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Lágrimas de Sangre por Nami Nkz

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Notas del capitulo:

No he actualizado esto desde que terminó mayooo, lo siento tanto, no tengo excusas. Trate de hacer un cap medianamente largo, espero que no crean que abandonaré este fic en algun momento, no, seran actualizaciones lentas pero llegarán. 

Disfruten el cap :D

—Le pediré a Akane que se encargue de las maletas. — Sanji se dejó caer en el sofá, obviamente exhausto y Zoro se acomodó a su lado con el control remoto de la televisión en la mano. —No tienes que ir al Baratie hoy. Quédate a dormir. — Sanji apoyó su cabeza en una de las piernas del moreno y dejó que sus pies se escondieran entre el respaldo y el reposabrazos del sillón.

 

—Seguro que los chicos serán los primeros en llegar. No quiero hacer que se preocupen. — Alcanzó con una mano el rostro de Roronoa y acunó su mejilla. Zoro retiró todo el cabello del blondo de su cara y sonrió al ver ambas cejas descubiertas. 

 

—Aún faltan varias horas para que te vayas. — Alcanzó su teléfono celular y enseñó la pantalla al blondo. —¿Lo ves? Vamos a dormir. 

 

— Mi querida Akane debe estar durmiendo. Llegamos sin avisar. — Sintió un pequeño movimiento en el muslo de Zoro y se incorporó instintivamente. Roronoa se levantó del sofá y con un gesto de su mano derecha le hizo entender que le esperaría en la habitación que comparten. 

 

—Déjalas ahí. — Escuchó a Zoro desde las escaleras justo en el momento en que iba a alcanzar una de las maletas para encargarse de ella. Al final decidió hacerle caso y encontrarse con él en la cama.

 

Varias horas más tarde, apenas veía poca luz provenir de la ventana, incluso pensó que aún podía dormir por más tiempo hasta que su teléfono comenzó a sonar. No lo pensó dos veces, simplemente se estiró en la cama y se incorporó a los pocos segundos. Zoro continuaba acostado en la cama, agitándose entre las sábanas para buscarle con sus brazos. 

 

...........ZS...........

 

Volteó a ver al otro apenas el auto se detuvo y cuando escuchó que Roronoa guardaba las llaves en su bolsillo colocó una de sus manos en su hombro y susurró "todo estará bien". Zoro sonrió, pero la tensión en su rostro no desapareció. Ambos salieron del automovil, sólo que el moreno detuvo su caminar al estar a unos cuantos metros de la entrada.

 

—¿Por qué pones esa cara? No pasará nada.— Zoro levantó la mirada hacia él y se sonrieron mutuamente antes de que Sanji girase la perilla de la puerta. Del otro lado de la puerta sólo había un pequeño pasillo, intentó asomarse para ver un poco más allá. No esperó encontrarse a Zoro a unos cuantos pasos de distancia cuando volvió a dirigirle la mirada. Roronoa parecía estar más preocupado que él mismo. —Nos vemos más tarde. — El moreno aceptó su beso de despedida, pero no sé apartó de su lugar, no quería cerrarle la puerta en la cara, no sabía cómo decirle que podía irse ya.

 

Fue el mismo Zoro quién se alejó por fin y el no avanzó por el pasillo hasta que escuchó el motor encenderse y el automóvil alejándose. Suspiró cerrando detrás de sí la puerta, al fondo solo podía escuchar algunas voces, el choque de la cerámica y el metal.

 

—Buen día. — Esas fueron sus únicas palabras, en pocos segundos algunos de sus compañeros se acercaron a él para darle palabras de apoyo, no sabía cómo se habían enterado, pero eran bien recibidas. Recibió abrazos y algunos regalos, incluso de aquellos con los que quizás no hablaba demasiado. 

 

Cuando le avisaron que había una mesa en particular que había pedido conocerle en persona, supo al instante de quién se trataba. El joven castaño de particular gorro fue el primero a correr a sus brazos y colgarse de su cuello, mientras que los otros dos restantes gritaron su nombre con mucha alegría; pudo notar el brillo en sus ojos cuando le vieron acercarse. 

 

Tuvo que volver al trabajo y una idea llegó a su mente. Pronto llegaría el año nuevo y por supuesto que le gustaría tener a sus seres amados ese día en particular. Habló de ello en voz alta sin querer y algunos de sus empleados lograron escucharle, obviamente apoyaron su idea. 

 

El resto del día no fue demasiado especial, era un día normal de trabajo, estaba feliz por haber vuelto y sus compañeros lo notaron también. Podían decir que le hacía falta desconectarse un momento de sus obligaciones para  intentar rehacer su vida desde cierto punto. Él en su mente continuaba con esa cierta inseguridad de “seguro dirán que cambio demasiado rápido de opinión o fue por mero interés" (por no decirlo de una manera más explícita) había sido una de las barreras a la hora de imaginarse en una otra relación, poco a poco ese pensamiento tonto iba desapareciendo.

 

Salió un momento del edificio, buscó en los bolsillos de su pantalón por puro instinto, pero suspiró con desilusión cuando sólo encontró su encendedor y un caramelo. No le había tomado la suficiente importancia, pero había dejado de fumar en menos de un mes y no tenía más esa necesidad.

 

Estaba muy adentrado en sus pensamientos, el sol comenzaba a esconderse y seguro que no pasaría mucho tiempo antes de que le llamaran para que volviera a la cocina. Se alarmó cuando escuchó un sonido extraño a unos pocos metros de distancia, la escasa luz sólo le permitió observar algo arrastrándose por el piso. Su corazón se encogió de inmediato al reconocerlo. Contuvo sus lágrimas, el pequeño animal hambriento le miró con sus hermosos ojos ónix. 

 

—Ven aquí, chico. — Se hincó y extendió su mano hacia canino, no vio en él intenciones de hacerle daño, sólo las de pedirle ayuda. El animal rozó su húmeda y fría nariz contra la piel de sus dedos para guiarla a su cabeza y Sanji masajeó con su mano sus orejas. —¿Tienes hambre? — Un nudo se hizo en su garganta, su voz se quebró y llevó ambas manos al pelaje oscuro del animal, estaba frío y bastante sucio. —¿Qué puedo hacer...? A Zoro no le molestará si me encargo de tí, ¿Cierto?— El perro aún sin nombre se agitó a sus pies, comenzó a dar vueltas alrededor suyo. — A quién le importa lo que piense él de ti. Eres muy lindo. —

 

Si Zoro había quedado cautivado por los encantos de un muchacho omega, él se había enamorado de lo que había visto reflejado en los ojos negros de esa pequeña y hermosa criatura. 

 

Encontró cualquier cosa dentro de la cocina y corrió para alimentar a su nuevo amigo. Tenía que volver al trabajo, así que debía rezar para que ese chico se quedase a esperarlo. Sólo quedaban algunas horas, pero para él fueron las más largas de su vida. 

 

—Estás aquí. — Sus ojos brillaron de ilusión. El canino no rechazó su contacto, se refugió entre sus brazos y él sintió una sensación agradable dentro de su pecho. Pronto vió que un automóvil se detuvo a unos cuantos metros de él y a los pocos segundos su teléfono comenzó a sonar. — No tenías por qué, Zoro.

 

—Tu departamento puede estar a unas calles de aquí pero no puedes irte caminando a casa. Puedo verte desde aquí, ¿Qué estás esperando? — Colgó el teléfono y lo guardó en su pantalón para acercarse al auto, pero apenas abrió la puerta se quedó estático. —Veo que estás acompañado. — Pensó por un momento que Zoro le diría que no podría entrar con el cachorro en brazos, estaba incluso preparado mentalmente para tener que pedir un taxi a ese departamento si era necesario. —No te quedes ahí parado.

 

—¿No me dirás que lo deje en la calle? 

 

—No lo haré si tú quieres llevarlo a casa.— Abrazó al perro con una sola mano para poder apoyarse dentro del automóvil y acomodarse en el asiento del copiloto e inmediatamente se lanzó a brazos de Zoro. El moreno aceptó su cariño, el cachorro encontró un cálido espacio en sus piernas para hacerse un ovillo en cuanto regresó a su lugar. —Es muy lindo. 

 

—¿Sabías que te amo? Ven aquí, déjame darte un beso. — Zoro le encontró gracia, Sanji decía eso mientras abrazaba al cachorro entre sus brazos. Obviamente recibió gustoso todos los besos que el otro quiso darle y aprovechó para dejar en su rostro algunos suyos. 

 

—Debes darle un baño cuando lleguemos a casa. — Sonrió al ver esa expresión de felicidad en el blondo, jamás le había visto 'brillar' de esa forma. —Quería hablar contigo sobre algo.— Sanji acarició un momento el pelaje del animal y luego de que éste se acomodarse entre su chaqueta y su cuerpo para encontrar calor miró a Zoro. —Deberíamos hablar con tu médico... ya sabes, necesitarás supresores pronto.

 

—Ah, no te preocupes por eso. Apartaré una cita con él en cuanto tenga la oportunidad. — El peliverde tenía la mirada al frente, el semáforo volvió a verde y él inclinó un poco el asiento para poder descansar un momento. Notó que el perrito se revolvió incómodo y luego de amasar un momento en sus piernas volvió a acostarse en ellas.

 

—De acuerdo. — Hubo un momento de silencio cuando pensó que Zoro le preguntaría por algo más, pero no lo hizo. En ese instante sintió que su teléfono había vibrado dentro del bolsillo de su pantalón aún que lo sacó pensando que sólo era su imaginación, en realidad había recibido un mensaje. — Una cosa más. ¿Qué quieres hacer con el departamento? —

 

—... no lo sé. Quiero deshacerme de él, pero... uhm... ahí hay algunas cosas que podría conservar y necesito hacer limpieza. — 

 

—Puedo acompañarte si quieres. — 

 

—No quiero molestarte con esas cosas, yo puedo encargarme de eso.— No quería estar ahí cuando Zoro tuviera que entrar al baño, seguro que él ya había estado ahí y lo había visto todo, pero aún así se sentiría incómodo con Zoro ahí. Necesitaba hacerse cargo de sus demonios por su cuenta. El moreno volvió a insistir una vez más, pero finalmente se rindió con un “como tú digas”. 

 

No volvieron a hablar el resto del camino, ambos estaban agotados y con ganas de meterse en la cama. Para cuando volvió a dirigirle la mirada a Sanji en un semáforo en rojo, tenía los ojos cerrados pero los abrió cuando sintió su mirada sobre el, luego solo se sonrieron mutuamente y él regresó su vista al camino.

 

...........ZS...........

 

— ¡Es muy esponjoso y suave! — Exclamó la señorita de rojo cabello cuando tuvo al cachorro en sus brazos. La toalla estaba ya abandonada en el sillón y el cepillo aún en manos del rubio. Eran ya altas horas de la noche, pero él no iba a descansar hasta que ese chico estuviera durmiendo ya y sabía que Zoro no lo haría tampoco hasta que estuviera con él en la cama.

 

Ella se despidió para irse a dormir y mientras el cachorro dormia entre los cojines el encendió la televisión un momento. Había olvidado el mensaje que no pudo responder cuando su teléfono sonó, así que lo primero que hizo al abrir el chat fue disculparse. La persona en cuestión tardó muy poco en responder. 

 

Había olvidado lo que guardaba aún en su galería, entró en ella por mera curiosidad. Su sonrisa, que hasta ese momento parecía que nada era capaz de desvanecerla, se convirtió en una expresión de tristeza. Ahí habían recuerdos de cuando su relación aún era mínimamente estable y 'sana'. Ahora entendía por que parecía estar usando su teléfono para lo más escencial.

 

—¿Qué estás haciendo? — Escuchó a Zoro detrás de él, quizá sus feromonas habían llamado su atención sin haberse dado cuenta. Intentó esconder esa imagen de su teléfono, pensando que a Zoro no le gustaría verla, había nacido un pequeño sentimiento de angustia en su pecho. No pudo ocultarselo a Roronoa, fue el quien se acomodó a su lado para tomar el celular entre sus manos.

 

Tembló cuando Zoro comenzó a ver un poco más allá, había sido su propio instinto de protegerse el que le había jugado una mala pasada. El moreno apagó el dispositivo y lo alejó de ambos para acercarse a él.

 

Entendía los estragos de haber vivido en una relación como esa, no iba a ponerse en un estado tóxico sólo por ver una pequeña parte de lo que el otro odiaba de sí mismo. Le sonrió a Sanji, quizá ayudaría en algo. No sabía lo que el otro debía estar pensando, probablemente estaría angustiado por la posible reacción que pudo haber obtenido de parte suya, pero eso era estúpido, no podría imaginarse haciendo una escena de celos por una fotografía de hacía años, que Sanji pensara así de él le hacía pensar que definitivamente había hecho algo mal, pero tampoco lo culparía por ello.

 

Acarició su cabello y aprovechó el momento para llenarle de mimos. Ambos sintieron ese calorcito, Sanji se permitió abrigarse en su pecho y dejarse cargar por él hasta la habitación cuando por fin Akane debió irse a dormir y el cachorro yacía debajo de una manta en el sofá. 

 

Transcurrieron unos pocos días y el deseo de Sanji por preparar un gran evento en el Baratie por año nuevo no abandonó su cabeza, ahora sus empleados no paraban de repetir lo mismo, ellos mismos eran los más emocionados por eso. Zoro apenas reaccionó cuando le contó su idea, pero dijo que sin duda él estaría ahí antes que cualquier otra persona.

 

Akane se encargaba de cuidar al cachorro cuando ellos tenían trabajo, habían pasado varios días y aún no tenían un nombre para él, simplemente se referían a él como “chico”. 

 


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