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Tres Meses por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

Gracias por estar ahí. Espero sea de su agrado.

—Toma.

Con aires fatigados, Aioria vio el jarrón posarse en sus narices. La espuma fría invitaba y en realidad, por más fastidioso que se sintiese, no era capaz de ser tan descortés como para rechazar la invitación. Tomó la jarra de cerveza y observó a su acompañante, las expresiones en el rostro—bello—del gemelo eran una incógnita para él.

Era un bello día de fines de agosto, con el otoño a la vuelta de la esquina pero el sol del verano aun calentando las tierras protegidas por Athena. Le gustaba ese clima.

—Creo que ya eres lo suficientemente grande para beber, a menos que aún prefieras los helados de yogurt—continuó hablando el griego de azules cabellos, mientras se ubicaba en la banqueta contraria a él y curvaba sus labios ante su propia broma.

Aioria por un momento sintió que el calor de ese día le coloraba las mejillas a medida que traía a su memoria viejos recuerdos de su niñez.

—Sé que no soy ni remotamente la compañía que esperabas el día de hoy pero, en estas circunstancias será imposible apartar a Aioros de Saga.

—Lo sé. Y gracias.

Saga había despertado. O algo parecido. Todavía no abría sus ojos, pero aun así reaccionaba a las voces y caricias que su hermano y Kanon le daban. Luego de los primeros quejidos que daban señales de un pronto despertar, el mundo y el universo entero para Aioros se resumió en Saga. Suspiró, la rabia y celos pronto cobraron fuerza en su interior, apretó la mandíbula harto de las actitudes sumisas de su hermano.

Pero más harto estaba de no ser capaz de ver a través de esa rabia. De sentirse impotente por no entender a su hermano, por no perdonar a los gemelos por apartarlo de su lado.

Aioria no podía perdonar que Aioros, Saga y Kanon lo hayan dejado solo.

—Creo que en el fondo siento envidia y celos por eso.

El castaño dejó la jarra a medio camino y observó con curiosidad a Kanon mientras este hablaba como si del clima se tratase pero portaba una visible melancolía en su voz.

—De ti, sobre todo.

— ¿Por qué?—contraatacó con los nervio de punta.

—Porque tienes a Aioros, porque a final del día sabrás que tu hermano está vivo, y que te estima, en cambio yo…

—Saga también está vivo, solo necesitó un poco más de tiempo.

—No es eso. Saga despertará, él sabe que Aioros está ahí, aguardando por él—Kanon apuró el último trago de su cerveza, dibujando una media sonrisa ante el desconcierto pintado en el menor; —pero no sé cuál será su reacción al verme… tú sabías que lo único que haría Aioros al verte sería abrazarte, en cambio Saga, él y yo nunca tuvimos una relación fácil.

Guardaron silencio un momento, Aioria contempló al gemelo, sintiendo que lo observaba por primera vez desde su resurrección; una pequeña chispa pero no menos intensa se encendió en su interior creciendo junto a una sensación de ahogo que entumecía poco a poco sus músculos. Y de repente, su corazón se aceleró ante la emoción revivida. Ante la comprensión dolorosa; Kanon siempre estuvo solo en este mundo.

No fue una revelación. Se sintió como un pensamiento residual de su memoria. Una experiencia ya vivida y la imagen del gemelo rodeándolo en un cálido abrazo mientras una promesa se sellaba entre ellos, se atoró en su consciencia. Aioria se estremeció cuando Kanon le devolvió la mirada con curiosidad ante su mutismo y creciente nerviosismo. Y esa espantosa sofocación se agigantó cuando los labios de Kanon se apretaron en un rictus doloroso y abría sus ojos, incapaz de desatarse de su par. Sintió a su piel erizarse con la corriente cada vez más intensa; era su cosmos que buscaba unificarse al de su igual para compartir los recuerdos y sentimientos que su alma había mantenido prisioneros hasta el momento de liberarlos nuevamente.

La sacudida fue tan intensa que Kanon prácticamente se incorporó de un salto, tirando la banqueta a su paso. Sus fosas nasales se agrandaban ante cada agitada exhalación. Aioria hizo lo mismo todavía aturdido y jadeante por esa intima vinculación. Sabía de ella. Había sido testigo de semejante manifestación antes, pero nunca se imaginó que fuera así y mucho menos que la compartiría con el gemelo.

Kanon trató de acercarse, de tocarlo. Aioria deseaba abrazarlo como antaño, pero retrocedió aterrado de ese sentir. Una vibración en su cosmos los sacó de su trance.

»Kanon, Aioria, deben regresar. Saga acaba de despertar.

Aioria no recordaba alguna vez haber escuchado a su hermano tan feliz. O quizá sí; cuando le confesó que amaba Saga y su cosmos, se había vinculado a él.

Notas finales:

Gracias por leer.


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