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Lágrimas de Sangre por Nami Nkz

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Notas del capitulo:

Recién me dí cuenta de que no he actualizado esto desde que empezó mi semestre y voy a hacer esto muy a lo rápido desde mi móvil. T-T lo siento tanto, soy una horrible persona. Probablemente ésta sea mi última actualización hasta el año siguiente. Trataré de tener la actualización de Reflejo Insaciable para el 25 de Diciembre como regalo de navidad <3. Disfruten el capítulo cortito.

Han pasado algunos meses, casi un año; muchas cosas han cambiado. Zoro está llegando a casa, se baja del automóvil y camina hasta la entrada. 

 

Akane estaba esperándolo con la cena lista pero no vió ningún rastro de Sanji hasta que llegó a su sala. Él estaba ahí, acostado en el sillón pero la televisión no estaba encendida, él solo estaba durmiendo. Cuando llegó al Baratie a recogerlo recibió un mensaje de él diciendo que había salido temprano y ya estaba en casa. 

 

El blondo estaba hecho un completo desastre, probablemente había llegado a deshacerse de toda la ropa que le molestaba, se había dejado caer en el sillón y se quedó dormido poco después. Él solo se acercó a él, buscando una forma para acostarse a su lado.

 

Al recostarse junto a él, el rubio no despertó ni siquiera un poco; pudo acomodarse mejor en el sofá y el otro ni se inmutó, pero al intentar retirarse el saco para arrojarlo por ahí, sintió los brazos del otro abrazarse a su cuerpo y escuchó un largo suspiro.

 

—...hm... ya estás aquí, marimo. — 

 

—... Levántate, vamos a cenar. — Continuaron frotándose el uno con el otro para mostrarse cariño y darse calor. El espacio en ese sillón era tan pequeño que Zoro estaba agarrándose al respaldo para no caer, pero no era tan necesario, Sanji se abrazó a él como si fuera una gran almohada y volvió a acomodarse para dormir. — Cariño... —

 

— No te vayas... — Susurró débilmente, como una súplica por que el moreno siguiera sirviéndole de almohada y le dejara dormir un poco más. Zoro le ignoró y se apartó para despertarlo por completo y hacer que se incorporase. —Ugh...— Escuchó su gruñido como respuesta, y a pesar de eso no quería mirar hacia atrás. —Espera un segundo, Zoro. — Sanji tomó su mano para hacer que detuviera su andar, así que terminó mirando en su dirección. El blondo estaba sentado aún en el sillón y le halaba el brazo para llamar su atención; definitivamente lo había conseguido.

 

—¿Qué te pasa, hmm? — Sanji se abrazó a él y frotó la tela de su camisa contra su mejilla. 

 

—“Quiero que me mimes”— fue lo que pensó Sanji, sin embargo en su lugar lo que dijo fue —Ya sabes lo que quiero. Lo quiero tan pronto estemos arriba. — con un rosado adornando sus mejillas, refiriéndose claramente a otra cosa muy diferente. Su sonrisa le dió una pista a Zoro, pero no le dió tiempo a decir nada después de haber abierto sus labios; el grito de la chica, que más bien era un regaño por que los tortolitos estaban tardando demasiado y la cena se enfriaba, le interrumpió.

 

—Te daré lo que me pides si eres un buen chico. — Continuó cuando el blondo se incorporó y comenzó a caminar a su lado. Su mano se deslizó traviesa desde su cintura hasta su cadera, no obstante no tocó nada más y eso provocó algo en el ojiazul.

 

—Antes de eso, cenen antes de que me enfade. — El rubio enrojeció hasta las orejas, el marimo ni se inmutó, luego le cayeron miles de halagos hacia lo exquisita que lucía lo que había cocinado para ellos, tal como lo hacía Zoro cuando cocinaba para él. La chica entonces se fue del comedor para dejarlos a solas y no empalagarse con lo que escucharía por parte de ambos. 

 

— Sanji. — Le llamó por su nombre mientras se metía el tenedor a la boca. El blondo le volteó a ver extrañado, sabía por el tono que había usado que estaba por preguntarle sobre algún tema serio, así que esperó hasta que Zoro continuó. — No te has deshecho del departamento todavía. ¿En verdad es lo que quieres? — Rodó los ojos ante esa pregunta que había tratado de evadir por mucho tiempo. 

 

— Te dije que debo hacer limpieza y... — Para ese momento, Zoro ya debía saber por qué ese departamento aún no estaba en venta. — Estoy haciendo mucha desidia. “no quiero volver a entrar ahí”.— eso último sólo lo pensó, si lo decía Zoro probablemente se ofrecería para acompañarlo y él tampoco quería eso.

 

—Puedes pedirle a Akane que te dé una mano. — En cuánto escuchó su propio nombre salir de la garganta de su jefe, la mujer llegó al comedor y Zoro le animó con la mirada para que se lo pidiera. — Le pagaré horas extras. 

 

—¡Por supuesto! Dime querido, ¿En qué puedo ayudarte? — 

 

..........ZS............

 

 

A pesar de que eran altas horas de la noche, él seguía recorriendo la cuidad, buscando una dirección en específico. Ningún negocio estaba abierto ya a esas horas, las calles estaban desiertas y en obscuridad, ni siquiera se podían ver luces encendidas en los edificios. En cuanto llegó, solo tuvo que esperar unos cuantos minutos.

 

—El está esperándote. — Dijo la mujer abriéndole la puerta y señalandole el camino. Escuchó risas desquiciadas de hombres y mujeres en estado de ebriedad mientras caminaba por esos pasillos hasta que se encontró con la indicada. No necesitó tocar antes de entrar, la voz al otro lado de la puerta le dió permiso de hacerlo.

 

—¿Qué puedo hacer por tí? — Preguntó el extravagante hombre de abrigo rosado y emplumado, meciéndose con parsimonia en su asiento. — Así que es ese chico del que hablabas antes. — Tomó entre sus manos la fotografía, examinando cada uno de sus detalles mientras se lamía los labios. — Un omega que está marcado, ¿Estás loco? — Pareció cambiar de opinión en cuanto vió el paquete de billetes que fue dejado en su escritorio. —Oh... Entonces... ¿qué es lo que quieres... de nuevo?

 

— Quiero que te deshagas de él. No me importa como. Puedes hacer lo que quieras con él. — El rubio ensanchó una sonrisa. 

 

—De acuerdo. ¿Quieres unirte a la diversión, Eustass?— 

 

..........ZS...........

 

Terminó pidiéndole ayuda a la chica para empezar a limpiar ese departamento y ella aceptó con gusto. Tempo después tomaron las llaves del auto del marimo y llegaron a esa casa. La pelirroja estuvo muy alegre durante el viaje, pero al entrar al departamento, se sintió una tensión entre ambos muy pesada. Ese lugar era un desastre, las pocas cosas que había ahí estaban desordenadas, tiradas por el piso y todo estaba recubierto por una gruesa capa de polvo, no recordaba haberlo dejado así de mal.

 

La chica empezó con su tarea casi de inmediato y él la acompañó para no detenerse a recordar cosas innecesarias, pero cuando llegó a la cocina encontró algunas pastillas dispersas en el piso. Levantó algunas y se dió cuenta de que esas no eran pastillas para dormir como lo pensó cuando tomó el frasco hacía un año atrás, en realidad era una mezcla rara entre varios medicamentos; probablemente por ello tuvo tantas complicaciones después del lavado de estómago.

 

Su habitación estaba patas arriba. Su ropa estaba por todos lados, los muebles no estaban en su lugar, habían pedazos de un espejo roto en el piso y la cama no estaba hecha, sus mantas estaban colgando de ella. Claro que lo recordaba, ese día había sido terrible. Cuando despertó por la madrugada en ese lugar, lo primero que pensó fue en desaparecer de la existencia, no le importaba el desastre que hubiera a su alrededor.

 

El recorrido no había terminado, frente a él estaba la entrada a su baño. 

 

Tomó el pomo de la puerta y la giró pero no la abrió. Su muñeca volvió a su posición inicial y él apoyó su frente en la puerta. No estaba listo aún para ver cómo estaba dentro, pero aún así la empujó ligera y lentamente para poder asomarse un poco y encender la luz.

 

Inesperadamente, el baño estaba obviamente sucio, pero no como el recordaba haberlo dejado. Las manchas de sangre no existían, la bañera de hecho estaba vacía. Obviamente sus cosas de higiene, toallas y algunos accesorios suyos habían desaparecido, pues Roronoa fue quién los tomó.

 

Quizá fue Zoro el que trató de limpiar un poco la casa pensando que volvería ahí al de salir del hospital y recogió algunas pertenencias suyas después de proponerle que se quedara con él. El moreno nunca habló al respecto y él tampoco preguntó, así que probablemente lo olvidó. Se le revolvió el estómago al imaginar que había sido Zoro el primero en ver el desorden en su baño luego de lo que intentó hacer y agradecía al cielo que Roronoa nunca se lo comentara.

 

Estaban comenzando por sacarlo todo; al final decidió que conservaría muy pocas cosas y el resto irían a la basura. Ambos la tendrían muy difícil si pensaban que podían terminarlo ese mismo día, probablemente tendrían que estar haciendo pausas y lo terminarían en algunos días. Él no tenía prisa, era algo de lo que tenía que deshacerse por su propia salud mental.

 

Notas finales:

No quiero poner excusas, han pasado tantas cosas. Cómo dije antes, no actualizaré dentro de un tiempo. Me siento tan mal por culpa de un imbécil, no puedo pensar nada más, pero tengo tantas cosas que quiero hacer y por ello lo superaré pronto. El parcial se acaba, exámenes, bla bla bla, lo típico.

 

En fin, nos leemos pronto <3


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