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Tomarry Valentín 2021 por PinkuBurakku

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Notas del fanfic:

 

Agradecimientos: Esta actividad fue creada por  la pagina, The dark lord's Lover y su grupo el lado oscuro de la fama, pagina dedicada por completo al increible Tomarry/Harrymort.

Prompt I: Cita desastre 

Prompt II: Joyería 

Prompt III: Vestido de infarto 

Prompt IV: Confesión accidental

Prompt V: Pastel 

 

 

Notas del capitulo:

 

Primer OS de la entrega, algo divertido para empezar. 

Los personajes aqui descritos no me pertenecen, son autoria total de JK Rowling, solo los uso para dejar volar la imaginación y sin fines de lucro. 

 

Prompt I: Cita desastrosa. 

Pareja: Tomarry 

#Tomarryvalentine
#TheDarklordsLover

#Maratóndesanvalentín

 

 

I/V 

 

 

 

       Avanzó por la avenida principal de aquel viejo pueblo que poco o nada demuestra los años que lleva encima, esta igual a la primera vez que lo vi y supongo que seguirá así un par de siglos más; incluso cuando mi alma perezca Hogsmeade siempre será el pueblecito escoces por excelencia entre los magos, mas imponente que el mismo callejón Diagon. Tan tibio y encantador en verano, primavera e incluso otoño; con sus calles adornadas por las hojas, magia, olores increíbles a postrecitos y té, eso sin contar el hipnotizante olor a árboles, riego y madera; es tan encantador en mis recuerdos que tengo que parpadear más de dos veces para sentir aquella calidez y no el frío que me recorre incluso con un encantamiento calefactor encima, uno que tengo que renovar cada media hora si no quiero quedar cómo los muñecos de nieve adornando las calles, congelado. A pesar de faltar un mes para la finalización del invierno, el clima no parece estar de acuerdo y el cielo sigue escupiendo copos de nieve sin compasión, mismos que ahora se agrupan en mis hombros.

Levantó las solapas de la gabardina para embutirme aún más en mi túnica y aplicó nuevamente el hechizo no verbal, la tibieza embriaga mi cuerpo cómo una suave caricia, sólo cuando estoy completamente seguro que no me castañean los dientes sigo adelante hacia el salón de té donde me esperan, espero que con ansias. La mano en mi bolsillo se remueve, los dedos atrapan aquel tarjetón mágico que se supone me guiará a la mesa que me corresponde al llegar, no antes, ni después; sólo así el viejo Albus se aseguró que no hiciera ninguna trampa y descubrir quién es mi pareja secreta en aquella cita a ciegas, el pragmático mago sigue igual de suspicaz que siempre, aunque no era difícil deducir que gracias a mi poca paciencia y mí muy alta influencia lograría encontrar quién me correspondía cómo cita; desde el inicio cerco mi camino y me empujo por el camino que sólo él había planeado para este día; ansioso y nervioso a partes iguales, tiro hacia delante.

El saloncito bolsa de Té de Rosa Lee  fue el lugar elegido por el aún director de Hogwarts, desde la calle de enfrente veo el lugar decorado de un rosa pastel contratados por un rojo encendido, a pesar de mi mala vista aún con las gafas puestas, puedo apreciar el salón alborotado, abarrotado y sumamente rosa, incluso mis ojos se abren de más al ver los querubines volar pegados al techo del pequeño lugar, estiró la boca hacia un lado planteándome por un segundo echar mis pies andar hacia el lado contrario; tanto … amor, me trajo malos recuerdos de un San Valentín desastroso con la chica que me gustaba llorando por la muerte de un gran amigo, el amargo recuerdo logra que me detenga en la mitad de la calle con la vista fija dentro, con cada paso la vista es peor, ahora puedo notar el olor a flores, chocolates, vainilla y fresas; estoy casi seguro que es cómo una amortentia para los enamorados que tomados de la mano entran al pequeño saloncito de té esperando sea acogedor y privado. Empiezo a pensar, que esta fue la razón por la cual Albus eligió el lugar. 

Me armo de valentía y cruzó la calle, los magos comienzan a aglomerarse por las calles al verme de pie frente al escaparate del salón, seguramente mi cara es todo un poema por cómo sus susurros aumentan con cada paso, los más osados incluso levantan la mano y me señalan cómo sí fuera un dementor en medio de la acera; sin querer o peor queriendo, murmuró un bombarda que hace explotar el escaparate seguido al salón de té, los murmullos se esfuman cómo el fuego tocado por agua y a pesar de tener que reprenderme, me rio de sus ojos llenos de pánico sin saber que pasa; debo aceptar muy a mi pesar y contra a los valores de mi casa, que el caos me produce un verdadero placer, quizás era la parte de Voldemort que en su tiempo habitó en mí y en qué noches de soledad aún puedo sentir dentro, aunque esto no debería ser un consuelo. Dejando de lado los recuerdos morbosos de aquel mago oscuro - presuntamente recuperado y reformado - me atrevo a ingresar por fin al salón.

Lo primero en notar fue el excesivo olor dentro, los aromas que había detectado en la calle explotan contra mis fosas nasales dejándome momentáneamente idiotizado, sostenido sólo por voluntad y la mano en el marco de la puerta, que para mi nada sorpresa, también es rosa. Lo siguiente en notar son las mesas apretujadas unas contra las otras, casi apiñadas en el pequeño salón; adiós a la privacidad, puedo notar incluso desde la puerta cómo la pareja del fondo parecen hacer una revisión a la garganta ajena; maldije en voz baja, el elegido sin duda sería el centro de atención con el pobre mago o bruja que me estaría esperando. Lo último que note; lo más tardío, fue el movimiento en mi bolsillo. Al lado de la túnica, aquel pedacito de papel bermellón con un número en él salió disparado de la tela azul oscuro hacia el exterior, brincando por encima de las tazas de té, las teteras y los pastelitos con buena pinta; saludando a los querubines y confundiéndose en las canastas con flores que estos lanzaban a los enamorados, tan centrados estaban estos que apenas notaban los pétalos acariciar sus rostros para luego desvanecerse, cómo la fina nieve. Hice una nueva mueca, esperaba que eso no me diera alergia.

Dejando los tontos presagios para una cita desastrosa, me centre en el papel que por fin había encontrado su mesa, deteniéndose de súbito con elegancia sobre la misma. Un papel igual descansaba a su lado. Suspire repetidamente y avance con la mirada fija en mis dedos; a pesar del conocimiento general y la habladuría de las masas sobre mis proezas, seguía siendo un mago joven, algo tímido y con un grado alto de torpeza e incluso estupidez; podía contra dragones, un basilisco, un mago oscuro que me cazó desde niño, podía contra las torturas y los animales del bosque prohibido, pero sin duda no podía contra los ojos fijos de otra persona, menos con mi problemita de magia dispareja. Qué era Gryffindor era verdad, pero a veces me creía un mejor Hufflepuff, Ravenclaw e incluso Slytherin; últimamente tenía que reconocer que era más a fin a la última cosa, o al menos mi magia; me mentalice y respire profundo antes de abrir los ojos que estúpidamente había cerrado camino a la mesa. 

Compuse la mejor de las sonrisas, la más encantadora incluso; aparte un par de mechones del desastroso cabello de la frente y dispuesto a disfrutar esta tarde cursi de Febrero, abrí los ojos; unos ojos rojizos me devolvieron el gesto. El aire me faltó en los pulmones y senti ahogarme de repente, el aire se redirigió a un lugar recondito de mis pulmones y tuve que morderme los labios para no toser cómo un demente; los ojos frente a mí se encogieron y pude ver no sólo con asombro sino incredulidad cómo el esbozo de una sonrisa se formó en los delgados labios rosáceos. Aguante la respiración ahora por voluntad propia, pestañeando un par de veces, frotándome los ojos otro par de veces más y removiendo las gafas, limpiándolas y volviendo a ponerlas en su lugar. El hombre frente a mí, sumamente curioso veía todo el teatro sin emitir una sola palabra, su mano descansó en el puño cerrado que se había convertido su mano, el codo era el único soporte para no terminar con la cara contra la mesa.

- Quien diría que tendrías una reacción tan curiosa; incluso podría jurar que viste a un boggart en vez de un mago - El cabrón se reía, el maldito loco se reía mientras yo aún no podía salir de la estupefacción. 

No se cual era la noción del mago de su miedo más cruel, violento y torturador, pero en lo personal aunque no le temía a los títulos sobre su cabeza, si tenía cierto pavor del mago sentado con tanta soltura frente a mí, en su mano libre justo al lado de mi invitación estaba la suya. Su sonrisita mal contenida de superioridad me enervan, me recordé a mí mismo con quién estaba tratando; Lord Voldemort, no había un mago igual en egocentrismo y narcisismo, incluso Draco quedaba sesgado bajo la sombra del mago cuando se trataba de poca humildad. Respire profundo hasta vaciar los pulmones para llenarlos nuevamente planteándome cómo era posible que el que jure sería mi enemigo velado desde siempre, esté sentado frente a mí con tanta soltura, incluso parecía divertido, encogí ambos ojos al ver la sonrisa de perfectos dientes; no, no se estaba divirtiendo, se estaba burlando con saña. Dispuesto a no ser la causa de su burda risa y cogiendo toda la valentina que podía, me desprendí de la gran gabardina llena de nieve.

Remuevo el exceso, sabiendo que se estropeara la túnica sino lo sacudo, la tibieza que me embarga disminuye pero poco importa, no mostre ni un rezago del poco frío aún guardado en mis huesos; no me rebajaría al mago, quería borrar esa sonrisa de superioridad de su boca, éramos iguales ¡lo había vencido!, eso me hacia un escalón más que igual sin duda, con un nuevo panorama y toda la confianza que podía tener un mago de veinte años, héroe del mundo mágico y auror más joven; me quitó la prenda dejándola en el respaldo de la que era mi silla, frente al mago. No me moleste en moldear mi cabello, hacía tiempo que me había resignado con este, simplemente la nieve quiso caer y aunque fuera el gran Harry Potter, aún no podía controlar el clima. Lo que sí puedo controlar sin duda son mis decisiones y reconozco al menos en voz baja que esta era una muy mala idea, le debía veinte galeones a Hermione, me lo había advertido. Ignorando la voz de mi mejor amiga, tomó por fin asiento frente a Tom; sí Tom, llamarlo Lord sería muy presuntuoso, además sabía lo mucho que le irrita que olvidara mis modales para ser un irrespetuoso.

Una vez cada uno en su sitio, el mago es el que toma el control de la situación, tan audaz e imponente cómo siempre; queriendo tener todo bajo control, su peligroso control. Llama al pobre mago que tiene que hacer de nuestro mesero, pide por ambos; apenas soy consciente de lo que hace, mi cabeza esta años luz lejos del saloncito de té, escarbando en mi mente una razón por la cual el mago oscuro mas peligroso del siglo esta sentado tan campante frente a mí, pidiendo postres de chocolate, té negro y galletas de frambuesa, mi audición medianamente desconectada puede captar incluso mermelada en el menú; me remuevo entre mis opciones descartando de un tajo que el mago no fuera él, nadie sería tan valiente o idiota para adoptar la forma de Tom, incluso después de la guerra y su presunta rehabilitación seguía siendo un mago oscuro, no sólo eso, el peor mago oscuro; su rostro ahora para nada pálido, seguía siendo de temer, lo pude comprobar con el mesero que por poco sale corriendo después de escribir la orden a toda prisa.

La opción de que estuviera bajo algún hechizo tampoco fue factible, el maldito era tan inteligente cómo Albus, sería imposible hechizarlo, pociones también quedaba descartada; simplemente la serpiente estaba allí, era él. Nuevas opciones se barajaron en mi cabeza que comenzaba a doler, sí era él; la pregunta era qué hacía precisamente él con el tarjetón que me había dado Albus. La conclusión a la cual llegue no me gustó para nada ¡la había robado! no había otra posibilidad, Albus no me dejaría con el mago para tener una cita, menos un catorce de Febrero, mucho menos siendo este la única solución para equilibrar mi magia, la única oportunidad que tenía para encontrar un mago que me ayudará con el equilibrio perdido de mi magia; sin duda Tom no podría con eso, ni siquiera porque fuera el mago más poderoso del mundo mágico; creía fervientemente que era culpa del brujo que mi magia estuviera tan descontrolada y por una necesidad casi asfixiante por el caos.

- Tu …- Empecé sólo por hablar, regresando de mi utopía llena de pensamientos dispersos, pero sin algún resultado más allá que el mago había robado el tarjetón. Quizás esto incluso era imposible, sólo habían dos y habían sido creados por Albus, cada vez la situación se volvía de extraña a bizarra. Toquetee un poco la mesa con los dedos todavía en silencio.

- Deja de pensar, duele sólo verte - Comunicó el mago y por primera vez levanté la mirada, nuestros ojos conectaron. Su mirada rojiza estaba en calma a pesar de sus palabras que constituía más un reproche. Decidí que era hora de aclarar las ideas y que mejor que el mago para iluminarme, contuve el impulso de llevar las manos hasta su cuello y ahorcarlo al ver la sonrisa burlona tan rara en él. Estaba hecho toda una eminencia el mago, una irritable eminencia.

- Cómo es que tu …- Intente nuevamente, esperando que no tuviera que utilizar legeremancia para darme a entender, con cada muestra de esa sonrisa; no sólo se escapaba un poco de mi calma sino un poco de mi valentía; la idea de que era mejor que el mago comenzaba a flaquear, aplane el pelo aún húmedo por la nieve; la maldita mirada estaba revoloteando mi calma y no sabía si era por irritación o que jodida cosa. Definitivamente mi magia necesitaba más de un ajuste.

- Albus me dio este engorroso papel, diciendo que encontraría algo interesante …- El mago que no había cambiado su pose sobre el puño de su mano, jugaba con el papel entre su mano, haciéndolo flotar en sus dedos, acariciándolo casi cómo una carta de Poker en esas películas muggles que Hermione le encantaban. Su mirada me recorrió de arriba a abajo, incluso con descaro; me maree de pronto, esa mirada era sumamente peligrosa -... Sin embargo sólo veo un mago demasiado nervioso …- Fruncí el ceño indignado, la magia se alborotó otro poco pero esta vez estaba seguro era irritación, el mago lo noto pero sólo ensanchó su sonrisa -... Casi pareces un niño delante del monstruo bajo su cama - Era provocación pura, lo notaba y aunque las ganas de ahorcarlo siguen implícitas bajo la dermis, le demostraría que no era ese niño que se rebaja. Llame a mi poca paciencia, al parecer no importaba la rehabilitación, Tom seguía siendo una serpiente.

- Albus no …- Intente tomando el mantel rosa entre los dedos, estrujándolo un poco sólo para mantener las manos ocupadas, respire hondo sintiendo la primera ráfaga de rosas sobre mi cabeza; un querubín osado había decidido ambientar la cita entre el mago joven más poderoso y el mago oscuro mas temible, hacíamos un duo increíble, al menos ahora tenía conciencia que las miradas sobre mi nuca, no eran imaginarias.

- Lo hizo Potter …- Zanjó deteniendo el tarjetón rojo delante de mis ojos, el papel bermellón levitaba frente a mi nariz; el nombre del mago estaba fijado con tinta en una esquina, justo cómo el mío; no había más dudas con eso, Albus había planeado esto -... También tengo ese pequeño problema de magia - Habló el mago, entrecierro los ojos buscando alguna burla, sólo encontré calma, una que empezaba a asustarme.

Había visto esos mismos ojos tantas otras veces en mi vida, en mis sueños; mismos que eran atormentados aún por el mago, los recordaba a la perfección, entonces interprete a cabalidad esa mirada, cuando sus ojos parecen calmos, la bestia está reprimida; el mago estaba tan nervioso cómo yo, irritado incluso aunque su boca sea una mueca llena de burla o eso creía. Sacudí la cabeza cuando pasé más de un minuto en sus labios, mi mente ya no estaba cerca, sino justo una semana atrás en mi oficina; definitivamente no tuve que hacerle caso al director y sus dulces de limón. Mi mente voló, muy lejos.

Cuando el risueño director de Hogwarts había aparecido en el ministerio hace una semana lo creí buena idea, incluso una salvación en el momento más oportuno; casi corría patéticamente por los pasillos del ministerio, escapando casi cobardemente de un par de brujas, por un par me refiero a casi media docena de brujas locas correteando cómo si fuera un cervatillo, mi patronus nunca me pareció tan paradójico cómo cuando tenía que enfrentarme a mi club de fans. Al cruzar a mi oficina di por completo con el mago, gracias a mis reflejos ninguno acabó en el suelo pero eso me hizo bajar la guardia, lo próximo que sentí fue un par de cuerpos tirando de mi uniforme de auror para tener mi atención; mis manos se llenaron de cartas y cartas, mientras mis oídos apenas podían captar un sonido que no fueran sus dulces voces preguntando lo mismo, más bien exigiendo lo mismo. Ser su pareja para San Valentin. Tuve que sostener los puños con fuerza para no soltar mi magia cuando las cartas se colaron en mi ropa interior y sentí un par de uñas marcando la carne, incluso saboree un par de besos en el cuello y las mejillas. Mi magia tembló furiosamente encerrada en mi cuerpo.

Antes de poder hacer algo de lo que me arrepentiría o intentaría hacerlo, fui salvado por el director. Cómo un cordero al matadero le suplique al viejo que me ayudara y este, después de una cara de asombro inusual en su persona y una sonrisa comprensiva, desapareció al grupo de brujas, desapareció en el sentido literal de la palabra; un pestañeo y no había ninguna persona en muchos metros de ambos, ni siquiera me molesté en preguntar a dónde las había enviado, estaba mas que maravillado. Sacando las cartas mi ropa interior, lo invito a seguir deteniéndome apenas para incinerar las cartas con malicia, al menos con eso la pila de cartas no se haría más grande; estaba exhausto, todo era un maldito circo a mi alrededor. Las letras pequeñas de ser el elegido, tenía mucha más atención no deseada, incluso más que en la escuela; comenzaba a ser exhausto y no sabía cómo responder, desde la caída de Tom y su prematura conversión al lado de la luz cómo redención, mi fama sólo era opacada por la del mago castaño.

Sin ningún tipo de modales, me lancé de cabeza a mi escritorio escurriéndome hastiado sobre la silla, dejando el cabello alborotado hacerse dueño de mi frente e incluso bajo las gafas y mis ojos, no me moleste en moverme hasta que Albus de pie frente a mí, al otro lado del escritorio, me dirige una de esas miradas encriptadas y poco fácil de descifrar. Levantó el cuello en un tirón incluso un poco doloroso, el mago sigue con la misma imagen sin siquiera una brizna de algún sentimiento; cómo auror sin duda fracase al tener al director al frente.

Sus palabras sin embargo, fueron aún más confusas que su aparente quietud; descubrió tan fácil mi descontrol de magia que casi era patético; no, en realidad sí era patético, ni siquiera me molesté en buscar alguna excusa de las intenciones asesinas con mis admiradoras y que el director había visto cómo si fuera transparente a través de mí, en todo caso tenía seguro que no podía mentir al viejo sin que lo notara; así que sólo calle y escuche en silencio, milagrosamente tenía una solución. Cinco minutos después se despedía mientras dejaba el tarjetón en mi mesa junto a un dulce de limón, con aprensión lo mire; me picó la curiosidad que mago o bruja sería para que el director lo consideraba encantador, divertido, poderoso, galante y lo peor, un gran conversador. Habían al menos cuatro falacias en esa premisa; frente a mí había un mago diametralmente diferente a lo prometido. Aún así, apenas logre captar una parte de lo que sus hábiles labios expulsaron.

- Yo no tengo ningún …- No era precisamente a Tom al que quería comunicarle mi problema con la magia, aunque el mago haya reconocido su propio problema, ni aunque lo sospechara le daría la confirmación; un poco de orgullo y cabezonería quizás.

- Yo creo que sí tienes …- Los dedos tamborilean un poco más fuerte sobre la mesa, para ser un gran mago, educado y galante; hablaba tanto cómo un vociferador aunque su tono apenas fuera un suave tono. Estaba harto del mago y llevaba apenas media hora en el local.

- Déjame terminar de hablar Tom - Me contuve para no gritar, el mago frente a mi cambió su pose por primera vez, cerrando incluso la boca; la sonrisa desapareció de sus labios y entrecerró los ojos calculando algo en su milimétrica cabeza; me vanaglorie de tal hazaña, así estaba mejor. Me permitó sonreír por primera vez desde que llegue, el equilibrio de las cosas comenzaba a tornarse igualitario, yo también podía callar al gran Tom Riddle.

- Sigues igual de irreverente, Harry - El mago pareció menos divertido que al inicio, el tarjetón rojizo que bailaba frente a mí nariz hasta ahora; se cayó con su suave sonido a la mesa. Ni siquiera ser llamado por mi nombre me amedrento, ambos podíamos jugar el peligroso juego; le dedique la misma sonrisa que me había profesado durante todo nuestro encuentro, adopte su pose descansando la cabeza sobre el puño cerrado; ladeado hacia un lado, sin dejar de mirarlo detrás de las gafas.

- Dándote el voto de la duda, no necesito a un mago para solucionar mi desequilibrio de magia, porque no tengo alguno …- Murmure en el mismo tono que era empleado por Tom, bajo e incluso seductor, un susurro que te invita a acercarse; cómo auror conocía esos pequeños detalles, lo que no podía entender o no quería en todo caso, era porque lo usaba conmigo. Una idea descabellada se formó en mí cabeza, pero la desecho al instante, aunque fuera una … cita; era tan bizarra esa certeza, estaba en una cita con Lord Voldemort. La imitación en su pose relajada, flaqueo un poco.

- Claro, lo pude notar al estallar el escaparate de la tienda al lado de esta …- La pose de mago relajado, cayó en picada al escuchar sus palabras, el golpe fue tal que termine resbalando un poco de la mesa, todo para la diversión del mago; abrí la boca para responder en mi defensa sin poder creer que el mago se había percatado de ello -... Un buen uso de tu magia, auror - la boca se me seco e irremediablemente además de la vergüenza me embriago el pavor, me había delatado sólo; cómo un mocoso, mismo del que Tom me acusaba de ser, la vergüenza sólo aumentó, empezaba a sudar nervioso. Balbucee un penoso argumento que sólo consiguió un poco de rojez en mis mejillas y a Tom riéndose descaradamente de mí.

- Te vi llegar desde el otro lado de la calle - Aclaro a mi pregunta entre tartamudeos, los nervios aumentaron al hacer un recuento de todo lo que había hecho al entrar en el local; la indecisión, los nervios a flor de piel, las muecas, el color me bañó por completo y el sudor frío descendió por mi espalda, la serpiente me había visto; genial. Ahora de verdad estaba abochornado.

- No te avergüences, suelo ser alguien muy impactante; casi intimidante - Su tono burlón, pero incluso coqueto me desarmó por completo, ahora sí estaba verdaderamente rojo y quise que el mesero se diera prisa con la orden para esconderme detrás de la taza.

El hecho de que me hubiera visto hacer magia no verbal había dejado de tener peso entre mis ideas revueltas, lo importante era que Tom, peor, Lord Voldemort había visto mi cara de idiota detrás del escaparate del salón de té, incluso por su sonrisa mostrando las hilera de sus dientes perfectos, sabía que había visto incluso mas allá de esa cara de trastornado; cómo sí nuestra mente estuviera conectada, se rio, una limpia carcajada; enloquecí con ella, nunca había escuchado tal cosa. Ahora además de avergonzado estaba maravillado, incluso encantado, para escucharlo reír sólo por sorna o burla, esta sonrisa sonaba totalmente diferente, no era cálida sin duda; pero era … diferente, divertida incluso. Me sentía cómo un conquistador encontrando una nueva tierra, una que me había dejado sin aliento ante su exuberancia, separe apenas los labios intentando detener aquella maravilla, pero sólo logré que los labios húmedos dieran un tiro en direcciones diferentes; Tom dirigió la mirada allí, el nerviosismo aumento, es cómo si mi magia en total sincronía con la suya se hubiera despertado, revelándose de mi dominio; tal cómo nos pasaba años atrás estando cerca. Carajo, esto era peligroso, debía irme. 

- Otra vez perdido …- Murmuró el mago y apenas fui consciente de cuánto me había perdido con la vista fija en su boca, los labios volvían a su estado natural y la hilera de blancos dientes quedó fuera de mi vista, la rosada lengua hizo acto de presencia sobre el labio inferior; Merlin, en verdad debía irme, tome el filo de la mesa entre los dedos tensos -... Para estar conectada nuestra magia, no puedo leer tu cabeza a la perfección - En mi cabeza sus palabras no lograban entrar por completo, cómo sí algún tipo de eco trastornara la señal y sólo llegará tardía.

Las neuronas estaban apiñadas en un lado de mi cabeza buscando una solución a la mala idea que había tenido, no sólo mala; terriblemente desastrosa. Había sido estúpido llegar a la cita, pero no marcharme después de saber sobre quién era mi cita era peor, aquello sólo me dejó a la merced del mago oscuro más grande de todos los tiempos, mismo que poseía una impecable y maravillosa risa y unos dientes perfectos, no sabía cómo clasificar que le estaba viendo … no, viendo no, estaba observando casi obsesivamente la boca del que jure un día sería mi enemigo, tan pendiente estaba en sus labios qué delinear la forma de sus dientes y lo rosada de su aparentemente larga y húmeda lengua, sólo confirman la fijación. Era la primera vez que pasaba, con tanta intensidad al menos, de haber consumido algo, habría creído que era el poder de una fuerte amortentia. Impulsado por los dedos sobre el filo de la mesa, me levanté a tropezones chirriando la silla al levantarme, nuevamente una excusa baño mi mente abochornada, impresionada y seducida.

Un plan de contingencia es rápidamente ideado por mi mente; ya había asistido al lugar, ahora sólo queda disculparme con el brujo y largarme a mi casa a internarme por una semana bajo la tibieza de la chimenea, sobre todo analizando la fijación por esos labios húmedos y delgados. Con mi nuevo plan en mente, la sonrisa se estira un poco, tensa y tirante, cómo una liga a la que se le aplica mucha fuerza; me plantee un momento que tan grande era mi magia y sí era suficiente para hechizar al mago, podía intentarlo; hechizarlo para decirle a Albus que lo había pasado de maravilla mientras yo me sumergía en cerveza de mantequilla en mi morada. Sí, eso haría, no me molesté en sacar la varita, sólo me centré en sus ojos rojos; sus labios se movían quizás llamándome justo cuando logre alzar la mano para encantarlo, el eco perdido de sus palabras me toco; nuestra magia estaba conectada. Durante dos largos segundos no lo entendí, luego, fue un bombarda directo a mi cabeza confundida.

Nuestra magia unida, conectada exactamente cómo cuando tenía 13 años. Los recuerdos de aquello atacaron mi cabeza sin conciencia, los ojos parecían parpadear quizás queriendo ingresar en mi mente; debía defenderme pero estaba ido en esos ojos y las palabras que salieron de su grave voz en susurros, nuestra magia conectaba una vez más, ni siquiera me plantee lo que eso significaba, la amargura y dolor de ser tocado por el mago fue suficiente para anestesiar mi cabeza; sus gritos, la burla, la muerte y la sangre recorre mi psique con una alarmante rapidez teniendo en cuenta el eco instalados en los oídos, definitivamente este había sido un desastre de cita, la peor que había tenido nunca, incluso una Cho húmeda y llorosa no se le comparaba con el mago en tormentosa calma frente a mí, incluso si esta era la solución para mi insana magia necesitada de caos, no me quedaría. Di un par de pasos fuera de la mesa, dispuesto a irme; Tom sorpresivamente alargó la mano intentando sostenerme y su boca murmuró en un tono más fuerte mi nombre, la nueva tonalidad me sobrecogió; no otra vez. Choque de frente con el mesero.

El hombrecito vestido de rosa y ataviado de una gran bandeja con todo lo pedido, salto fuera de mi camino lleno de pavor; no sabía sí por la magia cosquilleando mis dedos o por la cara de trastornado qué tenía, pero el sujeto saltó fuera de mi rango de alcance, la charola se tambaleo al estar su magia desequilibrada; lo siguiente que percibí por el rabillo del ojo fueron todos los platos y tazas levitando frente a Tom; con una maestría incluso abrumadora, el mago levitaba todo para evitar un futuro desastre sobre su pulcro porte bien vestido; apenas me daba cuenta de ello. Avance un paso intentando ayudar al mago a pesar de todavía tener todos los músculos tensos y querer escapar, sin embargo el mesero tembloroso dejó caer la última taza, aquella que sostenía entre los dedos; el impacto fue más rápido que el razonamiento de Tom; el té negro, por completo cayo en su tunica del mismo color, el silencio reino el lugar, todos por completo nos veían.

Tom cerró los ojos y respiro por la nariz sumamente despacio, llovería sangre. Lleve cómo acto reflejo la mano hasta la varita justo cuando la tetera con el té explotó, detuve con la mano los fragmentos que se dirigían a mi cuerpo; todos cayeron al suelo antes de desaparecer cómo los pétalos aún bajando hasta nuestra mesa. Espere algo mas, gritos, amenazas de muerte o incluso una tortura en vivo, pero sólo descubrí a un mago qué dejaba todos los platos llenos y tasitas temblorosas sobre la mesa, se levantaba de la mesa y dejaba ir lo mas parecido a un gemido frustrado. Toda tensión en mi cuerpo se rompió cómo una liga, Tom, Lord Voldemort; se desprende de la túnica negra. Abrí los ojos con fuerza, dejando todo atontamiento de lado, el mago, se estaba desnudando delante de mí, de todos en realidad.

Espere ver un cuerpo consumido por la magia negra, esquelético y demacrado, pero no alcancé a ver nada de ello en realidad; sólo una camisa negra y unos pantalones de vestir casuales. Me descubrí chasqueando la lengua en desaprobación, esperando un poco más. Tom lo noto, no había nadie en el salón qué no lo hiciera, enrojecí hasta el cabello cuando Tom me dedico la misma sonrisa burlona que había adoptado durante toda la desastrosa cita, se lamió los labios tan brutalmente, que me recordó vagamente a Barthy Crouch Jr, a pesar que debía asustarme esto sólo me hizo reír, una carcajada limpia y en forma; tan escandalosa que magos en la calle me veían detrás del cristal de los ventanales, sentía su mirada agujerear el cuerpo; la estúpida idea de que Tom parecía una serpiente por poco me hace llorar de la risa, en realidad, Tom era una serpiente; en más de un concepto de esta teoría. Tom no entendió pero tampoco le dio importancia, lo único que importaba era que yo tenía el trasero nuevamente sobre la silla y con una taza en la boca. Di un sorbo sonriendo detrás de la taza, Tom parecía irritado frunciendo el ceño a la taza de té, sin duda, tendría una entretenida cita. Las cervezas de mantequilla, se esfumaron.

- Entonces tu y yo …- Pregunté después de cerca de media hora en completo silencio. Observándonos; le di el primer mordisco al pastelito malditamente bueno que Tom había pedido, la tetera de la discordia, cómo la había nombrado ahora se sirve sola, rellenando mi taza de té, una combinación peculiar de sabores. Aparte del pastel un par de pétalos que amenazan con caer en mi dulzura azucarada y amarga.

- Sí Potter, tu y yo …- Tom resignado, se tomaba su té con ahora pétalos de rosa en él, los querubines estaban tan cerca de nosotros que podían sentarse sobre la cabeza de Tom, la idea me divierte, Tom me mira sospechando de mi maliciosa sonrisa pero no dice nada -… Puedo probarlo si quieres. Aunque si sigues actuando cómo un cervatillo asustado, puede que te cace, en cuyo caso ya no habrá nada que probar - Por poco me atoro con el cacao que deslizaba por la garganta al escucharle, la sonrisa maliciosa ahora ocupaba su boca de labios tentativamente delgados, enrojecí nuevamente. Yo no estaba siendo un cervatillo.

En media hora, nos dedicamos a observarnos, siendo conscientes que todos ahora estaban al pendiente de nuestra mesa, no sólo por el episodio con la tetera o nuestra presencia; sino por el mago de camisa negra ajustada, esta parecía la piel de una serpiente a punto de ser cambiada. Cada músculo de su cuerpo adulto se marcaba en la tela y no era el único en notarlo, el mago sin duda había cambiado del cadáver andante que había batido en la guerra de Hogwarts. El absoluto negro le cubría la piel, un poco más saludable que antaño y sin duda el cabello castaño combina con el misterio y la sensualidad morbosa que parecía expeler. Lo interesante sin embargo, no era eso, al menos no en cabalidad; sino los querubines sobre nuestra cabeza que después del espectáculo con la tetera y los gritos de la dueña, se esforzaban por darnos un ambiente lleno de romanticismo, mismo que era conseguido según sus criterios bajo montones y montones de pétalos de rosa.

Los dedos audaces de Tom se llevaron toda mi atención con el paladar lleno de chocolate para evitar hablar y conseguir un nuevo tono de rojizo en las mejillas, había algo mucho más entretenido que morir de vergüenza; el mago oscuro más poderoso del siglo, Lord Voldemort, el comandante de los mortifagos; el innombrable, hacia temblar la taza de té negro en sus dedos, misma que miraba con asco al tener un nuevo petalo de rosa dentro, después de esta escena repetida mil veces al menos, sabe que es estúpido intentar sacar el petalo, al mero contacto con su supongo tibia piel - por cómo se derrite de rápido el petalo - la cosa desaparecerá entre sus dedos, frustandolo más a pesar de haberse desecho de su incomodidad. Era un incordio que me tenía más que entretenido, extasiado; Tom había bajado todas las defensas que alguna vez había construido contra su cuerpo para evitar ser tocado, ahora, parecía que incluso quería mi atención, rememorando en sus palabras, suponía que algo más que mi atención en todo caso.

Era tonto preguntar a esta alturas sobre nuestra magia unida, de echó no quería conocer la respuesta a dicha pregunta; al menos no ahora, sentía que podía alejarme si lo pensaba con cabeza fría, me estaba divirtiendo a expensas del mago cómo para echar a perder la desastrosa pero entretenida cita, era catorce de Febrero después de todo; me merecía un día con el título de Potter fuera, ahora sólo quería ser Harry, un Harry que deseaba la normalidad de una cita, compartiendo té, comida y una charla amena con un mago; aunque lo último en nuestro intercambio eran las palabras, Tom se había sumido en gruñidos, ceños fruncidos y palabras cortas, que había descubierto disfrutaba cómo nuestra única comunicación, era divertido ver cómo cada que abría la boca para decir mas de media palabra, el querubín tiraba un puñado de pétalos directo sobre su cabeza; los rizos en su cabello eran historia, ahora sólo era un revuelto de rosas y hebras castañas. Yo creía estar en la misma situación pero poco importaba, en algún momento del circo creado por los querubines y Tom, había dejado de tener sentido. 

Tom abrió la boca, humedeciéndose con rapidez los labios con el té negro, un rayo precipitándose directo a la taza para evitar otro intruso en su liquido oscuro, apenas le dio un sorbo cuando nuevamente, un pedacito de rosa descanso sobre su cuerpo, Tom intento decir algo, apenas había sido un intento; vi la mueca desagradable, el petalo había terminado en su boca, la vena en su frente mantenida a raya hasta ahora, exploto, senti la vibración en el ambiente pero antes de sí quiera pensar en intervenir, con una rapidez devastadora, el mago estampo al querubín contra la mesa. Los platos vibraron bajo el cuerpo del pequeño alado en pañales, las telas finas en el cuerpo pálido se mancharon de oscuro en mezclas poco identificadas de té y los restos de comida, la loza fina fue a dar contra el suelo. Tom apenas se había movido de su asiento pero ni por un momento dude que no tuviera la suficiente fuerza para matar al querubín que se había dedicado a fastidiar su cita. Acercó su rostro al de querubín, tanto que su alientos furioso se mezcla con el del tartamudo querubin, palidez y miedo contra rabia apenas contenida y magia oscura.

- Si tiras una rosa más en mi té, te meteré la cabeza en tu propia canasta … Hasta ahogarte - La amenaza estaba hecha, el niño en pañales sobre mi cabeza se esfumó al momento, chico listo; Tom dejó ir al querubín llamando en un siseo al mesero, la diversión apenas fue contenida detrás de mi taza, que carácter el del señor Riddle. Interesante y encantador.

- Todo un romántico, Riddle - Murmure con los ojos fijos en su los suyos; la espalda se recargo por completo sobre la cómoda silla, los nudillos sostuvieron mi mejilla con el brazo totalmente recto en el brazo de la silla. Tom me imitaba con menos garbo, incluso algo de clase.

- No te pases de listo, Potter - Siseó pero su amenaza estaba lejos de ser tal, incluso escondía muy mal una sonrisa; su mirada apenas varía de mi cuerpo al del mesero directo en su nuca, el mago asustadizo recogió toda la mesa con una prisa impresionante para alguien tan lleno de pavor. Una vez solos, me incliné sobre la mesa sin perder mi propia sonrisa, la cita estaba yendo mucho más interesante de lo que creía. Incluso tenía ganas de jugar, un poco.

- Esa será tu nueva postura, no te pases de listo Potter …- Las palabras abandonaron mi boca antes de tener plena conciencia de lo que decía, nunca se me había concedido el don de seductor, sin embargo, con este mago; estaba dispuesto a arreglármelas, sacar la valía del león que era -... Pensé que de hecho, esperabas que lo hiciera, Tom - Pronunciar su nombre, nunca había sido tan satisfactorio, incluso íntimo; no necesitaba ver que había en su cabeza, nuestra magia acoplándose hablo por el mago, sí es qué acaso el ensanchamiento de sus labios no hablo por él; me gustaba este nuevo Tom, sin duda alguna.

- Eres un impúdico coqueto, Potter - Su tono había dejado atrás todo atisbo de irritación, incluso burla, aunque sus palabras pretendían ser una burla implícita, sólo era pretensión; el ambiente había cambiado para ambos, la coquetería innata del mago y mi recién instaurada seducción nos encaminaba por vertientes mucho más que interesantes; este juego, aunque peligroso era excitante, muy excitante.

- Me halagas Tom …- Con cierto tono de verdad en las palabras, ahora era yo el que llenó de una burla coqueta, daba vuelta a la conversación teniendo el rumbo de nuestra charla; uno que parecía encantarle al mago que a pesar de la impertinencia, seguía sonriendo, sus labios se humedecen con cada palabra que escapaba de su boca, fije mis ojos allí; nuevamente totalmente perdido -... Yo puedo reconocer que eres un seductor, cuando tu rabia no va dirigida a mí - Otra vez algo de verdad se escapa con cada palabra, la legua rosa se dispara fuera de los labios de Tom, apenas perturbó mi vista cuando el mesero llegó con la orden; un pensamiento vertiginoso estaba naciendo en mi cabeza, uno que ya no me horroriza.

Media hora más y era el turno de las galletas, mermelada y por supuesto más té; esta vez un poco más dulce, mismo que devoraba cómo un mocoso malcriado y glotón, para hacer cara de asco ante tanto dulce, Tom sabía escoger comida; yo por otro lado, disfrutaba comerla, no podía escoger ni un vino tinto decente cómo Tom parecía querer hacer. Media hora después del querubín amenazado y conocía más a mi enemigo, de lo que nunca lo hice, había descubierto incluso que nuestro accidente mágico, era de hecho su culpa, aunque me perturbó la idea, esta fue aplacada al dejarme en claro que la conexión era bilateral, su magia cómo lo había comprobado desde hacía mucho, también estaba descontrolada, apenas contenida por la gran fuerza mental del mago.

Tom sirvió más té en mi taza, aunque era innecesario porque esta podía rellenarse sola, pero cómo lo había dejado en claro el mago, esto era una verdadera cita; un extraño cortejo que me tenía al borde de un tartamudeo patético por tanta atención bien recibida y alborotadamente enérgica. No había más, Tom en verdad quería que la espantosa cita saliera bien, debía por el bien de los dos. Abrió la boca para definitivamente pedir el vino al mesero que no se me acercaba, aunque el miedo por el Lord era muy tangible, era obvio que su impresión conmigo era peor; aún no entendía que había hecho, un nuevo desajuste a mi magia por supuesto. Tom a pesar de abrir los labios, mantenía su fija vista en mí, le regresaba la maldita cosa con valentía, como un buen gryffindor ante un reto, ya no había ni siquiera un vestigio de pena más allá de las mejillas coloreadas, un impulso que no podía ni quería evitar. Tom sonreía, y yo perdía un nuevo pedazo en el papel de cervatillo asustado.

- Eres Tom , mi Lord Voldemort - La voz diferente a la del mesero rompió con el intercambio nada sutil de miradas, sentía mi magia alborotarse por segundos al perderme en las pupilas rojizas ajenas. Sus labios tenía la certeza de que ahora me estaban llamando. Ambos giramos para maldecir a quién nos interrumpía.

Dimos de frente con un mago agitado, turbado incluso; jadeando a punto de un ataque con la boca abierta, el cabello algo revuelto y una mirada brumosa perdida. Mire a Tom, no tuve que leerle la mente para saber qué pensaba; ahora qué, el pensamiento gritaba en cada una de sus facciones rectas y filosas. Gire al recién llegado, pretendiendo apartarlo de mí apenas reconstruida cita con Tom, el desastre estaba siendo construido como para volver a inicio. Al girarme di de lleno con la mirada del mago, cuyos ojos no dejan de ver a Tom, su vista casi cristalizada me dio tan mala espina que enseguida la codifique dejando un poco de lado mi propia bruma llena de ojos rojizos y labios delgados, la vena auror en mi cuerpo se activó con la magia diferente a la de Tom entrando en mi campo personal. El mago movía los labios despacio, unas palabras susurradas llegaron lejanas a mis oídos, ayúdame parecía gritar en silencio; el mago, había notado la misma aura extraña en el mago.  

El extraño sin embargo, no parecía consciente de lo que provocaba en Tom, podía jurar que ni siquiera tenía noción a quién se dirigía; parecía casi hipnotizado en el cuerpo del mago oscuro, y sin miramientos se lanzó sobre este sin medir una palabra. Tom fue rápido, cómo sólo los reflejos de un mago versado en el mundo de la guerra podía hacer, cómo sólo un gran duelista era capaz de lograr. El cuerpo del extraño se balancea en el aire, pataleando y maldiciendo pero no a Tom, no, sólo al viento que parece apartarlo del objeto de su deseo … Deseo. Abrí los ojos grandes, al entender de golpe lo que veía, ya había visto esa eficiencia antes, sólo para comprobar vire hacia el grupo de magos detrás del sujeto, mismos que se remueven intentando contener a su amigo, pero apenas acercándose, estando fuera del alcance de Tom. Aún con la distancia, podía apreciar la palidez en su rostro, incluso el horror pintado cómo en un lienzo blanco e impoluto.

Mi cabeza ahora con entendimiento, sólo codificó una nueva orden. La carcajada fue tan audible que conseguí de un sólo tirón la atención de todos los magos y brujas cercanos, poco importaba la situación no sólo era trillada, era irreal. La estruendosa risa eclipsó todo a mi alrededor dónde incluso un par de lágrimas se prendían de mis pestañas húmedas por tanto jadeo, las burlonas carcajadas sólo aumentaron al ver los magos detrás del extraño casi desmayarse en las rosas baldosas del lugar, el mago había gritado todo el amor que sentía por Tom a los cuatro vientos, declarándose eternamente enamorado; sabía que era peligroso, todos los supieron por cómo contuvieron el aire, no obstante, mi boca parecía no estar de acuerdo con el peligro, no, ella sólo seguía produciendo estruendosas risotadas que se perdían en el imperturbable silencio formado en el salón, mismo que era bañado de las palabras más cursis que jamás escuche dichas a un mago cómo Tom, en especial al recordar la oscuridad de su magia.

Sólo bastaba una ojeada al mago oscuro para saber no sólo que estaba en el límite de su paciencia, sino en lo incómodo que le resultaba la situación, quizás hasta casi vomitiva; cómo auror decido a pesar de los espasmos apenas contenidos ayudar al hombre, sería fácil de todos modos judicializar al brujo por perturbar no sólo un espacio público sino por perturbar mi cita; podía incluso vengarme un poco y mandar al mago y sus amiguitos a darse un paseo por Nurmengard, sólo por diversión, un buen escarmiento por querer embrujar a un mago y perjudicar su integridad e incluso si mis suposiciones eran ciertas, debía incluir en el acta, perturbar a un auror, tenía la certeza que esa confesión accidentada no iba dirigida a Tom, su objetivo era algo más …yo. Tanto me había ensimismado en la venganza que le daría al par de magos que sólo un atisbo de movimiento sobre la mesa, me trajo a la realidad. Tom movía la mano casi con demencia, llamándome, nuevamente pedía mi ayuda.

A pesar de lo peligroso que era y sabiendo el riesgo, le tiendo la mago al desesperado mago; apenas contenía su magia por el nivel de perturbación que parecía tener, cosa que no duraría mucho tiempo. Envolví sus dedos en los propios, entrelazados escasamente por la posición tan incómoda, pero lo suficiente para darle el apoyo mudo y sobre todo, para que todos se dieran cuenta del gesto; era la primera vez que sostenía la mano del mago con algo que no fuera vomitivo o nocivo, la única vez desde el salto juntos en el castillo de Hogwarts que estaba tan cerca de Tom. Decidí dar por terminado el teatro, repentinamente me entraron ganas de algo mas intimo, fuera del alcance de los ojos curiosos que devoran la imagen de los dedos del mago y los míos con ahínco, casi pasan por pequeñas agujas traspasando nuestra piel, una vez más la fama detrás de mi apellido y el de mi acompañante parecía cobrar verdadera fuerza. 

Con todos los ojos fijos en mi mano, me giré al mago aún sostenido por Tom y su magia, dispuesto a sacar toda mi seriedad cómo auror a pesar del jolgorio previo. No obstante, el mago no sólo no estaba sostenido por Tom sino que estaba frente a mí, su mirada era la vivida imagen de un asesino, uno excesivamente molesto, eche mano de los buenos reflejos y aleje al brujo lo suficiente para no caer de la silla; todos aguantaron el aire nuevamente, incluso jadeando horrorizados una vez que el brujo descontrolado gritaba impropios contra mi cuerpo, bueno, ahora estaba empezando a irritarme, antes de descargar toda la descontrolada magia sobre el sujeto, una más se adelantó; con dificultad predije los movimientos del mago, aplico un par de protego antes de sentir su magia envolverme, deslizándose por todo el lugar. Tom dejó ir todo su poder, en una muestra de que tan poderoso era y que tan descontrolado estaba su magia, levito a todos a su alrededor cómo sí de un grupo de plumas se tratase, incluso los que quisieron protegerse, era demasiado tarde, sus cuerpos chocaron contra el techo de una manera estruendosa.

Los huesos crujieron, los jadeos asombrados ocuparon el lugar y en un parpadeo, los cuerpos estaban contra el suelo, estrellándose contra este; más huesos se resintieron. Antes que alguien alcanzara a entender a cabalidad que pasaba, todo vidrio, cerámica, barro e incluso metal se quebró; los vasos, copas, botellas, platos y porcelana se quejó antes de romperse en miles de pedazos disparados por todos lados, sentí el ruido sordo del ventanal a mi lado estallar mientras todos se cubrían de los trozos voladores. Tom que hacía tiempo dejó de sostener mi mano, empujó la silla donde estaba hacia atrás creando un tétrico chirrido que sobrecogió la calma de papel sobre todo el local, sus pasos retumbaron con fuerza al levantarse y salir por el ventanal roto, casi trotando de la furia que empleaba en cada paso.

Todos los ojos, estaban sobre el mago, esperando una inminente tortura, incluso me permití empuñar la varita entre los dedos, esperando se usada si era necesario, pero contrario a lo que todos creían; Tom no torturo a nadie, el mago salió escopetado a la mitad de la calle dónde aún estaba la nieve recorriendo el lugar, utilizando su varita la levato hacia los parches de nieve en la orilla de la acera y sin previo aviso, hizo una gran bola de nieve que expulso directamente contra las personas del local, controlando su magia con tanta fuerza que estaba verdaderamente impresionado, no obstante, el gran mago, necesitaba urgente unas buenas gafas, la bola que pretendía ir contra el conjunto de magos impertinentes; terminó de lleno a mí lado, justo contra la dueña del local. La señora Rosie, explotó junto al mago.

Escopetada hacia la salida, armó sin necesidad de tocar la nieve una gran bola de nieve y la lanzó contra el mesero temeroso que nos había atendido en todo la reunión, el proyectil iba con tanta rabia y fuerza que mandó al mago directo contra la pared del fondo; el caos sobrecogió todo el lugar, todo el mundo pareció dejar el miedo de lado precipitándose hacia la calle donde incluso las personas de otras tiendas se unen a la improvisada guerra de nieve. Bolas de nieve corren libres por el aire y a alguien bastante listo se le ocurrió la idea de hacer nevar en pleno Febrero así que una verdadera batalla campal tuvo lugar a las afueras del saloncito de té. Las risas perdidas inundaron el lugar y la bruma melosa, divertida y encantadora del catorce de Febrero resurge cómo un ave Fénix de la nada, pero yo sólo tenía una idea en la cabeza, entre la multitud buscó su cabellera desordenada y llena de rulos desparramados. El mago era retenido en medio de fuego cruzado, cubriéndose cómo podía, la insana diversión surgió nuevamente en mi pecho.

Con un sencillo Accio, atraigo al mago en medio de la multitud; su cuerpo choca por primera vez con el mío y literalmente me derrito al sentir su aliento chocar contra mi rostro repentinamente rojo, bueno, eso no lo había planeado debí alargar las manos y usarlo cómo escudo contra su cuerpo, sin embargo, me tenía sin cuidado; sostuve su mano nuevamente esta vez en una posición mucho más cómoda, tirando del mago para refugiarlo de las bolas de nieve asesinas corriendo por todo el lugar; detrás de la mesa que nos había funcionado cómo puente entre ambos, el mago cae a mi lado aún con nuestros dedos entrelazados. Protegidos de la nieve y las miradas entrometidas, por fin me atrevo a hacer lo que mi cabeza concibió cómo no bizarro, un capricho instaurado en mi psique que no moriría hasta que lo llevará a cabo, haciendo acopio de toda mi valentía cómo nunca, tomó con la mano libre al mago del cuello y junto nuestros labios.

El tacto fue lo esperado e incluso mejor, sus labios húmedos lo eran mucho más una vez cerca, suaves y bien cuidados, no cómo los propios; delgados y terriblemente adictivos, lo supe en el segundo donde mi lengua curiosa sale al encuentro delineando el labio inferior ajeno, ladeo la cabeza sintiendo la imperiosa necesidad de ir más allá, lo impensable sucedió y la boca de ambos se abrió a la vez, los labios se refregaron por toda la extensión presentada, la lenguas al principio tímidas explorando un nuevo territorio, la coquetería llevadera en toda la cita estalló entre nuestros labios y dejando los primeros pasos detrás, se devoran los contrarios; Tom, es mucho más imperioso y salvaje de lo creído en un principio, toda clase o modales se esfumaron en el momento que ambas lenguas se encontraron dándole paso a un salvajismo enloquecedor, el aire faltó rápidamente entre la impresión de lo bien que besaba el mago y el propio acto en sí, estaba decidido. Quería otro de esos.

- Hace frío, podemos tomar un té dónde Madame Tudipié, aunque te advierto que tengo malos recuerdos de ese salón de té …- Propuse sobre sus labios aún sin querer estar lejos de esa adicción recién descubierta, respirando descaradamente sobre su boca. Tom parecía no reaccionar todavía, aprovechando el repentino atontamiento, decidí actuar en consecuencia -... O podemos ir a mi casa, la chimenea nos puede calentar a ambos … - La insana coquetería volvió y utilice toda ella para no terminar rojo hasta la punta del cabello por lo cuestionable de mi proposición, directa y concisa, con todos los deseos que me carcomía desde que el mago simplemente río fueron casi gritados a pesar del tono suave que tenía; Tom, seguía en otro mundo.

- Quizás esta ropa puede desaparecer - Lo más conciso que podía intente nuevamente, deslizando los dedos por el cuello expuesto del mago, reiterando la complicidad y lo tórrido de la propuesta; misma que no sólo no parecía perturbar sino que por fin despertó a Tom del letargo, el mago llevó las manos a mi cintura entendiendo a cabalidad las palabras no pronunciadas.

- Será un gusto, Harry - Un nuevo beso selló el pacto, mucho menos candente y más investigativo, me sumergí en este por completo; entregando por completo los labios y lengua, todo a disposición de mi increíble cita.

Apenas fui consciente del suelo dejando mis pies y el flash cegando mi rostro completamente sonrojado, alborotado e impaciente. Difícilmente me perturbe al día siguiente al ver en la portada del profeta, mi imagen junto a la de Tom escondidos detrás de la mesa rosa con las bolas de nieve volando sobre nuestras cabezas; sin duda, fue una buena idea el quedarme. Había sido una velada entretenida

Notas finales:

Gracias por leerme. 

PK. 


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