Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tomarry Valentín 2021 por PinkuBurakku

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

 

Los personajes aqui descritos no me pertenecen, son autoria total de JK Rowling, solo los uso para dejar volar la imaginación y sin fines de lucro. 

 

Prompt IV: Confesión accidental. 

Pareja: Tomarry

 

#Maratóndesanvalentín

   

       Arrepentirse de los actos, después de estos hechos es la acción más patética y estúpida de un ser humano, las decisiones ya han sido tomadas y escudar la conciencia en un quizás que jamás existiría, era el peor de los tormentos. Era sólo un somnífero a la verdadera realidad, una memoria atormentada que a la menor oportunidad, rememora el ciclo de malas decisiones tomadas. Es cómo sacar un recuerdo, echarlo en las aguas turbias de un pensadero y verlo flotar, al final, simplemente se acaba con la cabeza en lo profundo del caldero, en la oscuridad misma de los recuerdos. Por ello, no vivo del quizás o los hubiera, simplemente vivo. Tenía conciencia de un par de cosas que hice mal en el pasado, cómo nunca creí hacerlo, pero sólo era eso, el recuerdo viejo y escabroso de haber hecho cosas malas, pero sin sentir la mínima pizca de remordimientos, ni ahora, ni antes ni nunca. Aunque esto fuera sin duda, cruel, era lo que había, lo que soy.

No se le puede pedir revivir los muertos a una amortentia, me había dicho Harry una vez, y aunque el mago la mayoría de veces parecía un ser joven despreocupado, rebelde y extravagante, tenía pequeños momentos de infinita sabiduría dónde incluso supera la propia, momentos dónde me recuerda que dicha madurez en la vida había sido debido a mi influencia, mi mala influencia. Un mago que busca tu cuello para rebanarlo desde que eres un simple niño en cuna, sin duda alguna, hace madurar de golpe a cualquiera, si a eso se le suma la violencia, humillación y mala vida en su infancia, se tiene la perfecta excusa para dejar de lado las sonrisas, los juegos absurdos y el espíritu jovial de un niño. El resultado es la triste sombra de un niño que sólo ha conocido desde su niñez, la desolación, la confusión y oscuridad de una vida, que se supone debería ser feliz. En ese punto, nuestra historia se parece, tanto él cómo yo, somos magos atormentados, maltratados y abandonados desde la infancia; ambos, por las incoherencias de un hijo de puta que tomó malas decisiones. Sólo que en el caso de Harry, el hijo de puta, era yo.

Un hijo de puta, que le había robado la felicidad a un puro bebé al arrebatarle los padres y cualquier otro ser que le pudiera dar un poco de ternura, calidez o paz en la vida. Condenándolo incluso al exilio hasta que fuera necesaria su presencia en el mundo mágico, al menos eso directamente, no había sido mi culpa, esa fue una decisión de otro bastardo que sin duda quedaría en su conciencia porque nunca iba a pensar, él, yo o el mundo mágico en sí mismo, que sólo esa acción hacia tantos años en el valle de Godric, sería el primer eslabón de un destino que había estado escrito ante de siquiera mi concepción, muchísimo años antes desde esa fatídica noche, de la cual por supuesto que no me arrepentía, bueno, quizás un poco pero nunca lo aceptaría, sería considerado un patético mago cómo los demás, una premisa que me repudia aceptar junto a mi nombre, sólo queda entonces el recuerdo que aquella noche dónde por desgracia, no sólo condene a un bebé al sufrimiento sino, perdi mi magia en el proceso.

No debía ser injusto, me considero un mago bastante benevolente y medianamente bueno, al menos eran las cualidades en las que me había encasillado Harry, por ello, debía darle crédito a la madre desesperada que en su infinito amor, había efectuado uno de los hechizo más poderosos a los cuales mi magia no pudo hacer el correcto contraataque. Mori, relativamente; no recuerdo si grité, maldije su apellido o sólo me consumi, lo único que sabía era que al despertar nuevamente, la sed de venganza en mi pecho era mucho mayor y la necesidad de ser saciada me atormenta cómo el vago recuerdo de una vida pasada. Juré entonces que encontraría a los Potter o lo que quedará de ellos y entonces sería mi turno, la venganza que ansiaba mi alma dividida; era su culpa mi estado, la humillación de estar bebiendo de sangre de animales para poder seguir vivo. Todo era su culpa, uno, dos, tres fueron los ataques hasta que pude hallar al Potter que necesitaba y en el cual dejaría ir toda mi rabia, al verlo, todo cambió para siempre.

Las ganas de hacerle daño a su cuerpo, mutan se tergiversan y mueren en parte; la necesidad de hacerle verdadero daño muere al ver su carita llorosa, con el cabello revuelto y la sangre bañando su cuerpo; sucio, desesperado, aterrado y sobre los huesos de mi padre muggle. Nunca, antes o después había visto una cara tan preciosa, mucho menos en un adolescente. Tanta fue la sorpresa por la boca rosada y húmeda que la mudez me consumió por unos largos minutos donde apenas pensaba más allá que para llamar a mis súbditos y no perder la vista de Harry ahogándose bajo la piedra que lo aprisiona. Sentí la imperiosa necesidad de acercarme, comprobar si era verdad lo que veía o acaso era una ilusión proyectada por el deseo que alguna vez surgió en mi cuerpo adolescente y ahora, había muerto con mi humanidad. Lo toque ahora sabiendo que podía hacerlo y ambos no sucumbiríamos en la agonia, toque sus labios directamente; nunca había amedrentado mis deseos, no sería la primera vez.

El chico grito, supuse entonces que el efecto de poder tocarlo era unilateral, esto no me detuvo, masaje los labios en medio de sus gritos y la fuerza que hacía por querer arrancar uno de mis dedos. Tome con brusquedad su rostro con la mano libre, ahuecando las mejillas dolosamente pero eficaz a la hora de mantenerlo fijo en un sólo lugar, el terror aumentó al verse ahora indefenso, totalmente a mi merced, la consigna me hizo sonreír por primera vez en muchos años, más de los que recordaba; la tétrica sonrisa era conocida, gracias a la crueldad de los actos que la acompañan, esta vez no fue la excepción. Encaje las uñas malditamente largas en las juveniles mejillas sucias, el chico grita, música para mis oídos aturdidos por el mover de sus labios. Los alcanzó de nueva cuenta, delineándolos ahora a conciencia, pasando una y otra vez los dedos por ellos, dejando las uñas de lado, comprobando la humedad e hinchazón en estos, estaban un poco rotos.

La boca está tibia cómo el resto del cuerpo he de suponer, no tan fría cómo mi piel; la saliva le escurre por la comisura de la boca mientras sus ojos totalmente inyectados por el miedo buscan desesperadamente algún recóndito de valentía para retarme, no sale muy bien su causa, tiembla demasiado entre mis dedos para creerme el cuento del fuego bañándole las venas. Me acercó curioso al cuerpo hipnotizado, que aún estando atado y muerto de miedo, me sostiene la mirada aunque sea para demostrar su desventaja; los ojos verdes no pierden de vista a los míos, no parece impresionado, sólo hipnotizado entre la oscuridad, le concedo un poco de respeto ante tal demostración de osadía, ninguno, mago o bruja se opone a mí, no a la mirada furibunda que le prometía torturas inimaginables si seguía sosteniendo la vista en alto, ni siquiera los mortifagos se atrevían a verme con tanta fuerza, porque eso tenía esta mirada asustadiza, fuerza para no rehuir de la maldad instalada en mis ojos. Lo que dicha maldad acentuada por el fuerte agarre provoca en su joven cuerpo, era otro asunto, decidí aprovecharme de esto.

Estando lo suficientemente cerca, rompo los límites, estando tan cerca del muchacho que podía sentir su aliento pegado a mi boca, pero sin tocar la piel más allá de esto, sólo la mano sigue fija en sus mejillas, torneando la piel a la forma de mis dedos; marcando los mismos en su carne, incluso un par de gotas de sangre se mezclan con las lágrimas secas al encajar las uñas con uno nuevo de sus gritos por ser tocado, le duele, lo noto por los ojos fieros envueltos en lágrimas sin derramar, es más que un orgullo herido y humillado, es el mas puro dolor, mismo que me incita a dar otro paso; nunca había visto un rostro tan hermoso deformado por el dolor y sinceramente, justo ahora, me apetecía ver tal espectáculo. Gracias a la diferencia de estaturas puedo apreciar con milimétrica precisión cómo frunce la boca cuando una uña le roza sin fuerza los labios rotos, mucho más dolor le consume el cuerpo.

Mi cuerpo era dueño del éxtasis por un descubrimiento nuevo, la conquista de una tierra jamás tocada, vuelvo a efectuar el movimiento; un nuevo grito esta vez con mi nombre seguido de maldiciones que pensé no conocían su lengua debido a la edad, tal arrojo de impertinencia en vez de cabrearme, me hizo verlo más fijamente, completamente absorto en la lengua al modular y moverme al componer un nuevo y florido jodete. El miedo, había escapado con tanta fuerza, que daba la sensación que nunca había habitado los verdes ojos, quizás era por el hecho que en verdad no le estaba haciendo verdadero daño que se atrevía a tal osadía. Cruciarlo sin duda, le aflojaría la lengua y sacaría un par de lastimeros gritos de dolor, reduciendo esta nueva fuerza en su mirar que prometía pelear así sea con los dientes para que lo deje en paz. Note algo que hasta ahora no había descubierto, o al menos no le había prestado verdadera atención; odio, rabia ... oscuridad, hacia mí. Me recordé que yo mate a sus padres; no lo solté dejando que libere su rabia sí quería en otro momento, pero ahora, me pertenece por este breve momento, mientras está atado y a la merced de mis dedos.

Con la vista fija en su boca, la manera en que las aletas de su nariz se expanden para respirar furioso y la agudeza en las esmeraldas, apenas fui consciente de la llegada de mis mortifagos, que en silencio aguardan seguramente hincados esperando, no lo podía jurar al estar de espalda a ellos, pero lo suponía; el respeto en el silencioso cementerio es tangible, al menos por otra criatura que no fuera el revoltoso joven que tenía preso. Me inclino sobre su boca, los dedos ya estaban pringados de la saliva ajena y ahora sabiendo a la perfección la tibieza y espesor de la misma, una locura inimaginable nació de lo profundo de mi cabeza. Cómo sabría la bonita boca, no entendía de dónde venía dicho pensamiento retorcido en más de un sentido, pero lo adjudicó a la hipnotización con esa boca burda pero encantadora que se atrevía a maldecirme a pesar de estar rotos y sucios. Las pupilas tiemblan al verme más cerca, aunque antes se corta la respiración por completo de su cuerpo por el mismo motivo, al parecer no era consciente de dicha cercanía hasta este momento. 

Su cuerpo se remueve cómo un gusano, alejándose sin duda de mi horrorosa compañía. Me permito sentir rabia ante tal aversión aunque antes, la disfrutaba con ahínco, ahora me ofende al estar siendo manejado por mi mera curiosidad de una maravilla carnal cómo esta, solo quiero tocarlo, comprobar que no es mi imaginación nada de lo que sucede en mi mente y cuerpo, pero el maldito muchacho, me rehúye y ahora, no de miedo, un atisbo de asco le cruza la boca, trastornando los bonitos labios. Poco importó dicha mueca, estaba decidido a hacer algo, dejar la curiosidad peligrosa libre y el asco en su mirar, no me detendría. Con un último empujón, me inclino hacia la boca osada del mago, la lengua larga y delgada, le roza los labios probando la saliva tibia y espesa, el olor a sangre se entremezcla con su aliento caliente, las costras en sus labios abultan los mismos al rozar a conciencia la lengua por ellos.

El silencio nos inunda cuando el chico parece tan sorprendido que apenas reacciona, me vanaglorio de dejarlo sin habla. Al menos los pocos segundos que esto dura, al darse cuenta de lo que pasa, el chico, se aparta con verdadera fuerza hasta casi destrozarse, rehuyendo de mi toque. Muerdo con fuerza el labio a mi merced, los filosos colmillos, rasgan la piel, apenas tomé un sorbo del vicioso líquido al sentir un quemazo en la piel carente de labios, el chico me muerde esta vez hasta que la sangre me baña la boca también. Me separo por completo sorprendido e irritado, me había mordido, un mocoso me había hecho sangrar, al gran Lord Voldemort. Estuve a punto de lanzarme nuevamente y romperle la boca con más brío hasta que el chico, me escupe el rostro, la sangre bañada de saliva inunda la filosa mejilla.

Me enfurezco de verdad y tomo su cabello, amenazante y ahora con un retintín de sí querer hacer daño, verdadero daño, no me molestó en limpiar la mejilla ajustando los dedos a sus azabaches hebras, los pensamientos discordantes de cómo poder hacerle pagar tal ofensa inundan la morbosa cabeza, parpadee un par de veces ante la inmundicia de dicho pensamiento, Potter, aprovecha y me maldice nuevamente con la boca chorreando en sangre y el aire escapando de esta. Retrocedo al tener conciencia gracias al rechazo lo que parecía iba a cometer, una injuria sin precedentes, aún me considero un caballero a pesar de la situación, era un mago después de todo, dicha bajeza sólo era apta para muggle. Me aparto por completo hasta que el viento puede volver a reinar entre ambos, el niño Potter se deja de remover con tanta furiosa al escuchar el sonido crujiendo de un hueso roto, él mismo lo había logrado. Grita y siento envidia de la roca que lo hace gritar de tal manera desgarradora. 

Por fin lo puedo escuchar gritar y ciertamente, el sonido va acorde a su bonito rostro, aunque lo desfigure por completo, me quedo fascinado en este, los labios se compugnan por una mueca atrayente al fruncirse debido al dolor, se remueve con más rabia buscando separarse de la roca, pero sólo consigue que el uniforme que porta se rasgue, nuevamente busco mantenerlo quieto al ver la sangre bañar fracciones de su cuerpo, una sangre, que no he sacado yo. Encajo otra vez las uñas en sus mejillas, parece funcionar momentáneamente a pesar de que estas se encajan de más con el mago estirando el cuello de un lado al otro, aunque intenta escapar del dolor de la fractura, la verdad es que sólo aumenta dicho dolor, el cabello rezonga de un lado al otro batiéndose entre el sudor y la mugre, admito al menos para mí, que el mago se ve hermoso en agonía, su belleza se vuelve inimaginable con la boca abierta, las lágrimas recorriendo las mejillas y los ojos por fin cerrados, rendidos y cansados; sólo por un hueso roto.

Mis ojos también tiemblan mientras lo sueltan algo consternado, espantado sí se puede. Doy un paso hacia atrás, con el último grito de Potter, algo había despertado en mí, algo que creí muerto, algo por lo cual apenas me preocupaba antes y ahora, sentía una mórbida sorpresa bañada por un extraño temblor recorriendo todo el cuerpo. Miró con descaro mi entrepierna sobre la escasa túnica que porto, no se nota en absoluto, pero yo sé lo que sucede bajo la tela donde mi piel desnuda, parece despertar después de al menos dos décadas. Aturdido miró al joven Potter, este a pesar de la agonía, ahora me mira, justo allí, entrecerrando los ojos para saber qué es lo que me tiene de pronto pálido y retrocediendo imperceptiblemente de su cuerpo, aún estoy lo suficientemente cerca para que lo note, el casi inexistente relieve dónde debía ir mi entrepierna. Abrió la boca, sus ojos no mostraron ninguna emoción, parecía ido, demasiado consternado quizás. Luego, sus mejillas se rompieron en un furioso rojo.

Para mi horror, las mejillas sólo eran la guinda en un pastel, la preciosidad exuberante de su cuerpo juvenil se expandió proclamándose a sí mismo, cómo la cosa más hermosa jamás vista. Me separe varios metros ahora, a sabiendas que la hinchazón en mi entrepierna sólo estaba aumentando, demasiado pronto y con demasiada fuerza, era incluso doloroso; muy doloroso. Con un pase de mano, quito la prisión de roca que sostiene al joven, si deja de verme, gritar y llorar, tenía certeza que todo acabaría. Mala idea, muy mala idea para un mago cómo yo, un estratega astuto, fue la peor de las decisiones. Quién iba a pensar que un chico con un brazo roto y el rostro enjuagado en mugre y lágrimas podía avanzar tan rápido por el césped; el miedo, asco y dolor que le gobernó el cuerpo hasta hace poco desapareció, esfumándose abrumadoramente rápido nuevamente, se acercó, no me aparte; no era ningún cobarde. Sin embargo, cuando su mano empuñada rompió los orificios de mi nariz, inundando la misma de sangre, quede sin habla, un jadeo contenido por parte de todos fue la única respuesta.

Me tomo tiempo procesar lo que acaba de pasar, nadie, ni siquiera en sus mejores sueños, golpea a Lord Voldemort, nadie tenía tanta sangre helada en las venas ni la valentía para semejante agravio, era firmar un sentencia de muerte; una que en este caso nunca llegó, quedé absorto en templanza de los ojos verdes que refulgen de rabia a pesar de las lágrimas y las mejillas rojas, aún tras la notoria desventaja y la realidad que podía matarlo, Potter estaba allí, de pie con el brazo roto y zarandeando el otro en el aire; lo tome con fuerza, con una que sólo la altura y la edad me otorgan, el chico se remueve pero sabe que no puede soltarse, me maldice con la vista, estaba humillado eso era obvio, quizás por el beso, quizás por lo otro. En todo caso, obedeciendo a los instintos cómo nunca, a todos ellos, estampo el dorso de la mano sobre la mejilla ensangrentada de Potter, justo allí donde mi uñas habían hecho estragos en la blanca piel, un nuevo jadeo se apodera del silencioso lugar, pero no son los mortifagos los que lo propician, mi boca se seca por completo.

Repito la acción, aunque esto me rebaje aún más, nunca me ensucio las manos con los magos que tenían la mala fortuna de hacerme cabrear, los torturaba sin duda, hasta volverlos locos y matarlos, pero nunca utilizo las manos mas allá de sostener la varita; pero esto, no se trata de un simple escarmiento, sino, una necesidad mas oscura que una vil tortura. El sonido de Potter surge nuevamente de sus labios ahora verdaderamente rotos, un hilo de sangre y saliva sale de estos chorreando lo poco que queda limpio del rostro, le doy fuerte, la boca se rompe en verdad, pero no puedo darle otro; no puedo, a pesar de que deseo nuevamente romperle la boca hasta que no pueda hablar, descubro con horror que ver la sangre borgoña salir de esos labios, tinturarlos y adueñarse de ellos, sólo pone mas duro mi pene. El brazo se me acalambra ante tal monstruosidad, me repito que han sido muchos años sin probar un cuerpo. Suelto el de Potter, este tambalea y se cae de culo.

Otro jadeo más y consternado descubro que necesito irme de aquí, patéticamente me correría sí Potter deja ir sólo una lágrima más, sí otro escandaloso y doloroso jadeo escapa de su boca, la túnica se mancharía. No pretendo pasar por tal humillación aunque sólo yo fuera testigo de ella, con una necesidad, una que pensé no estaba en mi espíritu desde hacía muchos años, retrocedo con temor. Potter llora, a pesar de querer contener las lágrimas, está mucho más que humillado y adolorido, lo pudo ver, incluso sentir por la fuerza de sus sentimientos, me tocan, al menos eso creo, me remuevo. Le doy la espalda con la certeza que he tenido suficiente de su cara bonita y sobre todo, que no debería pensar en tal cómo bonita ni tendría que estar a punto de un orgasmo por ella. Le he dado su merecido por escupirme aunque debería arrancarle la lengua, y aunque juré que debía matarlo desde que reviví gracias a colagusano; simplemente lo dejó allí tirado, dolido y llorando, pronto iría por él, ahora, sólo necesito escapar, aunque suene patético el mago más grande del siglo escapa cómo un ratón gracias a unos poderosos ojos verdes desafiantes y húmedos.

Nadie emite un solo suspiro cuando ordene retirarme, lo último que pensé al ver el cuerpo de Potter atrás fue que nunca había visto algo tan mortalmente bonito, roto y oscuro. Lo que no sabía es que ese encuentro sería el inicio de la inconcordancia en mi vida; noches, días, semanas y meses después, me di cuenta que ese había sido el inicio de nuestra historia, con Potter humillado y llorando y yo, furioso y confundido, muchas veces más anduvimos en esos mismos papeles, unos que se fueron cómo vinieron, era simplemente imposible mantenerlos; cuando escuché el primer gemido de Potter, no, cuando escuche el primer gemido de Harry, supe que nunca más, dejaría que alguien más sobre la tierra escuchara tal maravilla. Era sublime, una hermosura sin duda, pecaminosa y perversa; ver su piel desnuda, fue descubrirme nuevamente, todo lo que había aprendido en más de cincuenta años, se fue en un parpadeo de un par de esmeraldas pestañeando furiosas por contener las lágrimas con la primera estocada, maldiciéndome con su imperiosa boca.

No sabía cómo había llegado allí, bueno sí que lo sabía, lo había llamado entre sueños - pesadillas - y este había llegado, por ilógico e imprudente que fuera allí estuvo y cuando le juré que lo mataría, el chico astuto cómo el sólo debajo de una sonrisa de superioridad, me susurro, que no lo haría. No lo hice; lo folle, así de simple. Años habían pasado de aquello, en realidad, eran pocos pero para un mago que durante más de medio siglo no había aprendido a vivir, no correctamente cómo tan bien lo señala Harry en cada oportunidad, cada año, es un siglo. Había cambiado, literalmente por el mago; ahora no había rastro alguno de la magia negra en mi aunque de hecho aún era un mago oscuro, tan oscuro que había manchado aún más el cuerpo de Harry; aunque este me jura que siempre había estado sucio, me adjudicaba aquella suciedad a mí, después de todo, había matado sus padres y dejarlo sólo hasta que su único camino fui yo; no me arrepentía de ello. Nunca lo haría. Veo sus ojos carentes de gafas, cerrados tras las largas pestañas, durmiendo apaciblemente y se, que sí que me arrepentiría de ello, al menos en contadas veces. 

Reducido a un patetismo que yo mismo odiaba, debía reconocer al menos sólo en mi cabeza, que si me arrepentía de haberlo despojado de razones en la vida, de la tibia fraternidad, amor y tibieza de una familia, de las sonrisas con amigos o la euforia de un amor pasional con cualquier jovencita que se moría por él. Le había arrebatado todo, y sólo me arrepentía en fechas especiales, cómo en yule, año nuevo, su cumpleaños, catorce de Febrero. Aunque Harry demostraba que quería estar a mí lado y que lo hacía no porque era su única opción, me preguntaba cómo sería Harry envuelto en tibieza, amor desmedido y cariño, mórbido y calido cariño. Frunzo el ceño al imaginarlo, mi Harry, el que conozco, manchado y torcido, el puramente bello, envuelto en otros brazos, sonriendo a otras personas, recibiendo tanto amor que era asfixiante, hago una mueca desagradable al imaginar tangiblemente dicha idea; Harry, sin duda mataría a quién se le acercara.

Quizás antes, y digo quizás sólo por la mera duda de no tener una certeza absoluta para nada en el mundo, Harry hubiera sin duda muerto por un caricia, una palabra de amor o un simple abrazo, no importa de quién, Harry lo hubiera hecho. Pero ahora, durmiendo en mi cama, abrazado con tanto descaro a mis costillas que es incluso doloroso, se que mataría al que se atreva a tocarlo, a alguien que no fuera yo, claro; lo he visto hacerlo sin parpadear siquiera. A pesar de todo lo perdido, entregado y sacrificado, a pesar de no poder salir de la mansión sin al menos media docena de mortifagos, incluso aún, sin tener el calor de los Weasley que consideraba su familia, la diversión de sus mejores amigos, sin el apoyo de su padrino - su única familia verdadera -, a pesar de no tener todo eso, el Harry de ahora, me apoya, seguia y elegiría sin dudarlo, eso es una certeza tan inmensa cómo que sus ojos son verdes y los míos bermellón. Me quiere, me lo ha demostrado con palabras y hechos, me ama tanto que es enfermizo incluso, intoxicante y demasiado puro para magos cómo nosotros.

Me quiere, cómo yo también lo hago con él, aunque esté crea que no tengo corazón. La verdad es que sí tengo uno, una pedazo negro que late sólo por un mago, uno que se vibra al ritmo de sus palabras, gemidos, risas y jadeos; uno que me hace plantear cosas absurda cómo la que me pasa por la cabeza al verlo dormir en su perfección, uno que me impulsa a hacer cosas absurdamente anti yo, cosas inimaginables; cosas impropias de un mago tan oscuro cómo lo soy, sólo ese es mi misero consuelo ante las cosas que me impulsa a hacer mi cuerpo enamorado, no, totalmente loco. Lo se, lo he estado por años, incluso me atrevo a decir que desde ese primer beso sin nombre en un cementerio, aquel beso con sabor a miedo, lujuria y sangre, desde allí, estaba completamente loco. Cómo quisiera, poder decirlo en voz alta. Quizás por la falta de amor en mi cuerpo, quizás por la infancia solitaria, la adolescencia llena de magia oscura y la adultez llena de morboso poder, pero cómo fuere, no puedo decirlo en voz alta.

La garganta se cierra, los ojos gritan en silencio y las manos tiemblan; se que Harry lo nota y por eso rehuyó de dicha cosa. No puedo y no voy ha aceptar tal espectáculo por sólo dos palabras, ocho letras insignificantes que me vuelven un manojo de nervios, no, no lo haré, me niego rotundamente; por ello escapó de sus palabras cuando son dichas, por ello busco en otros la forma en que lo dicen, por ello deletreo en pensaderos las veces en que Harry lo dice y la forma de mover los bonitos labios al modular la frase, por ello, se me ocurrió tal desvarió para San Valentín. No necesitaba decirle dichas palabras, sino demostrarlas con hechos, especialmente con hechos; tal vez era la aversión a las palabras, pero me fui directo por los hechos, las palabras después de todo eran eso, letras burdas y ordinarias que no reflejan a cabalidad el sentimiento arrollador que sentía cada vez que Harry hacía algo tan banal cómo respirar, la manera en que su pecho se llena de aire y luego vuelve a su forma, es interesantemente atractiva, sus jadeos son enloquecedores. 

Decidido y con una idea clara, me pongo en marcha. Le demostraría a Harry cuánto lo amo, deseo y respeto, cuanto proclamo que es mío, simplemente mío. El plan surge y se arma sólo en mi astuta mente, era en síntesis sencillo, si podía encontrar todas las partes claro, sí podía luchar contra mi propia magia oscura. Me levantó y dejó un basto beso en la comisura de sus labios, no parece molestarle la fuerza del encuentro, ni siquiera se mueve. Apuro el paso, necesito llegar a nuestro almuerzo para festejar la fecha y para entonces, debo tener todo listo. No será difícil, sé dónde están todos los trozos de mi alma, sólo debo encontrarlos, ponerlos en una caja y entregarlos junto a una cursi frase de enamorado; Harry era listo, puede inferir el resto. Confiado, tomó un rápido baño y aún más rápido me visto de pies a cabeza. Una vez listo, salgo en busca de los trozos fragmentados de mi alma, el más poderoso descansa en mí cama. 

No me llevó mucho tiempo encontrar todo los objetos, sólo un par de percances con las mismas barreras que había puesto hacía tiempo atrás, uno a uno fueron encontrados y recolectados en su mayoría; dos sin contar a Harry me esperan en casa. El anillo de los Gaunt y mi precioso diario, rotos gracias al desconocimiento de Harry y el poder del viejo Dumbledore, habían puesto un obstáculo en mi entrega, sí de hecho, no hubiesen sido reconstruidos por la misma magia de Harry, una tarea titánica que por poco acaba con su magia, pero que al final, valió la pena; ambas cosas descansan en mí despacho, bajo innumerables hechizos de protección, tal, cómo los que posee Harry en secreto. No dejaría que nadie más, nunca, toque un pedazo de mi alma, mucho menos el más importante. Aprendí la escabrosa lección, ciertamente no había sido una de mis mejores decisiones fragmentar el alma, ahora, corregiría el error. De todos modos, soy invencible. Sólo necesito un trozo de mi alma, el resto, no me pertenece en absoluto.

Aparecí directamente en el despacho, rompiendo con un par de pases de varita los hechizos de mis horrocruxes, ambos objetos malditos brillan a la luz del medio día, el trozo de alma en cada uno chilla en reconocimiento a mi magia, les habló en la lengua siseada en la cual los construí y gracias a la cual, sólo responden a mí, su amo y a Harry, su nuevo amo. Tomo ambos objetos dejándolos sobre el despejado escritorio y levantó la varita al aire, las piezas de magia oscura se enrabietan y gritan, maldicen al amo que las ha creado y ahora abusa de ellas a su mórbido antojo, con un pase de varita, ambos se encogen entre chillidos. Siento un escalofrío recorrerme de arriba a abajo, casi tan helado cómo la primera vez que sentí su destrucción, se que es mi alma avisando que los fragmentos han sido hechizados, no obstante, me tomo un par de segundos respirando entrecortado ante la gélida sensación, las ganas de volver los objetos a su tamaños real y resguardarlos del mismísimo sol me ataca la médula, un insecto incrustado en mi psique.

Niego ante tal agravio a mis planes, dónde irían todos los objetos estarán mejor, sin duda alguna; tenía plena confianza que así sería, tomó el par de fragmentos oscuros y junto a los demás ya resguardados, les hago un espacio en la caja de considerable tamaño sobre el escritorio. Los admiro en silencio, cada uno tiene su propio espacio hecho especialmente para él, con las dimensiones exactas de cada objeto y la proporción con sus contrapartes, todos secundados por el más fino terciopelo negro. Satisfecho con el interior de la caja, la cierro sin tocarla, la tapa de la bonita caja de madera color vino cubierta de terciopelo se cierra cómo sí de un baúl se tratase, codificada para que sólo responda a la magia de Harry a partir de ahora, ni siquiera mi magia podría abrirla. La simpleza de la caja, no quita lo exuberantemente hermosa que se ve por fuera; clásica y sobria, hago una mueca, aún le falta algo.

Convoco un listón largo y negro, después de un par de vueltas sin sentido sobre la caja, un ridículo moño cierra todo el conjunto. No es grande, pero sirve para darle cierta distinción a la caja, una exaltación mejor a su belleza. Encojo la caja y la guardó dentro del bolsillo de la túnica, fijo entonces los ojos tras el reluciente ventanal de cara al jardín, mi reflejó me recibe y decido dar un hechizo de limpieza rápido para estar mas prolijo, después de todo, me niego a que un mínimo detalle salga mal en este día. Lo tengo todo planeado a la perfección, después del almuerzo invitaría a Harry a dar un paseo por los jardines de la mansión fuera de ojos entrometidos escuchando detrás de las paredes, le diría la confesión aprendida de memoria cómo sí fuera un mantra, le entregó la caja y vería su rostro transformarse en el perfecto sinonimo de felicidad. Me había mentalizado hasta la extenuación, a pesar de los actos, era un hecho tangible, que me había preparado para decir las palabras que tanto quería escuchar Harry.

Iba a ser hoy, después de un par de años conviviendo y todo lo dejado atrás por ambos, hoy por fin le diría todo lo que con palabras no podía después de tanto tiempo; hoy por fin, sería el hombre que Harry tanto acusa que soy. Sonriéndole de manera altanera a mi reflejó, decido salir del despacho e ir por mi amante, debía estar cerca, seguramente había sentido las barreras retorcerse antes de darme paso al entrar, con lo curioso que era, mínimamente debía estar en el salón. Asiento despacio al reflejo, cómo sí éste fuera otro trozo mas de mi alma y su intangible presencia me da fuerza, giró y salgo del despacho. Doy un par de pasos en medio del solitario pasillo, apenas son cuatro zancadas que me dejan a la mitad del salón y el despacho. Al menos había tenido razón en algo, Harry me buscaba, sólo que no estaba en el salón. Intento avanzar para reunirme con él e ir hasta al almuerzo, la expectativa ante la confesión apremian mi paso. Sin embargo, Harry levanta una de sus largas manos, me apunta. 

Antes de entender de qué va, me lanza el primer hechizo, un rayo verde me cruza cerca de la oreja revoloteando mi cabello y estampándose contra el ventanal al final del pasillo; el Avada rebota contra el vidrio hasta hacerlo añicos, abro los ojos sorprendido, sólo ha fallado cómo advertencia, lo conozco suficiente para saber, que nunca falla a la hora de asesinar a un mago, ni siquiera porque es su novio. Levantó la varita olvidándome enseguida del almuerzo y toda la parafernalia del día planeado, los intereses cambian cuando estás siendo atacado por tu pareja, el día de los enamorados. Sin comprender, arremeto contra su cuerpo con la misma magia oscura que está utilizando Potter, intento buscar algo en mi cabeza que amerite tal cólera, porque sé perfectamente que lo que refulge en sus pupilas no es odio cómo lo quiere hacer entrever es simple y llanamente, rabia. Me maldigo al no encontrar nada, ninguna cosa justifica tal arrebato de locura, me desentiendo por la razón más sensata, hice algo para cabrearlo sin saber, genial, justo en este día.

Muevo la muñeca al lanzar el siguiente maleficio, Harry lo esquiva contraatacando con furia y fuerza, su vigor gryffindor sale a flote cuando romper la pared a mi lado haciendo añicos todo el lugar, puedo escuchar los gritos y pasos en el piso de abajo; justo lo que necesito, publico para presenciar tal muestra de locura sin sentido, un nuevo hechizo de Harry me roza la oreja y decido acabar con aquella pantomima, ahora también estoy cabreado. Sin duda enfrentarme al mago no debería ser algún problema, a pesar del nivel mágico adquirido y la gran habilidad en el duelo que le he inculcado al mocoso, tengo décadas versado en el arte de los duelos y sobre todo, siempre juego sucio; al lanzarle un crucio, Harry queda tendido en el suelo gritando mi nombre. Su bonita boca se deforma en gritos inentendibles y a pesar del cabreo que me empuja a seguir torturando sus huesos por la osadía que querer matarme, me recuerdo, a quién estoy torturando, el hechizo muere al segundo.

Aún en medio de espasmos y jadeos ahogados, Harry sigue soltando mi apellido cómo sí con sólo esta acción, pudiera torturarme también en medio de su sufrimiento; la furia en su cuerpo, no disminuye ni siquiera después del dolor de ser torturado. Entre jadeos se irgue sobre los codos levantando la cabeza aún desde la alfombra en medio del pasillo dónde fue a parar por el poderoso hechizo. Me apresuro un par de pasos intentando ayudarlo a ponerse en pie, sin embargo y nuevamente, me detengo ante sus gestos inquisitivos, esta vez me asesina con la mirada, con una idea clara; sí me acercó el torturado esta vez iba a ser yo, me mantengo en mi lugar, cruzando ambos brazos sobre el pecho, la varita descansa entre mis dedos, sólo por si decide dar otro despliegue de su inagotable estupidez juvenil. Espero en silencio a que se levanté, sopesando la idea de meterme en su cabeza y descubrir por mis propios medios que le sucede, el ligero pero consistente peso en mi bolsillo logra que me quede quieto, no podía ensombrecer más el día, aún se podía rescatar.

- Riddle - Sisea Harry una vez se ha puesto de pie utilizando la pared para levantarse mientras los últimos espasmos del hechizo le cruzan el cuerpo; me permito indignarme, prefiere la pared que mi ayuda, en verdad estaba cabreado el mago.

- Harry ¿Qué es lo que te ...- Intento encontrar respuestas, con rapidez antes que el batallón de magos apostillados en las esquinas, se haga mucho más grande. Aún con la varita en mano y con los ojos llorosos me planta cara, justo cómo la primera vez que nos vimos y no pude fijarme en otra cosa que no fuera su bonita boca. Misma que ahora me maldice. Toma la misma pose retadora que poseo.

- Te sentí llegar, necesitamos hablar - Seco, demasiado para el mago que prefiere los besos y abrazos sobre todo. Frunzo el ceño, estaba en verdaderos problemas, lo sabía desde que me había nombrado por el apellido casi con asco, pero ahora en verdad la fuerza de todo esto me toca, maldición, allí iba mi perfecta confesión.

- Vamos a nuestra ...- Intente sin duda, no tendría la escabrosa conversación en medio del pasillo con todos los mortifagos cómo brujas chismosas frente el chismorreo del año. Harry impasible negó, con toda la cabezonería que conocía podía portar seguía retándome, sosteniendo su mirada con la propia, sin miedo, aunque podría simplemente levantar la varita y cruciarlo nuevamente; no, no podía, ambos lo sabíamos.

- No, vamos a hablar aquí, en este mismo momento - Inquisitivamente de principio a fin, me cabreo más sin duda, escudriñando entre sus ojos una respuesta que su boca se niega a darme, veo, detrás del enojo un pozo profundo de agonía; oscuridad incluso, algo le pasa al mago. Harry aparta la vista descubriéndose analizado.

- Harry, si necesitamos hablar al menos vamos al despacho ...- Catedrático volví al ataque, a pesar de la rehuida de Harry, reconozco la mirada oscura en sus verdes ojos, tristeza; algo, muy malo, le pasa al mago. Doy otro repaso a su rostro dejando por fin toda pose de cabreo -... Está a menos de un par metros - Insisto, aunque sin fuerza alguna. Los ojos vagan por todo su cuerpo en perfecto estado, sus ojos sin embargo, son un campo de batalla, había cierta hinchazón bajo las esmeraldas, había llorado y estoy seguro, que no había sido por el crucio.

- No, vamos a hablar aquí, ahora Tom Riddle - Bien, estaba en verdaderos problemas. Lo que saldría de la boca de Harry iba a destruirme, mas a sabiendas que no estábamos solos y que lo dicho por la bonita boca que se curva buscando las palabras, quedaría incrustado no sólo en mi cabeza. Descubro que no interesa por completo, ahora mismo, necesito saber que le pasa al mago; no me gusta ver dicha tristeza en sus ojos, había prometido la felicidad infinita a su ser.

- Se que era un cabrón ...- La primera frase sin duda era un interludio a algo más escabroso, tire la varita hacia al frente; no podía tenerla en la mano, sería más fácil así mantenerme cuerdo, me debato entre la necesidad de su cuerpo y el enojo que aún no ha sesgado de todo su furia en mis venas -... Se que te gusta el poder, matar a quienes no te obedecen y torturar a los que alzan en tu contra, sé que no tienes una mínima pizca empatía, amor o sí quiera calidez en tu maldito y negro corazón - Abro la boca indignado, el regalo en el bolsillo de mi tunica titila haciendo apenas ruido, la confesión que pensaba tener, flaquea. Sus palabras en cierto punto, son verdaderas, eso no quita el sabor amargo de mi paladar.

- ¿Porque estás tan seguro de dicha cosa? - Preguntó con desdén, la mejor arma que tengo ahora que no es romperle la boca a Harry por tal osadía de hablarme de esa manera, a mí, su lord. Quiero escupir sobre la alfombra para alivianar el sabor amargo de mi boca, mi amante tiene tal concepto de mí, al menos para su persona, lo considero insultante. A pesar del dolor en su mirar, mi cuerpo no quiere conceder indulgencia.

- Porque soy tu amante, el que te coges hasta hacer que sangre, el que duerme a tu lado, te sostiene cuando pierdes los estribos y sólo quieres sangre ...- No estaba preparado para dicha respuesta sin duda, escucho el sonido de un jadeo consternado, se que son los bastardos detrás de Harry, pero los ignoró resuelto no emitir el mismo jadeó, las palabras de Harry, son todas ciertas por ello el corazón turbado se contrae -... Soy el que te cuida el corazón, el putrito corazón que te niegas a aceptar que tienes, mismo que he aceptado que no tienes ...- Abrí la boca imperceptiblemente para corregir tal frasecita, todo deja de tener sentido desde ese momento -... No me molesta, te quiero así, te escogí así y lo volvería a hacer. Lo sabes - Harry apenas suavizó su semblante serio aunque técnicamente se está confesando sin pena alguna, sus palabras pretenden ser amorosas, mínimo pasionales pero con su mueca, el efecto se pierde, me preguntó vagamente si así sonaría mi confesión ahora rota.

- Sin embargo, no aceptaré que reúnas los pedazos de tu alma nuevamente e intentes dominar el mundo mágico otra vez o quién sabe qué mierdas pase por tu cabeza ...- Los brazos se descruzan inevitablemente sin poder mantener la pose ahora con las primeras luces de lo que sucede, carajo, él... no, imposible -... Si vuelves a ese fondo hoyo de magia negra, locura y pudrición. No podré sacarte de allí y si no puedo hacerlo, yo mismo te mataré ...- A pesar de estar amenazando mi integridad, su cuerpo lo traiciona, la voz le tiembla, inconscientemente doy un par de pasos al frente, Harry niega -... Por dejarme, por dejar que el poder se interponga entre ambos. Te juro que te mataré y lo sabes - Era oficial, sabía de mi sorpresa, no había sido tan cuidadoso. Sus ojos se agudizan, pestañeando a pesar de que sus palabras querían pasar por oscuras e intimidantes. 

- Tu, sabes que yo ... Los horrocruxes - Sólo quería confirmar cuánto sabía, la confesión estaba rota, pero aún podía guardar la sorpresa del regalo. Aún podía conservar algo de dignidad contra el temporal que era Harry, maquinando ideas raras en su cabeza. Ni siquiera sabía cómo lo había descubierto.

- Ya te lo he dicho, soy tu amante. Aunque tenga menos de la mitad de años que tú, soy lo suficientemente listo para saber cuando me mientes, peor aún, me escondes cosas ...- Quizás, no había sido tan cuidadoso o quizás sólo era Harry y la conexión tan poderosa entre ambos, lo que fuese, había jodido mis planes; ahora era mucho mayor la imperiosa necesidad de saber hasta dónde sabía Potter -... No soy un niño, han pasado muchos años de eso - Lo sabía, todo lo que había pasado el hombre que frente a mí se estremece cómo un niño, conteniendo las lágrimas; justo cómo la primera vez que lo bese. Comienzo a comprender cada vez más, que le pasa por la cabeza.

- Te he acompañado en todas tus locuras de conquistar el mundo Tom, he entregado lo que se debía sin remordimiento; he matado, torturado, mutilado, hechizado y cruciado por ti, no me arrepiento de nada de ello ...- Otra pieza más del puzzle mental se ajusta mientras compruebo que aún la sorpresa lo sigue siendo, me encojo en mi lugar al ver la primera lágrima que no puede ser contenida; me maldigo no se supone que esto debería ser así -... Pero en esto, no te acompañare. Podría perderte en el camino y no estoy dispuesto a pagar ese precio; ni siquiera por tus deseos - Ahora no queda duda alguna, todo había sido malinterpretado no sólo eso, era un desastre.

Me quedó mortalmente quieto en mi lugar, Harry se aparta la lágrima que le cruzó la mejilla con asco y rabia, aunque esto no es verdaderamente lo que siente, sino, miedo. Un miedo tan grande que lo lleva a querer matarme antes que por una imprudencia algún mago me mate, un miedo tan voraz que lo hace llorar cómo un niño a pesar de que hacía años apenas había derramado una que otra traviesa lágrima, nunca por tristeza. Sin duda, una punzada de algo viscoso y oscuro me carcome por dentro, algo que conozco perfectamente aunque detesto su nombre. Algo que me impulsa a echarme hacia delante, al menos hasta la punta de los pies que es todo lo que me permite el mago, seguramente pensando que tengo segundas intenciones al intentar sostenerlo; no lo culpo ambos sabemos que si llegó a rozar su piel, esta conversación en medio de alaridos se acaba, no es inmune a mi toque. Entierro las uñas en las palmas de la mano con ahora conciencia de toda la solución; nada, absolutamente nada, sale según lo planeado.

Me recuerdo que sólo yo puedo sacarlo de dicho martirio una vez que han pasado demasiado minutos en completo silencio, cada uno en lo profundo de su cabeza. Tengo derecho a maldecir abiertamente frustrado, cómo nunca antes al menos no en los últimos meses, mucho menos delante de los bastardos mortifagos, pero la frustración es demasiada, no había planeado mi día de esta espantosa manera. Los malditos planes, no eran lo mío definitivamente, tenía que reconocer que esta vez no solo mi astucia había decaído y tendría que echar mano de dicha cosa para salir de esta situación, no, para sacar a Harry de esta situación dónde lo había inducido un catorce de Febrero. Era simplemente patético, tanto que con la conciencia de lo que haría, el discurso aprendido se pierde en los momentos de pensamientos dispersos, el sólo plantearme lo que debo hacer, me cierra la garganta, las palabras escapan por la ventana rota detrás.

Harry espera una respuesta aún impugnado en un par más de lágrimas que traviesas le cruzan las mejillas hasta que son apartadas con brusquedad, me centro en dichos ojos acuosos para darme valor, bien, le debía esto, enserio se lo debía y quería dárselo sólo que era ... tan difícil con tantos espectadores. Lo amaba, lo amaba tanto que era intoxicante y sólo tenía que decírselo, gritarlo sí era necesario, pero estaba en medio del pasillo con seguramente una cara digna de idiota, chirreando los dientes unos contra los otros, respirando con fuerza y dando vueltas a la mente en mi propio lugar hasta marearme.

Harry a este altura, sabía que algo sucedía, sabía leerme sin legeremancia y sabía que le estaba dando vueltas frenéticamente a algo, ahora es este el que intenta acercarse y yo, retrocedo, no.  Todo se había ido al maldito infierno, pero nunca había sido un cobarde, al diablo con los planeados paseos por los jardines, era ahora o nunca. La confesión sin duda sería un patético arrebato, un accidente de palabras, pero, intentaría llevar todo con el mejor valor. Levantó la mano cuando Harry vuelve a querer acercarse y fijó los ojos exactamente en la primera parte del cuerpo que vi, aquella que me volvió completamente loco y por la cual, había empezado esta locura. Sus bonitos labios atrapados ahora bajo sus dientes para contener su propia frustración me llenan, hago mi punto de apoyo allí, en sus abultados y rosados labios, me aclaro la garganta y olvido los muchos pares de ojos encima de mí, esperando a su vez, una respuesta.

- Harry, se que te he quitado mucho, tu padrino, padres, amigos ...- Comienzo sin saber por dónde empezar más que por el inicio, una introducción que le recalque que nos llevó a esta situación, por sí sólo, por algún extraño y perturbador motivo, no quiere recibir el regalo. Por un par de segundos la idea me paralizó, ni siquiera me había planteado tal consigna, no es tiempo para dudas.

- Tom, no me has quitado nada, yo lo entregue de buena voluntad y lo haría nuevamente si con eso consigo tenerte a mi lado - El mago, por fin se había quedado quieto logrando una mayor estabilidad a mi punto focal todavía machacado bajo su imperiosa fuerza. Recuerdo vagamente, porque me he enamorado del chico. Su lealtad era exquisitamente abrumadora, esto me da valor, cómo nunca nadie lo hizo antes. Su seguridad, me embriaga.

- Te he quitado mucho más de lo que alcanzas a ver en tu estupidez juvenil, incluso más de lo que yo mismo creo - Le aclare, aunque el mago nunca lo aceptara, esta era una verdad a voces; todo lo que le había quitado, la felicidad arrebatada, una familia, amigos, hermanos, risas, sexo, jugarretas ... amor, en esto último, quizás no había sido tan grande la pérdida. No a mí lado, del sexo, tampoco había ninguna perdida. La confianza me iba llenando a grandes zancadas. Por Merlín, era Lord Voldemort; la carencia de confianza y el miedo no existe en mí vocabulario.

- Pero no me arrepiento, casi en absoluto es así, no me arrepiento de haberte arrastrado hasta mí, ni haber mancillado tu cuerpo en todos los recónditos posibles de este ...- Lentamente Harry deja de lado lo tenso de su filosa actitud sospechando cómo el hombre listo que es, que esta ante algo grande; algo que ansia y le había negado por mucho, su cuerpo comienza a reaccionar ante las palabras y puedo notar el horror, quizás pensando en que me arrepiento de todo lo hecho antes -... Ni haber matado a tus padres o amigos y mucho menos de haber torturado a los que te pretenden alejar de mi. De eso nunca me voy a arrepentir ...- Le aseguro, sin mentira alguna en cada letra, mataría quién se atreva a acercarse al mago, ambos lo sabemos. Tomó una pose más erguida, gallarda incluso, sonrió enigmático, conservando aún la calma; Harry salta, veo su cuerpo temblar y la gracia forma en que aguarda en silencio, con la respiración en un hilo.

- Pero mereces una familia, unos amigos, una vida; una pareja que ...- Busco las palabras adecuadas dejando por primera vez en la vida, el corazón negro y podrido en manos de otra persona, pero justo esta persona es Harry, no puedo sentir miedo ante ello. Sin embargo, cuando la adrenalina por lo que empiezo a dejar ver de mí ataca, la boca de Harry tan imperiosa también lo hace, incapaz de mantenerse callado incluso aunque se le estuvieran declarando.

- Ya tengo todo eso - Asegura con toda la certeza del mundo, cómo quién tiene la cura a la viruela de dragón o descubre la eterna juventud. Con la creencia irrefutable en su cabeza que lo tiene todo, ni siquiera bajo tortura podía sacarle tal seguridad. Me contengo de sonreír ahora ampliamente, por poco lo logro, es mayor mi parte ofendida por ser interrumpido en algo tan difícil.

- Joder mocoso, déjame terminar ...- Reprendo y Harry se calla cómo nunca antes, hacia mucho no le dirijo aquel mote cariñoso de nuestros primeros meses juntos. Me aclaro la garganta cuando la pasajera nostalgia me acelera el pulso, demasiado rápido -... Cómo decía, te mereces muchas cosas que yo, no puedo darte y nunca podré darte y eres perfectamente consciente de ello, tanto cómo yo lo soy de mis limitaciones; porque sí, aprendí que tenía dichas cosas cuando llegaste ...- Reconocer una falencia, era un golpe directo al orgullo, incluso Harry parece sorprendido por las palabras pero utilizando toda la adrenalina del momento, decido que sí haré esto, lo haré bien -... Aprendí a ser humano, tú me enseñaste a serlo - Si lo tuviera cerca le sostendría la mano, pero con la diferencia de un par de metros, me limito a pasar el peso de un pie a otro, reconociendo ante sus ojos, dónde ahora me fijo todo lo que el mago ha hecho conmigo. Sin importar quién escuche, quiero dejar plasmadas las palabras en su cabeza azabache.

- Tom - Es un gemido contenido, su cuerpo ahora sabe que esta pasando algo importante, no tiene ninguna duda, no se mueve, sólo respira entrecortado; incluso la varita se resbala de su mano.

- Cómo decía, tengo limitaciones; unas importantes limitaciones ...- Reconocí ya sin valor alguno por la premisa, era lo que debia hacer,  reconocerme cómo un hombre delante de Harry, era necesario, no me disminuye el poder después de todo; toda duda escapa de mi cuerpo, sin embargo, Harry hace una mueca apreciativa al parecer sin entender a cabalidad a que me refiero, esperando quizás una profundización -... Sabes a lo que me refiero, no quedare cómo un idiota intentando explicarlas aquí, sin embargo ...- Retomo el cause que por momentos pierdo, comienza a ser un poco invasivo la ansiedad, la tormentosa anticipación pero la mantengo a raya, no lo podía echar a perder ahora.

- Dicho esto, lo único que puedo hacer para sobrepasar dichas limitaciones es hacerte inmensamente feliz, tanto o mucho más de lo que serias con aquellos seres que te quieren desesperadamente en su vida, de la cual, yo te arranque y nunca pienso devolverte. Porque ahora eres mío - Oigo un chillido emocionado detrás de Harry, pero poco me roba el aliento, mis ojos están fijos en el par de esmeraldas del mago que se estremecen, la sonrisa ya le invade el rostro aunque no he dicho más que el interludio de la verdadera confesión, me rindo al completo por ella. Completamente entregado a su felicidad y mi liberación.

- Tom... Amor- Aquel cariñoso seudónimo que a veces aparecía en sus labios, mandó directamente el espasmo a mi corazón, si ignoro el de mi entrepierna, claro. El corazón comienza a latir desesperado, incluso puedo jurar que Harry lo siente a pesar de los metros entre ambos. No había más, debía dejar el corazón en sus manos cómo lo haría pronto con mi alma, recuerdo el regalo. Era la hora, sería justo en este momento, no había más idóneo o perfecto.

- Un día me arranque el alma, fraccionando la misma para hacerme invencible ...- Introduzco la mano dentro de la túnica, sostengo la caja encogida con los trozos de lo que antes fue mi delirio, mi tesoro mayor resguardado, juego con ella bacilando unos pocos momentos, sólo para picar la curiosidad de Harry, lo consigo -... Seis trozos que deseaba y uno, que nunca planee, me convirtieron en el ser más poderoso del mundo mágico ...- Declare ahora completamente seguro, sin poner en duda ni por un minuto mi poder. Saco la caja escondida, escondiendola de los ojos curiosos que saltan hacia delante preguntando que poseen mis dedos, Harry mismo lo hace y cuando se hace una leve idea, veo su rostro palidecer -... Pero ahora, se que lo puedo ser con sólo uno de ellos - Con convicción, lo llamó con la certeza que ahora sabe que hay dentro de la caja o se hace una idea muy acertada y si no se lo doy de una vez, se va a desmayar sobre la alfombra.

- No necesito mi alma, hace tiempo me desligue de ella y no pretendo volver a tenerla ...- Harry casi vuela hasta mí, con una necesidad tal que se plasma en sus orbes siempre filosas y desafiantes, ahora se vuelven calmas y chispeantes, tal cómo cuando me dice que me quiere, le tiendo la caja sin abrir, Harry me mira fijamente y el calor me invade por dentro al ser el dueño de tal pilares -... Yo no la necesito, pero tú sí - Declaro con toda la calidez de la que es mi propio cuerpo, terminó el hechizo de reducción. Ya no hay marcha atrás en todo caso, era hora de hacerlo verdaderamente feliz.

- Tomala, mi alma es tuya ...Por completo - Declare lo mas seguro que podía mi boca, aunque sentía mi propio corazón en los oídos, y contra todo precedente y sin disminuir la espléndida sonrisa radiante, un casi imperceptible rojizo me baño las mejillas. Harry al estar tan cerca, lo noto de inmediato. Sus mejillas intensificaron el rojo, sus ojos se cristalizaron y me sentí el hombre más poderoso del mundo al ver que la sombra de la tristeza había escapado de sus ojos. 

Harry sostuvo con la mayor de la calidez y cuido la caja, mismo que no tenía ni siquiera conmigo, el mago siempre había sido poco cuidadoso con el mundo en general, un poco torpe y muy revoltoso, pero ahora, con la caja entre las manos es cuidadoso y calculador; le indico cómo se abre y sus ojos se pierden al quitar el moño. La caja cede a su magia cómo esta programada, aprecie con encanto el momento exacto donde sus ojos se humedecen por completo, su boca se abre pero no emite ningún sonido más que un jadeo ahogado, el alma se le había salido sin duda, la rojez fue bañada con mucho más ahínco la piel pálida y hasta ahora notado, sudorosa.

Durante unos largos minutos, no hubo más que silencio, tortuoso silencio, el corazón ahora está en la mano y esperando alguna mínima reacción de la cual sostenerme para no caer al vacío, Harry sonreí y pudo jugar que es una competencia al sol, el cual a su lado, no brilla ni la mitad de Londres. El éxtasis, la euforia y muchas cosas que apenas note aparecen en sus ojos, no pude corroborar alguna otra cosa. Harry al borde de la demencia por cómo veía las partes de mi alma entregada, ahora completamente suya, da un largo suspiro, abriendo por completo su boca hasta forzar los bonitos labios, una sonrisa maliciosa. Guarda con sumo cuidado los horrocruxes, le aplica los respectivos hechizos y guarda la caja en el bolsillo de su túnica, luego, sin previo aviso se lanza a mis brazos en medio del pasillo.

- Harry - Murmuró sosteniendo su cuerpo con ambos brazos que por poco nos manda contra el suelo, lo aferro a mi sintiendo la necesidad de también tenerlo cerca, su corazón palpita con fuerza, asemejándose al propio; ambos sonidos se complementan y unen en uno solo, supongo, que ha aceptado el regalo.

- Te quiero - Las palabras son dichas en confidencia, sobre mi oído, tan bajas que sólo yo puedo escucharlas. La garganta se cierra, la conocida sensación de tensión quiere atacar la médula y cierro los ojos, escapando de todos, siendo guiado por Harry y su voz aterciopelada, apretujo su cuerpo con más vigor; había ensayado esto, me había preparado y al menos esto, no sería completamente desechado.  

- Y-yo también …- Compuse un poco tenso, Harry, dejó de respirar, lo escuche dejar de hacerlo, el indiscutible sonido de sus labios ser separados me lleno el oído, podía hacerlo mejor que eso, quería hacerlo mejor que eso -... También te quiero - Por fin, las palabras fueron dichas. Sólo para lo oídos selectos de mi amante. Harry se aferra a mi con más fuerza y agradezco ser lo suficientemente fuerte para cumplir con este capricho de mi pareja, sostenerlo en medio de la nada.

El mago pierde entonces la compostura cómo lo espero después de semejantes palabras; no grita, no hace un teatro, sólo se comporta cómo Harry, mi Harry. Se lanza directamente por mis labios con el sostén que le dan sus brazos envolviendo mi cuello. Mueve la boca con gula, con hambre y una necesidad tan abrumadora que me toma por unos momentos desprevenido, me recompongo cuando su lengua ya saquea mi boca; la impertinencia del joven no conoce límites, su bonita boca, sólo conoce irreverencia. Sonrió sobre sus labios tomando el rumbo del fogoso beso, dejó una mano vagar libre por su cintura, la otra busca su cabello dónde enredó los dedos en las rebeldes hebras, empujando su nuca mucho más contra mi boca, lamiendo y succionando los labios a mi morboso antojo. Todo el mundo desapareció por completo al sentir su lengua vagar al ritmo de la mía. Todo el aire escapó de los pulmones, Harry, siempre conseguía ser excentrico, tan osado, tan Harry

- Harry …- Amenace sobre los labios cuando sentí las oscuras intenciones, recordé vagamente su sonrisa maliciosa, así que este era su objetivo desde el inicio, su cuerpo se tambalea impulsado por sus brazos en mi cuello, en un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo cuelga del mío, tengo que llevar ambas manos a su trasero para sostenerlo de improviso -... Harry … - Siseo separándome de su bonita boca ahora abierta para mi, nuevamente escuchando su risa querer pasar por inocente, una verdadera falacia, sus labios se cierran en mi cuello, mordisqueando mi mandíbula, delineando con la lengua -... Potter - A pesar de estar riñendo a mi amante, la mirada esta en todos los presentes, que estupefactos admiran en silencio la escena. Sin emitir palabra alguna, los hago retroceder, todos se esfuman al ver la manera asesina en qué titilan las pupilas rojizas.

- Listo, mi lord … - Murmura contra la piel dando un tirón fuerte, sabiéndonos solos, jadeo ante la fuerza. Sin decoro le doy un buen azote a la carne entre mis dedos, la misma que rebota obscenamente para el delirio de ambos, los bonitos labios, jadean encantados -... Es hora, de mi regalo - La malicia vuelve nuevamente a su boca, puedo delinear a la perfección cómo sus labios se deforman húmedos contra mi piel, cómo se esfuerza por no reír travieso.

Importando poco ahora en completa soledad, avanzó con el mago sobre mis brazos, dando grandes zancadas hasta el despacho donde de hecho se debió llevar a cabo la entrega dicha, dónde la confesión hubiese sido menos pública y más íntima cómo indicaba lo planeado; sin embargo, por cómo Harry ríe al tirarlo sobre el escritorio dónde hacía no mucho estaban los fragmentos de mi alma, los más pequeños; supongo que accidente, casualidad o simple cabezonería del destino demostrando una vez más que no puedo tener todo bajo control, la confección, había sido dicha, por fin, le había demostrado al mago lo que se merecía. Su sonrisa resplandeciente, borra por completo cualquier leve remordimiento de mi patética conciencia; ahora, no había nada. Sólo su bonita boca llamándome. 

Notas finales:

Gracias por leer. 

PK. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).