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Lágrimas de Sangre por Nami Nkz

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Notas del capitulo:

Hola mis amores!!! Me acabo de dar cuenta de que no he actualizado en un tiempo y recíen vengo con el cap 9. No se preocupen he adelantado un poquito el cap 10. 

— ¿Quieres hablar sobre lo que no pudiste decirme ayer?— Dijo Zoro, bebiendo nuevamente de su copa con vino tinto. Sanji quedó un momento en silencio, no sabía que decir. — Mencionaste algunos nombres que no reconocí. Cuéntame sobre ellos.— El rubio se apoyó en el respaldo del pequeño sillón blanco y jugueteó con sus dedos mirando hacia ellos con timidez. 

 

— A...— Susurró un nombre que Zoro no alcanzó a escuchar del todo. —No sabría decir si era mi pareja o mi mejor amigo. Nunca dejamos las cosas claras. —Zoro alzó la ceja ante tan extraña revelación. Sanji suspiró, se tomó su tiempo antes de continuar, de una forma acelerada y torpe. — Nunca hicimos nada. Aún que sí teníamos mucho contacto. —

 

El blondo talló sus ojos con cansancio y cubrió sus ojos con ambas manos, encogiéndose en ese sillón. La pequeña distancia entre ambos y la mesa cuadrada le permitía acercarse con mucha facilidad cuando el silencio del otro comenzó a preocuparle. Sanji jadeó y él alcanzó a alisar su rubio cabello.

 

—¿Qué pasó?

 

—...— Respiró profundamente. Había jurado que ese tema ya no le afectaba tanto como antes, podía hablar de ello sin problema, no entendía por qué le costaba tanto trabajo decírselo al hombre frente a él. —... murió en un accidente automovilístico hace cinco años. — Zoro hizo una mueca de impresión, aún que poco a poco se transformó en preocupación.

 

El moreno se apoyó en una de sus piernas para estar más cerca de él y pudo notar sus mejillas pálidas y rosadas, tenía polvillo dorado en la punta de la nariz y sus cejas rizadas estaban arqueadas por la angustia. Zoro colocó sus dos manos encima de sus rodillas, casi en sus muslos y cuando Sanji volvió a mirarlo él sonrió. El blondo no soltó ni una lágrima, tan sólo estaba preocupado por lo que el otro diría cuando escuchará el resto de la historia.

 

—Después de eso, los conocí a ustedes en la universidad. — Continuó con su relato. Debían tener mucha suerte para que esa zona en específico no estuviera saturada y llena de personas, ahora mismo estaría muerto de vergüenza. —Justo entonces a Kidd.

 

— ¿Estás bien?—Zoro se incorporó.

 

—Sí. — Respondió. Roronoa se hincó una vez más, pero sólo para besar su frente y después regresó a su lugar. — A Kidd le habían rechazado. No sé si era hombre o mujer, pero él quedó destrozado.— Frotó su frente un par de veces, intentando recordar esos detalles. —En ese entonces yo aún no podía asimilar lo que había pasado, así que Kidd me ofreció un trato cuando nos conocimos. —

 

“Se aprovechó de un momento de inestabilidad" Pensó Zoro y frunció el ceño. "Si tan sólo me hubiera dado cuenta de eso, ahora mismo..." No pudo evitar sentirse culpable por ello. Dejó de escuchar a Sanji un momento, podía ver sus labios cereza moviéndose y sus ojos azules se cerraron cuando se había sentido avergonzado por lo que estaba relatando.

 

—Nunca se atrevió a dejar... uhm.. nunca me marcó y... siempre usaba preservativo. — Las mejillas del blondo se tiñeron de carmín y su compañero no pudo contener el pequeño sonido que escapó de sus labios. Sanji volvió a abrir sus ojos y colocó sus manos en sus mejillas. — Era... muy bruto y agresivo, aún que podía ser cariñoso hasta cierto punto... por lo menos a su manera. Hasta... hasta ese momento jamás me había alzado la voz. — El semblante de Sanji cambió y sus ojos se aguaron. 

 

—Sanji... podemos dejarlo hasta aquí si quieres. — Propuso, pero el blondo negó varias veces, “Quiero contártelo” susurró y él no volvió a interrumpirlo.

 

—Nun... jamás podría haberle hecho algo como lo qué él pensaba que... podría hacer o... estaba haciendo. — Comenzó a tropezar con las palabras, muy espontáneamente. Lo que empezaba a decir no tenía mucho sentido, pero Zoro no quería preguntar. — Se convirtió en... en algo que no era... le... le tenía miedo. — Su tono de voz se quebró y su compañero se dió cuenta de eso. —Ya... eh, ya... conoces el resto... de la historia.—

 

—Sí, seguro que sí — No le quedaba del todo claro, pero no quería forzar al otro para contárselo, sobre todo por qué el ojiazul estaba dando mucho de sí en ese momento. Se levantó y caminó hacia él, extendiéndole una toalla de papel para que se limpiase el rostro, cosa que el otro agradeció, aún que no con palabras. —¿Nos vamos?— Sanji asintió.

 

...........ZS...........

 

 

Para cuando la azafata les indicó dónde debían sentarse, sonrieron satisfechos al ver que estarían juntos durante el vuelo, por lo menos en la medida de lo posible, ya que esos pequeños cubículos daban mucha privacidad. 

 

Aunque no se lo había pedido y tampoco quería hacerlo por no parecer un interesado, Zoro se encargó de que ambos viajaran en clase ejecutiva. Él estaba feliz con viajar en turista, pero según Zoro, no podía permitírselo, ya que era un vuelo demasiado largo y por lo menos debían tener un mínimo de comodidades, aún estando a miles de metros en el aire.

 

Se asomó un poco por la pequeña pared de madera que los limitaba, Zoro se había colocado los audífonos que estaban en el compartimento a su lado, junto con el pequeño espacio para colocar sus bebidas y también veía un documental en un idioma extraño que no sabía que el otro conocía en la pantalla frente a ellos. Zoro le miró por el rabillo del ojo y volteó en su dirección para sonreírle. 

 

Cómo la hermosa señorita le había indicado antes, buscó entre la programación algo que le hiciera poder practicar su japonés, así fuera un anime sobre piratas de más de 500 capítulos. Estaba comenzando por sentirse cómodo a miles de pies de altura y recién estaba recordando el cansancio que horas antes había olvidado.

 

Cuando llegó el turno de que Zoro se asomase un momento por encima de la redondeada pared de madera, Sanji ya estaba en el séptimo cielo. Sonrió con ternura y recibió el cuadernillo con el menú que la azafata le había entregado por los dos. Quería ser él el primer pensamiento del blondo al despertar, así que levantándose un poco para llegar a su alcance, toqueteó un momento su hombro hasta que el otro comenzó a abrir sus ojos. Tanto él como la señorita encargada junto a él quedaron completamente enternecidos.

 

—Thank You. — Como un buen trilingüe le agradeció al muchacho que le colocó la "mesa" para cenar, junto con lo que Zoro había pedido para él. Zoro inició por la copa de champagne; él prefería una buena copa de vino tinto, pero no tenía antojo de alcohol.

 

Al terminar con su pequeño plato de frutas y yogurt natural, la muchacha llegó justo para colocar su asiento en ciento ochenta grados para permitirle descansar como lo merecía. Con su antifaz y la iluminación personalizada, pudo dormir tan tranquilamente como si lo hubiera hecho en su cama.

 

— ¿Hace cuánto no subías a un avión? — Preguntó Zoro. Habían llegado a Madrid apenas hacía unos minutos y debían recoger su equipaje. La tripulación debía quedarse en esa ciudad para descansar, sin embargo ellos mismos subirían al mismo avión, que había parado para recargar combustible. 

 

— No lo recuerdo... quizá siete años. — Respondió, colocándose detrás de Zoro en la fila para hacer el check-in nuevamente. 

 

Sintió nervios cuando debía presentarse antes migración, pero todo salió bien y al reencontrarse con Zoro, él le abrazó por los hombros para cubrirle las cervicales del frío. Zoro notó algo extraño en él y es que estaba muy confundido, debía ser ya muy tarde en su país y sin embargo habían llegado a Madrid cerca de la madrugada, el sol apenas se veía salir, los colores eran muy hermosos pero él no podía estar más con confundido.

 

—Tenemos más de una hora para hacer lo que queramos. ¿Tienes hambre? ¿O necesitas tiempo para dormir la siesta?—

 

–No, nada de eso, más bien me preguntaba si llegar a casa con las manos vacías está bien.

— Roronoa entendió perfectamente lo que Sanji quería decir y entonces admitió que el blondo era demasiado encantador, se ganaría a su padre y hermana de inmediato, teniendo en cuenta lo entrometida que era su hermana Kuina y lo introspectivo que era su padre.

 

—Entiendo... ¿Así que deseas llevar un presente a casa...? Nos encargaremos de eso después.—

 

—¿Eso es...? Uhm...— No encontró las palabras para preguntarselo, para ese momento Zoro ya tenía el corazón completamente acelerado y comenzaba a perder las riendas de él, quería tomarlo entre sus brazos, dejar una marca de beso en cada parte de su angelical cuerpo y quedarse pasmado con esa vista encantadora.

 

—Eres demasiado hermoso. — Susurró. Una mujer que pasaba al lado de ellos rió por la escena y Sanji pudo sentir los colores subiendo a su rostro. Mientras seguían caminando, Zoro alcanzó a rodear su cadera y se sobresaltó de la sorpresa. — No haré nada más. — Susurró nuevamente, solo para que él y nadie más le escuchase.

 

Sanji aceptó el contacto, acercándose más si eso era posible.

 

..........ZS..........

 

 

Volvió a asomarse por el muro de madera, el blondo tenía un rostro apacible, sus labios medio abiertos y sus ojos cansados. Cuando Sanji abrió sus ojos y alcanzó a mirar su cabello verde se incorporó y le observó por un minuto. Ambos sonrieron a la distancia y volvieron a su lugar.

 

Ya era su última parada, por fin llegarían al aeropuerto internacional de Tokyo. Sanji estaba nervioso, sólo quería llegar a darse una ducha y descansar correctamente en una cama, además, por supuesto, de presentarse ante la familia de su novio. Zoro se veía emocionado, con una sonrisa de lado a lado en su cara. Necesitaba hacerles saber a su padre y hermana que por fin había encontrado a su adoración y que éste ser era divino.

 

Zoro echó un vistazo a su alrededor, habían pasado horas desde que él había empezado con ese documental en la pequeña pantalla, todas las personas que viajaban con él en clase ejecutiva, estaban descansando ya, incluyendo a Sanji. Sabía que aterrizarían en cualquier momento, pero estaba muy cansado para quedarse a verlo.

 

El de ojos azules fue lo primero que vió al despertar. Podía ver el miedo en sus ojos y en su temblorosa voz, pero le ayudó a tranquilizarse con un beso en la frente y algunas palabras de consolación. Ahora el blondo estaba feliz, caminado con su equipaje detrás de él en las calles de Japón.Era ya muy tarde, habían llegado más de dos días después de haber salido de Estados Unidos y sin embargo aún no estaban en su destino final. Zoro se encargó del transporte, las calles estaban muy animadas a pesar de que era ya muy tarde y rápidamente pudieron conseguirlo.

 

Mirando por la ventana y sintiendo la preocupación creciendo dentro de su corazón, comenzó a juguetear con sus dedos para calmar su ansiedad. Introdujo lentamente sus manos dentro de las mangas de su suéter, rascando muy gentilmente con la punta de sus dedos las heridas aún presentes en su piel. Era extraño, no había tocado un cigarrillo en semanas, quizá tres, así que estaba un poco sensible y nervioso, necesitaba inhalar humo y tener algo entre sus labios.

 

— ¿Estás nervioso? — Dijo Zoro, llevando los mechones de cabello que cubrían sus ojos detrás de su oreja. Se preocupó cuando vio la tela de su suéter moviéndose y separó los brazos del blondo uno del otro. Sanji sintió esto como un regaño, aún que esa no era su intención. —No hagas eso. —

 

—Ne... necesito un cigarrillo. —

 

—No, no lo necesitas. Todo estará bien. Ellos te amarán. — 

 

—Sé que lo harán. — Se mintió a sí mismo, sólo intentaba subirse un poco el autoestima y prepararse mentalmente. — Estoy muy nervioso. — Zoro sonrió. —Zoro, necesito un cigarrillo... — Suplicó. Mordió sus labios secos y agrietados luego de humedecerlos con su propia saliva. Sentía una presión en el pecho que le decía que jamás tenía que haber aceptado ese viaje, jamás debió aceptar la propuesta de Zoro y para empezar, debió haberse quedado en su sillón esa noche, en casa, después de “echar” a Kidd a la calle.

 

— No lo necesitas. — Su corazón se encogió en su pecho y sintió el nudo en su garganta. Suspiró profundo para tranquilizar ese instinto de echarse para atrás, buscar un lugar para pasar la noche y volver a casa inmediatamente, sólo eso, volver a casa. — Sanji. — 

 

Zoro llamó su atención llamándole por su nombre. Volteó a verlo y la sonrisa en su rostro se le contagió por un momento. Se acercó un poco más al centro y se aferró a él, después de todo, era lo único que tenía en ese país.

 

—Todo estará bien. — Susurró para sí mismo y Zoro asintió. Esperó un momento y cerró sus ojos unos minutos, sólo para darse cuenta de que ambos necesitaban una ducha con urgencia o al menos eso creía él. — Quiero dormir abrazado a tí ésta noche.

 

—Jamás me cansaré de eso. —

 

Notas finales:

Hasta luego mis amores :D


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