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El chico de al lado por Midori Yaoi Grey

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Notas del capitulo:

¿Qué sucede después?

Después de que ambos tomáramos la decisión de vivir juntos aquel día de la puesta de Sol, lo primero que hicimos al llegar al departamento, fue planear con lujo de detalle nuestro plan, nuestra siguiente aventura, viendo lo que mejor nos convenía hasta que uno fue el ganador. De eso han pasado dos meses más.

-          ¿Dónde quieres que deje esto? – traes de forma estratégica una pesada caja que tiene dentro mis materiales de trabajo.

-          Ahí pegado en la pared – te señalo en área – ya después lo llevaré a la habitación donde trabajaremos.

-          ¿Y por qué no mejor lo dejo ahí? – a pesar de que lo preguntas como sugerencia, sé bien que fue de sarcasmo.

-          No quiero que te rompas la espalda. A tu edad hay más probabilidades – lo digo en un tono de falsa preocupación. Ahora tú sabes que me estoy burlando.

-          Me las cobraré, Phantomhive – arrugas tu entrecejo con escepticismo – y sabes que lo haré – dicho tu amenaza, giras en tus talones para dirigirte a la habitación destinada de las cosas.

-          Ya veremos – alzo un poco la voz para que me escucharas y tu me devolviste la misma expresión hasta desaparecer por aquella puerta.

Sonrío para mis adentros, cómodo con mi ahora vida, disfrutando de la perfecta compañía que se encargó de poder conseguir un nuevo departamento mucho más grande, céntrico a escasos metros de mi trabajo.

Mencionó que gracias a unas personas de su lista de contactos es que dio con este lugar donde se llevó la sorpresa que el dueño lo conoció años atrás. Un señor de avanzada edad que en aquel tiempo iba junto con su esposa en el lugar donde antes cantaba, ya que realmente ambos iban porque les agradaba escucharlo.

Tristemente su esposa falleció en el tiempo fuerte de la pandemia, dejando su corazón roto en diminutos fragmentos que poco a poco va pegando gracias a la fortaleza de seguir adelante por sus hijos, por sus nietos. Pero que a pesar de que logre recuperar los cachitos, siempre latirá con nostalgia por su único y eterno amor.

-          ¿Falta mucho? – te pregunto al verte salir.

-          Solo dos cajas.

-          Te ayudaré.

-          Descuida. Puedo hacerlo – me guiñas el ojo – tu sigue desempacando y puedes pedir el almuerzo. Con todo este ejercicio abrió el apetito.

-          De acuerdo, ¿qué quisieras comer?

-          Te lo encargo – y sin mayores detalles te diriges a ir por lo demás.

Con la encomienda busco en los rededores mi celular para poder hacer el encargo.

-          ¿Dónde está?

A punto de ir a la habitación principal, me detengo al escuchar el sonido de una llamada entrante mas no era del mío.

Caminando a pasos apresurados hacia donde provenía el ruido, tomo en mis manos el artefacto leyendo en la pantalla un nombre conocido para mi ya que tú me platicaste de él. El dueño.

-          ¿Diga? – no sabía de que otra forma responder la llamada…

-          ¿Sebastian? – pregunta con evidente duda al no coincidir la voz con el dueño original del número.

-          No, una disculpa, él se encuentra trayendo unas cosas de la mudanza. Usted debe ser el dueño, mucho gusto. Yo soy…

-          Tu debes ser Ciel, ¿verdad?

-          Ah, si… - respondo con sorpresa – pero…

-          ¿Cómo lo sé? – por el auricular pude captar una ligera risilla – bueno, digamos que una felicidad como la de él se nota a kilómetros. Y por supuesto despierta una agradable curiosidad. Él fue muy amable en contarme su propia canción de amor después que yo le conté la mía – con tal revelación mi pecho empezó a latir como loco – es todo un placer poder escuchar a la persona responsable de que sus ojos despidan unos enormes destellos que me recordaron lo que yo sentía cada vez que veía a mi esposa – su suspiro de añoranza podría percibirse, aunque no estuviera cerca del altavoz – estaré encantado de poder conocerte en persona. Él me ha hablado mucho de ti que siento que ya te conozco – se ríe con gracia que me fue contagiada sintiendo lo mismo – aunque por foto ya es así – mi sonrisa se acortó al escuchar esta parte. Que recordara aun no tenemos fotos juntos…

-          También estaré encantado de conocerlo. Sebastian me ha platicado de usted – digo con amabilidad a pesar de seguir confundido.

-          Espero que cosas buenas – suelta una risa agradable.

-          Por supuesto que sí – digo con humor – le doy garantía.

-          Me alegra saberlo – un poco a lo lejos se escucha murmullos que no logro captar – temo que tengo que despedirme. El trabajo me espera, pero antes de colgar, ¿podría dejarte un mensaje para Sebastian?

-          Claro.

-          Dile que ya escuché la canción que le pedí y me ha parecido el más hermoso poema nunca escrito. Es totalmente el reflejo de la historia con mi amada – su tono de voz pareció temblar por un momento ­– con esto, nuestro trato ya está hecho - ¿trato? – disfruten del departamento y espero más adelante podamos reunirnos.

-          Por supuesto.

Al colgar la llamada, en automático la pantalla principal del celular se abrió dejando ver la imagen que el dueño del artefacto tenía puesta.

-          ¿C-cuándo tú? – siento en mis mejillas un calor que es seguro deben de estar rojas.

-          Es oficial. Terminamos con… - te quedas en la puerta de la entrada estático al notarme con tu celular en la mano - ¿ya lo viste? – dejas las cajas en el piso cerrando la puerta consigo.

-          Ah, si. Aam… perdona. No era mi intención – no conectaba las palabras – tu celular sonó por una llamada y vi el nombre del dueño del edificio – me pongo aun más nervioso cuando empezaste a acercarte – p-pensé que podría ser importante así que yo…

-          Tranquilo – tu beso en mi frente fue la medicina que necesitaba para poder relajarme – no pasa nada. De hecho, puedes curiosearlo, solo – gentilmente tomas tu celular sosteniéndolo entre mi mano – aun no me sentía listo para decirte este pequeño secreto. Sabía que me avergonzaría un poco ya que siento que hice algo ilegal – ríes con un ligero nerviosismo – pero ahora puedo decirte que desde ese día de tu cumpleaños – señalas la imagen de fondo de tu pantalla siendo yo frente al pastel que me habías preparado – has estado ahí siempre.

-          A pesar de que ignoraba este detalle – refiriéndome a los hechos – me parece lindo – dejo un beso en tus labios – aunque algo penoso para mí.

-          El que te oye… era todo lo que ocultaba. Se siente liberador – dices con orgullo.

-          Mucho que te duró la vergüenza… - me burlo riendo – eso significa que me debes una foto tuya para tenerte en el mío. Es lo justo.

-          ¿Y si mejor una donde estemos los dos?

-          Perfecto – ambos nos sonreímos con sinceridad – ah, me dejó un mensaje para ti.

-          Te escucho – dejas tu celular en mi mano para que puedas dirigirte al refrigerador y así hidratarte.

-          Dijo que el trato ya está hecho. Que la canción le ha parecido el más hermoso poema nunca escrito – digo citando aquellas palabras.

-          Son buenas noticias. Y supongo que tienes curiosidad.

-          Claro. Nunca lo mencionaste y más que él ya sabía de mi – y no lo dije de forma recriminatoria.

-          ¿También te lo dijo? – reíste divertido – no se aguantó las ganas de decírtelo – niegas con la cabeza resignado – sí, nos compartimos nuestras historias con la persona que queremos, pero apuesto a que eso ya lo sabes.

-          No te mentiré que si me dijo algo de eso. La curiosidad ronda en saber el qué le habrás dicho, pero aun mayor el conocer la canción que le habrás compuesto.

-          Debo decir que es una historia preciosa con tonos de añoranza, melancolía, superación, amor… - sueltas un suspiro – te encantará.

-          ¿Podría escucharla ahora?

-          Hmn – haces un ademán de pensar – primero me gustaría tomar un baño para renovar energías, ¿te parece?

-          Claro. Claro. Yo mientras, ¿q-qué haces? – pregunto nervioso después de haber pasado del suelo a tus brazos.

-          Para renovar energías necesito de ti – dices con suficiencia y coquetería – y que mejor que estrenar ese enorme baño estando juntos.

-          ¡Tú tienes otras cosas en mente! – mi cuerpo se erizó al saber lo que le espera, mas no significa que no quiera. Tenía que hacer mi pequeña lucha.

-          Por supuesto.

Una vez cerrada la puerta del baño, lo que sucedió dentro se convirtió en el toque del paraíso a través de no solo la unión de nuestros cuerpos, sino también de dos corazones en uno.

Este es solo el inicio de nuestra más bella canción de amor.

Notas finales:

Ahora si de forma oficial, cerramos la historia con este extra de epílogo. 

Nos vemos.

 

=Midori Grey=

Después de que ambos tomáramos la decisión de vivir juntos aquel día de la puesta de Sol, lo primero que hicimos al llegar al departamento, fue planear con lujo de detalle nuestro plan, nuestra siguiente aventura, viendo lo que mejor nos convenía hasta que uno fue el ganador. De eso han pasado dos meses más.

-          ¿Dónde quieres que deje esto? – traes de forma estratégica una pesada caja que tiene dentro mis materiales de trabajo.

-          Ahí pegado en la pared – te señalo en área – ya después lo llevaré a la habitación donde trabajaremos.

-          ¿Y por qué no mejor lo dejo ahí? – a pesar de que lo preguntas como sugerencia, sé bien que fue de sarcasmo.

-          No quiero que te rompas la espalda. A tu edad hay más probabilidades – lo digo en un tono de falsa preocupación. Ahora tú sabes que me estoy burlando.

-          Me las cobraré, Phantomhive – arrugas tu entrecejo con escepticismo – y sabes que lo haré – dicho tu amenaza, giras en tus talones para dirigirte a la habitación destinada de las cosas.

-          Ya veremos – alzo un poco la voz para que me escucharas y tu me devolviste la misma expresión hasta desaparecer por aquella puerta.

Sonrío para mis adentros, cómodo con mi ahora vida, disfrutando de la perfecta compañía que se encargó de poder conseguir un nuevo departamento mucho más grande, céntrico a escasos metros de mi trabajo.

Mencionó que gracias a unas personas de su lista de contactos es que dio con este lugar donde se llevó la sorpresa que el dueño lo conoció años atrás. Un señor de avanzada edad que en aquel tiempo iba junto con su esposa en el lugar donde antes cantaba, ya que realmente ambos iban porque les agradaba escucharlo.

Tristemente su esposa falleció en el tiempo fuerte de la pandemia, dejando su corazón roto en diminutos fragmentos que poco a poco va pegando gracias a la fortaleza de seguir adelante por sus hijos, por sus nietos. Pero que a pesar de que logre recuperar los cachitos, siempre latirá con nostalgia por su único y eterno amor.

-          ¿Falta mucho? – te pregunto al verte salir.

-          Solo dos cajas.

-          Te ayudaré.

-          Descuida. Puedo hacerlo – me guiñas el ojo – tu sigue desempacando y puedes pedir el almuerzo. Con todo este ejercicio abrió el apetito.

-          De acuerdo, ¿qué quisieras comer?

-          Te lo encargo – y sin mayores detalles te diriges a ir por lo demás.

Con la encomienda busco en los rededores mi celular para poder hacer el encargo.

-          ¿Dónde está?

A punto de ir a la habitación principal, me detengo al escuchar el sonido de una llamada entrante mas no era del mío.

Caminando a pasos apresurados hacia donde provenía el ruido, tomo en mis manos el artefacto leyendo en la pantalla un nombre conocido para mi ya que tú me platicaste de él. El dueño.

-          ¿Diga? – no sabía de que otra forma responder la llamada…

-          ¿Sebastian? – pregunta con evidente duda al no coincidir la voz con el dueño original del número.

-          No, una disculpa, él se encuentra trayendo unas cosas de la mudanza. Usted debe ser el dueño, mucho gusto. Yo soy…

-          Tu debes ser Ciel, ¿verdad?

-          Ah, si… - respondo con sorpresa – pero…

-          ¿Cómo lo sé? – por el auricular pude captar una ligera risilla – bueno, digamos que una felicidad como la de él se nota a kilómetros. Y por supuesto despierta una agradable curiosidad. Él fue muy amable en contarme su propia canción de amor después que yo le conté la mía – con tal revelación mi pecho empezó a latir como loco – es todo un placer poder escuchar a la persona responsable de que sus ojos despidan unos enormes destellos que me recordaron lo que yo sentía cada vez que veía a mi esposa – su suspiro de añoranza podría percibirse, aunque no estuviera cerca del altavoz – estaré encantado de poder conocerte en persona. Él me ha hablado mucho de ti que siento que ya te conozco – se ríe con gracia que me fue contagiada sintiendo lo mismo – aunque por foto ya es así – mi sonrisa se acortó al escuchar esta parte. Que recordara aun no tenemos fotos juntos…

-          También estaré encantado de conocerlo. Sebastian me ha platicado de usted – digo con amabilidad a pesar de seguir confundido.

-          Espero que cosas buenas – suelta una risa agradable.

-          Por supuesto que sí – digo con humor – le doy garantía.

-          Me alegra saberlo – un poco a lo lejos se escucha murmullos que no logro captar – temo que tengo que despedirme. El trabajo me espera, pero antes de colgar, ¿podría dejarte un mensaje para Sebastian?

-          Claro.

-          Dile que ya escuché la canción que le pedí y me ha parecido el más hermoso poema nunca escrito. Es totalmente el reflejo de la historia con mi amada – su tono de voz pareció temblar por un momento ­– con esto, nuestro trato ya está hecho - ¿trato? – disfruten del departamento y espero más adelante podamos reunirnos.

-          Por supuesto.

Al colgar la llamada, en automático la pantalla principal del celular se abrió dejando ver la imagen que el dueño del artefacto tenía puesta.

-          ¿C-cuándo tú? – siento en mis mejillas un calor que es seguro deben de estar rojas.

-          Es oficial. Terminamos con… - te quedas en la puerta de la entrada estático al notarme con tu celular en la mano - ¿ya lo viste? – dejas las cajas en el piso cerrando la puerta consigo.

-          Ah, si. Aam… perdona. No era mi intención – no conectaba las palabras – tu celular sonó por una llamada y vi el nombre del dueño del edificio – me pongo aun más nervioso cuando empezaste a acercarte – p-pensé que podría ser importante así que yo…

-          Tranquilo – tu beso en mi frente fue la medicina que necesitaba para poder relajarme – no pasa nada. De hecho, puedes curiosearlo, solo – gentilmente tomas tu celular sosteniéndolo entre mi mano – aun no me sentía listo para decirte este pequeño secreto. Sabía que me avergonzaría un poco ya que siento que hice algo ilegal – ríes con un ligero nerviosismo – pero ahora puedo decirte que desde ese día de tu cumpleaños – señalas la imagen de fondo de tu pantalla siendo yo frente al pastel que me habías preparado – has estado ahí siempre.

-          A pesar de que ignoraba este detalle – refiriéndome a los hechos – me parece lindo – dejo un beso en tus labios – aunque algo penoso para mí.

-          El que te oye… era todo lo que ocultaba. Se siente liberador – dices con orgullo.

-          Mucho que te duró la vergüenza… - me burlo riendo – eso significa que me debes una foto tuya para tenerte en el mío. Es lo justo.

-          ¿Y si mejor una donde estemos los dos?

-          Perfecto – ambos nos sonreímos con sinceridad – ah, me dejó un mensaje para ti.

-          Te escucho – dejas tu celular en mi mano para que puedas dirigirte al refrigerador y así hidratarte.

-          Dijo que el trato ya está hecho. Que la canción le ha parecido el más hermoso poema nunca escrito – digo citando aquellas palabras.

-          Son buenas noticias. Y supongo que tienes curiosidad.

-          Claro. Nunca lo mencionaste y más que él ya sabía de mi – y no lo dije de forma recriminatoria.

-          ¿También te lo dijo? – reíste divertido – no se aguantó las ganas de decírtelo – niegas con la cabeza resignado – sí, nos compartimos nuestras historias con la persona que queremos, pero apuesto a que eso ya lo sabes.

-          No te mentiré que si me dijo algo de eso. La curiosidad ronda en saber el qué le habrás dicho, pero aun mayor el conocer la canción que le habrás compuesto.

-          Debo decir que es una historia preciosa con tonos de añoranza, melancolía, superación, amor… - sueltas un suspiro – te encantará.

-          ¿Podría escucharla ahora?

-          Hmn – haces un ademán de pensar – primero me gustaría tomar un baño para renovar energías, ¿te parece?

-          Claro. Claro. Yo mientras, ¿q-qué haces? – pregunto nervioso después de haber pasado del suelo a tus brazos.

-          Para renovar energías necesito de ti – dices con suficiencia y coquetería – y que mejor que estrenar ese enorme baño estando juntos.

-          ¡Tú tienes otras cosas en mente! – mi cuerpo se erizó al saber lo que le espera, mas no significa que no quiera. Tenía que hacer mi pequeña lucha.

-          Por supuesto.

Una vez cerrada la puerta del baño, lo que sucedió dentro se convirtió en el toque del paraíso a través de no solo la unión de nuestros cuerpos, sino también de dos corazones en uno.

Este es solo el inicio de nuestra más bella canción de amor.

 


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