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A Halloween Tale por VinsmokeDSil

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Notas del capitulo:

Chan chan CHAAAAAAN!!! SORPRESAAAA!!!!

Con el último capítulo, se quedaba algún que otro cabo suelto, y tenía pensado hacer un epílogo para acabar de redondearlo todo y daros alguna que otra sorpresita final... 

Quiero darle las gracias a Lukkah, ya os digo que si no fuera por ella éste extra no se subiría hoy, sino mucho más adelante. Me ayuda muchísimo con todas mis dudas e indecisiones!! Eres un amor mi niñaa!!! 

Agradecer tambien los reviews recibidos en el último capítulo. Rosslie, espero que aquí encuentres las respuestas a las preguntas que me hiciste pero no pude responder. Ne chan, espero que el epílogo te guste tanto como el resto de la historia. Mi adorada Lukkah, que te quiero mazo, muchísimas gracias por tu ayuda con éste final!! Y muchas gracias tambien a tashigi94, gran escritora que me ha ido apoyando durante toda la historia!!

En serio, muchas gracias a todos!! 

No me entretengo más, disfrutad de estas 25 páginas extras!

Si el miedo llama a tu puerta, ten confianza, ábrele y regálale unos dulces

 

Llegaron al hotel hora y media después de despertar. Por lo que pudo notar Sanji, no debían estar a más de veinte minutos a pie, pero esa distancia con Zoro era relativa. A saber la de vueltas que dieron por culpa del Marimo.

Esa noche se les había hecho realmente eterna, habían pasado muchísimas cosas en muy poco tiempo. Querían volver a ver a sus amigos, tenían la sensación que llevaban meses sin verles.

Se les hacía raro pensar cómo les dirían lo suyo y qué trola se inventaban –porque, obviamente, la verdad no se la creerían ni locos. Bueno, Luffy seguramente, pero tampoco lo entendería.

– ¿Qué coño…? –dijo Zoro en cuanto se adentraron al jardín del hotel. No daba crédito a lo que veían sus ojos.

¿Seguiremos bajo la maldición de ese demonio?

– ¿Qué cojones ha pasado aquí? –dijo Sanji, sin salir de su asombro.

¿Hemos muerto y será éste el infierno?

Eso hubiera sido una explicación mucho más fácil a lo que tenían delante.

Sin duda, la Dantesca escena que tenían enfrente de sus ojos llevaba la marca personal de su grupo de amigos. Siempre, siempre, siempre, acababan en desastre. Todo destrozado, copas tiradas por ahí, gente durmiendo la mona en la calle…

Pero tenían que reconocer que esta vez se habían superado, y eso que eran dos menos. Claro que, conociendo a Luffy, seguro que había reclutado más gente a su “tripulación”.

Al tratarse de un hotel rural, tampoco era que fuera un jardín demasiado grande o lujoso. Se distinguía que se trataba de la propiedad del hotel por el césped del suelo, que hacía frontera con el bosque que empezaba al fondo.

Por el resto, se entraba a través de un camino de piedras que se desviaba de la entrada del hotel, pasando por debajo de un arco formado por dos árboles unidos por sus ramas.

Siguiendo el camino de piedras, se llegaba a un espacio más romántico, pequeño, con algunos bancos y una fuente al medio, todo decorado con flores y arbustos.

El resto del jardín estaba cubierto de césped, con una piscina al centro, algunas tumbonas alrededor y unas mesas a la derecha, cerca de una caseta donde se vendían todo tipo de bebidas y snacks.

Cerca de ese chiringuito, la tarde anterior habían visto una especie de tienda con todo de artículos esotéricos, como si se tratara de un puesto de un vidente, con su bola de cristal y todo.

Al fondo, para la fiesta, habían montado una pequeña mesa con altavoces y luces, donde el Dj había reproducido la música la noche anterior.

Esa era la teoría, porque a la práctica, el jardín poco tenía que ver con lo que recordaban.

Primero de todo, se encontraron a Brook, el tipo de la entrada, abrazado a uno de los árboles, manoseándole. Se le veía la cara muy pálida y los ojos hundidos, no le hacía falta el maquillaje para que realmente pareciera un esqueleto.

Oían que susurraba algo, pero no lograban entender bien el qué, hasta que se agacharon un momento para comprobar si seguía respirando.

–Bragas… señorita… por favor… podría… enseñarme sus… bragas… 

El hombre estaba convencido que el árbol era una mujer.

–Tarde para eso, colega –respondió Sanji, mirando con sorna a Zoro. Éste ni siquiera le contestó. Sencillamente pasó por encima del esqueleto, pisándole, mientras seguía observando ese desastre.

Debían descubrir qué otras catástrofes habían provocado y por lo cual seguramente tendrían que pagar. Siguieron avanzando, muy despacio.

Llegaron hasta la piscina, a pocos pasos. De las tumbonas de la tarde anterior, no quedaba ni una. Todas estaban perfectamente colocadas en el fondo de la piscina, con los muñecos que habían decorado el pasaje tumbados en ellas.

Una de las mesas del jardín estaba también en el fondo, con sus sillas a los lados, mientras un par de zombies de atrezzo tomaban el té, cual cita romántica. Sanji debía admitir que había que tener habilidad por colocarle la taza a la mano del muñeco.

Esto va a salir muy caro…

–Apuesto por Usopp –dijo Zoro, mirando la escena que había debajo sus pies. No era la primera vez que en una de sus fiestas se encontraban la escena de alguna peli montada.

–Usopp es más de pelis de ciencia ficción, él los hubiera puesto volando o en los árboles. Me da que ésta vez ha sido Nami.

– ¿Qué peli crees que será esta vez?

–Hmm… ¿Titanic? –dijo Sanji. Había visto muchas películas románticas a lo largo de su vida, pero en esos momentos, viendo una pareja en el agua, solo se le ocurría eso.

– ¿En Titanic tomaban el té?–al rubio no le sorprendía que Zoro no la hubiera visto.

–Bueno, mientras se hundía el barco, había un grupo de ricos que sí. –dijo haciendo memoria. Se acordaba de esa escena, la había visto miles de veces. Muchas de ellas con la pelirroja.

–Vaya, tenía entendido que iba de una chica que tiraba a su novio al mar –dijo Zoro, rascándose la cabeza.

– ¿Pero qué…? Déjalo, no importa. –Sanji no tenía ganas de empezar otra discusión.

Su conversación se cortó de golpe.

Oyeron gruñidos a su derecha, sonidos guturales parecidos a las amenazas de un lobo o un perro. Estuvieron atentos, ahora mismo ellos eran los únicos capaces de defenderse ante un ataque.

–No me jodas, ¿a parte de demonios hay lobos? –dijo Zoro, mirando a lado y lado, intentando encontrar de dónde venían los animales.

Sanji parecía algo más tranquilo, analizándolo todo. No tenía sentido, era imposible que fuera a atacarles ningún animal salvaje. Hasta que se dio cuenta de dónde venían esos sonidos tan amenazadores.

–Y Yorkshires. –dijo Sanji, en cuando vio a Chopper durmiendo encima de la barra del chiringuito, hecho una bolita.

Tan pequeño como era, todavía vestido de lobo, se le veía realmente adorable. Y parecía que por fin había aprendido a sonar amenazador. Esos gruñidos provenían de él.

–Mira el chihuahua –dijo Zoro, acercándose también un poco a él.

Viéndole dormir, se dieron cuenta que estaba abrazado a un murciélago de peluche, escondiendo ligeramente la cara en él.

–Quien osa… entrar… en… mi cueva… aaaaarg –decía en sueños.

–Al final aprendió a dar miedo –dijo Zoro, mirándole. Su hubieran encontrado alguna manta, se la echaban encima.

Demasiado mono para los gruñidos que suelta.

Un golpe seco. Un ligero rebote. Seguía cayendo.

Algo pasó rodando a sus pies.

Ambos chicos siguieron mirando ese objeto hasta que chocó contra la pared que tenían delante, moviendo la cabeza a la vez.

Fue Zoro quien se agachó para cogerlo.

– ¿Una bola de cristal? –preguntó Sanji, sin entender qué pintaba ahí ni de donde había salido.

– ¿Pero de qué está hecho? –a Zoro más que eso, le fascinaba que no se hubiera roto con el golpe.

–De plástico. Solo es decoración, mi herramienta son las cartas. –respondió una voz a su derecha.

Se acercaron a la tienda, esa que habían visto que parecía de alguna especie de vidente o brujo. Ahí se encontraron a un hombre rubio, sentado, perfectamente calmado por todo el caos que tenía a su alrededor.

– ¿Es tuya?

–Así es, vampiro –respondió el hombre a Sanji. El chico se sorprendió, ya que ya no iba caracterizado del personaje.

–Que peliculero eres queriendo llamar la atención de esta forma… –dijo Zoro, devolviendo la bola a su sitio.

Sanji iba a hablar para preguntarle, pero el brujo les interrumpió.

–Me alegro que hayáis encontrado el camino de vuelta, no todos han sido tan afortunados. –dijo mientras empezaba a barajar sus cartas, mirándole a los ojos.

Lo cierto era que siempre había tenido cierta tendencia al dramatismo.

–Espera, ¿qué…?

–Tú… ¿cómo sabes qué…?

–Solo digo lo que los astros deciden mostrarme. Intenté avisar a vuestros amigos, y ellos hicieron caso omiso a mis palabras. ¿Cometeréis vosotros el mismo error? –preguntó el brujo, empezando a lanzar las cartas encima de la mesa.

A los chicos se les heló la sangre. Lo cierto es que todavía no habían visto a ninguno de sus amigos. ¿Y si les había pasado algo? El bosque ya les había demostrado cuan peligroso podía llegar a ser.

– ¿Qué has hecho con Nami? –preguntó Sanji, golpeando en la mesa con los puños cerrados, muy enfadado.

–Oye, preocúpate por el resto también. –Le tiró en cara Zoro – ¿Dónde está Luffy? –preguntó él, ignorando por completo a Usopp.

–Calma, mujer y vampiro. –dijo Hawkins, a punto de volver a hablar. Iba a decirles lo que sabía, pero…

– ¿Cómo que mujer? Oye, que vuelvo a tener pene. –dijo Zoro, enfadado.

–Zoro, eso no le interesa a éste señor. –dijo Sanji, intentando acallarle como si se tratara de un crío que está montando el numerito.

Hawkins tomó aire antes de responder.

–La verdad es que un poco. ¿Cómo fue eso de convertirse en mujer? ¿Habéis conseguido desentrañar el mayor misterio de la humanidad? –les preguntó, realmente curioso.

Para él, era mucho más fácil descubrir qué querían decirle los astros, leer las manos o cualquier otra cosa antes que entender a una chica. Quizá por eso seguía siendo virgen.

–Corta el rollo y cuenta qué ha pasado con Nami. –dijo Sanji, intentando no desviar esa conversación a un total sinsentido, como acostumbraba a pasar con sus amigos.

–Y con Luffy. –respondió Zoro, mirándole mal.

–Eso.

El brujo, con toda la parsimonia del mundo, miró las cartas. Zoro y Sanji le observaban atentos. Antes no creían en estas cosas, pero su perspectiva del mundo había cambiado demasiado.

Seleccionó una, la que estaba más cerca de Sanji y la hizo avanzar en su dirección. Tenía dibujada una mujer, con un águila y una corona.

–La emperatriz. Veo a la bruja. Su imagen es borrosa, como si estuviera sumida en una profunda oscuridad, pero no está sola. Alguien la acompaña en ese camino. –movió otra de las cartas, esta vez la más cercana a Zoro. –El emperador. –dijo, como si se tratara de una sentencia.

Tomó otra de las cartas. Esta vez no dijo ningún nombre, pero los chicos podían observar que tenía un caballo.

Estuvo unos segundos en silencio, aumentando la tensión a propósito.

“–Vuestros amigos se encuentran recorriendo un largo camino, muy lejos de aquí. –Apartó otra carta, mirándola atentamente. Hizo unos segundos de pausa antes de volver a hablar –Sus vidas no corren peligro, pero su cordura podría prender de un hilo.

–Bueno, eso no es nada nuevo. –le cortó Zoro, sin poder evitarlo.

–Cállate, déjale seguir. –le reprendió Sanji.

Hawkins tuvo que tomarse unos momentos para volver a concentrarse.

–Les veo. Es un camino tortuoso, lleno de monstruos. La bruja corre, parece que huye. Ha hecho algo, ha robado el tesoro de alguien, pero la están atrapando, el botín pesa demasiado. Por suerte, el rey es capaz de estirar sus brazos, estirarlos mucho para ayudarla a avanzar.

“–También… veo… sí, no hay duda. Un barco. ¿Será el del río Estigia? Mi visión no logra llegar. El emperador de goma sonríe, la emperatriz ladrona domina las mareas. Un mundo cubierto por el agua, lleno de islas con múltiples peligros.

– ¿Tu entiendes algo? –preguntó Zoro.

–Me recuerda a Alicia en el país de las maravillas. Un conjunto de sinsentidos. –respondió Sanji.

Otro silencio por parte de Hawkins. Sanji y Zoro estaban perdiendo la paciencia, empezaban a creer que realmente les estaba tomando el pelo.

–Vuestros amigos no están en este mundo. Son felices viviendo aventuras en la gran línea. –sentenció de golpe. Luego apartó otra carta, mostrándosela a ellos. –Es un camino distinto al vuestro. “El enamorado”.

Volvió a quedarse callado unos momentos más. A Zoro se le estaban hinchando las pelotas con tanta pausa dramática.

Y encima nos tira las cartas a nosotros…

“–Serán cien bellys. –dijo de golpe, cortando toda la tensión que se había formado hasta entonces.

Eso les descolocó a ambos, ya que no esperaban que el tipo hubiera acabado. Se habían quedado todavía más confundidos que cuando les tiró la bola de plástico.

– ¿Vas a cobrarnos? ¡Si no nos has dicho una mierda! –dijo Zoro, con ganas de saltarle a la yugular.

 –He transmitido lo que los astros me han mostrado, tal y como me lo han mostrado. Si no sois capaces de entender al universo no es mi culpa.

–Yo lo mato… –dijo Zoro, pretendiendo abalanzarse encima de él. Y Sanji no pensaba detenerle, más bien disfrutaría del espectáculo.

Eso, claro, siempre y cuanto un loco en tanga no les hubiera cortado la diversión.

–¡¡ESTA FIESTA ES SUUUUUUUUUUUUPEEEEEEEEEEEEEEEEEER!!

Alguien gritó detrás de ellos. Los tres dirigieron sus miradas hacia el sujeto que había empezado a gritar.

– ¿Quién coño…?

Un tipo vestido con camisa hawaiana y bañador deportivo estaba bailando delante de la mesa del dj. No había nada de música, pero parecía como si se hubiera despertado de golpe y se hubiera acordado que estaba en una fiesta.

Las personas que había tiradas a su alrededor empezaron a levantarse y a unirse a su fiesta. Una fiesta en la que solo había griteríos y balbuceos ininteligibles, sin nada de música.

– ¡Uoooooh! ¡¡Fiesta!! ¡Venga Franky, que no decaiga! –oyeron una voz conocida, pero que para nada les cuadraba.

– ¿Esa es…? –preguntó Zoro, con Hawkins cogido del cuello.

–No, es imposible. No puede ser, si ni siquiera ha venido.

Ambos chicos se acercaron a ese grupo de gente loca, sin creerse lo que estaban viendo. ¿Qué hacía ella ahí? Si estaba en el extranjero.

Delante de ellos, una chica de su edad, con el pelo azul atado en una coleta, bailaba como una loca con el tal Franky.

– ¿Vivi? –preguntó Sanji.

– ¿Qué coño haces tú aquí?–dijo Zoro, mirándola con asombro.

Vivi también formaba parte de su grupo, y era la mejor amiga de Nami. Se había ido un par de semanas a Alabasta, país natal de su padre, y no volvía hasta pasado el fin de semana.

– ¡¡CHICOOOOS!! –dijo ella, abrazándoles. De normal, Sanji lucharía por toda su atención y Zoro intentaría quitársela de encima, pero estaban demasiado sorprendidos de verla ahí –¡¡Ossss he eshaddo muuuuuucho de menossss!! ¡Ossss he traído regalosssss!

A Zoro le sorprendía mucho verla así. Normalmente era una chica seria y responsable, solo cuando bebía mucho se soltaba tanto.

–Pero a ver. ¿Tú no estabas en Alabasta? –preguntó de nuevo Sanji.

–Sssshí, pero adelantaron el vvvvuelo un par de díasssss y quise daros una chorprechaaaa. –dijo la chica tambaleándose ligeramente. Apestaba a whiskey barato – ¿Cóóóómo puede sher que ossss hayáissss perdido durante tooooooda la noche? Zzzzzzoro, no mejorassss.

– ¿Por qué me echas a mí la culpa? –peguntó él indignado, intentando evitar a toda costa la conga que se estaba formando a su alrededor y que intentaba que se uniera a ella.

–Porrrrque un día te perdishte por mi casha. –dijo ella, uniéndose a la conga.

–No es mi culpa, vives en una puta mansión. –y no mentía. Su padre era un importante diplomático internacional, su familia estaba forrada.

–Te he traído un relojjjj de arrena, a ver si así no te pierdesssss. –dijo ella, quitándolo de su bolso.

– ¿Cómo que reloj? El tardón es el cejitas, dáselo a él. –dijo Zoro, sin entender nada.

Tenía la sensación de estar hablando con Luffy en vez de con Vivi. ¿Cuándo fue la última vez que se volvió idiota por culpa de la bebida?

– ¿Ah, sí? Entoncesssss quédate tú shu calendario de modelossss de lencería de Alabasssssta. –dijo ella, sacándose el papel enrollado del bolso.

¿En serio, cuántas cosas traía ahí dentro?

– ¡NO! ¡EL CALENDARIO ES MÍO! –dijo Sanji, tomándolo rápidamente. Zoro le miró y suspiró, resignado.

Le dejaron mirando su calendario, como a un niño con un juguete nuevo.

Hay cosas que nunca cambian…

Tampoco era que le molestara, no era alguien celoso. Mientras solo mirara, no se preocupaba en absoluto.

–Dilllle a Usssssopp que te dddddé shu Licorrrrr de esssscorpióóóón y tú le dassss el relojjjjj, quizá te diga que shí. No parrrecía demashiado illllussssionado al sssssaber que la botella tennnnnía un escorrrrrpión muerrrrrto dentrrrrro, y essssso que essss el mejorrrr licorrrr de Alabastaaaaaaaaa… –empezó a divagar Vivi.

– ¿Alcohol? ¿Dónde está Usopp? –dijo Zoro, reactivándose. Ese sí era un regalo que le interesaba.

A él le daba igual el bicho muerto. Tenía mucha curiosidad por probar aquella bebida.

–Puessss… –dijo la chica alargando la última letra –había ido a darrrrshe un bañooooo –dijo tranquilamente, dando vueltas a su alrededor.

Sanji seguía por Marzo.

Zoro volvió a mirar a la piscina. Ahí solo había la cita de los cadáveres putrefactos, nada más. ¿Dónde coño se habría metido la maldita momia cutre?

El peliverde tomó por el hombro al rubio para que le ayudara a buscar a sus amigos.

– ¡Eh! ¡Espera! ¡Miss Abril quiere mi atención! –dijo Sanji, muy indignado, sin quitar los ojos se la sensual mujer de la foto.

–En la habitación te la casco mientras miras el puto calendario, pero ahora me ayudas. –dijo el chico sin ni siquiera un poco de tacto.

Sanji se quedó un poco en blanco. Para nada se esperaba que su ahora “novio” fuera tan directo, y que él se volviera tan pequeño con ese tipo de comentarios.

–Joder, no seas tan bruto. –dijo intentando disimular el sonrojo de sus mejillas.

Zoro pareció darse cuenta del cambio de actitud del chico, por lo que se giró hacia él, mirándole con cierta maldad.

– ¿Qué pasa? ¿Tanto te gusta que te hable así? –preguntó Zoro, que le conocía demasiado bien.

–No es eso, imbécil –dijo Sanji, sin siquiera poder mirarle.

Decir que le gustaba era poco.

–Vaya, vaya… –dijo Zoro, deteniéndose y abrazándole –Si es que eres un pervertido –le dijo al oído, lo que provocó un escalofrío a Sanji que recorrió todo su cuerpo. –Pues prepárate para cuando vayamos a la habitación, porque no pienso dejarte tranquilo ni un momento. Serás mío completamente…

–Zoro por favor, para...  –Sanji mentiría si dijera que no se estaba poniendo cachondo. Solo que, todavía era demasiado pronto.

– ¿Qué te pasa? –preguntó Zoro, con un tono de voz más suave, al darse cuenta que Sanji hablaba en serio.

–A ver… no es que no quiera solo que… joder, dame un poco de tiempo. –pidió sin atreverse a mirarle a la cara.

Claro que tenía ganas de acostarse con Zoro, y muchas. Había comprobado en el bosque lo pasional que podía llegar a ser Zoro, y eso le gustaba, le encantaba. Pero también estaba terriblemente acojonado, necesitaba que fueran algo más despacio.

–De acuerdo –le respondió Zoro, algo más tranquilo, revolviéndole un poco el pelo.

– ¡ACE! ¡ACE! ¡AAAAAAACEEEEEEEEEEEEEEEEEEE! –empezaron a oír alguien gritando y llorando, cortando completamente la atmosfera que se había formado entre ambos.

Los dos se sorprendieron bastante. Ese era el nombre del hermano de Luffy.

– ¿Luffy? –preguntó Zoro en voz alta, apartándose un poco de Sanji.

–Pero… no era su voz… –reflexionó el rubio.

Delante suyo, pasó un tipo corriendo. Llevaba un curioso peinado en forma de piña y un par de alas en su espalda. Iba vestido con unos calzoncillos, nada más.

– ¿Ese no es Marco, el novio de Ace? –preguntó Zoro.

–Sí. Cuando Luffy y yo buscábamos sitios para la noche de Halloween, su hermano nos recomendó éste, por Marco.

– ¡AAAAACE! ¡¡DONDE ESTÁS AAAAACE!! –gritaba el hombre, corriendo de un lado a otro.

Zoro y Sanji no podían parar de mirarle, corriendo de un lado a otro.

–Le tenía por alguien serio. –dijo Zoro.

–Yo también. –respondió Sanji.

*

Marco se despertó de golpe, asustado. El día anterior había bebido mucho. Había bebido tanto que fue despertarse y seguir borracho. ¿Qué diablos había pasado? Lo último que recordaba era atender a Brook en su consulta por otra de las patadas de Hancock.

Mierda. ¿Dónde está Ace? Tengo que decírselo. ¡Tengo que decírselo!

Cogió su teléfono y empezó a llamarle. Antes que respondiera, ya le estaba gritando al aparato.

– ¿Diga? –una voz adormecida respondió al otro lado de la línea.

–AAAAAACEEEEEEEEEEEEEEEE –gritaba el doctor una y otra vez.

– ¿Marco? ¿Qué pasa? ¿Va todo bien?

–AAAAAAAAACEEEEEEEE –volvió a gritar.

– ¿Estás borracho? –preguntó el chico, que no entendía nada. Su novio acababa de despertarle mediante gritos telefónicos como si le estuvieran matando.

– ¡AAAAAAACEEEEE!

– ¿Quieres decirme qué pasa, o te cuelgo? –el chico tenía muy mal despertar, y más si era a gritos y de esa forma.

– ¡NOOOOO AAAAACE! ¡¡NO CUELGUEEEES!! ¡¡¡ESCÚCHAMEEEE!!!

–De acuerdo, de acuerdo. Va, habla. –Ace tenía un dolor de cabeza alucinante. Había salido de fiesta con sus amigos, y tenía una resaca de caballo.

– ¡AAAAAACEEEEEE ¡

–Dime. 

– ¡ME GUSTAN MUCHO TUS PECAS! ¡SON PEQUEÑAS Y REDONDAS! –ese no era su Marco. Se lo habían cambiado.

–Sí, sí. Y a mí tu cabeza de piña. –probó de decir Ace. Normalmente a Marco le jodía mucho que se metiera con su peinado.

– ¿PERO DONDE ESTÁS? –teniendo en cuenta que no dijo nada de eso, es que iba muy, pero que muy mal.

– ¿Cómo que…? En casa de Kid, ya lo sabes. Con él y Law. –pocas eran las ocasiones en que Marco acababa mucho peor que él, y Ace intentaba no reírse lo máximo que podía.

– ¡ES VERDAD! ¡CON EL PUNKY Y EL PSICOPATA!

–Los mismos, eso es. –Ace no podía creerse lo que estaba pasando.

– ¡PERO YO TE QUIERO MÁÁÁÁÁÁÁS! 

–Sí, sí, cariño… y yo a ti…

– ¡PERO MUCHO, MUCHO MÁS!

–Sí, sí, Marco. Yo también te quiero.

–¡¡PERO ESPERA!! ¡¡TENGO QUE DECIRTE ALGO MUY IMPORTANTE!

–Te escucho.

–ES QUE SE ME HA OLVIDADO. –dijo histérico y muy preocupado Marco.

– ¿Me estás vacilando? –dijo Ace, descojonándose vivo. Esto era demasiado. Tenía que encontrar la forma de guardar esa llamada, lo necesitaba.

– ¡NO! ¡ESPERA, ESPERA! NO CUELGUES, ¿VALE?

–No, no. Yo no cuelgo. –eso era lo que menos quería Ace en ese momento.

– ¡YA ME ACUERDO!

–Pues dime, te escucho. –por suerte, Ace había encontrado el botón para grabar la llamada.

– ¡QUE TE QUIERO MUCHO!

–Pero eso me lo acabas de decir

–AH SÍ ES VERDAD. ¡HAY MÁS, HAY MÁS! ¡NO ME IMPORTA QUE TE SAQUE VEINTE AÑOS, PORQUE TE QUIERO Y ERES LO MÁS IMPORTANTE PARA MI!

A Ace le parecería tierno y se moriría de amor si no fuera porque su novio se lo estaba diciendo con un alto contenido de alcohol en sangre.

– ¿Ah sí? ¿Y qué más? –le picaba el más joven.

– ¡QUE HOY SOY UN CUPIDO DISPUESTO A CONQUISTAR TU CORAZÓN!

– ¿Disculpa? –esto era demasiado para Ace. No podía parar de reírse contra el colchón. Marco borracho era demasiado divertido.

– ¡VOY DISFRAZADO DE CUPIDO! TENGO UN ARCO Y FLECHAS. ¿DONDE ESTÁS, QUE TE DISPARO? –muy mal tiene que estar como para dejarse disfrazar, con lo que lo odia, pensó Ace.

Se preguntó si fue cosa de Luffy o alguno de sus amigos. Tenía que conseguir una foto fuera como fuera.

–Baja las armas, angelito, que le harás daño a alguien. –dijo un poco preocupado, por si acaso tenía algo de verdad.

–PERO… ¡PERO ES QUE TE QUIERO MUCHO! –dijo Marco mientras empezaba a llorar.

– ¿Y ahora porqué lloras?

–¡¡PORQUE TE QUIERO!!

–Y yo te quiero a ti, tendrías que estar feliz, no llorar.

– ¡LO SIENTO! ¡¡PERO ES QUE TE QUIEROO!!

–De acuerdo, pero no llores, va. Que representa que eres el adulto de los dos.

– ¡SÍ! ¡ERES UN BEBÉ! ¡ERES MI BEBÉ PRECIOSO ADORABLE CON PEQUITAS! –dijo animado de golpe.

Ace empezó a reír a carcajada limpia al otro lado de la niña. Había intentado hablar bajito para no despertar al resto, pero eso era demasiado para él.

–Joder, eso da grima –dijo Ace, algo incómodo, en cuanto pudo parar de reir. No le gustaban demasiado los apelativos cariñosos, y menos de ese tipo.

– ¡LO SIENTO ACE! ¡PERDONAME! ¡NO ME ODIES! ¡YO TE QUIERO!

Que bien… es un borracho bipolar.

–Sí, sí… no pasa nada… va, tranquilo.

– ¿ME QUIERES?

–Sí.

– ¿CUÁNTO?

–Mucho.

– ¿Y CUÁNTO ES MUCHO?

–Más que lo que darías en un control de alcoholemia. 

– ¡PERO SI VOY BIEN!

–Sí, de puta madre vas.

–¡YA NO ME QUIERES!

–Vamos, no empieces otra vez, Marco…

*

Zoro y Sanji seguían mirando a Marco, corriendo de un lado a otro. Tenía una especie de arco de plástico en la mano con una flecha con una ventosa, con corazones donde debería haber las plumas.

Primero gritaba, luego se reía, luego lloraba, volvía a reír, volvía a gritar, volvía a llorar…

– ¿Y éste es el doctor del lugar? –preguntó Zoro.

–Normal que todo el mundo esté medio muerto. –respondió Sanji.

Siguiendo a Marco con la mirada, dar vueltas en calzoncillos por el jardín, disparando esa misma flecha una y otra vez mientras hablaba con Ace, Sanji se dio cuenta de algo importante.

– ¿Usopp se estaba dando un baño, verdad? –preguntó el rubio al otro chico.

Zoro solo miró hacia donde señalaba Sanji y luego le siguió.

Llegaron hasta la fuente, donde se encontraron a Usopp durmiendo la mona felizmente. Almenos sabían que se encontraba bien.

Tenía medio cuerpo en el agua, con la parte alta de la espalda apoyada a la piedra, sacando los brazos por fuera, como si se hubiera puesto bien. De vez en cuando algunos de los chorros de agua le llenaban la boca de agua, pero él solo se la bebía, aún dormido.

Los peces se paseaban tranquilamente a su alrededor, y algunas ranas saltaban encima de él de vez en cuando.

Ya no había ni rastro de las vendas de su disfraz, pero por suerte había tenido la decencia de ponerse ropa debajo. Parecía estar encantado, disfrutando de un sueño reparador. Roncaba y todo.

Y eso que era uno de noviembre.

– ¿Le despertamos, o que duerma? –preguntó Sanji.

–Tú –dijo Zoro pegándole una patada en la pierna –donde has dejado mi escorpión –preguntaba Zoro, zarandeándole una y otra vez.

Le importaba una mierda la comodidad de su amigo. Si era capaz de roncar estando metido en una fuente, es que no estaba tan mal. Así que quería su alcohol.

Solo consiguió que Usopp se girara un poco, pero fue lo suficiente como para ver que tenía la botella a su lado, bajo el agua. Zoro la agarró y dejó el reloj de arena a su lado. Si Usopp no se negaba al intercambio, tampoco era culpa suya.

–De acuerdo, ya tenemos a uno localizado. Faltan dos. –dijo Zoro, girándose y dándole la espalda a Usopp.

–Vamos a mirar por ahí, el caminito ese que queda más apartado. –Sanji señaló a la parte del jardín más reservada, la que estaba llena de rosales y bancos.

Parecía un espacio bastante íntimo, pero también bueno para que alguien se escondiera.

– ¿Quieres ir a un sitio romántico conmigo? –preguntó Zoro, acercándose más a Sanji y tomando su mano.

–Cállate. –dijo, volviendo a ponerse rojo.

Ésta vez Zoro no intentó ningún otro acercamiento, solo se burló con una carcajada de la timidez de su pareja. Le encantaba descolocarlo así.

A medida que se adentraban a esa zona del jardín, empezaron a llegarles ruidos un tanto… extraños. Por definirlos de alguna forma.

–Zoro… eso es… –preguntó Sanji, algo emocionado.

–Eh… creo que sí… –esta vez el que estaba rojo de la vergüenza era Zoro.

– ¿Vamos a mirar? –preguntó Sanji, emocionado.

– ¿Pero qué dices, guarro? Ni de coña.

– ¡Vamos, vamos! –le ignoró Sanji, tirando de su mano.

¿Por qué me dejo enredar así?

Ambos chicos se escondieron detrás del muro de una pequeña caseta de jardín, donde se podía oír perfectamente el sonido de dos personas manteniendo relaciones sexuales.

*

–Pues sigo entender por qué Luffy no ha querido nada conmigo… –decía Hancock, en los brazos de su marido, escondiendo la cabeza en su pecho.

Drake suspiró, algo cansado de repetir la misma conversación unas cincuenta veces.

–Vamos Hancock, déjalo. No puedes tener siempre lo que quieres. –dijo ese, abrazándola por los hombros.

–A parte, ¿no has tenido bastante conmigo? –preguntó una tercera voz. Otro hombre se encontraba tumbado al lado de la chica. Esta se encontraba de espaldas a él, pero totalmente pegada a su cuerpo, haciendo la cucharita mientras es otro la abrazaba por su estómago.

–Vamos, Mihawk, no es eso y lo sabes.

–Es porque es una caprichosa –respondió Drake por ella.

–No pasa nada. Nosotros vamos a encargarnos de quitarte a ese chico de la cabeza… –dijo el hombre, bajando despacio una de sus manos desde su estómago hasta su entrepierna, sintiendo la calidez y humedad de la mujer envolviendo sus dedos.

Un suspiro de ella fue suficiente para reactivar a su marido y prepararse para el segundo asalto.

*

– ¡Zoro! ¡Van a montarse un trío! –dijo Sanji emocionado.

– ¿Podemos irnos, por favor? –preguntó el peliverde visiblemente incómodo.

Aceptaba que su novio fuera un maldito degenerado y una maruja, pero él no tenía por qué unirse a sus locuras.

–Sí, sí, ves. Yo iré a echarles una mano. Parece ser que la dama necesita muchas atenciones. –decía Sanji, empezando a imaginarse la escena.

Deseaba que esa tal Hancock fuera la bruja de las serpientes. Solo la había visto en fotos por internet, y era una autentica belleza a la que tenía ganas de apreciar con sus propios ojos.

–Será una broma –dijo Zoro, mirándole a los ojos. No era celoso, pero sabía lo fácil que se dejaba llevar el rubio por la bragueta.

Sanji tardo unos segundos antes de contestar con algo de nerviosismo.

–Pues claro, imbécil. –dijo sin mirarle a la cara, detalle que no pasó desapercibido por el otro.

–Oye, ¿por qué has dudado? –le preguntó, buscándole la mirada.

– ¿Qué? –Sanji seguía evitándole, intentando salir del paso como buenamente podía.

–Nada de qué, me has oído perfectamente. –dijo el otro, con su habitual tono seco, mirándole directamente.

Sanji no sabía ni dónde meterse.

–Vamos a buscar a Nami y a Luffy, va. –dijo Sanji, huyendo de ahí tan rápido como pudo. Tendría que controlar alguna de sus viejas costumbres a partir de ahora.

Le dejó atrás en un momento.

– ¿Sanji? –preguntó Zoro, al ver que el otro se iba de ahí todavía sin responderle.

El rubio era más rápido que el peliverde, por lo que tuvo que salir corriendo detrás de él.

Joder… qué rápido es el cabrón.

Le había perdido de vista.

Empezó a buscarlo de un lado a otro, corriendo por donde creía que se había ido.

–¡¡NOOOOOOOOOOO!! –oyó que gritaba su pareja.

Eso le puso muy alerta.

– ¡SANJI! –gritó también éste asustado.

Empezó a correr en dirección a sus gritos.

– ¿¿POR QUEEEEEEEEEE?? –seguía lamentándose el otro.

– ¿DONDE ESTÁS?

Cuando Zoro llegó a donde se encontraba, vio a Sanji tirado de rodillas al suelo, lamentándose sobre su existencia. Delante de él, en un banco, durmiendo abrazados tranquilamente estaban Luffy y Nami.

Aunque estuvieran vestidos, y aunque fuera Luffy, no era muy difícil darse cuenta que esos dos se habían liado.

Luffy estaba  medio sentado encima del banco, con las piernas estiradas, y encima de él estaba Nami tumbada, abrazándola por la cintura mientras ella le abrazaba por el cuello.

–La madre que te parió… –dijo Zoro, comprendiendo la situación.

– ¡Naaamii porqueeeeeeee!

Los dos tortolitos finalmente empezaron a despertarse. El primero en hablar fue Luffy.

– ¡Hey! Zoro, Sanji ¿Por qué me despertáis? Estaba soñando que era el capitán del Thousand Sunny y que navegábamos por la Grand Line para encontrar el One Piece, y Nami era mi navegante…

Luffy siguió contando todo de sinsentidos. Zoro y Sanji oían palabras, sabían que la mayoría eran en su idioma, pero no lograban entender el significado detrás de todas ellas.

–Ves demasiado anime… –dijo Nami, a su lado, todavía con los ojos cerrados, abrazándose bien a su cuello.

Y ahí la predicción del brujo loco… nos ha soltado su sueño, comprendió Sanji.  

–Os veo preocupados por nosotros –dijo Zoro, agachándose al lado de Sanji y ayudándole a levantarse.

– ¿Por qué? ¿Por desaparecer durante horas? Ni que fuera la primera vez. –respondió Nami.

En cuanto abrió los ojos, vio la manera en que Zoro abrazaba a Sanji, intentando consolarle, con protección, y sonrió al ver que su plan había funcionado.

–Vaya, vaya… así que por fin os habéis liado… –dijo la chica, intentando levantarse.

Sanji pareció darse cuenta en ese momento de la realidad, quedando medio en blanco.

Es verdad, mi dama se ha ido con otro, pero yo estoy con el Marimo…

Sanji quería darle explicaciones, decirle que sí, que había pasado y que ahora estaban juntos, pero no le acababan de salir las palabras. No sabía muy bien como decírselo todavía a sus amigos.

–Tsk, mira quien fue a hablar –dijo Zoro, acercando más para sí a Sanji. El peliverde era el único del grupo que había notado la atracción que Nami tenía por Luffy.

Luffy soltó otra de sus enormes sonrisas, abrazando también a Nami.

– ¡AAAAAAAACEEEEEEE TE QUIEROOOOOOOO ERES EL AMOR DE MI VIDAAAAAAAAAAAAAA!

Un Marco salvaje pasó detrás de ellos, gritando.

– ¿Todavía le dura el efecto del licor de escorpión de Vivi? –se preguntó Nami en voz alta, levantándose finalmente, colocándose bien el disfraz que todavía llevaba.

Un Marco salvaje desapareció detrás de la caseta.

– ¿Este efecto tiene? ¿Pero cuánto le disteis? –preguntó Zoro, levantando la botella y mirando el contenido con curiosidad. No parecía que faltara demasiado.

–Nada, un chupito. –respondió ella.

Un Marco salvaje salió gritando la suerte que tenían algunas personas por estar con la persona que querían y se tiró de cabeza a la piscina.

Por la cara que puso Zoro, Sanji supo que ahora le apetecía mucho más esa botella. Bueno, podía ser un buen plan.

–Son las once de la mañana, deberíamos ir a recoger, tenemos que irnos. –dijo Nami, cortando el silencio.

Habían contratado solo una noche, así que debían empezar a plantearse hacer el check-out. Zoro miró con tristeza a Sanji, los planes que tenía para él quedaban pausados para más adelante.

Él ya se estaba imaginando una noche de pasión y alcohol de escorpión… mierda, si me ha pedido ir despacio.

–Sí, a poder ser, antes de que el dueño del hotel descubran éste desastre… –respondió Sanji, sin fijarse en los planes que pasaban por la mente de su pareja.

A Nami se le heló la sangre al darse cuenta que era posible que les hicieran pagar los desperfectos que ella misma había causado. Porque por nada del mundo pensaba poner un belly más.

–Vamos. Rápido, a despertar al narizón y a tomar por culo de éste sitio. –dijo ella levantándose y yendo en dirección a la fuente.

*

Por petición de Nami, quedaron al cabo de diez minutos en la recepción. Lo que frustró todavía más los planes de Zoro, pero era mejor no llevarle la contraria a la chica, y menos si te interponías entre ella y su dinero.

Pero, Sanji le había pedido paciencia. Entendía que éste era un cambio muy fuerte en la vida de Sanji, veía que aunque lo aceptaba todavía le costaba y le daba cierta vergüenza.

Sí, lo mejor sería ir despacio, a su ritmo, sin asustarle.

–Yo ya estoy –dijo saliendo del baño, acababa de pegarse la ducha más rápida de su vida y salía con una toalla envuelta alrededor de su cintura.

Si las hubieran usado, Luffy y Usopp compartían habitación, luego estaban Zoro y Sanji, y Nami dormía sola.

Joder, pero qué ganas le tengo…

El rubio todavía no se había acostumbrado a su nueva situación. Eran muchos años siendo amigos, habían compartido habitación, compartido vestuario y ducha en el instituto e incluso se quedaron a dormir uno a casa del otro. Para Sanji, no estaba siendo nada nuevo.

Pero para Zoro, si antes lo veía como un plato prohibido, ahora era el menú que le ponían encima de la mesa.

Tenían que ir rápido, por lo que Sanji no había acabado de secarse. Podía ver perfectamente la piel húmeda de su cuerpo, como las gotitas de agua que le salían del pelo resbalaban lentamente por su espalda hasta perderse en la suavidad de la toalla.

Esa toalla demasiado bien agarrada a sus caderas, que se iban moviendo de un lado a otro mientras cogía la ropa que iba a ponerse, inclinándose un poco en la cama para colocarlas bien…

–Joder… –dijo el peliverde, apartando la mirada e intentando aguantarse todo lo posible.

Si se quita la toalla, no me hago responsable de mis actos.

– ¿Y a ti que te pasa ahora? ¿No vas a ducharte? –preguntó Sanji, completamente ajeno a todo.

No podía verle la cara a Zoro, ni siquiera se estaba fijando en él. Solo estaba buscando ropa limpia para poder ponerse y alisándola encima de la cama.

–Sí… mejor me doy una ducha de agua fría… –dijo Zoro, saliendo disparado hacia el baño y encerrándose ahí dentro.

Sanji le miro extrañado, no entendía a qué venía lo que acababa de decir. Miró hacia la silla en la que había estado sentado Zoro en ese momento. Detrás de él, había un espejo de pie, que le permitía verse reflejado.

Se miró y miró la ropa encima de la cama.

Justo en ese instante se dio cuenta que estaba desnudo enfrente de su nuevo novio, con el cual todavía no había hecho nada, pero que sabía que tenía ganas terribles de acostarse con él, y se le había puesto medio en pompa.

El agua empezó a caer, y él se puso más rojo que un tomate.

*

–Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos… –decía Nami pulsando una y otra vez el timbre de la recepción del hotel. Quería irse de ahí cuanto antes, se negaba a pagar ningún cargo extra.

–Relájate, vas a romperlo al final –le dijo Zoro, sujetándole el brazo para que se estuviera quieta de una maldita vez.

Estaban listos para irse, tenían las maletas, los documentos listos y Sanji tenía las llaves del coche en la mano. Iban a fugarse de ahí sin mirar atrás.

Eso, claro, siempre y cuando llegara el recepcionista, porque ahí no aparecía ni de broma.

–Bueno, si pasa algo, podemos hacer que lo pague Usopp. –dijo Nami, mirando al cadáver andante que estaba detrás de ellos.

Tanto él como Vivi estaban medio muertos, uno apoyado encima del otro. Se oía a Vivi roncar de vez en cuando.

–Y… y una… mierda… –respondió Usopp. Tenía una resaca de narices, tan grande como la suya. Era el que más había bebido la noche anterior, y lo estaba llevando realmente mal.

–Yo lo veo bien –respondió Zoro.

–Estoy con el Marimo –se apuntó Sanji.

–Yo lo que diga Nami –dijo Luffy.

–Os... os odio… ca-cabrones… –les respondió Usopp. –soy vuestra… vela… y saco… de boxeo…

Zoro y Sanji salieron del armario delante de Usopp poco después de despertarle. Le sorprendió bastante, no se esperaba que esos dos acabaran juntos, él estaba demasiado ciego como para ver nada.

Pero aun así, se alegró mucho de ellos y felicitó a la nueva pareja, sin saber que empezaba su pesadilla.

Los otros cuatro del grupo, las dos parejitas, se aliaron en contra de Usopp. Vivi, la única que podría defenderlo, ya a penas salía con ellos. Quería seguir el mismo camino que su padre, por lo que el tipo de viajes como del que acababa de volver se daban muy seguido.

Cada decisión que tomaban, él era el perjudicado, y ya le dijeron que lo seguiría siendo mientras no le pusiera huevos y hablara con Kaya.

Él no tenía ni idea que, aun después de eso, seguiría siendo su saco de los golpes. Porque sí. Porque, ¿por qué no?

–Lamento haberles hecho esperar. –un hombre muy corpulento llegó a recepción.

Era realmente grande, debía medir unos dos metros. Tenía el pelo rizado, se recogía la mitad de él con una cola, con perilla y patillas y una cicatriz en uno de sus ojos. El hombre les sonreía con calidez, y podían verse los dientes un poco afilados. No era extraño, pero sí que resaltaba.

El hombre iba vestido con un traje azul en el que llevaba una placa con su nombre.

JINBE

Sin saber por qué, Zoro y Sanji sintieron un escalofrío.

Nami fue la que se dirigió a él, con su mejor sonrisa.

–Hola, Jinbe. Nos gustaría hacer el check out, por favor. –dijo ella, ocultando a la perfección sus nervios.

–Oh, sí, claro. Ahora mismo lo tramito. Disculpad la demora, hay algunos destrozos en el jardín, estaba ayudando a su reparación. –dijo él, sonriendo y tomando la documentación de los jóvenes mientras realizaba los procedimientos necesarios.

Sanji se fijó que había varias bolsas de palomitas encima de la mesa, al lado del ordenador donde estaba haciendo su trabajo. Le pareció un tanto extraño.

–Sí, fue una fiesta alucinante –dijo Luffy, riéndose. Se llevó un puñetazo a lo bajini por parte de su novia.

–Me alegra oír que os lo pasasteis bien. –dijo una nueva voz.

A Zoro y Sanji se les heló la sangre. Ambos chicos pensaban lo mismo.

No… no puede ser… no… no… Pero… qué… ¿qué hace ella aquí?

Una hermosa mujer de cabellos largos y negros, de piel tostada, vestida con traje negro y camisa morada acababa de salir de dentro de una de las oficinas, en la que estaba escrito el cartel de “Dirección”.

Ambos chicos reaccionaron a la vez, poniéndose enfrente de ella, intentando proteger al resto de sus amigos, que les miraban como si se hubieran vuelto locos.

–Robin… –dijo Zoro en un gruñido claramente amenazador.

Era ella. Estaban seguros. No tenían ni una duda. Ahora parecía humana, no tenía esos cuernos, su piel parecía cien por cien humana, no se veían escamas por ningún lado, ya no tenía garras sino manos, y sus ojos eran de un azul claro muy humano.

No tenía su apariencia demoníaca, pero aun así, estaban seguros que esa era la niña demonio.

Y ella les sonreía como si no pasara nada, como si no les hubiera estado a punto de matar hacía solamente unas horas.

–Hola, chicos. –les saludó. –me alegra ver que habéis podido llegar bien.

– ¿De qué hablas? Si no fuera por ti… –dijo Sanji, entre dientes.

–Zoro, Sanji, ¿se puede saber qué estáis haciendo? –les preguntó Luffy poniéndose delante de ellos, queriendo poner una barrera entre ellos.

– ¡LUFFY! ¡Apártate de ella, es peligrosa! –dijo Zoro, intentando tirar de su brazo, pero éste no se movió.

– ¿Qué dices, Zoro? Ella es parte de la tripulación –dijo Luffy, sin entender nada.

– ¿DISCULPA? –preguntaron los dos chicos, que seguían sin entender nada.

– ¡PERO SI ES UN DEMONIO! –dijo Zoro, muy alterado.

Nami se adelantó, intentando calmar ella a Sanji, ayudando a Luffy. Tocó por el hombro a Robin antes de empezar a hablar.

–Sí, claro, su disfraz y el de Jinbe eran los más currados. Parecían demonios de verdad. ¿Qué os pasa? No parecéis vosotros –preguntó la chica.

– ¿Como que disfraz? –preguntó Sanji, intentando entender algo.

–Pues eso, Robin es la directora del hotel y Jinbe el recepcionista. Ayer decidieron unirse a la fiesta con sus disfraces de demonio. Impresionaban de verdad. –explicó la chica.

Esto es una broma, ¿verdad?

–Son muy divertidos, lo pasamos muy bien juntos, así que ahora forman parte de nuestra tripulación. –explicó Luffy.

Sanji y Zoro no podían estar más sorprendidos. Eso sí que no se lo esperaban absolutamente para nada. ¿Esos dos demonios –porque estaban seguros que el recepcionista también lo era –se habían montado un hotelito al lado de su cementerio-comedor particular?

Eso era demasiado. O sea, demasiado.

–Me niego a aceptar a esta mujer a la tripulación. –dijo Zoro, mirándola con mucho odio. Ella solo le sonrió en respuesta.

Sanji se la miraba en silencio, reflexionando, con cierta sospecha que le rondaba la mente.

–Ya… ¿y eso a qué hora fue? –preguntó el rubio.

Nami se rascó la cabeza, intentando recordarlo. A penas lo recordaba, había habido mucho alcohol de por medio.

–Pues… serían las siete de la mañana quizá… el sol acababa de salir. –respondió ella.

Sanji ató todos los cabos.

–¡¡¡¡AAAAAAAAAAACEEEEEEEEEEEEEEEE!!!! ¡¡¡¡QUIERO QUE ESTA NOCHE ME HAGAS TUYOOO!!!! ¡¡¡SOY TUYO BEBEEEEEEEEEE!!!!

Un Marco salvaje apareció por la recepción, dio un par de vueltas a su alrededor, besó a Luffy en la frente y se fue.

– ¿Pero qué coño lleva ese licor? –preguntó Sanji en voz alta, sin entender el comportamiento de Marco.

–Pregúntaselo a la novia cadáver –respondió Zoro, señalando a Vivi. La chica ni siquiera se había cambiado, seguía con el mismo disfraz que la noche anterior.

– ¡Shishishishishi! –Rió Luffy –fue buena idea eso dárselo, Robin. –dijo Luffy, sin poderse aguantar las carcajadas.

Ella se rió como respuesta.

–Vosotros deseabais que se soltara y él deseaba ser capaz de ser completamente sincero con su pareja. Solo facilité vuestros deseos. –Dijo ella, con calma –Fue muy provechoso, pero no fueron los mejores deseos que he probado –dijo ahora, fingiendo inocencia, pero mirando a Zoro y a Sanji con picardía.

–Hija de… –dijo Zoro antes de ir hacia ella.

Luffy le frenó otra vez, mientras Nami le miraba e intentaba hacerle reflexionar.

–Oye Zoro… no sé qué habíais bebido cuando llegasteis y cuando les visteis… pero os estáis pasando. –le dijo, mirándoles a los ambos.

La tensión del ambiente podría cortarse con un cuchillo, e iba a más a cada segundo que pasaba.

–Será mejor que nos vayamos –dijo Sanji, intentando acabar con toda esa situación.

Nami hizo el check-out para todos mientras Sanji y Zoro miraban atentamente a Robin, sin fiarse un pelo de ella.

Poco después se fueron del lugar, con Luffy prometiendo que volvería y que traería a Ace con él, para que el resto de la tripulación conociera al novio de Marco.

Sanji conducía, ya de camino a casa. Como no cabían todos en el coche, habían dejado a Usopp durmiendo en el maletero mientras Vivi babeaba encima de Nami y Luffy sacaba la cabeza por la ventana. Ésta vez, Zoro era el copiloto. Le miró de reojo, reflexionando sobre todo lo que había pasado, sobre cuánto había cambiado él en una sola noche.

Sobre cuantas cosas habían cambiado.

Zoro se dio cuenta que le miraba, y le sonrió ligeramente. Una de esas sonrisas dulces que tenía reservadas para todo el mundo, menos para él.

Sanji se sonrojó un poco, volvió a poner la vista a la carretera y cogió la palanca para cambiar de marcha. Volvió a mirar a Zoro, que seguía mirándole con la misma intensidad, el mismo cariño. Entonces, Sanji le devolvió la sonrisa, y Zoro puso su mano encima de la suya.

Sí, muchas cosas habían cambiado, y no se arrepentía de nada.

 

1 año después

 

Cayeron exhaustos tumbados de la cama, después de una larga e intensa sesión de sexo.

– ¡Joder! –suspiró el peliverde, intentando recuperar la respiración. –pero, ¿qué ha sido eso? –preguntó girando la cara hacia la persona que estaba a su lado.

El chico giró la cara para mirarle. También estaba algo cansado, pero ese orgasmo había valido la pena. Solo se rió y levantó los brazos, y Zoro tuvo la sensación de volver a enamorarse de su risa.

–Madre mía… y pensar que eras tan tímido al principio… –dijo yendo hacia él, abrazándole y acercando la cabeza al hueco de su cuello.

El rubio pasó un brazo por detrás de sus hombros, acercándole un poco más a él.

–Porque me dabas miedo. Me mirabas como si fuera un filete, eso intimida a cualquiera –le respondió éste, acercando sus labios a su rostro.

–Ya, claro, ahora es culpa mía que no me hicieras ni caso durante años. –dijo Zoro, alargando la cara hacia él.

Hacia Sanji. Su Sanji. Hacía casi un año que habían empezado a salir, un año donde se habían consolidado como pareja.

Habían aprendido mucho el uno del otro. Habían tenido sus altibajos, les había costado adaptarse al cambio, pero finalmente lo habían hecho. Lo habían conseguido.

Seguían peleándose tanto como antes, había cosas que nunca cambiaban, pero ahora la mayoría eran de broma, para reírse entre ellos. Ya no se desquitaban el uno con el otro como solían hacer, o almenos no tan a menudo.

Zoro aprendió a tener paciencia con Sanji, a esperar que fuera él quien fuera avanzando a su ritmo, que por suerte del peliverde, no fue tan lento como se esperaba. Y Sanji aprendió todo un mundo nuevo con Zoro.

Sanji nunca antes había estado con otro hombre, sacaba muchas conclusiones por lógica pero estaba totalmente falto de experiencia en ciertas situaciones. Eso, junto a la bestia en la cama que prometía ser Zoro, le frenaba un poco.

Por suerte, Zoro se mostró muy comprensivo y logró no perder el control, adaptarse cien por cien al ritmo de Sanji. Eso sí, una vez se le pasaron todas las inseguridades, se soltó completamente, haciendo gemir durante horas a su amante.

El rubio podía asegurar que Zoro era muy bueno en lo que hacía, pero estaba claro que eso nunca lo admitiría en voz alta. Solo le faltaba hincharle más el ego…

Fueron avanzando poco a poco como pareja, dejando el orgullo a un lado y empatizando con el otro. Y eso, para ellos dos, era un gran logro.

Incluso se fueron a vivir juntos. Llevaban un par de meses en su nuevo apartamento. Era algo pequeño, pero estaba en el centro de la ciudad, cerca de la estación de metro, y con mapas por todos lados.

Aunque Zoro se perdía igualmente, y el rubio seguía teniéndole que ir a rescatar cada vez que intentaba hacer la compra en el súper de debajo de su casa.

Sanji bajó los labios hacia Zoro, besándole y manteniendo su abrazo.

Zoro podía parecer un tipo duro, al que no le afectaba nada y que iba a su bola. Por lo que había descubierto, nada más lejos de la realidad. Era serio, algo borde y de carácter fuerte, sí, eso era cierto.

Pero por otro lado, era como un niño. Era un peluche, un oso amoroso. Era mucho más cariñoso de lo que podía aparentar. Era de esos chicos que les gusta abrazar a su pareja después de hacer el amor y acabar durmiéndose abrazados.

Aunque aparentara lo contrario, era un chico muy sensible, y eso era algo que le encantaba a su pareja. Eran impresionante los contrastes que podía tener Zoro. En el sexo, no era para nada suave y delicado, más bien al contrario.

Era una auténtica explosión de energía. Se entregaba cien por cien, sin dejarle un solo momento de descanso, pero era acabar y volverse extremadamente tierno.

–Felicidades –dijo Sanji. –me alegra que te haya gustado el regalo. –dijo sonriendo traviesamente.

– ¿Dónde has aprendido a hacer eso? De verdad… ha sido alucinante –repetía Zoro, completamente satisfecho, tumbado a su lado, abrazado a él.

31 de Octubre de 2021. Esa era la fecha del día de hoy, y la de su aniversario. Hoy hacía un año que habían empezado su historia, una historia con un inicio un tanto perturbador pero perfecta para ellos.

Zoro no era una persona materialista, si fuera por él no se hubieran hecho ningún regalo, pero Sanji quiso insistir en el tema.

Sanji le había regalado un par de videojuegos de esos que tanto le gustaban a Zoro, unos shooters. Junto con cierta técnica nueva en la cama que dejó a Zoro completamente loco.

–Nunca lo sabrás –respondió el rubio, riéndose de él. Zoro le devolvió la sonrisa, sabiendo que no había nada que hacer. Mientras fuera capaz de disfrutarlo… le servía.

El regalo de Zoro fue algo más sencillo. Sabía que últimamente Sanji se estaba interesando en la repostería, por lo que le regaló algunos moldes para hacer tartas y cupcakes. También le trajo algunos ingredientes: harina, chocolate, nata, fresas, decoraciones… para pasar la tarde estrenando el regalo.

Bueno, más bien, con Sanji intentando hacer algo decente mientras se descojonaba en la cara de Zoro por ser un maldito inútil en la cocina.

Claro que, lo malo de eso sería que ahora tendrían que cambiar las sabanas. Sanji prefirió utilizar el chocolate, la nata y las fresas para otra cosa. Zoro no pensaba quejarse por esto, era una de los mejores polvos que jamás habían echado.

– ¿Has hablado con el resto? –preguntó Sanji, refiriéndose a todo el grupo de amigos.

Hacían un año, sí, lo que significaba que volvía a ser Halloween de nuevo. Luffy se había puesto muy pesado en volver ir al hotel rural del año anterior, pero Zoro y Sanji no querían ni oír hablar del tema.

Que va. Ellos preferían quedarse tranquilitos en su apartamento, un espacio libre de demonios y maldiciones.

Usopp y Nami también se habían negado en rotundo a ir. Lo pasaron muy bien en la fiesta, eso era cierto, pero seguían odiando las actividades de terror.

–Vivi sigue en Alabasta, que acabará la carrera ahí. Usopp se ha ido con Kaya estos días a un spa, irán en plan parejas con Nami y Luffy. –dijo Zoro.

El narizón se atrevió a hablar con la chica unas semanas después de la vuelta del hotel, y, sorprendentemente para todos, Kaya le confesó que llevaba mucho tiempo enamorada de él. Decía que era la persona más valiente que jamás hubiera conocido, que era un hombre como los que no quedaban y que ella le veía como a un héroe.

Nadie lo acabó de entender, pero si ellos eran felices, eso era lo importante.

Lo importante era que Usopp seguía siendo su saco de boxeo, ese papel ya no se lo quitó de encima.

–Ahora entiendo tantos mensajes de Luffy para comprar tiburones de plástico… –dijo Sanji.

A ellos también les habían invitado, pero ambos chicos fueron muy tajantes con su decisión. Quedaron demasiado escarmentados. Sanji incluso llevaba una semana sin encender su teléfono móvil, por lo pesado que podía llegar a ser Luffy.

Los otros lo entendieron y respetaron a la primera, pero el futuro Rey de los Piratas –porque, sí, iba a disfrazarse otra vez de Rey Pirada –no entendía el significado de la palabra “no”. Era demasiado egoísta, para él solo había valida su opinión y lo que a él le apetecía hacer.

Así que pasar de él durante unos días, para Sanji, era más sencillo.

–Ya te vale, me lo he tenido que comer yo –le echó en cara Zoro.

–Una vez tú, otra yo –respondió Sanji. Se repartían las pataletas infantiles de Luffy de esta manera. –Seguro que encontrará alguna manera para liarla…

–Eso no lo dudes. El otro día, para compensarle, le acompañé a comprar quilos y quilos de salsa de tomate, cuchillos de plástico, máscaras de monstruos y asesinos… –dijo Zoro con una sonrisa traviesa.

No estaría ahí, pero se aseguraría que Nami y Usopp se llevaran algún susto. No se preocupaba por Kaya, a ella le hacían mucha gracia esas cosas. Estaba convencido que iba a ser la compinche de Luffy esa noche.

“–Pero me dijo algo que… no lo sé… –dijo Zoro, algo dubitativo.

– ¿Qué pasa? –preguntó Sanji.

–Dijo que se alegraba por Ace, que este año podría pasar Halloween con Marco. –dijo algo preocupado.

– ¿Con Marco? ¿Pero no trabajaba esos días? –preguntó Sanji, entendiendo perfectamente el tono de voz de su amigo.

Marco era el doctor de ese maldito hotel.

Las veces que Sanji y Zoro volvieron a coincidir con él, por petición del doctor para pedir perdón por su comportamiento, esos dos no se habían fiado un pelo.

Ya le conocían de antes, sí, pero teniendo en cuenta que dos de los trabajadores del hotel eran demonios, ya no se fiaban de nada.

Incluso le hicieron un exorcismo ese día. El pobre Marco acabó bañado de agua bendita, con Zoro sujetándole fuerte y Sanji poniéndole una cruz en la frente mientras rezaba.

Ace, Nami, Luffy, Usopp y Vivi se quedaron tan sorprendidos que fueron incapaces de hacer nada mientras torturaban al pobre hombre.

Y después de comprobar que no había nada raro, sencillamente se hicieron los locos y dijeron que todo era efecto del licor de escorpión. El más comprensivo con la situación fue el propio Marco, que conocía de primera mano sus efectos.

–Sí… por eso… pero me dijo que pasarían juntos Halloween con todo su grupo de amigos, y que se alegraba que Marco estuviera con ellos. No sé, quizá le han dado fiesta. –dijo Zoro, algo dubitativo.

–Sí, seguramente será eso. –dijo Sanji, no del todo tranquilo.

Sanji notó como Zoro pasó de abrazarle tranquilamente a besar lentamente su cuello, repartiendo besos primero castos y luego más atrevidos. Luego, éste alargó su brazo hasta su pezón, jugando ligeramente con él y empezando a pellizcarlo luego.

Sanji gimió ante las atenciones que le estaba dando su pareja.

– ¿Ya quieres un segundo asalto? –preguntó acariciándole la espalda, acercándole más a él. Zoro tomó ese gesto como una aprobación y se situó encima de él, besándole la mandíbula.

–Nunca me cansaría de ti. –dijo en un susurro ronco en su oído.

*

– ¿Lo tenéis todo? –preguntó Ace a los dos jóvenes en el coche.

 –Sí, no te preocupes –dijo la chica pelirroja, mirándole con una sonrisa, des del asiento del conductor.

Había pasado un año, y Nami ya tenía el carnet. Luffy se acababa de sentar en el asiento del copiloto, e iban a buscar a Usopp y Kaya para ir al spa. Un plan aburridísimo para Luffy, pero por suerte tenía todo su arsenal de diversión listo en una de sus bolsas. Él llevaba una parte y Kaya la otra.

Él llevaba la salsa de tomate y Kaya las decoraciones. Nami podría desconfiar de Luffy, por eso él trajo lo más inocente, y Usopp nunca sospecharía nada de Kaya.

Si Nami abría sus maletas y preguntaba por los veinticuatro botes de salsa, le diría que era porque el tomate era muy bueno para la piel, y les habían llamado del spa diciéndoles que se les había acabado para su baño relajante. Seguro que se lo creería.

Era un plan perfecto, no podía fallar.

– ¡Pásalo bien esta noche! ¡Ya verás que es súper divertido! ¡Saluda a los de la tripulación de mi parte! –se despidió Luffy mientras Nami arrancaba.

– ¡Lo haré! –respondió Ace a gritos, viendo como el coche se alejaba.

Suspiró contento, le gustaba ver que su hermano había encontrado una chica como Nami y que les fuera tan bien. Le preocupaba ella, por el hecho de tener que aguantar sus locuras, pero no dudaba que sabría dominarle.

Su móvil empezó a sonar. Miró el contacto.

Marco mi bebé precioso

Se rió para él mismo.

–Hola bebé –respondió Ace, en tono burlesco.

–Joder… No vas a olvidar nunca eso, ¿verdad? –preguntó Marco, desesperado por tener que aguantar la misma broma durante un año. Y lo que le quedaba…

–Aunque quisiera no podría –dijo Ace, riéndose de él en su cara. – ¿Que hay? –preguntó finalmente.

–Quería saber si ya estabais de camino –preguntó Marco, ignorando al niñato cabroncete que tenía por novio.

–Estoy enfrente de casa, esperando a que Killer llegue con Kid y Law. –dijo Law, tomando asiento en el suelo.

–Ya veo. ¿Cómo están esos dos? –preguntó su novio al otro lado de la línea.

–Yo que sé… depende del día. Ya te diré cuando les vea. –respondió Ace, cansado, pensando en dos de sus mejores amigos.

Kid y Law llevaban saliendo unos meses. Y ni Ace, ni Marco, ni Killer entendían cómo podían seguir juntos. Ya habían perdido la cuenta de las veces que habían cortado y luego habían vuelto. Los dos tenían un carácter demasiado fuerte y les era completamente imposible ponerse al sitio uno del otro. Solo les importaba su propia visión de las cosas.

–Por su bien deberían cortar de una vez… –dijo Marco.

–Ya, pero mira, ellos no lo ven de la misma forma. Me sabe mal que estén así, son buena gente, pero entre ellos se portan como unos capullos. –se lamentó Ace.

Se llevaba muy bien con Kid y Law era su mejor amigo, les adoraba y le encantaba que estuvieran juntos. Se alegró mucho cuando empezaran a salir, hacían muy buena pareja y se veía que se complementaban muy bien.

Tanto Ace como Killer les habían hecho de celestinas, tenían demasiada tensión sexual no resuelta que tenían de aclarar de una vez. Cuando se liaron, tanto Killer como él lo celebraron por todo lo alto, y todo fue bien.

Al principio.

Hacía un par de meses las cosas habían empezado a torcerse. Las anteriores discusiones, esas que tenían cuando se conocieron, empezaron a volver. Primero eran pocas veces, luego no hubo día que no quedaran los cuatro y no hubiera guerra.

Y luego empezaron los corta-folla.

Un día cortaban, y al día siguiente volvían a acostarse. Ace incluso dudaba que no hubieran cortado alguna vez mientras follaban. Conociéndoles, no le sorprendería.

Le supo muy mal ver como su relación iba desgastándose más y más a medida que pasaban los días, pero puede que sencillamente no fueran compatibles.

Ni lo serían mientras siguieran siendo tan condenadamente orgullosos. Pero ni él ni Killer podrían intervenir ahí, era algo que debían superar ellos mismos. No solo por el bien de su relación, sino por su propio bien.

Por algo ambos tenían tan pocos amigos o, más bien, tan poca gente que les aguantara.

Un coche se paró enfrente de él.

Y los gritos se oían desde fuera.

–Te dejo, acaban de llegar. Parece que será un viaje movidito. –dijo Ace, apenado, levantándose del suelo y cogiendo su maleta con la mano.

–Sé fuerte, almenos tienes a Killer. Avísame cuando estéis llegando, saldré a recibiros y me uniré a vosotros. –respondió Marco, mandándole todo su apoyo.

–Gracias, bebé. –le respondió Ace, volviendo a su buen humor habitual y colgando antes que el otro pudiera mandarle a la mierda.

Killer salió a ayudarle con el equipaje. Que en verdad fue una excusa para salir del coche porque para nada hacían falta dos personas para colocar una mochila en el maletero.

– ¿Tan malo es? –le preguntó cuando le vió salir.

Killer era un tipo rubio, pelo largo y sedoso que muchas veces recogía en una cola, con unos hermosos ojos verdes y un rostro nada desagradable a la vista. Cuando Ace le conoció, alucinó con lo guapo que era.

Tontearon un poco un tiempo, pero nunca llegaron a nada. Algunos meses después, fue cuando conoció a Marco.

Law era su mejor amigo. En esos momentos compartían piso. Estaban muy unidos, por mucho que tuvieran un carácter tan diferente. Un día Ace se cortó la mano, por lo que fue al hospital donde Law estaba de prácticas como estudiante de medicina.

Ace empezó a pasearse por todo el hospital para encontrar a su amigo. Justo en uno de los pasillos del tercer piso se encontraba Law, en medio de un grupo de estudiantes escuchando a su tutor.

Se trataba de un hombre rubio con un peinado peculiar al que Ace no prestó un mínimo de atención.

Law, en cuanto le vió meterse en medio de su grupo y casi exigirle que le curara y que no se cortara con la anestesia, tuvo unas ganas locas de matarle y practicar la medicina forense con su cadáver. O mejor, vivo directamente.

Después de varias malas miradas por parte del tutor y disculpas y amenazas de Law, ese doctor tan serio se ofreció a tratarle él mismo, para hacer una demostración práctica de diversos tipos de costura para las heridas.

Fue en ese momento que Ace se dio cuenta de su existencia, y tuvo un flechazo. Sus manos eran fuertes, seguras y cálidas. Sentía la electricidad recorrerle cada vez que le tocaba.

Ace apenas se atrevía a mirarle a la cara. Cada vez que ese doctor dirigía los ojos de su herida hacia él, Ace desviaba su mirada hacia su placa.

MARCO

A partir de ese día, sus visitas al hospital fueron mucho más recurrentes, diciendo que iba a visitar a su amigo, pero Law quería matarle cada vez que aparecía para acosar a su profesor. Porque Law era muy observador y se dio cuenta desde el primer momento cómo Ace miraba a Marco.

¿Su peor momento como estudiante? Despertarse y encontrarse con su tutor en la cocina, desnudo, con Ace a su lado abrazándole.

–Con suerte, dentro de poco se quedarán afónicos y empezarán a ignorarse el uno al otro. –respondió Killer, desesperado.

Ace sacudió un poco la cabeza, intentando volver a la realidad y salir de sus recuerdos.

–Que bien… –respondió Ace con ironía –bueno, ignorémosles, ya se cansaran.

Ace se sentó en el asiento del copiloto.

Por suerte, cuando entraron, parecía que ya se habían cansado el uno del otro, porque reinaba un silencio sepulcral. Ace sentía que podría cortar la tensión con un cuchillo.

Arrancaron, rumbo al hotel.

Kid y Law estaban cada uno a un lado de los asientos de atrás, sin siquiera mirarse. Iba a ser un viaje duro…

–Law, ¿al final tu colega consiguió el puesto? –preguntó Ace, intentando acabar con ese horrible ambiente.

– ¿Qué? –preguntó Law, saliendo de su propio mundo. Un mundo en el que seguramente operaría a Kid a corazón abierto sin anestesia.

Hacía unas semanas, Law les había pedido ayuda para un amigo suyo, que necesitaba trabajo para seguir pagándose los estudios. Ace le habló del hotel, del pasaje del terror, donde sabía que necesitaban actores.

Se trataba de una semana de trabajo, pero era algo. Habló con Marco para pasarle el currículum y a ver si podía hacer algo.

–Tu colega. –repitió Ace.

La expresión de Law pareció suavizarse un poco. De furia helada a algo más relajado.

–Ah, Penguin. Sí, lo consiguió. Seguramente hoy nos lo encontremos, será el que no tenga ni puta idea de asustar a la gente. Podéis reíros de él –dijo con su sonrisa más cínica.

–Tsk… –respondió Kid.

– ¿Qué quieres ahora? –le dijo Law, girándose y volviendo a mirarle con la misma expresión de antes.

Que buen rollo… pensó Ace.

–Nada. –respondió Kid. Claramente “nada” no era ni mucho menos lo que le pasaba al pelirrojo. Law sencillamente no contestó y volvió a mirar por la ventana.

– ¿Cómo has dicho que se llama? –preguntó Killer.

–Penguin –respondió Law, con una sonrisa un poco más dulce al recordar al chico. –Le quiero mucho, pero es demasiado blando para ese trabajo. Seguro que se asusta de su propio reflejo –dijo riéndose con calma.

Pero Kid volvió a interrumpir.

–Vaya, si resulta que eres capaz de decir algo bonito de alguien y todo. ¿O solo me reservas esa lengua tan afilada a mí? –dijo mirándole con fuego en los ojos.

Esos dos volvieron a la carga y Killer subió el volumen de la radio, para evitar oírles otra vez. Tanto él como Ace se miraron con comprensión.

Pero no pasaba nada, Ace era un chico muy optimista. Vería a Marco después de dos semanas, tenía muchas ganas de que llegara ese momento. Le echaba de menos. De normal trabajaba como jefe de cirugía en el hospital donde estaba Law, pero en esta época siempre se iba a trabajar a ese hotel durante un mes, por un compromiso con un amigo o algo así.  

Lo importante era que ya estaban en marcha, que iban al hotel.

Miró a través de la ventanilla. Ya se veían los bosques que lo rodeaban, dentro de poco entrarían al camino que llevaba a la entrada. Nunca había estado ahí, tenía curiosidad por ver cómo sería. Por lo que le dijo Luffy sobre el año pasado, se lo habían pasado en grande.

Cogió su teléfono y marcó el número. Su pareja tardó dos tonos en responder.

– ¿Marco? Ya casi estamos aquí.

¿FIN?

Notas finales:

Como habéis podido ver, en éste final he dejado que mi mente divagara a través de un montón de locuras y sinsentidos que me he divertido muchísimo escribiendo. 

¿Qué os ha parecido el reencuentro? ¿Os han gustado las apariciones estelares de algunos personajes? Cualquier cosa, no dudéis en decirmelo, estaré más que encantada de responder a todo!! 

Y puede que muchos lo estéis pensando... habrá segunda parte? otro cuento de Halloween? Y la respuesta es.. SÍ! Va a haber otro cuento con éste otro grupo de amigos!! 

Pero esta vez prometo empezar a escribirlo antes, para poder colgarlo a tiempo. Exacto, va a haber que esperar hasta Halloween de 2021, lo siento!! 

Ahora ya sí, éste es el epílogo de la historia y, por lo tanto, su final. Éste Halloween se ha alargado casi tres meses, pero ya acaba definitivamente. Muchas gracias por todo el apoyo recibido, de verdad, mil gracias!! 

Muchas gracias a todos los lectores, tanto silentes como los que comentan, sin vuestro apoyo no podría seguir escribiendo!! Gracias por apoyar mis historias y mis múltiples idas de olla, y por tener paciencia con la poca periodicidad con la que publico últimamente. 

Como ya sabéis, estoy pasando por un bloqueo de inspiración importante que no me deja seguir los otros fics, pero prometo que en cuanto se me pase me pondré a tope a escribir, que os lo debo!! 

De nuevo, muchas gracias y me alegro mucho que os haya gustado!!


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