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Tú, yo y las estrellas por Marbius

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4.- ·Eijiro Kirishima·

 

No es que Eijiro hubiera reclamado para sí el autoproclamado papel del mejor amigo de Bakugou, sino que lo era. Y punto. No admitía réplicas y refutaciones, y eso incluía al mismo Bakugou, que podía refunfuñar sin parar que “eso de tener mejores amigos era una tontería que sólo los críos en primaria hacen”, según sus palabras textuales, pero que eso no cambiaba el trato más tolerante que sobre ellos dos reinaba.

Con Kaminari y Sero solía mostrarse Bakugou menos paciente a sus bromas y más dispuesto a hacerle pagar por ellas, en tanto que Eijiro era la voz de la sabiduría que intervenía antes que sobre su amigo cayeran cargos de homicidio por desquitarse de la peor manera.

Podía llamársele sexto sentido para identificar aquellos escenarios, o quizá simple sentido común de cómo no presionar los botones de Bakugou y poner en marcha esa bomba explosiva que era su personalidad, pero lo cierto es que Eijiro se valía de esa habilidad para salvar la vida de sus amigos, y en más de una ocasión...

Como cuando Sero empezó con insinuaciones jocosas respecto a la vida sexual de Bakugou y Deku, así que Eijiro lo distrajo preguntando del béisbol, una de sus pasiones.

O también cuando Kaminari se empecinó en tocar el cabello ondulado de Deku, ignorando que a un par de pasos de distancia de ellos Bakugou estaba teniendo una crisis de celo que habría acabado mal y que Eijiro controló enviando a su amigo a buscar agua más allá en un arroyo cercano.

Y no se diga de Mina, que era su chica, vale, y la amaba, pero eso no lo hacía ciego a sus defectos, como esa tendencia que tenía de hacer las preguntas más incómodas posibles y esperar obtener una respuesta, que en su caso fue cuestionar en voz alta cuántos meses más pensaban esperar Bakugou y Deku antes de compartir la noticia de su unión con ellos.

—Es decir, si Kaminari no hubiera abierto la puerta de tu dormitorio-... —Articuló Mina antes de que Eijiro le llenara la boca con un bollo de carne que habían comprado de camino al campamento, y la chica se distrajo masticando y olvidó su pregunta.

Acampar con Bakugou era ya de por sí un deporte extremo, y no por las inclemencias del clima, los peligros normales de la fauna o las infinitas posibilidades de un percance en terreno irregular, sino porque éste podía fastidiarse con uno (o con todos) y manifestar su frustración haciendo gala de su personalidad abrasiva. Por supuesto que sus amigos estaban más que entrenados para lidiar con él, consiguiendo en un tiempo récord enfriar sus ánimos caldeados y devolviéndolo a la normalidad, pero quizá Deku no. Y quizá Deku no había conocido esa faceta de él. Y quizá, sólo quizá, también era prudente ayudarle a Bakugou para que la peor faceta de su persona no saliera a la luz.

—Es una lástima que no vinieras en verano —compartió Mina con Deku cuando los dos se pusieron a trabajar en los preparativos de la comida, lavando el arroz con agua potable que habían comprado de camino y acomodando la parrilla sobre la que la colocarían en el fuego—. Hay un río cerca y es tradición entrar al agua hasta que el frío lo hace imposible.

—Cada año hacemos una apuesta para ver quién es el último —se sumó Sero a la historia—, y sin falta es Bakugou el primero que se niega a entrar al agua. Para él 20ºC ya es impensable siquiera para meter el dedo gordo del pie.

—¡¿Qué estás diciendo, Celofán?! —Rezongó Bakugou a unos pasos de ellos, extendiendo su saco de dormir doble en el interior de su tienda de campaña sencilla, y Eijiro casi saltó desde su posición dispuesto a intervenir para calmar aquella rencilla, pero Deku soltó una risotada, y agregó por su cuenta la confirmación de lo poco que toleraba su amigo el agua helada.

—Oh, es cierto. En mi departamento hubo un desperfecto con el servicio del gas el mes pasado, y Kacchan prefirió levantarse casi dos horas antes para alcanzar a llegar a su propia regadera antes de ir a trabajar que utilizar la mía con agua helada. ¡Y ni siquiera estaba tan helada! Pero Kacchan es de los que prefieren que el vapor empañe los cristales o no está de su gusto.

—Típico de ti, Kacchan —se burló Ashido, y Bakugou le tiró con un trozo de corteza que encontró en las cercanías.

—Basta ustedes dos —les advirtió Eijiro, que aliviado exhaló al ver la manera en la que Deku había servido como catalizador para disolver el mal humor de Bakugou, pero no quería tentar a su suerte.

Pronto la conversación versó sobre temas menos peliagudos, y al menos de momento, Eijiro respiró tranquilo.

 

Por supuesto, la calma no iba a durar para siempre.

Después de comer y en grupo salir a caminar por los alrededores una ruta que ya conocían bien pero que en conjunto decidieron que sería la más adecuada para un principiante como Deku, a su regreso pasaron por el arroyo para lavarse, y las burlas respecto a Bakugou de cómo era éste un gato grande que odiaba mojarse no se hicieron de esperar. Y de vuelta, Deku consiguió aplacarlo e incluso provocar una sonrisa cuando lo salpicó con los dedos y éste le correspondió de vuelta.

Esa era la belleza de acampar: La desconexión de quienes eran en la ciudad versus la versión de sí mismos que era uno con la naturaleza y se liberaba.

Si bien Deku se había mostrado aprehensivo al inicio, pronto cogió confianza con los nuevos amigos que había hecho en las últimas horas, y sus sonrisas fueron menos artificiales y sus comentarios más naturales.

—La verdad es que estaba nervioso de venir con ustedes —les confesó de regreso al campamento cuando la tarde se echó sobre ellos y sus estómagos volvieron a rugir de hambre—, pero me alegro de que así fuera.

—Oh, nosotros también estamos felices de que aceptaras venir —le abrazó Mina, y aunque Bakugou rezongó para que “quitara sus feas manos de su novio” en general mantuvieron aquella buena atmósfera por el resto del trayecto.

A su vuelta al campamento, Deku entró a la tienda de campaña que compartiría con Bakugou a cambiarse la ropa mojada antes de empezar con los preparativos de la cena, y eso favoreció a que se decidieran por una corta siesta antes de empezar.

Eijiro ya se había recostado en el interior de su tienda de campaña doble, cuando Mina entró gateando y con aspecto de estar a punto de cometer una enorme travesura. Eso no podía ser bueno.

—Mira lo que encontré en las pertenencias de Bakugou —dijo al extender su mano y mostrarle una simple caja negra forrada en terciopelo que no podía ser... A menos que en verdad lo fuera... ¿Y lo era?

Una docena de pensamientos dispares cruzaron la mente de Eijiro, que al instante cubrió la mano de Mina con dos de las suyas.

—¡Mina! —Le reclamó con un siseo—. ¿De dónde sacaste esto y por qué lo tienes contigo?

—Le pedí a Bakugou repelente para insectos y lo encontré dentro de un calcetín. ¿Crees que sea...?

—¿No es muy pronto para eso?

—Nah. Cuando es amor, lo sabes, y ellos dos... Bueno —la chica exhaló con un gesto soñador que había ido creciendo en las últimas horas—, se nota que están enamorados. Nunca había visto a Bakugou tan feliz.

—Seh. Deku tiene ese efecto sobre él. No puedo decir que tenga queja alguna al respecto; se complementan bastante bien juntos.

—¡Lo sé~! —Expresó Mina de lo más feliz, y luego tuvo un acceso de risitas—. ¿Crees que lo intente esta noche?

—No si no devuelves esa caja a su maleta —dijo Eijiro con mortificación, imaginando la clase de crisis nuclear que habría en el campamento si Bakugou descubría que una de sus pertenencias faltaba—. Tenemos que crear una distracción y devolver esa caja a su sitio.

—Tsk —se quejó Mina, pero al menos no se opuso a ello.

De ese modo, apenas tuvo Eijiro oportunidad fue que llamó a Bakugou para ayudarle a preparar la carne con la que esa noche cenarían. La idea era preparar brochetas, y Bakugou se presentó para enfatizarle cuán torpe era con los cuchillos y por su cuenta cortar los trozos en perfectos cubos. Todo eso mientras Mina aprovechaba la atención que tenían todos sobre las habilidades de Bakugou con los cuchillos y devolvía la cajita de terciopelo al lugar que merecía.

Por el rabillo del ojo, Eijiro comprobó aliviado que acababan de evitar una catástrofe, y suspiró aliviado.

Al menos hasta la siguiente vez, estaban a salvo.

 

Después de la cena, todos se reunieron alrededor del fuego a comer malvaviscos y a contar historias de terror, resultando Deku el que más se aterrorizó y Bakugou el más satisfecho cuando su novio se pegó a su costado y permaneció ahí proporcionándole calor corporal.

Sólo hasta después de medianoche y con la luna en lo alto decidieron que era un buen momento para retirarse a sus respectivas tiendas de campaña, y porque la tranquilidad de la que habían gozado hasta ese momento era efímera, Sero y Kaminari se aliaron para molestar a la recién formada pareja.

—Pero nada de ruidos extraños, eh, Bakugou y Deku.

—Sí, guarden un poco para la luna de miel.

—¡Idiotas!

—Ya, ya —intervino Eijiro—. No molesten a Bakugou si no quieren despertar con un cubetazo de agua sobre sus cabezas.

Si bien Bakugou jamás iba a ser de los que dieran gracias cuando alguien saliera a su defensa, esa media sonrisa que le dirigió a Eijiro era todo lo que éste necesitaba para confirmar que sí, él era su mejor amigo, y que entre ellos dos, la comunicación era no la que se esperaba para los estándares normales, pero sí la que necesitaban entre ellos.

Y les funcionaba.

 

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Notas finales:

Yep, Kirishima ostenta el título de mejor amigo de Katsuki y no es el vano *guiño*
Graxie por leer~!
p.d. Como siempre, cualquier comentario/kudos es siempre bien recibido :)


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