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Corazón Valiente por Alejandra018PK

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Esa mañana de fin de semana, Camus realmente tenía la esperanza de poder dormir hasta medio día, no hacer desayunos y pasear más tarde con su familia, pero desgraciadamente no pudo ser.
 
Apenas despuntó el alba, Degel irrumpió en su habitación y prácticamente lo secuestró, le puso su ropa deportiva y tenis, salió trotando y detrás de él un adormecido Camus que se pasó el camino renegando y amenazando con regresar a casa, ovbiamente Degel no lo dejó. 
 
Lo guió hasta una zona deportiva y lo obligó a correr cinco veces al rededor de una cancha de basquetbol, cuando notó que no podía dar ni un paso más lo llamó a sentarse y le ofreció una botella de agua. 
 
-Degel, no se que rayos se te metió en la cabeza pero, ¿yo que culpa tengo?
 
-¿Cómo que, qué culpa tienes?, eres demasiado confiado y gentil, de continuar así tu marido podría pensar en irse con alguna mujerzuela fácil y dejarte. 
 
-De nuevo con eso Degel... Ya te dije que confío en que Milo nos ama, no tengo que preocuparme por ese tipo de personas que dices tú. 
 
-Camus, Camus, Camus, no creo que exista en este mundo persona más dulce que tú. Debes darte cuenta de las cosas, te conozco y se que tu mente pura difícilmente notará las señales así que aquí estoy yo para darte unos cuantos consejos que podrían salvar vidas. 
 
Camus se le quedó viendo con mirada incredula, pero no pelearia, mejor calló y escuchó lo que tuviera que decir. 
 
-Primero lo primero, cuando una o un regalado cualquiera quiera algo con tu esposo, ovbiamente intentará tener su atención todo el tiempo, sin duda alguna, no le importará hacerlos a ustedes a un lado siempre y cuando logre tener su atención. 
 
Segundo, si es que el atarantado de mi cuñado cae en sus redes, te darás cuenta más fácil de lo que crees, los hombres son estúpidos para ocultar aventuras por la simple razón de que al principio les gana la culpa y tratará de compensarlo con detalles exagerados, flores, cartas, chocolates, autos, etc., etc., atento a eso, no creas que ellos dan un regalo nada más por que si. 
 
-Ay por favor, entonces no le acepto nada de lo que me de. 
 
-NOOOO,  Ay Camus, a lo que me refiero es que te des cuenta, te puede dar algo, pero tú atento a sus gestos, lo notas raro, nervioso, con la mirada perdida y distante, OJO, alguna zorra ya está en medio. 
 
-Bien, supongamos que te hago caso y noto esas "señales",  ¿que hago entonces? 
 
-Fácil, muy fácil Camie, matar a la desgraciada. 
 
-¿¡QUE RAYOS!? 
 
-JAJA  es broma, simplemente tendrás que luchar para recuperar tu lugar como señor de tu casa, será difícil desde luego pero tendrás que hacer un esfuerzo, cuando a un hombre se les mete algo en la cabeza, cualquiera de las dos, es casi imposible hacerlos cambiar de parecer pero ese será tu reto, no te preocupes, si ese fuera el caso, igual te ayudo a superarlo y ganar la batalla, tú sólo confía en mi. 
 
-De acuerdo, confiaré en ti. 
 
-Eso es todo Camie, ahora a correr de nuevo que esas calorías extra no se irán solas. 
 
~°~
 
Kardia y Milo decidieron llevar a sus hijos a un local de comida rápida, ya que sus esposos no estaban se darían el lujo de consentir a sus pequeños con un poco de comida chatarra. 
 
Pero la realidad era que Kardia simplemente buscó la oportunidad de hablar a solas con Milo. 
 
Aprovechando que los niños se fueron al área de juegos sacó el tema que tanto lo inquietaba a relucir. 
 
-Afrodita te ha tomado mucha confianza ¿no? 
 
-¿Por qué lo dices? 
 
-Pues por el abrazo de ayer, a mi vista fue más que fraterno, se veía pasional. 
 
-No bromees Kardia, es el primo de mi esposo, cómo se te ocurre que pueda haber algo así entre nosotros. 
 
-No, yo solo digo, Afrodita es joven, su mente en realidad no ha terminado de madurar para diferenciar ambos tipos de afecto, a lo que voy es que tú, como "adulto responsable" que eres debes enseñarle a diferenciarlos y eso será dejándole en claro las cosas, esta vez fuí yo quien los vio, da gracias que no fue Degel o se hubiera armado una masacre, ten cuidado hermanito, ten cuidado. 
 
Después de las palabras de su hermano, Milo no pudo hacer más que meditar en ellas, pero tratar de negar lo que está comenzando a sentir era ahora un intento inútil y ridículo a su parecer, la tentación le estaba ganando, y no tenía idea de cuánto podría contenerla. 
 

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