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Lágrimas de Sangre por Nami Nkz

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Notas del capitulo:

Hola, qué tal, mis amores. Ni sé cómo empezar esto después de tanto tiempo u-u. Sólo con decirles que ya estoy de vuelta, con un capítulo ya casi terminado de The Artist's Hands y con éste que me ha tomado un rato largo. 

 

En fin, no los aburro con mis cosas, disfruten el capítulo.

 

 

 
Amarró las bolsas que pronto tendrían que sacar de ahí para por fin terminar de una vez lo que llevaban haciendo por días. El par de bolsas de basura se vieron abandonadas cuando se dió la vuelta para tomar la escoba. La casa aún no estaba completamente lista, pero lucía mucho mejor que la primera vez que estuvieron ahí.


 
Tuvo que parar todo lo que hacía cuando su teléfono empezó a sonar, acercó el móvil a su rostro al ver el nombre en la pantalla seguido de un emoji de corazón. Las primeras palabras que escuchó estaban entrecortadas, sólo tuvo que esperar unos milisegundos para que eso se arreglara, inmediatamente distinguió a Zoro llamándole por su nombre.


 
—“No me esperen para la cena. Diablos, tengo mucho trabajo.”— Continuó Zoro, después de haberle preguntado cómo había estado su día. — “Puedes irte a dormir tranquilo, cariño. Podremos estar juntos el fin de semana” —. Fue lo único que dijo él antes de despedirse y volver al trabajo. 


 
Suspiró decepcionado. Ninguno de los dos había tenido un descanso adecuado, Zoro tenía mucho trabajo y él debía dejar un espacio para seguir limpiando en sus tiempos libres. Era en el próximo fin de semana que tendrían un escape juntos, se irían a conocer algunos lugares, no querían seguir atrapados en un mismo lugar, al menos no durante su merecido descanso.
 


Cuando entró a lo que antes era su sala, la señorita estaba terminando de limpiar el piso. No quiso interrumpir lo que ella estaba haciendo, así que sólo se quedó en la puerta a observarla. Lo próximo que debían hacer era pintar las paredes, no era muy necesario pero él lo quería hacer. Todas las habitaciones estaban casi completamente desocupadas, se veía muy diferente a lo que era antes.


 
— Zoro dijo que no llegará a casa a dormir. — Comenzó a contar cuando Akane terminó lo que hacía y dejó que el piso se secara. — Podemos comprar algo para cenar, ¿Qué dices? — Ella le respondió que podía pedir lo que él quisiera, entonces se preguntó si aún podían pedir algo a domicilio a esas horas de la noche.

 


............ZS............
 


— Oh... es aquí. — Detuvo su automóvil a unos cuantos metros de la casa y simplemente se quedó a observar. Según lo que se había investigado, el joven estaba haciendo remodelaciones en la casa para prepararla y venderla posteriormente y por ello, estaba mucho tiempo fuera de la mansión que compartía con su pareja, aprovecharía el mejor momento para colarse dentro de la casa, preferentemente antes de que el Vinsmoke estuviera a punto de irse o de lo contrario tendría que esperar más tiempo o perseguirlo.
 


No pasó mucho tiempo hasta que vió al rubio acomodar las cortinas de la ventana de la cocina. No alcanzó a observar mucho de él pero lo poco que vió le pareció muy atractivo y se lamió los labios ante el deseo intenso de tenerlo ya debajo suyo. 
 


Vigiló sigilosamente a su primera víctima, la mujer que paseaba de una habitación a otra recogiendo los productos de limpieza que había estado utilizando. La atacaría por detrás y así no tendría el riesgo de que la chica viera su rostro, además de que aprovecharía la vulnerabilidad de algunas áreas como la espalda y el cuello. 
 


Supo que había llegado la hora de actuar cuando el rubio comenzó a prepararse para irse del lugar. La entrada del jardín estaba abierta, así que lo único que tuvo que hacer fue escalar el muro para entrar en él. La chica que estaba a unos cuantos centímetros de la puerta deslizante no tuvo ni chance a reaccionar cuando él la tomó por detrás y la noqueó muy fácilmente.
 


Ella cayó al piso y él la levantó y la arrastró hasta dentro de la casa para esconderse rápidamente detrás de una de las paredes. 
 


—¡Akan- 
 


Escuchó los pasos apresurados del joven que había estado buscando a la chica y cuando la encontró dió un grito de la impresión, sin embargo, no alcanzó a decir nada más ya que se vió atrapado y callado entre los brazos de ese hombre extraño que había entrado sin permiso a su hogar. 
 


El chico intentó morder uno de sus dedos para liberarse, lo que provocó que lo sujetara con mayor fuerza. Se deleitó con sus vagos intentos por vocalizar, que luego de retirar su mano se convirtieron en desesperados tragos de aire. 
 


—Shh... No te resistas... amenos que quieras que la chica se vea metida en ésto—. Sacó la jeringuilla del bolsillo de su pantalón y el cuerpo del omega se estremeció y tensó al ver el contenido líquido y transparente. Apuntó con sus dedos a la chica que estaba inconsciente en el piso y que estaba fácilmente a su alcance. El blondo entendió rápidamente que si no se dejaba hacer ambos sufrirían las consecuencias. 
 


El hombre retiró la tapa de la jeringa y cuando la aguja se acercó a la piel dejó de moverse completamente para evitar que la aguja le hiciera aún más daño. No retiró en ningún momento la vista de ese punto en que la aguja penetró su piel y su respiración se volvió irregular y errática, estaba totalmente aterrado.
 


—¿Qué... qué me has hecho? — Escuchó la risas del hombre muy lejanas, comenzaba a sentirse mareado y somnoliento, con las fuerzas abandonando su cuerpo. —¡Suéltame!—. Gritó con las pocas fuerzas que aún poseía, decidido a mantenerse despierto todo lo que pudiera. 
 


—Está haciendo efecto muy rápido... deberías calmarte—. No se había dado cuenta del enorme peligro que corría al haber dejado que la aguja entrara en su cuerpo, no sabía si la jeringa estaba esterilizada ni lo que contenía, sólo quería mantener a la chica fuera de peligro. Sintió que el agarre del hombre se suavizaba pero aún así él no era capaz de soltarse, luego el de lentes rosados lo levantó del suelo sin ningún esfuerzo y caminó con él en brazos.
 


—Mal... maldita sea—. Esas fueron sus últimas palabras antes de caer desmayado sobre los brazos de su agresor que curiosamente era igualmente rubio, poseía extravagantes lentes de sol y un gran abrigo de plumas. Su cuerpo se dejó caer, su vista se nubló y su mente simplemente se quedó en blanco.
 

 


............ZS............
 


—¡Ah! —. Su agradable y apacible sueño se vió abruptamente interrumpido, de pronto sintió su cabello chorreando de agua, que pronto descubriría que se trataba de vino debido a que algunas gotas cayeron en su boca y el olor a alcohol inundaba por completo el lugar. Trató de mover sus manos pero no lo logró, al igual que sus piernas, no lograba ver absolutamente nada además de una oscuridad profunda; sólo distinguía algunas voces muy bajitas por debajo de su propia respiración agitada.


 
—Ya despertó—. Reconoció la voz de quién le había agredido en primer lugar. Intentó sacarse de las cuerdas que limitaban su movimiento, luego se congeló por completo al sentir unas manos frías sobre su piel desnuda.
 


—¿Qu... qué está....? —. Balbuceó. 
 


—¿Roronoa cuidó bien de tí, pequeño?—. Se alarmó enormemente al escuchar esa voz tan conocida. No podía ver nada pero podía imaginar la malvada sonrisa que ese hombre tenía en su rostro. Pronto el antifaz para dormir fue retirado de su rostro y por fin después de parpadear un par de veces distinguió al pelirrojo entre la oscuridad. — Es bueno volverte a ver, Sanji.
 


— ¿¡Qué quieres de mí, Kidd?!— Eustass se hincó frente a él y colocó sus manos en sus rodillas. 
 


— Tu vas a quedarte aquí... y te va a gustar. — Tomó sus mejillas para mantener su boca abierta y aún que Sanji se resistió y peleó, no puso evitar el contacto de los labios de ambos. Quiso aprovechar para morder sus dedos y su lengua sin embargo Kidd fue muy rápido en dejar esa píldora en su garganta, la tragó por impulso al sentir la pastilla deshaciéndose rápidamente en su boca. — Esto va a ayudarte a sentirte bien. No debes preocuparte por nada, bonito.
 


—¿¡Cómo me...!? ¡Aléjate de mí! — Kidd le envolvió en sus brazos, sólo para alcanzar sus atadas manos detrás de su espalda y desatar el nudo muy fácilmente. Su primer instinto, aún que fuera en contra de sus principios como cocinero, fue darle un puñetazo; pero no alcanzó a hacerlo antes de que alguien le sujetara por las muñecas. Este último lo obligó a levantarse de la silla y a alejarse de la misma, simplemente empujándolo hacia delante.
 


—Me pregunto si Roronoa te alimentó bien —. Sintió una respiración en su oído, que se fue desplazando hasta su nuca. Unos labios comenzaron a besar la marca de dientes que ahí estaba y con la lengua le repasaron una y otra vez. Unos dientes amenazaron con cambiar la forma de esa mordida, mordisqueando las hendiduras y pellizcando la piel. 
 


— ¿¡Que te crees que soy!? ¡No soy una mascota! ¡Quita tus asquerosas manos de encima! —. Su camiseta fue rasgada por las manos del pelirrojo, quién después de tirar los restos de tela al piso, recorrió su blanco pecho, deslizó sus dedos rápidamente hasta los rosados botones de carne. Sus mejillas se pintaron muy ligeramente de rosado, el tacto era sumamente desagradable, debía ser por el efecto de lo que se que le hayan dado.
 


Entre más forcejeaba con el hombre que le sostenía desde atrás, su agarré en sus brazos se hacía más fuerte; juraría que le rompería las muñecas. Terminó cediendo ante las caricias del pelirrojo, que aún que tenía manos ásperas lo hacía con delicadeza, como si estuviera disfrutando de tocar cada centímetro de su piel nívea. 
 


—¡No! ¡Ya basta!—. Aunque se resistió con todas sus fuerzas, le obligaron a arrodillarse en el piso. Escuchó los tintineos del cinturón de Kidd y éste pronto cayó al suelo. Le tomaron de su cabello, forzándolo a mirar hacia arriba, dónde le esperaba el chorreante miembro del pelirrojo. Este tomó la punta de su nariz ante su poca cooperación. Terminó abriendo su boca por la falta de oxígeno y él aprovechó para metérsela completa en la boca. Estuvo a punto de caer cuando le tomaron la cintura y le levantaron con fuerza para ponerlo en cuatro, pudo detener la caída con sus manos lastimadas. 
 


Lágrimas de frustración comenzaron a bajar por sus mejillas, su cuerpo se había puesto tan dócil y sensible a cada contacto, ahora le era tan complicado mantener su peso en sus manos, mucho menos podría levantarse. Kidd lo golpeteó en la cara con su miembro entre las manos y alguien ya le había arrebatado sus pantalones. 
 


—Ah... ¿Eso fueron tus dientes? — Recibió una cachetada que le dejó con la vista nublada y en el piso; iban a abusar de su precioso cuerpo y él no quería seguir despierto para vivirlo. 


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