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Lágrimas de Sangre por Nami Nkz

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Notas del capitulo:

He vuelto mis amoreees. 

—Sanji… ¿Por qué estabas con él?—Esa pregunta le tomó completamente por sorpresa. Ya acomodados uno junto al otro en la misma cama, Zoro soltó la pregunta y después sólo hubo un silencio que él mismo rompió con una pregunta aún más incómoda. — ¿Realmente lo amabas?— Sanji quedó pensativo un momento al plantearse él mismo esa pregunta. ¿Por qué? ¿Había sido por su propia estupidez? ¿Realmente ellos estaban enamorados? 

 

—No lo sé, Zoro. — Él mismo se dio cuenta de lo triste que era eso ¿cómo saber si ellos estaban enamorados realmente? Ellos estaban enamorados obviamente pero, de otras personas. —No lo creo…— Respondió mirando hacia el techo. —Estábamos juntos por… conveniencia. — Zoro quedó totalmente descolocado con esa respuesta, pero él ya no quiso decir nada más y se volteó para no seguir mirándolo.

 

Probablemente ninguno de los dos pudo dormir esa noche.

   ...........ZS...........    

Despertó en su cama, mirando hacia la ventana cerca de las 3am. Se revolvió debajo de las sábanas una y otra vez hasta que decidió darle la atención necesaria a ese dolor agonizante  y punzante en su costado izquierdo, juraría que debía ser una costilla rota. Al incorporarse en la cama alcanzó a ver su rostro reflejado en el espejo de su habitación "oh dios mío" pensó. Ambos ojos estaban rojos y brillantes por el cansancio y su llanto, uno de ellos, el derecho, con un alarmante tinte morado alrededor y una terrible hinchazón.

 

Tuvo que sostenerse de un mueble para poder levantarse, su propio cuerpo pesaba demasiado, tanto que era difícil moverse. Su cintura débil y sus piernas cansadas y tambaleantes le hicieron tropezar un par de veces con el desastre esparcido a sus pies. Lenta y torpemente llegó a su cocina y abrió su refrigerador para escoger dentro de sus posibilidades. No hacía falta preparar para más de una persona, él no regresaría jamás.

 

“—Él nunca me haría esto. —

 

— ¿De verdad? Oh, lo siento. Él está muerto—”

 

Tosió sangre, pero le dió igual. El dolor en su costado aumentó cuando él se encorvó para dejar que sus lágrimas cayesen por el lavabo, pero no le importó. Escupió en el lavabo y alcanzó varios recipientes llenos de medicamentos, dos o tres, tres o cuatro, no le importaba. No supo cuántas pastillas había tragado y cuántas se habían desperdiciado por el piso, le daba completamente igual.

 

Con un cuchillo de su cocina abrió su piel y pintó las blancas paredes a su alrededor del color de su propia sangre. Un nombre se repetía una y otra vez en las paredes, mientras pequeñas gotas espesas de color rojo brillante se deslizaban por la bañera que se llenaba poco a poco, con un pequeño hilo de agua. Se acomodó en la orilla mientras empezaba a sentir el cuerpo pesado, somnoliento, y éste se empezaba a hundir en el agua. Era agradable, algo cálido le rodeaba, era como estar en su cama.

 

Su cabello rubio comenzó a teñirse de rojo también por el agua que abrazaba sus heridas. 

 

“—Detente. Por favor—”

 

Empezó a escuchar los latidos de su corazón disminuyendo, era tan agradable...

 

...había cometido un error. El teléfono estaba sonando.

 

— ¡Sáquenlo! ¡Rápido!— Era la voz de una mujer, alguien le había alzado en brazos — Oh Dios mío...

 

No lo podía creer.

 

Su cuerpo está caliente y acomodado en una cama, cubierto con una sábana, suave y cálida. Está rodeado de una sensación agobiante e insoportable, está asustado, no entiende que había pasado, donde está ni por que tiene una sensación terrible en su cuerpo cada vez que intenta moverse.

 

—Buenos días, cariño. — Volteó a ver a la fémina de largo cabello a su lado, vestida de blanco, con un logo en su uniforme. —Oh... ¿Por qué lloras?— Ella tocó su frente. —Descuida, yo cuidaré de ti. —

 

Cuando pudo ver mejor, había una aguja en su brazo, que conectaba un cable lleno de un líquido transparente, blanquecino y extraño. Sus lágrimas se intensificaron y su voz había empezado a salir.

 

Había fallado.

 

...........ZS...........

 

No se sorprendió cuando al despertar encontró la cama vacía y fría a su lado, ya estaba acostumbrado. Talló sus ojos cansados y arenosos y volvió a acomodarse en la cama entre las sabanas, no consiguió dormir bien y estaba seguro de que Zoro tampoco. Se revolvió una y otra vez, para volver adormir pero no lo logró. Estaba cien por ciento seguro que Zoro se habría ido muy temprano y desconocía por completo su horario de trabajo.

 

Pensó que tal vez debería hablar con ahora su pareja sobre lo que le había dicho la noche anterior. Seguro estaba confundido al respecto, pero no sabe cómo abordar el tema siendo uno tan complicado, quizá solo debería hablar de ello directamente y aclarar las posibles dudas que el moreno tenga sobre eso. Su nueva relación empezaba siendo prometedora y si a Roronoa le importaba ese tema, se lo explicaría de principio a fin y esperaría recibir algo de apoyo de él.

 

Se incorporó de la cama y sus pies quedaron colgando desde la orilla de la cama. Se puso de pie y miró la cama un instante mientras buscaba sus pantuflas debajo de ella. Estiró sus brazos por encima de su cabeza cuando se acercaba al cuarto de baño y al entrar y desvestirse abrió la llave para el agua caliente.

 

Sus pies empapados pisaron la alfombra de microfibra y tomó la toalla blanca colgada detrás de el para secarse. Volvió a la habitación medio desnudo, solo con aquella toalla que le cubría hasta medio muslo.

 

—Ah… Zoro. — No esperaba encontrarse a Zoro en casa a esa hora y se quedó congelado un momento en el marco de la puerta. Sintió su rostro acalorarse y vio en Roronoa un pequeño sonrojo también. Sujetó la toalla con fuerza. — ¿No deberías estar en el trabajo?

 

—Uh, sí. — Zoro rascó su nuca con nerviosismo y asintió cuando Sanji señaló el cajón del buró justo enfrente de él y preguntó si podía darle lo que había guardado ahí dentro. —Da igual, soy mi propio jefe. —Dijo entregándole el pequeño frasco de pastillas que suponía que se trataban de sus supresores. — Quiero preguntarte algo— Sanji asintió con la cabeza mientras le daba un trago a su botella de agua. —Vístete, hablemos abajo. —

 

Roronoa salió de su habitación y él camino hacia el gran armario que estaba medio vacío. Fue Zoro el que aceptó dormir en su habitación, aunque no había pertenencias suyas aún en ese armario, pues según él era algo “temporal”, no entendía que quería decir con eso. Se vistió y buscó sus pantuflas. Con ellas caminó fuera de esa recamara y se apresuró a bajar las escaleras para llegar a la cocina. Se extrañó al no ver a la señorita cocinando o limpiando pero Zoro seguramente estaba esperándolo, caminó un poco más hasta que pudo escuchar el sonido de la televisión.

 

—Estaba buscándote. — Se acercó a él y se sentó a su lado. Roronoa dio un trago más a su botella de alcohol y después volteó para mirarlo. — ¿Qué sucede?— Zoro dejó la  botella a un lado por un momento.

 

—Recibí una llamada de mi hermana antes de que despertaras. — Empezó a narrar, muy torpemente, tropezándose con las palabras. El blondo le miró a los ojos por unos momentos, y se acercó un poco más al moreno. Ambos terminaron por ignorar la voz de la presentadora en la televisión. — Con todo lo que pasó lo había olvidado por completo. Voy a irme una semana a Japón. — Hizo una pausa. —Tienes una semana antes de volver al trabajo, ¿Cierto? ¿Vienes conmigo?—

 

—Uh, ¿Qué harás tú en Japón? ¿Negocios?

 

—No, mi padre y mi hermana están ahí. Voy a verlos cada año. Si no aprovecho esta oportunidad no podré hacerlo hasta el año siguiente. —

—Por supuesto, iré contigo. — El rostro de Zoro se iluminó y su preocupación se disipó. Se sintió un poco aliviado, por la seriedad en el rostro del otro se había imaginado cualquier otra cosa, no solo un viaje por una semana al otro lado del mundo. Hacía muchos años que no visitaba Japón y esa sería una buena oportunidad.

 

Todo estaba bien, pero aun así seguía sintiendo la necesidad de hablar respecto al otro tema con Zoro, Roronoa agradeció que le acompañase, se notaba lo encantado que estaba, eso le hizo sonreír. El moreno se levantó pasado un rato, tenía que regresar al trabajo. Sus impulsos le ganaron y le tomó del brazo con firmeza para evitar que se marchase. Zoro se sorprendió un momento y le pregunto “¿Qué sucede?”.

 

—Uh, Zoro… necesito hablar contigo. Quédate un momento. — Su compañero aceptó y regresó a su lugar. Intentó articular algunas palabras, pero de repente le resultaba muy difícil. Zoro alzó una ceja intentando adivinar que era lo que trataba decir. Comenzaba a desesperarse, no podía dejar de seguir repitiendo algunos nombres que el otro no terminaba por reconocer. Suspiró profundamente para tranquilizarse, no sabía por dónde empezar, todo empezó a dar vueltas en su cabeza y sus ideas estaban enredándose cada vez más.

 

—Sé que es lo que me intentas decir, no tienes por qué sentirte forzado a hacerlo, aún tenemos tiempo para eso. — Las manos de Zoro acariciaron su cabello con dulzura y el sintió un calorcito en su corazón. Por lo poco que conocía de él, era un hombre duro, jamás se lo imaginaría acariciándole la cabeza y mucho menos con esa sonrisa tan cálida en el, era muy extraño, pero se sentía muy bien. —Sé que es difícil. Debes ordenar tus ideas primero.Tengo que irme, ¿De acuerdo? —

 

Si sus caricias habían sido totalmente inesperadas, sus mejillas ardieron al recibir un beso del otro en su frente. No pudo resistirse, no conocía esa faceta de ese hombre que parecía tener un corazón de piedra.

Notas finales:

¿Quéos ha parecido? Espero sus reviews, acepto criticas.

 

Tengo que decirles dos cosas, y es que he vuelto a la rutina que tenía antes de empezar a publicar cosas aquí, asi que puede que tarde un poo, pero los capitulos estaran aqui a tiempo, aun que con eso me refiera a antes de que termine el día, dependiendo de en que país estéis. 

Respecto a la historia, tengo que advertirles que a partir de ahora habrán muchas dosis de dulzura, incluso algunos momentos empalagosos.

 

En fin, mis amores. Regresaré con el cap 9.


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