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Y en el internado por Rael Amicsis

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6.00 AM: Corre 5 kilómetros alrededor del colegio. Descansa cerca del árbol más grande del bosque y practica sus movimientos de artes marciales. 




7.00 AM: Regresa a su habitación, se baña, se viste y baja a desayunar.


7.30 AM: Recibe su correo. Casi siempre el periódico de la zona y lo lee mientras desayuna junto a su amigo Merquise. 




Conversan hasta las 8.45 AM antes de entrar a clases. 




Esto era lo que rezaba Winner cada mañana de clases. Él era uno de los cuantos internos que permanecían en el colegio y sin embrago esta rutina no era la de él. Obviamente era de quién le había llamado la atención desde el momento en que lo vio. Era la rutina, de cada mañana, de WuFei Chang. 




Winner en cambio, se levantaba a eso de las 6.30 AM, realizaba meditación, se bañaba, se vestía y bajaba a desayunar cuando el comedor aún estaba algo vacío. Siempre se encontraba a Chang, pero nunca había hablado con él. 




Le atraía aquel chico de bellos rasgos asiáticos, tan suaves y fuertes a la vez, que lo hacía una persona interesante e intrigante. 




El joven ya había bajado a tomar el desayuno. Se encontró con Chang y Merquise en el comedor además de uno que otro estudiante que había ido a desayunar temprano. 




Los jóvenes desayunaban amenamente. Winner estaba a dos mesas de distancia de Chang y su amigo, pero este le daba la espalda y Merquise estaba justo frente a él. Era un chico muy atractivo, de largo cabello rubio muy claro y unos ojos celestes muy hermosos, pero algo fríos. Definitivamente no era su tipo. 




Merquise le susurró algo al moreno y al parecer este se comenzó a colocar algo incómodo, por el movimiento de hombros que hizo. 




El comedor comenzó a cobrar más vida a la llegada de más alumnos y pronto Winner, no pudo seguir viendo al de su interés. 




Recordó el primer día en que lo vio. Fue la primera y única conversación que tuvieron en mucho tiempo. 




>>El joven moreno vagaba por los pasillos cargado con dos grandes bolsos y un papel en las manos. Tenía cara de extraviado. 




Winner ya había recorrido el colegio entero hacía ya una semana, ya que estaba ansioso de comenzar las clases en aquel nuevo lugar, y al ver a aquel joven extraviado se acercó a él. 




-¿Estás perdido? 




El moreno se sorprendió, pero aun así no perdía su seriedad. 




-Pues sí,… busco mi habitación… 




-Déjame ver…-Winner le arrebató el papel de las manos y leyó el número 315 -¡Ah! Está en el otro pasillo. Si vas por el fondo llegarás al otro pasillo y encontrarás tu habitación. 




-Muchas gracias. 




Aquel chico hizo un leve reverencia de despedida y se marchó sin siquiera presentarse. << 




Y esa fue la única vez que hablaron… Hasta ahora… ¡5 años para hablar con él! Era increíble como pasaba el tiempo. 




Aquel colegio contaba hasta 8 años. La edad ideal para entrar a estudiar en aquel colegio era de 10 años por lo tanto era como si al salir, salieran de preparatoria, pero no tenía esas divisiones. Solo se dividían por años y así los alumnos de 2º año no se sentían intimidados por tener que cambiar de colegio o acostumbrarse a un nuevo estilo de vida. Además… era un buen negocio. 




En aquellos cinco años le sucedieron muchas cosas a WuFei. Muchos chicos preguntaban por él. Quién era, que curso, cuantos años; en fin, todas eran preguntas referentes a su persona. Era uno de los más atractivos y sin embargo nadie le conocía un romance o algo por el estilo. Casi nunca iba al pueblo vecino, solo durante los fines de mes o para comprar algo que necesitara, o en caso de alguna emergencia, por ello muchos estaban seguros de que tampoco tenía novia. 




Dejó muchos corazones rotos. Aquellos chicos que se atrevían a declarársele quedaban destrozados porque el chico de ojos negros no estaba interesado en los hombres. 




Hacía solo un par de meses alguien había intentado seducirlo. Un tal Treize Kuzrenada de 7º G que, según los rumores, se encontró con el chico en el gimnasio y ahí solían pasar muchas cosas, pero lo único que consiguió fue una golpiza y una hospitalización. Aseguró que había tenido un accidente con las pesas del club de halterofilia, pero todos sabían que no era así. 




Desde entonces muchos se alejaron de WuFei y otros seguían intentándolo, pero con palabras. La idea era no terminar como Kuzrenada… pero este año sería diferente. Quatre Raberba Winner sería en primero en besarlo, aunque fuera de mentira, pero podía lucirse con aquel logro, o simplemente sacarle provecho a la obra. 




El desayuno ya había terminado y Merquise y Chang se marchaban a clases. Chang se acercó a la mesa en la que estaba Winner, que estaba de paso y se inclinó pata hablarle. 




-Buenos días Winner. 




-Buenos días WuFei… 




  




-Quisiera hablar contigo; lo de la obra… 




A Quatre se le iluminaron los ojos y para sí comenzó a pensar en que tal vez le diría algo alentador o que lo felicitaría, o tal vez… quisiera practicar… ¡¡¡Sí!!! ¡¡Eso sería genial!! 




-… 




-¿¡Eh!? Oh sí, claro… Emmm, yo termino mis clases a la 13.00… 




-Yo estoy entrenando a esa hora y después tengo gimnasia… emmm… bueno, veámonos a la 13.15 en el 5º patio. 




-De acuerdo. 




Chang se acercó a Merquise, que lo esperaba, y se marcharon a sus respectivas clases. 




Winner estaba de lo más contento y todos aquellos que presenciaron aquel extraño acercamiento, comenzaron a murmurar. 




Winner sonreía en la clase de historia, de matemáticas, de química… finalmente salió de clases y se dirigió al 5º patio. 




El lugar estaba casi abandonado. Había máquinas de ejercicios, oxidadas; toallas podridas por el tiempo y el suelo de cemento a estas alturas estaba mohoso. El patio solo estaba cercado con malla de alambre y dentro de esta zona había un frondoso árbol donde estaban colgados cinco sacos de arena. 




WuFei estaba en el fondo del patio apoyado con ambas manos a la pared, mojándose bajo una de las regaderas que estaba buena. Llevaba una camiseta blanca, que al mojarse se le pegó al cuerpo mostrando una espalda hermosa y muy firme. 




Winner sintió como se le aceleró el corazón y trató de calmarse. 




Ya calmado decidió acercarse, pero WuFei ya había cortado el agua y se acercaba a él. 




-Aquí estoy… 




-Ya lo sabía… me estabas mirando desde hace un rato. 




El rubio se sintió enrojecer pero no le dio importancia. 




-¿Y de qué querías hablarme? 




WuFei se acercó a su bolso de gimnasia, sacó el guion y se lo lanzó. 




-No haré la obra. 




-¡¿Qué?! 


 


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