Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El chico de al lado por Midori Yaoi Grey

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Y tú único defecto es no despertarte junto a mí. O al menos eso era lo que pensaba antes... 

Ignoro la hora que me desperté, solo recuerdo que la habitación aun estaba oscura. Ahora, de las cortinas se cuela la claridad que simboliza que el Sol ha salido, aunque también ignoro desde hace cuánto... mi concentración en todo este tiempo ha estado enfocado en observar a la persona que se encuentra durmiendo a mi lado. 

Sé que podrá sonar loco o incluso turbio el hecho de ver dormir a alguien por horas... pero temía que, al cerrar y abrir los ojos, la realidad me dijera que todo lo que sucedió en la madrugada fue un sueño. Que mi mente en su crueldad recreó escenas tan vívidas, tan reales, tan... mágicas.

 

- ¿Cuánto tiempo más piensas solo mirarme? - dentro de mi pecho el corazón dio un enorme latido por el susto de ser descubierto en algo ilegal.

- ¿D-desde cuándo tu...? - nuevamente mi corazón saltó, pero a diferencia fue de impresión cuando tus preciosos ojos se posaron sobre mí. 

- Ya algo de rato - te remueves para acomodarte - no me molestaba si me tocabas un poco - dices con una sonrisa traviesa y me jalas hacia ti quedando mi cabeza sobre tu pecho desnudo. 

 

Es tan cálido.

 

- ¿Es tu manera de seducirme?, ¿y tan temprano? 

- ¿Q-qué? Y-yo no... - intento falsamente apartarme. 

- Si es así; ha funcionado. 

- Sebas... es-espera, ¿dónde estás tocan...? 

. . . . . . . . . . . . . .

 

Realmente no puedo creer que me dejé llevar por tus habilidosas manos, tu tan... eficiente trabajo en saber conocer las maravillas del cuerpo humano, tu galantería... 

Sin querer observo desde este punto de la cocina/comedor como sales del baño con una toalla en la cintura después de una ducha. 

No puedo ni engañarme, al mínimo roce de tu piel hubiera caído de inmediato. Cual sea la forma iba a caer en tu juego de la seducción. 

 

- Un beso por tus pensamientos - regreso a tierra firme al escucharte. 

- ¿Sólo uno? - te sigo el juego ya con más confianza y con la mente firme. 

- Solo uno. Si te doy más... no me hago responsable de lo que pase después. 

- Y no te pido que lo tomes - sonrío con picardía. 

- Ciel. Ciel - niegas con la cabeza divertido - provocarás que no te quite las manos y... otros puntos de mi cuerpo encima de ti. Dejemos que descanses - te aproximas donde estoy y me rodeas con tus brazos en mi cintura uniendo nuestros labios en un beso que tenía pinta de ser algo inocente pero que va tomando otro camino - hmn ¿deduzco que serás tu el desayuno? 

- No - antes de soltarme de ti te dejo un casto beso - no hoy, ¿qué te gustaría comer? - me amarro el mandil con motivo de iniciar los preparativos. 

- La pregunta correcta es - el mandil que acababa de ponerme, me lo quitas para que tu te lo pongas en tu cintura des... desnuda... trago con dificultad al ver la escena - ¿qué te gustaría a ti? 

- ¿Piensas cocinar así? - te pregunto con sorpresa. 

- ¿Por qué no?, ¿está mal? - a pesar de la pregunta, el tono que lo dijiste fue más que de sarcasmo. 

- En absoluto, solo por dos cosas. 

- ¿Así?, ¿cuáles? 

- Uno: eres el cumpleañero aún. Y dos: estamos en invierno, aunque ponga la calefacción deberías abrigarte - aunque muy en el fondo no me molesta que te quedes así... - por desgracia nuestras tallas, por obvia razón - señalo mi cuerpo con evidencia - no son ni de cerca las mismas. Mi ropa no te pasaría de la cabeza. 

- De acuerdo - sueltas un suspiro fingido - espera aquí - te observo entrar al cuarto no demorando para regresar donde estoy - son de mi departamento - me extiendes unas llaves - ¿te parece si mientras yo inicio aquí tu podrías traerme algo de ropa? 

- ¿De verdad?, ¿estás bien con ello? - acepto con duda, pero al final con felicidad controlada. 

- Por supuesto, sino no te lo estaría dando yo primero. 

- De acuerdo - miro las llaves con anhelo - ah ¿y eso incluye buscarte ropa...? - sin analizar a mi acción, señalo en la parte de tu cintura. 

- Honestamente - tu risa causó en mí cierta vergüenza por lo que di a entender - no tengo nada que ocultar, así que si, si gustas. Aunque también puedo no usarlos - alzas los hombros con inocencia - es algo que me gusta no usar cuando tengo pants - los colores se me subieron al rostro de solo imaginarlo. 

- Y-ya veo... - jugueteo entre mis dedos las llaves preso del bochorno. 

- No sientas pena - te agachas para besarme y mi cuerpo simplemente si pudiera derretirse, ya estaría esparcido en el suelo - ya has visto todo de mí. Eso sería algo mínimo - me guiñas con coquetería - pero hablo en serio en que me gusta la libertad en los pants sobre todo en días libres como hoy.

- Te creo. ¿Y qué sucederá con Blacky?

- ¿Te parece si cuando regreses, él también venga contigo? Y así desayune junto con nosotros. No quiero que se sienta excluido. 

- Estaré más que encantado - me separo de nuestra distancia para caminar hacia la puerta. 

- Aquí los espero. 

 

Aquí los espero... que bien se escucha eso. Como si realmente estuviéramos juntos, como si realmente viviéramos juntos... 

. . . . . . . . . . . . . . . . 

- De verdad le agradas - lo dices mirando hacia el suelo ya que Blacky se encarga de ronronear en mis piernas. 

- Él también me agrada - acaricio al pequeño peludo que recibe gratamente el efecto. 

- ¿Y qué me dices del dueño? - me detengo en seco ante la pregunta junto con un latido de sorpresa - ¿te agrada? 

 

Ah... y aquí está la conversación que tanto he temido, pero a la vez que tanto he deseado. La única diferencia era que lo imaginé diferente, con otras circunstancias. No cuando nos soltamos varios pasos... 

 

- Bueno - me incorporo en la silla para mirarte al tenerte frente - me agrada bastante lo que cocina - simulo un brindis con la taza de café para beber un poco y así darme algo de tiempo para pensar. 

- ¿Solo lo que cocina? - preguntas divertido

- No, no. También tiene un gran talento que a simple vista no te lo esperas.

- ¿De verdad? - colocas tus codos en la mesa para posar tu mentón en la unión de tus manos - ¿qué talento podrá ser? 

- Es muy hábil con las manos. Siendo más específicos, con los dedos - hago una pausa - sabe a la perfección donde tocar provocando que... - hago otra pausa haciendo más efecto en lo último - de los instrumentos salgan sonidos maravillosos - doy otro sorbo de café - y su voz cuando canta - suelto un suspiro - es como un encantamiento, ¿sabes? No puedes dejar de escucharlo. Gusta. Deleita. Cautiva - hice énfasis en cada palabra. 

- Entonces de verdad te gusta su talento, ¿eres su fan? - me imitas bebiendo de tu taza de café sin ocultar una sonrisa de divertido. 

- Es probable. Aunque es muy pronto para deducirlo. Lo he escuchado muy poco, seguido sí, pero al final no mucho. 

- Intuyo que de ahora en más lo escucharás hasta que admitas que eres su fan. 

- Oh, ¿solo será así cuando lo admita? 

- En absoluto. Tendrás la fortuna de escucharlo cada vez que desees. Claro, si es lo que realmente tu quisieras. 

- ¿No crees que en realidad es si "él" realmente quisiera? Por mi parte, no me cansaría de escucharlo. 

- El sentimiento es mutuo. Si por él fuera, te cantaría en cada despertar, en cada tarde y en cada noche antes de dormir. Ser tu café de cada día - trago en seco ante tus palabras quedando sin habla. No sabía como interpretarlo o como dominar la información... - ¿fue mucho? 

- Ah... No. Más bien - carraspeo buscando las palabras - fue muy profundo que sacudiste mi razón. 

- Y... ¿no te gustó? - niego con la cabeza. 

- No - cambio mi semblante de serio a una sonrisa - me encantó - percibo hasta aquí como te relajaste pensando que mi respuesta era negativa. 

- En ese caso - extiendes tu brazo sobre la mesa para tomar mi mano. 

 

Solo espero que no te des cuenta del palpitar errático de mi corazón en esta unión. 

 

- Si te digo que quiero pasar mi tiempo a tu lado, como algo más que solo momentos entre amigos o como tu vecino de al lado. Algo... - aprietas con dulzura mi mano acariciando mis nudillos - más íntimo. Más personal. Algo más... - ahora la volteas para quedar palma con palma - tuyo - ahora entrelazas nuestros dedos - algo más... mío. 

 

Si de algo estoy muy seguro desde el día en que te conocí... es que tu mirada es uno de tus mejores pecados. Y es por eso que desde ello, me has tenido envuelto en ti. 

 

- ¿Cuál es tu respuesta? 

 

Sin decir palabra alguna, solo me levanto de mi lugar para dirigirme hacia ti. Aprovechando que nuestras manos están enlazadas, coloco la tuya detrás de mi cintura al momento de que me siento ahorcajadas sobre tus piernas ejerciendo a propósito un poco de presión en la zona, dejando mis brazos alrededor de tu cuello. 

 

- ¿Cuál crees que es mi respuesta? - con coquetería te hablo enredado un mechón de tu sedoso cabello en mis dedos. 

- Hmn... - ronroneas acercándote a mi oreja - ¿qué quieres seguir moviendo tus caderas como hace unas horas? - aprietas con tus manos justamente la zona nombrada que al estar algo sensible, has provocado que de mi boca saliera un inesperado gemido. 

- Alguien dijo que debo descansar - susurro también en tu oreja sin quitar el tono de provocación - pero - me separo para verte a los ojos - es una propuesta que no tengo duda en decir: sí, sí quiero - te beso con pasión y tú por supuesto me respondiste con la misma intensidad - sí a todo a lo que dijiste - nos besamos nuevamente con la diferencia de que nuestras manos se empezaron a poner inquietas sobre el cuerpo del otro. 

- ¿Y si pasamos al postre? - preguntas sobre mis labios. 

- ¿Preparaste postre? - me separo un poco para preguntarte con ilusión. 

- Claro - confirmas con una sonrisa algo burlona, pero a la vez mafiosa. 

 

Oh... ya comprendí... 

 

- ¡S-sebastian! - exclamo tu nombre por la sorpresa de que te pusiste de pie aún conmigo entre tus fuertes brazos, enredando mis piernas en tu cintura - nos vamos a caer, peso ¿a-a dónde vamos? - empiezas a caminar. 

- A un lugar más cómodo - lo dices con tal tranquilidad que me sorprende - y solo para aclarar - con algo de malicia me alzas un poco en la misma posición - en definitiva, no pesas. Y te lo puedo demostrar de una mejor manera. 

 

Con esta advertencia, más el sonido de la puerta de la habitación al cerrarse, yo ya he entendido que es el inicio de mi mejor perdición. 

. . . . . . . . . . . . . . .

- Le he dado vueltas a este pensamiento muchas veces - me dices acariciando mi brazo estando acostado a tu lado en la cama con solo la sábana cubriéndonos - y puedo decir con seguridad que me enamoré de ti a primera vista - mi corazón dio un vuelco de emoción. 

- ¿De verdad? Eso es... toda una revelación - estiro mi mano para tocar tu pecho para ocultar mi nerviosismo - quiero creer que fueron mis ojos los que te cautivaron, ¿cierto? 

- ¿Fui obvio? - me rio.

- Honestamente no. Nunca, ni siquiera cuando nos volvimos cercanos, mostraste... no sé... algo para que pensara que al menos te interesaba de otra forma. 

- Y yo pensando que fui demasiado evidente, aunque intentaba no serlo, pero me fue inevitable no tener cierta conducta ante ti que para mi fue tipo: seguramente se dio cuenta. Hablé de más. Me autodelaté. 

- No. No y no. Te doy la garantía de que fuiste cauteloso. 

- Es bueno saberlo - sonríes complacido - y ya que estamos en la línea de honestidad, confieso que no solo tus bellos ojos han sufrido pensamientos nada inocentes en mi cabeza - bien... la lista de momentos en "no sé que decir" se sigue alargando... - no te asustes - te ríes y yo no puedo evitar ahora caer en la duda si habré hecho algún gesto que me delatara... - no significa que fueran malos, lo contrario, eran cosas... - delineas con sus largos dedos desde mi cuello bajando por mi brazo - buenas. Demasiado diría yo. 

- ¿Me dirás que clase de pensamientos has tenido todo este tiempo? - pregunto sin poder evitar la curiosidad, tentándote al pasear mis dedos por tu torso. 

- Te contestaré todo lo que quieras. Y aunque no tuviera una respuesta, por ti - con uno de tus dedos alzas mi mentón bajo una conexión eléctrica agradable - lo investigaría hasta en los archivos de la NASA o el área 51. 

- Que cosas raras dices - me burlo de tu comentario tan ya característico tuyo y que forman parte de las razones por el cual el porcentaje de "me gustas" se elevó a niveles sorprendentes - ¿o piensas ponerlo en una canción? 

- No lo había pensado - me sigues el juego - podría funcionar. Pasando a otra cosa, yo ya te dije, o más bien, ya me he confesado, así que - te acomodas para verme desde un mejor ángulo a forma de que no pueda ocultarme - es tu turno. 

- ¿Qué? Pero si yo no te lo pedí - alzo una ceja con ironía. 

- Anda. Vamos. Saber esos detalles son especiales. 

 

Si buscabas persuadirme con aquellas palabras... lo lograste. Sin embargo... a pesar de eso... 

 

- Bien... ganas... 

 

A pesar de eso... habrá modificaciones e incluso omisiones en la historia original. Será mi pequeño secreto. 

 

. . . . . . . . . . . . . . .

La vida es curiosa, aunque probablemente tu quizás ya habías planeado que las cosas suscitaran de la forma que se desarrolló la noche de año nuevo con la celebración de tu cumpleaños. Claro que me refiero con exactitud a lo que dio paso después y que hoy en día ya transcurrió tres meses.

 

- Ciel - despego la vista del computador para verte acercar al barandal de tu terraza. 

- ¿Qué tal te fue? - me levanto para ir a tu encuentro. 

- Lo rechacé - dices con una sonrisa que no encaja con la noticia. 

- ¿Qué?, ¿por qué? Era una buena oferta para ti. La fama te esperaba con ese contrato. 

- Conseguí algo mucho mejor - me extiendes una carpeta que contiene unas hojas. 

 

Recibo la carpeta con el debido cuidado ante el temor de que pudiera resbalarse y caer varios pisos. 

En una lectura rápida leo el contenido de lo que al parecer cambiaste en lugar de convertirte en todo un cantante. 

Y ahora lo entiendo... 

 

- ¿Productor y compositor? - pregunto con exclamación de sorpresa positiva. 

- Así es. Llegué a varios acuerdos como el poder trabajar en casa y quien sabe, puede que esto sea solo el inicio de un buen negocio. Sabes bien que prefiero estar en la parte operativa en lugar de ser quien su cara sea vista por millones de personas arrebatándome mi preciada privacidad - niegas con la cabeza - es algo que no estoy dispuesto a sacrificar. No cuando te tengo en mis días. 

 

A pesar de que ya llevamos unos meses de que inicio nuestra relación, hay expresiones sinceras que me cuesta acostumbrarme sin que en mis mejillas se note lo mucho que me afecta tus palabras. 

Mis pensamientos fueron sacudidos por tu mano tomando mi brazo para hacer que me acerque más con la intención de que nuestros labios se encontraran después de que los dos tuvimos que separarnos desde muy temprano. 

 

- Es tu culpa por tentarme con esa expresión - dices aun en una cercanía de milímetros. 

- ¿E-estás loco? - susurro sonrojado - estamos afuera. Alguien pudo vernos. 

- Por eso puse la carpeta para que bloqueara a los ojos curiosos - miro a lo que te referías siendo cierto y que no me percaté de cuando lo habías puesto - además estamos muy arriba y también algunos vecinos y otros departamentos al rededor ya no se encuentran en sus terrazas como antes. No desde que anunciaron el regreso paulatino del movimiento allá fuera.

- Cierto. Mañana regreso a trabajar - suspiro con cansancio - con los debidos cuidados y no iremos todos al mismo tiempo - nos separamos para tomar una postura "normal" - tendremos horarios de trabajo en las oficinas. Los otros días lo haré aquí. 

- Justamente es por eso que hice esos ajustes en el contrato - sonríes de lado - te dije que quiero pasar mi tiempo a tu lado, y así será. Para que de alguna forma nuestros tiempos coincidan hasta incluso cuando regresemos a la normalidad. O más bien, nuestra nueva modalidad. 

- Eres todo un romántico - con un movimiento rápido, pero precavido, te quito la carpeta para que ahora yo sea quien la sostenga para repetir tu acción anterior - y es tu culpa por tentarme con tus atenciones - te devuelvo un poco de lo que me hiciste. 

- Creo que voy caminando a tu puerta - dices con picardía. 

- Esto - señalo la carpeta - y yo, te estaremos esperando en la entrada para recibirte ya que Blacky nos abandonó al no querer salir del cuarto por dormir una vez que su estómago se sació. 

- Sería raro si no lo hiciera. Estaré en unos momentos. 

 

Sin decir más, te giras para entrar a tu departamento hasta desaparecer de mi cuadro de visión. 

 

Antes de entrar al mío, doy un último vistazo a la imagen que vi diariamente durante un largo tiempo y que posiblemente extrañe. 

 

- Ya voy - anuncio ante el primer aviso de que estás aquí - creo que... - cambio de expresión al notar lo que me ofreces - ¿por qué me das esto? - tomo en mis manos un casco negro completamente cerrado - ¿y esto? - ahora me das un cubrebocas del mismo color que el casco.

- Demos un paseo - dices con una seguridad que no encuentro coherencia con lo que me das - es tu último día antes de regresar a trabajar. Así que vamos a aprovecharlo viendo el mundo después de todo este tiempo encerrados. 

- Pero... ¿desde cuándo tú? - refiriéndome a la moto que al parecer no sabía que existía. 

- Desde que dijiste que una de las primeras cosas que querías hacer al ser liberados, era ir a ver una puesta de Sol. 

 

En mi cabeza pude escuchar como los engranes del cerebro se movieron para poder recordar con exactitud cuando dije aquello hasta que se conectaron las piezas en un clic. 

 

- Sebastian, eso fue hace meses - respondo sorprendido al sacar la cuenta. 

- Y es justo en ese tiempo - confiesas tu travesura con una sonrisa que sabe usar a la perfección - ya tendremos la plática después - me quitas el cubrebocas que me diste para ponérmelo con delicadeza - toma tus llaves - ahora te pones el tuyo - y bajemos al garaje. Blacky no despertará posiblemente hasta que regresemos.

- ¿Y tu casco? - pregunto una vez cerrado la puerta con seguro. 

- Está en la maleta de la moto - tomas mi mano para que vaya a tu ritmo de caminata hacia el ascensor - tú solo relájate y deja el resto en mis manos - me dices con un brillo de aventura en los ojos que es lo único que puedo ver. 

- De acuerdo. Sorpréndeme - aseguro apretando tu mano, uniéndome a tu emoción. 

 

. . . . . . . . . . . . . . . .

 

- Wow. Está increíble, Sebastian.

- Me alegra que te guste tanto como a mí - con la yema de los dedos toco extasiado. 

- Debió costarte una fortuna. 

- Ya era momento en volver a darle uso a la licencia. Y siempre he querido una, pero no me animaba hacerlo, hasta que me diste una buena motivación. 

- ¿Así, cuál? - pregunto sin despegar la vista de lo que voy tocando. 

- Tú - dejo lo que hago para verte - hace tiempo mencionaste unos lugares que querías conocer, ¿recuerdas? Y son distancias que se pueden hacer en este medio de transporte junto con toda una experiencia. 

- Sebastian... yo... no sé qué decir - el que fueras tan considerado llena mi ser, por qué piensas en mí, en nosotros a futuro. 

- Claro que sabes que puedes decir - te acercas tomándome de las manos - "vamos" es la respuesta. "Vamos juntos" - sonrío ante lo evidente. 

- Vamos - hago una breve pausa - vamos juntos. Vayamos ahora a ver el atardecer. 

- Sus deseos son órdenes. 

 

No demoramos en salir del edificio dejando ya atrás la zona urbana principal de la ciudad con rumbo a la playa. 

Diría que lo mejor de todo esto es poder volver a sentir la brisa natural del mar, el poder volver a salir después de meses. Sin embargo, lo mejor es poder abrazarte por la cintura pegando mi cabeza, aun con el casco, en tu espalda encaminados a nuestra primera aventura. 

 

- Llegamos. 

 

Como todo un caballero me ayudas a bajar evitando cualquier tropiezo pero, de todos modos, terminé en tus brazos por un torpe movimiento mío. 

 

- Perdona - me disculpo por si llegué a lastimarte. 

- Descuida. Me gusta tenerte cerca - me sonríes juguetón - llegamos a tiempo. Vamos. 

 

Me tomas de la mano caminando hacia la orilla del mar donde al final podemos visualizar como el Sol se encuentra despidiéndose de nosotros para vernos dentro de unas horas. 

 

- Será más cómodo si nos quitamos esto - cuando te quitaste tu casco me ayudaste con el mío - y como solo estamos los dos, creo que esto podemos guardarlo del momento - refiriéndote al cubrebocas que con cuidado nos lo quitamos y dejando los cascos en la arena. 

- Es muy agradable esto - extiendo mis brazos cerrando los ojos para inhalar oxígeno natural - echaba de menos esto. 

- Tienes razón - me exalto al sentir tus brazos en mi cintura y tu mentón en mi cabeza - esto es muy agradable. 

 

La brisa del mar es fresca y a pesar de eso, en este abrazo tu cuerpo me transmite una calidez que deseo sentir todo el tiempo. Por esa razón ya había pensado en nuevo plan para ambos, un plan que he querido proponerte mas tengo la inseguridad de que pueda sonarte apresurado... hasta yo mismo lo creo... pero aun así... 

 

- Vivamos juntos - exacto, eso es lo que yo... 

- ¿Qué? - giro mi rostro para verte con sorpresa al escucharte pronunciar lo que estaba pensando. 

- Es muy pronto, ¿verdad? - dices un poco apenado producto de mi reacción - perdona, solo fue... - evades la mirada hacia el mar produciendo que tu rostro brillara de una forma tan hermosa - es algo que me gustaría, pero ahora que lo he dicho en voz alta, si puede verse apresurado y creo que te he asustado - a pesar de que sonríes de lado, puedo notar como tu ánimo bajó. 

 

En un arranque me giro para poder abrazarte donde ahora yo te rodeo con mis brazos perdiéndome en tu dulce aroma combinada con el mar en la protección que me transmite estar en tu pecho. 

 

- No. No creo que sea apresurado - sin distanciarme, miro hacia arriba para verte y así declarar lo que me he guardado - yo también he pensado en ello - tu expresión cambió a una de asombro con destellos en tus ojos - vivamos juntos. Hagámoslo oficial para que seamos uno y ya no solo el chico de al lado, ¿qué opinas? 

- ¿Qué opino? - te ríes animado - me encanta la idea. Cuando regresemos lo primero que haremos es planear lo que haremos, si quedarnos en el edificio donde estamos o irnos a otro más grande donde podamos darle a Blacky un cuarto propio y... - me alzo de puntillas para poder dejar un beso en tus labios para pausar tu hablar. 

- Hablaremos de los detalles cuando regresemos. Por ahora - enredo mis brazos en tu cuello para acercarte un poco a mi altura - debemos cerrar el trato. 

 

Sin darte tiempo a responder, me lanzo de nuevo a atacar tus labios de una forma más profunda digna de compartir la misma unión que el Sol está teniendo con el mar. 

 

'Te he buscado en todas partes y estabas aquí.'

 

La vida es un eterno misterio cuando hablamos de casualidades, de destinos, porque... Quién pensaría que encontraría el amor justamente en la puerta de al lado. 

Notas finales:

Llegamos al final de esta historia corta que amé escribir. 

Nos vemos en mis otros mundos. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).