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Corazón Valiente por Alejandra018PK

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Una semana... 
 
Una semana de dolor para Camus, se sentía burlado de la peor forma, trataba de todas las formas posibles hallar una razón para lo que le hizo Milo, pero en vano, sólo se lastimaba. 
 
Ahora entendía su actitud tan rara de los últimos días, aquella vez que le pidió perdón, fue por eso, sin lugar a dudas, pero, ¿cuando alguien pide perdón acaso no es para enmendar las cosas? 
 
Tal vez fue su culpa, por no poder darle otro hijo, por no saber dividir su tiempo entre su marido y su hijo, por no prestar atención suficiente a las expresiones de Milo y saber leer el ambiente adecuadamente para evitar molestarlo.
 
 
Todos esos pensamientos lo atormentaba a tal grado que las ganas de vivir se le iban por completo.
 
 
Mientras tanto, Degel y Kardia permanecieron en casa de Camus desde el día del incidente, Degel sabía mejor que nadie que Camus no tendría la fortaleza para recomponer se enseguida de un golpe similar y temiendo por la seguridad de Samuel le ordenó a Kardia quedarse a su lado.
 
En ese momento, Degel se encontraba haciendo su mejor esfuerzo por hacer unos panqueques decentes mientras Kardia dormía junto a Ian y Sam, estaba conforme con el resultado, es más se atrevía a decir que había hallado el modo de hacerlos iguales cuando recibió una llamada, todo normal hasta que vio de quien se trataba, nada más y nada menos que de su jefe.
 
Con nerviosismo contestó la llamada y acercó el celular a su oído.
 
-Buenos días...
 
-Señor Degel, ¿acaso está enfermo de gravedad o renunció y no me enteré?
 
-No, no es nada de eso señor, lo que pasa es que tengo un problema y...
 
-Espero verlo en su puesto de trabajo en media hora, de lo contrario espere su despido para el final del día.
 
Y le colgó, desde luego Degel no tuvo ni tiempo para molestarse, sólo para sentir pánico, así que lanzando el delantal se medio arregló la ropa y se despidió de Kardia y los pequeños, medio dando a entender que si no llegaba a tiempo sería un desempleado más.
 
Gracias a que la hora pico ya había pasado pudo llegar sin mayor contratiempo pasando directo a la oficina de su jefe.
 
-Señor Presidente, por favor perdone mi irresponsabilidad pero mi cuñado esta pasando por un cuadro de depresión terrible por la infidelidad de su estúpido marido y no podía abandonarlo y mucho menos a su pequeño hijo, sería muy desconsiderado de mi parte si tenemos en cuenta que gracias a él mi familia aún no resulta intoxicada por mi pésima habilidad en la cocina además...
 
-¡Ya basta!, habló mucho y le entendí poco, me temo que es un muy mal momento para su cuñado y sobrino pero eso no significa que..
 
-¿¡Verdad que el maldito que lo engañó merece ser castrado!?, mire... - sacó su teléfono y buscó una fotografía que tomó de Camus jugando con Sam e Ian y se la mostró a un muy confundido Saga- mírelo y dígame si una persona tan linda merece una infidelidad.
 
-¿Este chico es tu cuñado? - Saga quedó perplejo, ese muchacho era nada más y nada menos que aquel que casi atropella hace 9 días.
 
-Si, es mi cuñado Camus, ¿lo conoce?
 
-Degel, necesito que me de la dirección de su cuñado, creo que yo puedo ayudarlo.
 
-Definitivamente no.
 
-¿Qué?, ¿por qué no?
 
-¿Acaso no me escuchó?, mi cuñado acaba de sufrir una infidelidad, mi deber ahora es cuidarlo de cualquier otro imbécil que quiera enamorarlo, subirlo a la luna, dejarlo ahí unos días y luego bajarlo de una patada, no señor que ni se le ocurra.
 
-OK, en primera, gracias por el inmerecido insulto, segundo, no tengo ninguna mala intención para con su primo y tercero solo quiero ayudar para sacarlo de la depresión, pero en vista de que usted no quiere y es mas que capas de sacarlo adelante solo pues me ahorro mi gentileza.
 
-Jaja vamos jefe, no se tome todo tan a pecho, una ayuda desinteresada siempre es bienvenida, y para que vea que hablo enserio... - tomó una notita de las que se encontraban sobre el escritorio y escribió en ella tanto la dirección como el teléfono de casa y el móvil de Camus, cuando terminó se lo entregó a Saga en la mano-listo, sólo le voy a decir una cosa, estoy confiando ciegamente en usted, le sugiero que actúe con cuidado y midiendo su distancia con él en todo momento, no hablaba en broma cuando le dije que estoy dispuesto a cuidarlo, ahora si me disculpa iré a ponerme al corriente con mi trabajo, lo veo más tarde presidente.
 
Saga no se enojó por las palabras de Degel, no tenía motivo, el sabía mejor que nadie que por los seres queridos se hace de todo con tal de evitarles el sufrimiento, pero ahora ya le tocaría mover sus fichas en el juego y tratar de sacar a ese niño gruñón de ese pantano de miseria donde se estaba dejando caer. 

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