el pitido del automóvil soltando los seguros le hizo dar un respingo - ¿subes, Oikawa?

Notas finales:

Bueno, las cosas como son. Iwa-chan como guitarrista está inspirado en Steve Vai, porque una vez lo estaba viendo tocar (de los dioses) y ajá, me pregunté si podría dar dedo de la misma manera. Obvio si, pero no lo he comprobado.

Bueno, sii, semo porno, porque todavía no se lo coge, pero ya casi, porque el otro capítulo es el que será spicy.

Dejen reviews, no sean miserables amiguitos.

Y out.


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