Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lágrimas de Sangre por Nami Nkz

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Si, ha pasado mucho tiempo. Me tome un descanso un poquito largo, peroo les traje el capitulo mas largo hasta ahora y el primero de tres capitulos en otra historia mas.

Os aviso que he estado editando Reflejo Insaciable y estoy a punto de terminarlo, dentro de nada esta la actuaizacion. 

 

Tambien les dire que en este capitulo ya hay lemon y aprovecho para decir que se me da muy mal el omegaverse.

 

Disfruten el capituo uwu

Zoro se despertó solo en su cama cuando el teléfono comenzó a sonar. Dejó que sonara varios segundos pero al final no pudo soportar ese sonido tan desagradable y extendió el brazo para apagar su móvil. Introdujo sus manos por la sábana y terminó por incorporarse de la cama al darse cuenta del vacío. 
 
Era muy poca la luz que entraba por la ventana, la habitación estaba casi en completa oscuridad cuando él comenzó a caminar fuera de ella. Bajó las escaleras y caminó descalzo hasta la cocina para buscar algo para saciar su sed, pensó que Sanji estaría en el baño, pero no esperaba encontrarse con él buscando entre las cosas del refrigerador.
 
—¿Qué estás haciendo? — Preguntó asomándose desde la puerta. Sanji se incorporó de nuevo con algunas cosas entre las manos. —¿A qué hora te levantaste?.
 
—No lo sé, hace un rato.— Le dió la espalda para encender la luz. Podía ver algunas rebanadas de pan fuera de la bolsa y un sartén en la parrilla que aún no estaba encendida.— Ya que Akane se fue de vacaciones con su familia, me toca cocinar a mí. —
 
Se acercó a su cuerpo y abrazó su cintura con ambas manos. No podía ver la gran sonrisa que Sanji tenía en su rostro, pero sí que recibió gustoso el beso que el blondo dejó en su verde cabello. Cuando se separaron un poco notó en su cuello una toalla blanca, húmeda. Dejó un beso en su frente cuando Sanji le miró de frente.
 
— Sabes que comeré lo que sea que tú cocines. —
 
—Ve a darte una ducha mientras tanto. —
 
Obedeció y dejó a Sanji a solas en la cocina, ese día en particular parecía estar de un excelente humor. Prometió que llegaría temprano al evento que Sanji había preparado para ese círculo cercano de amigos, incluso permitió que llevasen a más invitados si así lo querían pero debían haberle avisado con anticipación. 
 
Por supuesto, ese día empezaba siendo uno completamente normal. Bajó las escaleras aún con la toalla en sus hombros y el desayuno ya estaba preparado para él. Sanji estaba cocinando el suyo, pero no tuvo que esperar mucho para que el blondo pudiera sentarse frente a él en la mesa. 
 
Más tarde, le tocó dejar a Sanji en el trabajo, se despidieron con un beso y cada quién tomó su camino. 
 
Cómo ya lo había organizado todo antes el restaurant cerró más temprano de lo usual. Permitió que algunos de sus empleados fueran a casa a celebrar el año nuevo, solo unos cuantos se quedaron a ayudarle con ese evento privado, pero claro, con horas extra pagadas y sus familiares invitados. 
 
Las personas empezaban a llegar, pero ninguno de sus amigos estaba entre ellos, ni siquiera ese estúpido marimo que había prometido ser el primero en estar ahí. 
 
Se sentó a esperar en una mesa, fue muy fácil identificar la melena negra agitada y ese gorro rosado tan adorable a lo lejos. Les recibió con un abrazo, pero ellos lo que querían era quitarle la respiración. 
 
La cena empezaba a ser servida por los meseros y él estaba comenzando a angustiarse. No había ni rastro de ese estúpido novio suyo. Pero si de sus dos señoritas más amadas. El dulce aroma de sus perfumes llegó a su nariz cuando ellas le recibieron entre sus brazos. Ellas inmediatamente se dieron cuenta de que algo no iba bien y preguntaron si estaba él esperando a alguien. Claro, ellas todavía no conocían la relación que existía entre él y Zoro. 
 
Todos estuvieron rápidamente reunidos, desde el músico hasta el mecánico del grupo, todos disfrutando sentados y unidos en una mesa, exceptuando al mocoso que llevaba haciendo desastres pues todo el lugar y que era perseguido por un lindo joven castaño y un muchacho de cabellos rizados.
 
Habían pasado varias horas, el imbécil no respondía sus llamadas y casi era hora de la cuenta regresiva. Ya más desepcionado que angustiado salio del edificio.
 
—¡Diez! — Caminó algunos metros cuando comenzó a escuchar la cuenta regresiva y justo en ese momento apareció el. —¡Nueve! —El auto se detuvo justo a unos cuantos metros delante de el. —¡Ocho!— El hombre sale apresuradamente del automóvil y hace contacto visual con él —¡Siete!— A el le regresa el brillo a los ojos y se apresura para llegar hasta el otro. —¡Seis! — 
 
—Eres un tonto. — Recibe un abrazo de él y un beso de disculpa en la frente. 
 
¡Cinco! 
 
—Lo siento tanto. — 
 
¡Cuatro!
 
Unieron sus frentes y se tomaron de las manos.
 
¡Tres! 
 
El blondo volvió a sus brazos y se frotó contra él cariñosamente. 
 
¡Dos! 
 
Volvieron a mirarse a los ojos e hicieron la distancia entre ambos más corta.
 
¡Uno! 
 
..........ZS..........
 
Después de cenar, Sanji le invitó -o más bien obligó- a bailar con él. Le tomó de la mano y le llevó a la pista de baile. Ahí fue cuando terminaron por hacer oficial su relación frente a sus amigos. 
 
—Sanji.— Se habían olvidado por completo de dónde estaban parados bailando al ritmo de la música, para ellos en ese momento sólo existía el otro hasta que el joven amigo de ambos llamó al blondo por su nombre para que por fin le prestase atención. 
 
—¿Qué pasa, Luffy?... Oh, ¡Law! — Apenas y se separó un poco de Zoro pudo distinguir un rostro a lo lejos e inmediatamente gritó su nombre y corrió hacia él. 
 
 Zoro sintió algo extraño en el pecho cuando Sanji exclamó el nombre de otra persona. No quería admitir que eran celos, él mismo se reprochó cuando el blondo regresó con ellos de la mano de otro chico, prácticamente arrastrándolo. 
 
—¿Quién es él? — Preguntaron Luffy y Zoro al mismo tiempo, el primero con una ceja levantada por curiosidad y el segundo con el ceño fruncido al ver tal cercanía al abrazarse. Sanji los miró a ambos un segundo antes de responderles.
 
—Su nombre es Law. Nos conocimos cuando llegué a este país, es un amigo. — Colocó su mano en su hombro señalando al moreno y entonces con los dedos de esa misma mano le señaló a Law el nombre del par frente a ellos. — El es mi pareja, su nombre es Zoro. Luffy es nuestro amigo.
 
El hombre tatuado se acercó a ambos para estrechar sus manos y él intentó sonreír genuinamente, pero sólo lo logró cuando volteó hacia la derecha a ver al rubio, la sonrisa en su rostro era incomparable. 
 
— Lo siento, llegué un poco tarde. — 
 
—No te preocupes. Te serviré la cena. —
 
..........ZS..........
 
Debía admitir que durante el transcurso del viaje no podía sentirse más incómodo ante el silencio de Zoro. Apenas pudo despedirse de todos en el Baratie, estaba ya muy cansado y tenía muchas ganas de meterse en sus sábanas y dormir hasta muy tarde. Zoro se veía igual o peor que él, había tomado demasiado aún que tuviese más resistencia que cualquier otra persona.
 
Roronoa salió muy torpemente del automóvil y se preocupó un poco. Akane debía estar pasándola genial con su familia también así que estarían solos por al menos unos días. Al llegar a la sala, no tardó en percibir un fuerte olor a cítricos y metal. Se confundió un poco cuando Zoro se encogió en el sofá, inmediatamente se acomodó junto a él y Roronoa volteó a mirarle para pedirle que se acercase un poco más. 
 
Se sorprendió cuando Zoro se inclinó un poco sobre él y presionó sus labios contra los suyos. Sonrió a mitad del beso comprendiendo un poco más lo que sucedía y sólo se dejó llevar hasta que se halló debajo del cuerpo contrario en el gran sillón. Rio un poco divertido al ver indeciso a Roronoa sobre alejarse o no, sus mejillas estaban pintadas de rojo y su respiración era irregular.
 
—Oh, Marimo... — Respiró profundo, recuperándose del beso. — ¿Estás en celo? — Colocó ambas manos en las mejillas del otro para que se miraran a los ojos. 
 
—Juraría que aún no eran tres meses. — Se mantuvo en esa posición un momento, mientras que Zoro se incorporó a sus pies. Su pierna derecha terminó a espaldas de Zoro y su pierna izquierda sobre las de Roronoa que en ese momento estaban un poco flexionadas.
 
—No tienes nada de lo que quejarte. —Continuó con esa sonrisa en sus labios. Deslizó sus dedos sobre su camisa desde el cuello hasta poco más lejos que sus costillas y abrazó su pecho con su antebrazo. —¿Qué estás esperando? — Zoro volteó a verlo sorprendido, al parecer no esperaba esa respuesta. —Si no lo haces tú lo haré yo. — Bastó un gesto con sus dedos y esa misma sonrisa suya para tener a ese moreno entre sus brazos, besándole una y otra vez. 
 
—Voy a hacerte mío. ¿Eso está bien? —El olor a cítricos y acero se volvió aún más fuerte y se combinó con el suyo a frutas dulces. El calor subió a su rostro también cuando Zoro atrapó su labio inferior entre sus dientes y recorría con sus dedos por dónde le daba la gana. Subió él mismo sus brazos por encima de su cabeza para dejarle el camino libre e hiciera lo que quisiera.
 
Aún que se sorprendió un poco, dejó que Zoro arrancase los botones de su camisa y metiera sus dedos entre la tela y su piel. Pudo sentir la melena verde en su cuello y entonces una extraña sensación en el pecho junto a un curioso sonido. 
 
—... ah... no en lugares visibles... — Escuchó su propio gemido hacer eco en la habitación, pero además de que sus mejillas se pigmentaron por la vergüenza, no le dió muchas vueltas.
 
Imaginó a Zoro sonreír mientras sus labios aún seguían en contacto con su piel y entonces levantó la mirada hacia la nada, dejó que sus brazos cubrieran su rostro acalorado. Zoro continuó por juguetear un momento con su marcado abdomen, quizá no tanto como el suyo, pero sí que estaba en forma. 
 
Vió a Sanji intentar cubrir su vergüenza, así que fue un poco más allá. Sujetó su torso con ambas manos y con los pulgares presionó y masajeó suavemente los brotes de carne. Sanji no pudo contener sus gemidos de sorpresa y le miró con los ojos entrecerrados. 
 
—Eres muy sensible. — Sonrió, inclinando su rostro hacia su pecho. Acarició con su lengua el pezón y lo rozó un poco con sus dientes, sin dejar de observar su reacción. No supo si la expresión de molestia de Sanji era ante sus caricias o su comentario.
 
—Aah... hm... no me muerdas —
 
—Espera.— Se apartó de su pecho y se ubicó entre las piernas del blondo para sacar por la fuerza su cinturón y lanzarlo por ahí sin cuidado. Extendió sus brazos para hacer que Sanji se uniera a él, y entonces al tenerlo sujetado de sus hombros levantó con fuerza al otro desde la parte inferior de los muslos. Se incorporó con cuidado y tratando de mantener su equilibrio cuando Sanji lanzó sobre el sofá su propia camisa y se aferró a él.
 
Sin dejar de besarse entraron a empujones a la habitación, cerrando la puerta detrás de ellos. Sentó a Sanji en la cama y comenzó a desvestirse también, despidiéndose de su saco, camisa, corbata y cinturón. 
 
—Quedate así un momento. — Vió la oportunidad y se arrastró hasta quedar arrodillado frente a Zoro, no hacían falta preguntas para que le quedara claro qué era lo que quería hacer y Zoro lo confirmó cuando comenzó a bajar el cierre de su pantalón. Vió el sonrojo en sus mejillas al liberar ese miembro de su prisión e intentó atrapar la cabeza entre sus labios.
 
—No lo roces con tus dientes. — Era divertido como Sanji le sujetaba con firmeza desde la cadera para intentar impedir que se moviera por su cuenta e intentaba no utilizar nada más que su boca. Logró introducir la cabeza en su boca y jugueteó primero con su lengua.
 
Los sonidos húmedos sonaron por toda la habitación y le fascinaban esos pequeños suspiros y jadeos de esos instantes en los que se detenía para recuperar aire. Parecía que se acostumbraba lentamente al tamaño y con ello pasó a sentir la punta de su nariz en su ingle, no del todo, sólo pequeñísimos toques.
 
Sanji tenía sus ojos cerrados, a diferencia de él que no tenía pensado perderse de ese espectáculo. Comenzó a soltar algunos suspiros sin querer y hasta tuvo que sostenerse de la pared a sus espaldas cuando Sanji aumentó el ritmo a propósito. Apartó al blondo cuando creía que estaba en su límite, pensó que se molestaría, pero al tomar la base de su miembro para darle golpecitos por la cara, Sanji sacó gustoso su lengua para recibir su semilla. 
 
No lo había notado, Sanji había bajado sus propios pantalones y bóxers mientras estaba arrodillado. Ya un tanto desesperados, se arrastraron uno al otro a la cama, casi pierden el equilibrio por un momento. 
 
Los olores empezaron a mezclarse, frutas dulces y cítricas, con el paso del tiempo el olor a tabaco desapareció poco a poco de Sanji, ahora sólo podía distinguir ese delicioso y dulce aroma. Un hilillo de saliva caía por los labios de ambos, él se deslizó por su cuerpo hasta encontrarse entre sus piernas. Notó que Sanji se removió incómodo, hasta que extendió sobre su propio vientre un par de sobrecitos. 
 
—¿Ya los tenías preparados?... Qué travieso. — Sonrió con lujuria apartándose del rubio después de tomar lo que éste le ofrecía. Se dió la vuelta, entrelazó sus piernas con las del otro y con un poco de impulso para poder dar la vuelta el muchacho quedó debajo de él a su completa merced con la cara contra la almohada. — Sé un buen chico. — Palmeó la piel desnuda de sus glúteos y los abrió con sus dedos para encontrar algo. —Dame una almohada. — Alzó sus caderas un poco para que tuviera un poco más de comodidad. 
 
Dejó un lindo mordisco en un glúteo, luego dió unas palmaditas en la tierna carne para hacer que se tiñera de rosa. Inclinándose un poco sobre su cuerpo, hizo que se apoyará con sus codos y rodillas, alcanzó su boca con sus dedos y jugueteó con su lengua hasta hacer que su saliva cayera a la sábana. Sanji se quejó cuando introdujo uno de sus dedos hasta donde pudo y acarició su interior con la punta. 
 
—Mmgh... haah— Jadeó. Zoro metía y sacaba ese dedo y acariciaba con sus demás dedos superficialmente mientras amasaba sus nalgas con la otra mano y dejaba bonitas marcas en su espalda. —¡Zoro...! — Arqueó su espalda un poco, las caricias del moreno en su interior habían atinado en un punto y de pronto sentía una nube de calor. 
 
Ese gemido suyo había sonado más a súplica, asi que aumentó un dígito más y se sorprendió con la facilidad con la que había entrado, sólo había sido suficiente rozar ese punto para que su interior se hallase más húmedo y resbaladizo. De pronto recordó que se estaban olvidando de algo, Sanji ahogó un grito cuando presionó la punta de su miembro, del que ya caían unas cuantas gotas de preseminal. 
 
—N-no... Zoro... v-voy a correrme — 
 
—Aún no, cariño. — Se apartó de su cuerpo y terminó por deshacerse de sus propios calzoncillos, se masturbó un par de veces después de colocarse el preservativo y fue entonces que pudo alinear el glande con el pequeño anillo de carne. — ¿Estás listo? — Vió al otro asentir y él empujó para adentrarse poco a poco. No le costó mucho entrar hasta que sus testículos tocaron los glúteos del otro. 
 
Esperó unos cuantos minutos para permitirle acostumbrarse al tamaño y comenzó a moverse lentamente hacia atrás. Sanji cubrió su boca con sus manos para intentar callar sus gritos, pero no esperó que después de unos momentos Zoro tomara sus manos para utilizarlas como riendas y él tuviera que sostenerse sólo con sus rodillas.
 
—¡Ugh!... ¡marimo! ¡Aah!— No tuvo que buscar por mucho tiempo, Sanji alzó la voz cuando él encontró ese lugar especial. 
 
Atacó continuamente ese lugar, tenía que detenerse de vez en cuando o sentía que iba a correrse demasiado pronto. Los gritos del blondo se convirtieron en súplicas por qué continuara azotando su interior exactamente en ese lugar y él obedeció. 
 
Soltó sus muñecas y aprovechó el instante para abrazar su vientre y levantarlo para sentarlo sobre sus caderas. Él se recostó lo más que pudo hacia atrás llevándose la almohada con él mientras disfrutaba el gran espectáculo. Dejaría que Sanji terminara el trabajo. Podía ver el momento exacto en que su miembro se adentraba en el cuerpo del otro y éste hacía lo posible por hacer que sus piernas resistieran un poco más el cansancio.
 
Pronto vió como ambos iban a llegar a su límite, así que cambió posiciones una vez más. Volvió a dejar al blondo contra el colchón para alzar una de sus piernas. Sintió al otro temblar y aferrarse a las sábanas y supo entonces que no había calculado del todo bien.
 
—¡Aah haah! ¡Ugh! — Sanji tenía los ojos en blanco en el momento en que se liberó en las sábanas con un chorro abundante y él seguía con ese movimiento constante. El blondo suspiró profundamente relajándose sobre el colchón, pero se estremeció cuando notó que Zoro aún no tenía intenciones de detenerse. — ¿N-no te... has corrido...? 
 
—Me has dejado solo— Dejó un par de mordiscos en su cuello, como si estuviera pidiendo permiso, pero el ojiazul negó frenéticamente con la cabeza cuando entendió a lo que se refería y él aceptó buscando otro lugar. Sus dientes se aferraron cerca de su hombro hasta dejar una marca roja de dientes. 
 
—¡Z-Zoro! l-lo siento... — Llegó al clímax unas cuantas embestidas después y entonces Sanji suspiró cuando él salió de su interior. — ¿Marimo? — Sanji le buscó con la mirada aún intentando recuperarse del orgasmo y le encontró buscando entre los cajones de su buró. — ¿Qué estás...buscando...? — Preguntó más dormido que despierto, frotándose los ojos. No se inmutó cuando Zoro volvió a colocarse encima suyo. — ¿Zoro? 
 
— ¿Listo para la siguiente?. — Le dió un beso en la frente, pero después tomó ambas piernas desde la parte opuesta a la rodilla para impedirle las cerrase. Escuchó los lloriqueos del otro mientras empezaba a azotar nuevamente su interior, pero no quería detenerse y veía en el rostro del otro que él tampoco quería que parase.
 
 ..........ZS..........
 
Regresó a la habitación con dos tazas de té negro en las manos. Sanji tomó la suya con ambas manos. Se notaba el cansancio en su rostro, sin duda había sido un día muy largo y tenían poco tiempo para descansar. Zoro fue el primero en terminarse el té que él mismo preparó, luego se metió en la cama junto al blondo. Sanji aún estaba a la mitad de la taza, sentado sobre el colchón mirando a la nada.
 
—¿En qué estás pensando? — Preguntó acercándose a él cuánto le fuera posible. El ojiazul miró la taza y luego lo volteó a ver a él, apoyandose en su hombro y frotándose con cariño contra él mientras seguía bebiendo su té. — ¿Ya no vas a tomarlo? — Sanji le entregó la taza aún lleno aproximadamente a un cuarto de su capacidad.
 
—Quiero dormir. — Le tomó su tiempo para responder. Bostezó e ignoró como Zoro se bebía el restante de su té, luego él se metió en las sábanas mientras Roronoa dejaba la tacita junto a la otra en la mesa de noche y entonces se acomodó a su lado. 
 
El se había vestido con bóxers, pero Sanji seguía completamente desnudo, poco les había importado manchar las sábanas antes como para que le importara ahora, aún que después de la segunda ronda Zoro se interesó por limpiarle un poco con una toalla húmeda y también por revisar el estado de aquella mordida que dejó en su hombro sólo por si se había pasado, pero a Sanji no parecía molestarle para nada.
 
Zoro tuvo que despertar bastante temprano en la mañana. Sanji aún dormía, pero sus pequeñas vacaciones habían terminado. Dejó una nota en la mesita de noche y salió de la casa.

.
 
Varios minutos después Sanji encontró su nota, pero no la leyó hasta que vió la hora en la pantalla de su celular. 
 
—¡Zoroooo! — Arrojó la almohada lejos, ¡Ese idiota se había marchado sin despedirse! y además ¡Llegaría tarde al trabajo!.
 
Al levantarse de la cama, las sábanas estaban hechas un desastre y él tendría que limpiar, pero más importante, un sobrecito metálico cayó al lado de su pierna. Zoro no había usado el sobrecito con lubricante y ninguno de los dos se había dado cuenta.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).