Manos frías
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Iida alza los brazos con pesadez, siente cada músculo agarrotado y caliente. Su traje realmente le pesa en esos momentos, producto del entrenamiento bajo el sol de verano.
—Hace demasiado calor —se queja mientras se quita su armadura, para quedar solo con el traje ajustado de una pieza.
—Espera, te ayudo —dice Todoroki al ver lo complicado que está al intentar bajar el cierre desde la espalda.
—Gracias —suspira Iida un poco abochornado, ese día el calor le está pasando la cuenta y se siente lánguido y torpe debido al sudor.
Las manos de Todoroki rozan levemente su cuello al sostener la tela y deslizar el cierre por su espalda. Iida no puede contener el quejido ronco de alivio ante el toque helado.
Todoroki se detiene unos segundos y lo medita un momento, la piel de Iida está caliente y quizás sus manos frías puedan ayudarlo. Con ello en mente, pone las manos sobre sus hombros y presiona, sintiendo los músculos duros debido a la tensión.
—Todoroki-kun —habla Iida, mirándolo de reojo bastante sorprendido por aquel toque.
—¿Se siente bien?
—Si… —responde volviendo su vista al frente, tratando de ocultar el sonrojo de su rostro. Lo siente aún más caliente por la sangre que comienza a acumularse.
Las manos de Todoroki se sienten frías contra su piel, apretando los músculos de sus hombros, los pulgares presionando los omóplatos. Iida siente ese tacto suave y los delgados dedos del otro sobre su piel. Se siente demasiado bien.
Todoroki no es adepto al contacto físico, no le gustan las cosas innecesarias. Pero los suspiros complacidos de Iida resuenan en sus oídos y lo hace tragar con fuerza, queriendo seguir con el tacto. Lo siente duro bajo sus palmas, puro músculo, y quiere ver más de esa piel, algo dentro de su pecho burbujea ante la curiosidad.
Con lentitud, sintiéndose un poco tímido, baja más el cierre mientras su mano se desliza por su columna vertebral. Lo siente estremecerse bajo su tacto y esa reacción de Iida enciende algo dentro de él, el impulso de querer provocarlo más.
—¿Estás usando tu particularidad? —habla de pronto Iida, la voz temblando por los nervios.
Las caricias de Todoroki se sienten bien, pero que siga bajando por su espalda lo está poniendo demasiado ansioso. Aun así, no es capaz de detenerlo, preso de la vergüenza y los nervios. También porque se asombra al darse cuenta de que quiere tener esas frías manos sobre su piel. De pronto teme que Todoroki se dé cuenta de ello.
¿Cómo reaccionaría si supiera la forma que lo está haciendo sentir esas manos sobre su espalda?
—No, en realidad siempre he tenido una temperatura bastante baja, sobre todo en las manos —responde Todoroki, subiendo las manos con las palmas abiertas hasta detenerse en sus hombros, apretando otra vez con la intención de escuchar otro quejido ronco.
Entonces Iida se gira levemente, los pómulos enrojecidos y labios húmedos.
—Mi temperatura siempre es alta —dice con una media sonrisa—. Haríamos una buena pareja.
Entonces Todoroki siente el impulso, esas ansias que estuvo acumulando en su estómago explotando hasta llegar a su pecho. Pasa la mano por delante del rostro de Iida y lo gira un poco más mientras se inclina para besarlo.
Sus labios atrapan el inferior de Iida, que abre los ojos mientras siente el fresco tacto, uno que apacigua el calor de su boca. Responde torpe y sus labios tiemblan al intentar tomar los del bicolor. Es un manojo de nervios. Ambos son torpeza y temblores.
—Todoroki-kun —suspira mientras se aleja, no puede entender a qué vino aquella acción.
—Dijiste que haríamos buena pareja, estoy de acuerdo.
—Espera, ¿qué?
—¿No dijiste eso?
—No, sí, lo hice —responde Iida, dándose cuenta de que Todoroki realmente entiende todo de forma literal. Se le hace… lindo.
—Yo creo que es así, se siente bien tocarte y besarte. Me gusta —dice con la voz suave.
Iida siente la sangre acudir a su rostro de golpe, el calor lo marea levemente y la vergüenza también. No se explica cómo Todoroki puede decir algo así y mantener su rostro casi impasible, solo un leve sonrojo en sus mejillas acusa sus nervios.
—¿A ti no te gusta? Yo pensé…
—Me gusta, Todoroki-kun —lo interrumpe Iida, nervioso por el hecho de que Todoroki malinterprete sus palabras—. Aunque no me refería precisamente a eso, ahora la idea me parece… muy buena.
Todoroki lo mira un largo rato. Pensar en tener más de ese contacto con Iida, lo hace sentir cálido y curioso, ansioso de más. Su corazón se ha saltado un latido.
Sonríe suave, con el sonrojo en su rostro y un brillo que hacen que Iida se estremezca ante tal expresión. Le gusta verlo así, aunque jamás se imaginó que su buena relación tomara ese rumbo, ya no hay vuelta atrás y él tampoco va a retroceder.
Se gira para atraer el rostro de Todoroki hacia él, atrapando su boca un poco más seguro, queriendo sentirlo. El contraste frío contra sus labios es como un bálsamo y sintiendo esos sedosos cabellos entre sus dedos se deja llevar.
Nunca ha besado a nadie antes y es un contacto con más dientes que coordinación y la saliva se escurre por el mentón de Todoroki, que se asombra ante el ritmo demandante de Iida.
Se siente increíble, el contraste de temperaturas y descubrir lo que uno provoca en el otro. Quizás la atracción siempre estuvo ahí, solo necesitaban ser conscientes de ello.
Iida espera hasta que sus respiraciones se relajan y suelta a Todoroki levemente, no muy convencido de que aquello realmente esté pasando. Pero si sigue mirando esos bellos ojos, no saldrán del camarín nunca.
—Entonces, ¿almorzamos juntos? —dice Iida, levantándose de la banca con rectitud para terminar de cambiarse de ropa. Ahora que todo se ha relajado, la vergüenza está ganando terreno.
—Midoriya dijo que iba a esperarnos.
—Debemos irnos entonces —habla Iida terminando de cerrar el casillero y tomando su bolso, seguido del más bajo.
Llegan a la puerta y el chico se detiene, a lo que Todoroki alza la vista confundido. Un casto beso llega a sus labios y luego del asombro, viene una suave sonrisa. Iida no puede verlo porque ya están saliendo de los camerinos.
Definitivamente Todoroki quiere mucho más de ese calor, es lo que sus frías manos necesitan.