Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tú, yo y las estrellas por Marbius

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

6.- ·Katsuki Bakugou·

 

Katsuki estaba convencido de que iba a matar a todos sus amigos uno por uno de manera lenta y dolorosa, enterrar sus cadáveres en el bosque, y deshacerse de cualquier rastro de evidencia que los vinculara a ellos. O al menos eso había pensado sin parar durante los primeros 5 minutos de su viaje, hasta que la risa de Izuku lo distrajo de sus pensamientos asesinos y le recordó que... Hey, era feliz. Y esa felicidad había llegado luego de casi 30 años de vida, en un momento de su existencia en la que el arrepentimiento del pasado y la incertidumbre del futuro no le auguraban nada bueno.

Haberse cruzado con Izuku a la salida del gimnasio donde él trabajaba y su ahora novio acudía a ejercitarse (en horarios diferentes, y de ahí que no hubieran coincidido antes hasta que el destino puso de su parte) era justo el milagro que Katsuki había esperado por tanto tiempo para resarcir sus errores.

Por supuesto, no fue un momento en que música celestial lo envolvió ni sobre él cayó un rayo de luz; todo lo contrario en realidad. Porque volver a ver a Deku había sido como un certero golpe en pleno plexo solar y Katsuki había quedado presa de un repentino instante de pánico en el que sus reacciones más primitivas de huir o pelear se dispararon hasta las nubes. Katsuki había tenido oportunidad de ver en el rostro de Izuku una cadena de emociones una detrás de otra: Fastidio por haber chocado con alguien, vergüenza al disculparse, un cierto atisbo de reconocimiento plagado de curiosidad, seguido de la tensión en sus rasgos al reconocer un rostro familiar, y después una frialdad que dejaba bien en claro su posición.

Por su cuenta había Katsuki sufrido una única emoción: Terror. Y había sido una verdadera bendición que de su boca emanara cualquier sonido, incluso si entre sílabas sueltas no consiguió armar ninguna palabra.

—Dek-... Mido-... Pero, uhm, ¿Izu-...?

Izuku le había puesto los ojos en blanco, y Katsuki había hecho de tripas corazón para inhalar hondo y volver a comenzar.

—Uhhh. Café.

—¿Me estás invitando o...?

—Sí.

Con un suspiro y jugueteando la correa de su bolsa deportiva colgando al hombro, Izuku se había mostrado dubitativo.

—No sé... Estaré ocupado los próximos días. No creo tener tiempo para ponernos al día con nuestras vidas.

—¿Y ahora mismo?

La impaciencia de Katsuki había obrado a su favor por una vez en la vida, y lo siguiente que recordaba éste era a ellos dos en una cafetería que no reconocía en lo absoluto y de la que no tenía ni la menor noción cómo llegar o qué camino tomar a partir de ahí para volver a casa.

Y la conversación, ah, había sido terriblemente incómoda. Pero también, increíblemente benévola para ambos al sincerarse del todo y exponer la vieja herida que Katsuki les había provocado a ambos. En el caso de Izuku había una fea cicatriz que éste ostentaba con valor, pero para Katsuki fue como drenar un espacio dentro de sí repleto de pus y enfermedad que lo hizo sentir valiente cuando muchas horas después, ya pasada la hora de cierre del local y ellos dos caminando por las calles de Musutafu, tomara su mano y le pidiera formar de nuevo parte de su vida.

Retomar la amistad que tantos años atrás habían cortado de golpe por rencillas infantiles había sido tan natural como respirar, pero también lo había sido dar pie a la atracción mutua que desde siempre había estado presente, y bastó un simple beso para que todo se viniera cuesta abajo por su propio peso y juntos exploraran una faceta de sí mismos en dupla para la cual se sentían preparados, pero no muy seguros de cómo proceder frente al otro.

Claro, para Izuku había sido una estancia de horas en el piso de Katsuki antes de que cerca del amanecer mencionara que tenía clases y no podía faltarte a sus alumnos, pero para su acompañante era mucho más. Una esperanza, casi una promesa...

Katsuki había querido irse con pies de plomo para lidiar con su zozobra y el miedo casi constante de que en cualquier momento Izuku pudiera ver a través de él y sus intenciones y le pusiera fin a recién descubierta relación de amantes que mantenían, pero... No fue el caso. Izuku le demostró con gestos tanto como palabras que estaba cómodo a su lado, y que era casi tan feliz como Katsuki a su lado (casi, porque éste se negaba a creer que Izuku pudiera sentir tal dicha como él lo hacía), por lo que estaba para quedarse.

Y lo hizo. Porque Katsuki se aseguró de ello.

Colocando una fecha en su calendario personal, Katsuki no perdió oportunidad de hacer de esa fecha su aniversario, y justo 3 meses después de que decidieran salir en serio escoger otro día en apariencia normal para presentar a Izuku la idea de mudarse juntos. Era pronto para los estándares actuales, pero demasiado tarde para el gusto de Katsuki, que detestaba verlo marcharse y creía atisbar la misma mirada en los ojos de su novio cuando él hacía lo mismo.

Katsuki había trazado planes (planes románticos, valga la aclaración) en los que sorprendía a Izuku en cama con el desayuno y al lado de su té matutino le entregaba la preciosa cajita de terciopelo negro que por los últimos 90 días había sido un recordatorio constante en su cajón de calcetines de lo mucho que quería eso para los dos.

Y por supuesto, porque no podía esperar menos si el hatajo de idiotas que eran sus amigos intervenían, la sorpresa había sido nula cuando en lugar de una sosegada y tierna propuesta, y Katsuki había tenido que trabajar con lo que tenía a mano para su disposición.

Menos mal porque Izuku era un romántico de corazón, y para él el lugar y las circunstancias eran secundarias cuando de por medio había amor. O al menos eso le había susurrado al oído a Katsuki cuando éste prometió apalear a sus amigos por haber arruinado la sorpresa.

—Nah, no es necesario que cometas homicidio por mí. Yo ya sabía del escondite de esta caja —le hizo saber Izuku a la menor oportunidad, y juguetón lo empujó Katsuki contra un árbol y lo besó sin parar como adolescentes en una cita.

De no ser porque no traían consigo lubricante y en cualquier cosa montárselo al aire libre con el riesgo de tener fauna silvestre observándolos no era fetiche de ninguno de los dos, volvieron casi media hora después al campamento, tomados de la mano y compartiendo con la Bakusquad que todo estaba solucionado.

—¡Pero no quiero ninguna jodida intervención más de ustedes, grupo de idiotas! —Amenazó Katsuki a sus amigos—. ¿He sido claro?

—Sí, Kacchan —replicaron sus amigos al unísono y con sorna, provocando a Katsuki y consiguiendo que éste los persiguiera alrededor del fuego gritando que se la iban a pagar y con creces.

Y a un par de metros seguro y conteniendo las risas, Izuku no dio la impresión de estar disgustado por estar ahí.

 

Si Katsuki creía que su saco de dormir era magnífico con su tamaño doble y espacio para estirarse a sus anchas, sólo confirmó su grandiosidad cuando al compartirlo con Izuku éste se arrebujó a su lado y le recordó que nunca antes había conocido realmente la verdadera calidez hasta tenerlo a su lado.

La mañana gélida los había recibido con el ruido de pisadas y voces ocasionales mientras Sero era el primero en levantarse y reavivaba el fuego para preparar un bien merecido té.

El ruido de la grava afuera de la tienda de campaña que Kirishima y Ashido compartían le confirmó a Katsuki que otros de sus amigos ya estaban en pie y que él debía de hacer pronto lo mismo, pero era difícil estar de ánimos para ellos con Izuku recostado en su pecho y adormilado jugando con la mano sobre la superficie de su estómago debajo de la ropa.

—Mmm, no me quiero mover de aquí. Demasiado... cómodo... —Exhaló Izuku, y Katsuki le pasó la mano por la espalda.

—Tenemos por lo menos media hora antes de que Kaminari venga a despertarnos —dijo Katsuki, y eso favoreció que Izuku se tomara en serio su falta de tiempo para deslizar su mano a los pantalones de Katsuki, y despacio y haciendo uso de la pericia adquirida en los últimos meses de su compañía, lo masturbó hasta conseguir que su novio se corriera en su mano.

Katsuki le pagó el favor recostándolo de espaldas y deslizándose a las penumbras de su saco de dormir, maldiciendo la doble capa de material aislante que hizo con su respiración un sauna a la altura de la cadera de Izuku, pero no lamentando la oportunidad de hacerlo gemir contra sus nudillos hasta que alcanzó el orgasmo al cabo de unos minutos.

—Eso fue... —Jadeó Izuku cuando Katsuki volvió a ascender y le plantó un beso en los labios—. No me importaría repetirlo.

—Hecho.

—¿Volveremos?

—Puedes apostarlo, pero —dijo Katsuki como promesa—, la próxima vez sólo seremos tú y yo.

—Y las estrellas.

—Y las estrellas —confirmó Katsuki antes de volverlo a besar.

 

La mañana se les fue en desayunar, dar un paseo por los alrededores y volver a empacar sus pertenencias. Izuku además escogió un par de hojas de un árbol cercano para un proyecto de separadores que planeaba implementar con sus alumnos, y pronto se vio Katsuki subiendo todo él solo a la camioneta mientras los idiotas de sus amigos y el increíble ejemplar de novio que el destino le había dado por retribución kármica se arrodillaban para recoger hojarasca.

—Hora de partir —anunció Katsuki, y pronto estuvieron todos en sus asientos y saliendo por carretera.

Apenas el vehículo cobró velocidad en la autopista, Izuku se puso la capucha de la sudadera que Katsuki le había prestado la noche anterior, y con la cabeza contra el cristal no tardó en quedarse dormido.

—¿Y en 3 meses más nos invitarás a la boda, Bakugou? —Rompió Ashido el silencio, y ahí donde Katsuki habría reaccionado con enojo, se la regresó con burla de su propia cosecha.

—Compórtate y lo sabrás.

—El papel de padrino de honor tiene que ser mío —declaró Kirishima—. Soy tu mejor amigo después de todo.

—¿Y nosotros qué? —Reclamó Kaminari.

—Tú puedes ser el crío de los anillos —replicó Sero.

—Entonces tú serás la niña de las flores —resopló Kaminari.

Discutiendo animadamente de los planes para una boda que todavía no estaba confirmada en el futuro, Katsuki mantuvo la vista al frente sobre la carretera y los dejó ser. A él lo único que le interesaba era tener a Izuku a su lado, y si a cambio tenía que lidiar con esos idiotas peleando por quién iba a dar el primer discurso durante el banquete, que así fuera.

De pronto posando su mano en el regazo de Katsuki, Izuku entrelazó sus dedos con los de él y le dio un leve apretón. No tardaría en dormirse de verdad, pero Katsuki estaba consciente de que no quería dejar ir la oportunidad de hacerle saber que estaba feliz de haber venido con él a ese viaje.

Su primero de pareja, y vale, el primero con amigos, pero los resultados habían sido buenos, y al final de cada día, Katsuki contaba sus pérdidas y ganancias, coincidiendo cada vez más en los últimos 6 meses con que las segundas superaban a las primeras desde que Izuku estaba en su vida.

Y Katsuki estaba bien con ello.

 

/*/*/*/*

Notas finales:

Nunca es divertido cuando un fic fracasa, pero yo me la pasé genial experimentando con los POV y escribiendo de la Bakusquad + Izuku de lleno.
Graxie por leer~!
p.d. Como siempre, cualquier comentario es siempre bien recibido :)
p.d.2. ¿Y adivinan quién ya tiene un one-shot listo para publicación? Pues eso~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).