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El chico de al lado por Midori Yaoi Grey

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-          ¿Y bien? - me preguntas al terminar de tocar y cantar la canción. Mirándome con ansiedad que tratas mal en disimular.

-          Pues... - hago un gesto de estar meditando - ¿Qué te puedo decir? - qué fue lo más maravilloso que mis oídos han escuchado donde mis ojos se deleitaron al verte tan entregado.

-          Que sí te puedo tomar en cuenta para que formes parte de mi club de fans - sonríes ladinamente.

-          No. Me temo que el llamarme "fan" no es lo mío - me alzó de hombros con inocencia - pero, lo que debo admitir es - colocas más interés - que tienes mucho talento. Es una lástima que quieras guardar todo ese potencial. El mundo merece escucharte - sueltas una risilla a lo bajo.

-          Si, creo que estoy siendo egoísta - me sigues el juego.

-          Demasiado - doy un sorbo al vino en la copa que me ofreciste para acompañarlo con la cena que fue una deliciosa lasaña - ¿no has pensado en tener tu propio restaurante? En estas dos oportunidades que he probado lo que preparas, créeme si te digo que me arriesgaría a quedar en bancarrota con tal de comer tus platillos.

-          Me halagas, y eso que aún falta el postre - detuve otro sorbo en mi boca al escuchar tal anuncio - y por tu expresión quiero creer que es de tu agrado - asiento degustando lo que había detenido.

-          ¿Te sorprendería si te digo que a lo que si soy fan es de los alimentos dulces? - lo dije con toda intención de fastidiar solo un poco y tu por supuesto lo captaste y sonreíste.

-          Entonces al menos conseguí hacerte fan mío por lo que preparo - exhalas con cierto toque de decepción fingido - creo que me conformo.

-          Lamento la desilusión.

-          Puedo tener la esperanza de que eso cambie - me guiñas con complicidad - iré por ellos - sin esperar alguna respuesta, te vas a conseguir lo dicho.

Dejo salir un suspiro profundo para poner en orden los sucesos desde el inicio de la velada.

Todo ha sido tan... Fluido. En ningún momento se ha sentido que cualquiera de los dos hayamos forzado el ambiente. No ha sido nuestro caso. Es como si... Nos conociéramos y solo fuéramos dos personas que se están poniendo al corriente.

Añadiendo que el vino me ha relajado de forma agradable y eso en parte puedo agradecer en que yo esté de platicador. Y eso me ha ayudado en intercambiar información del uno con el otro, como en donde estudió, su lugar de origen, el cómo consiguió hacerse de contactos para vender sus letras e incluso revelarme cuáles han sido quedando sorprendido de que todas las conozca, pero que no pude admitir cuáles de las mencionadas, porque desde que las escuché, su significado fue lo que más me cautivó en cada una y que siguen siendo mis favoritas.

-          Espero sea aceptado por tu papilas gustativas - dejas el tuyo en tu mesa para acercarte al barandal que nos separa y esperas a que me acerque lo cual ya hago - ¿tienes alma antigua? - me preguntas al llegar y yo hago un gesto de confusión.

-          ¿Alma antigua? ¿A qué te refieres? - sonríes en confidencia.

-          Es una receta algo vieja - señalas el plato y yo abro los ojos por su belleza y desde aquí emite un olor delicioso - es una torta de té y frutas. Sé que suena rara la combinación - me aclaras al percibir que seguía sin entender - pero te aseguro que tiene buen sabor y existe desde hace mucho, mucho tiempo - me extiendes el plato que tomo con cuidado.

-          Creo que aún no te pregunto cómo es que aprendiste a cocinar así de excelente - ambos regresamos a nuestros lugares, pasando con calma para no molestar a Blacky quien está descansando en su ahora silla - si no coincide con lo que estudiaste.

-          Es algo curioso - tallas tu cuello como reflejo de que quizás es un tema que te puede apenar. Siendo así, por supuesto seguiré indagando.

-          Tengo la sensación de que la palabra que quisiste usar era "vergonzoso" - te digo con toque de broma mientras pruebo el primer bocado - esto... - señalo el plato con el tenedor - debe ser pecado. Es delicioso - dejo sentir el sabor sumergirse en mi lengua - podría casarme con tu comida - continúo comiendo.

Abres la boca queriendo responder, pero al instante te arrepientes callando dejando en su lugar una pequeña sonrisa.

-          ¿Y qué me dices tú, cocinas? - cambias la línea de la plática comprendiendo que quizás no es el momento.

La velada llegó a su fin al notar que el clima se había vuelto más fría, con la justa razón de que era ya tarde.

Claro, antes de que cada uno regresara a sus casas, regresé a Blacky llevándolo a tu puerta que insistí en hacerlo y una vez ahí tomamos acuerdos de las visitas que él podría hacerme.

Pero lo que más me sorprendió fue que extendieras la invitación de compartir nuestras compañías en las tres comidas, insistiendo que prepararías los platillos. Por supuesto traté de negarme con educación para no ser una carga que de verdad me apena a que te tomaras esas molestias.

Entré varios minutos de llegar a los acuerdos en la puerta, permití que se hiciera de ese modo con la condición de que me dejaras comprar también los ingredientes. Y lo mejor es que pudimos intercambiar nuestros números de contacto.

Fue así, el comer juntos, platicar, compartir anécdotas, risas, bromas; estableciendo una especia de amistad y una rutina que nos hizo llegar hasta lo que es hoy 14 de diciembre por la mañana.

-          ¿Planes dices? - retomo la pregunta que me hiciste mientras me acerco a darte una taza de café que hice ya que desde que lo probaste y que te gustara, acordamos que yo podría hacerlo - como que no hay muchas opciones ¿no crees? - refiriéndome a que seguimos encerrados.

-          Claro, pero, no sé - regresamos a nuestras sillas - quizás vídeollamadas con tus familiares, amigos;algo.

-          Ellos saben que no soy un fanático en cumplir años, por esa razón solo me felicitan a brevedad con mensajes, audios, o me mandan regalos, pero que por la situación en que vivimos, dejé en claro que preferiría que no; sus intenciones son más que suficientes - doy un sorbo al café - pero algunos no hicieron caso como mis padres.

-          Adivino, el reloj - desde tu lugar, señalas mi mano izquierda.

-          Observador - digo con ánimo mientras me preparo para comer el platillo que has hecho y que huele de maravilla.

-          Entonces ¿qué te parece si te invito a cenar como festejo a tu cumpleaños? - con la boca llena te miro con incredulidad hasta ya haber tragado para responder.

-          Si mal no recuerdo, eso hacemos ¿no?

-          Si, pero es una invitación a que vengas a mi departamento y podamos cenar. Vivimos a lado del otro, no cuenta como salir.

-          Una percepción muy sabia - hago una pausa por comer con el pretexto de ganar un poco más de segundos por el impacto que has causado con tu amabilidad - de acuerdo, ¿pero podemos omitir que sea por - juego con las manos - esa razón?

-          Imposible. No sé puede pasar por alto una celebración así como el adquirir un año más a la vida - te miro mal por saber que disfrutas de esto, y que desde que nos compartimos nuestras fechas de nacimiento, sabía que buscarías la forma de clavar más sal a la herida, aunque jamás imaginé esto...

-          Lo bueno que tu no estás lejos de pasar por lo mismo, y lo mejor, es que estás dos años más adelante de mi - sonrío con malicia.

-          Cierto - sueltas un suspiro de derrota - no es de mi gusto, pero tampoco lo aborrezco; aquí entra la resignación.

-          Reconforta que cuando tenga tu edad, tu tendrás otros extras - vuelvo a lanzar una pequeña daga como venganza y tu ahora me miras mal. Es divertido molestarte.

-          La ley de la vida. Pero regresando al tema - cambias tu semblante a una más animada - ¿estarás libre a la hora habitual? Me contaste que tenías varias juntas.

-          Sí, la última es a las seis. A las ocho me tendrás en tu puerta.

-          Perfecto - tu celular suena que como antes me comentaste, recibirías una llamada de un posible negocio - tenemos una cita - me guiñas un ojo y en mi cara sentí un escozor tanto por tu gesto como por la palabra empleada - nos vemos en el almuerzo y te cuento como me fue - contestas e ingresas a tu casa.

Suelto el oxígeno que no me había dado cuenta que estuve conteniendo.

Una cita...

Estaremos... Tan cerca, sin algo que nos separe, en la misma mesa, en el mismo lugar; en tu departamento...

Los nervios previos ya han aparecido, pero así como llegaron tuvieron que irse al ahora sonar mi teléfono que me recuerda que tengo que prepararme ya para la primera junta que será en unos minutos.

Mi corazón estará quieto hasta la hora del almuerzo en que lo vea de nuevo.

Notas finales:

= Midori Grey =


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