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Go back in time: First year. por Nakamura Yuuki

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“Halloween”

Era la mañana de Halloween cuando Draco se dio cuenta de que ya habían pasado dos largos meses en Hogwarts. Luego de aquella escapada no ocurrieron muchas más, trataron de apegarse lo más posible a las reglas mientras pasaban los días entre clases, tareas y ver a Harry entrenar para Quidditch.

De vez en cuando se cruzaban con Granger, Weasley o Longbottom, pero no es que hablaran mucho. La tensión entre el pelirrojo y Harry era cada vez más molesta para Draco. Aunque tampoco sabía muy bien que debía hacer en esos casos, el rubio no era alguien que se metiera en disputas entre amigos, normalmente dejaba que se solucionara entre los mismos.

Aunque debía de recordar que ni Harry ni Weasley eran realmente amigos. No aquí, por lo menos.

Mientras, Longbottom parecía cada vez más cómodo con ellos, cosa que Draco no sabía realmente como tomar. Ellos se habían encontrado en múltiples ocasiones debido a que ambos eran sangrepuras y sus familias se cruzaban mucho. Sin embargo, por el momento, el rubio decidió dar pequeños empujones discretos al chico. Él y Harry se juntaban una vez a la semana con él a hacer los deberes, y Draco trataba de explicarles a ambos lo que sea que no entendieran. A medida que pasaban las semanas Hermione se acercaba un poco más a los tres, aunque aún lucía molesta por la escapada que se dieron.

Draco no entendía porque se había metido en ello, obviamente era más difícil agarrar a uno que a tres, pero allá ella.

La clase de encantamientos fue bastante simple para él… como todas las demás. Es más, Draco estaba ganando puntos a diestra y siniestra, realizando todos los hechizos pedidos con una facilidad impresionante para sus profesores. El rubio simplemente se encogía de hombros ante sus amigos cuando estos expresaban su envidia por tales habilidades.

No es como si pudiese explicar que ya se sabía todo el material que verían por los siguientes seis años.

Hermione Granger podría odiarlo un poco más en esta vida por hacer todo eso. Los profesores comenzaron a no cederle la palabra a la chica, preguntando a otros alumnos para que hubiese más participación y todos estudiaran realmente para sus clases y no solo le cedieran todo a ella.

Al tener a otro alumno interesado, los profesores trataron de integrar a más y más que no podían contestar. La niña solo podía responder cuando realmente nadie sabía de lo que se hablaba.

Ese día era una fecha muy importante para Harry, puesto que era el aniversario del fallecimiento de sus padres. El rubio había hablado con su tío días antes, logrando conseguir un cuadro de Lily y James Potter, cuando aún estaban en Hogwarts. Ultimo año, quizás.

Pero entre las clases no podía encontrar un hueco para dárselo, además de que quería algo de privacidad para hacerlo. En medio del almuerzo recibió una carta de un ave muy particular. El rubio sonrió, sin poder evitarlo.

Sus amigos seguían viendo con recelo al chico cada vez que aquello pasaba, pues Draco no había explicado demasiado sobre el emisor de cada carta. Harry siempre se volvía un poco incómodo y distante cuando todos discutían de eso a las espaldas del rubio.

Todos teníamos secretos. Él mismo tenía uno muy personal. Si Draco no quería hablar del tema aun, ¿Por qué obligarlo?

Querido Draco, ¿Cómo están yendo las cosas?

Te escribo porque hoy no es un buen día para mí… pero supongo que ya lo sabes. Esta es casi una carta de desahogo, y debido a que tú y Remus son los únicos con los que se me permite hablar por ahora, y sé que él ya está lo suficientemente mal, vengo a hablar de ellos contigo.

Los extraño todos los días, cada vez es incluso peor. El saber que pude haberlo evitado, que si hubiese sido yo el cuidador, ellos estarían vivos. Todavía estarían aquí para mí, para darme sermones cuando hago estupideces o reírse conmigo de las cosas más idiotas. Para apoyarme cuando siento que el mundo se me viene encima… para decirme lo idiota que soy por no avanzar con Remus (aunque eso lo haces muy bien, Draco, no te lo voy a negar).

Me siento culpable por no haberlos cuidado. Por no estar allí. Siento que es por mi culpa que Harry no conoce a sus padres, que si yo hubiese sido el guardián, él no tendría que haber vivido con esos horribles muggles […]

Draco, quien estaba comenzando a sentir un nudo en su garganta, frunció el ceño. ¿Horribles muggles?

Alzó la mirada, enfocándose en el pelinegro frente a él, que hablaba con Crabbe sobre sabrá dios que. Pansy lo codeó, tratando de ver la carta. El rubio pegó el trozo de papel a su pecho.

— ¿Sabes lo que es la privacidad, Parkinson? —siseo, entre dientes, su rostro en blanco. Ella se encogió en su lugar. —Mantente lejos de mis cosas para la próxima.

Harry le envió una mirada curiosa, y Draco negó con la cabeza. Daphne empujó levemente a la pelinegra, regañándola en silencio por su atrevimiento.

Me gustaría poder verlo, poder hablarle… Saber cómo se ve. ¿Es parecido a Lily, o a James?, ¿Le gusta más el chocolate o la vainilla?, ¿Cómo le va en el colegio, es bueno?, ¿y qué tal el Quidditch?

Sé que son preguntas estúpidas, y que tú me podrías responder sin dudar, pero es… Sería diferente hablar con él, ¿Sabes?

Igualmente, si me pudieras decir tú esas cosas, sería él más feliz.

Con respecto a las otras cosas que me preguntaste, Remus está en ello. Hay cosas legales que debemos terminar de mover, pero para inicios del año que viene tendría que tener todo listo. También fuimos a Gringotts, y como ya habíamos deducido, Harry es el lord de los Potter por derecho, pero tiene unos cuantos títulos más. E incluso herencias de otras familias que no tenían a quienes dárselos y terminaron siendo dadas por los mismos al “benévolo héroe”.

Estamos verificando sus cuentas, sus propiedades y todo lo que se hizo en su nombre mientras él no estaba presente o en facultades para autorizar, inclusive los libros de historia que ustedes mismos estudian.

Una última cosa, antes de que corras a responderme como tiendes a hacer, el ministerio mandó una carta ayer, avisándonos de que se hará pública mi liberación mañana en El Profeta. No se mencionará nada de ti, como pediste, pero te recomendaría estar listo igualmente, quizás escuches cosas que no te gustarán y no quiero que te sientas mal.

Te ama, tu fabuloso tío, Sirius.

Pd: Remus te manda saludos, dice que te quiere conocer y agradecerte personalmente (mándale una carta, por favor).

Arrugó la nariz con cariño, guardando la carga en su diario. Miró a Harry, levantándose rápidamente, el azabache lo siguió por inercia al verlo. Ambos salieron rápidamente, Crabbe y Goyle sabían leer entre líneas, por lo que bastó una sola mirada de Draco para que no se movieran de donde estaban.

Corretearon hasta llegar a un salón vacío. Draco seguía sin saber porque había tantos salones sin usar.

— ¿Qué sucedió, Draco? ¿Está todo bien?

El rubio saco un paquete de su bolso, era del tamaño de un libro, por lo que no fue un problema. El chico frunció el ceño, abriéndolo con cuidado. Aunque su calma se cayó cuando vio una parte de la imagen.

Arrancó lejos el papel, mirando la imagen en movimiento. Sus padres sonriendo a cámara, lucían tan jóvenes y felices. James tenía una mano pasando por la cintura de Lily, mientras ella se apoyaba en su hombro.

Las primeras lágrimas salieron de forma espontánea, y el rubio estaba rápidamente ahí, abrazándolo por el costado, apoyando su cabeza en el hombro de Harry. Lo dejó llorar, aferrado al cuadro con manos temblorosas. Él sabía que esto era algo importante, algo que debía pasar

—Quería decirte que hay… un ritual para Halloween, que quizás te interesaría. —El niño de ojos verdes lo miró, con curiosidad—. Es para “comunicarnos” con los que perdimos, es una forma de tenerlos cerca en fechas tan importantes, un vínculo familiar irrompible en la comunidad mágica… Bueno, en la parte que esa interesada en conservar la sociedad mágica antigua y no solo rearmarla para los que son hijos de muggles.

El azabache le sonrió.

—Ah, y una cosa más. —Draco esta vez sí se sentía un poco nervioso. Con un movimiento de varita, y un murmullo, colocó un hechizo de privacidad, para que ningún incauto que quisiera escuchar pueda hacerlo—. Esto es más complicado, y no quiero que… uh, que te enojes conmigo. Durante el mes antes del inicio de clases estuve investigando un poco mi árbol genealógico, y encontré a varios… nombres polémicos. Uno en particular llamó mi atención porque estaba tachado, fue repudiado y considerado como un traidor. Sirius Orion Black, traicionó a su familia por sus amigos, y se mudó a los dieciséis años a la casa de los Potter. —Harry se enderezó ante esto, Draco lo hizo sentarse, mientras él caminaba y explicaba todo—. En el estallido de la segunda guerra mágica fue muy claro cuan en contra estaba este de los mortífagos y no era alguien que apoyara la magia negra… Él, junto a tu padre, y otros más, fueron abiertamente en contra del Lord Oscuro, enfrentándose a él en tres ocasiones diferentes, saliendo vivos de las tres.

Harry estaba al borde de su asiento, un calorcito abrazador recorriendo su cuerpo, estaba nervioso pero a la vez emocionado por saber más de su padre, aunque no conectaba los puntos aun para saber por qué Black era importante.

—Sirius Black fue el mejor amigo de tu padre, junto a Remus Lupin y Peter Pettigrew, y cuando se habló de que el-que-no-debe-ser-nombrado estaba en busca de el niño que había nacido a finales de julio… tus padres y tú se tenían que esconder, por lo que se usó el encantamiento Fidelio, que ocultaría el lugar en donde estarían, y tendrían un guardián, quien era el único que podía dar la ubicación exacta… —El rubio tomó aire, frotando sus manos en sus pantalones, tratando de eliminar tensión—. Por años se creyó que Black era el guardián, y que el traicionó a tus padres, sin embargo, cuando estaba investigando —Draco se detuvo frente a Harry, cuando este se levantó con una expresión de ira. El rubio negó con la cabeza y lo hizo sentarse de nuevo. —, descubrí lagunas en todos lados, y me contacté con Susan Bones para saber qué había pasado. Porque no había tenido un juicio hecho y derecho, entonces… Pasó, hace alrededor de dos meses se lo declaró inocente, luego de suministrarle veritaserum e invocar las almas de tus padres momentáneamente para saber la verdad. Sirius no era el guardián, él no había aceptado aquello porque era muy obvio, necesitaban a alguien más, alguien en quien nadie pensaría…

Harry estaba llorando de nuevo, y el rubio hizo tripas el corazón para seguir.

—Peter Pettigrew era el guardián, Harry. Él traicionó a tus padres, e inculpó a Sirius sobre ello, por su culpa Sirius Black vivió en Azkaban durante diez años… Sirius Black, quien es tu padrino, por lo tanto tu tutor legítimo.

El elegido se levantó, comenzando a caminar él esta vez. Draco podía ver algo oscuro naciendo en esos preciosos y usualmente despejados ojos verdes. Esperó en silencio, hasta que el chico se volvió hacia él, abrazándolo con fuerza.

—Gracias por decírmelo, Draco. Y gracias por sacarlo de ahí… no podría pagarte esto, nunca.

El rubio lo abrazó devuelta, dejando unas pocas lágrimas caer. Había estado tan nervioso y estresado por perder a Harry por no ser sincero, y ni siquiera sabía que podría ponerse así, no cuando antes vivir sin la amistad de Potter era algo diario.

—Quiero encontrar a Pettigrew, y lo quiero vivo, para que pueda pudrirse en Azkaban, así como casi lo hizo Sirius.

Draco se separó, y el azabache le limpió las lágrimas de la cara con suavidad. Ambos se miraron intensamente durante varios segundos.

—Quiero que te hagas amigo de Weasley… Necesitamos a la rata que tiene de mascota su familia.

Potter lo había soltado cuando escuchó el pedido, mirándolo con el ceño fruncido y una mueca de molestia.

—Pero él es malo contigo, Draco. ¿Cómo podría ser su amigo así?

El rubio sintió que su interior se derretía un poco, una sonrisa suave aflorando en sus labios. Se sintió cuidado y amado con esas palabras, y la mirada sincera del verde bosque.

Atesoraría esta amistad para siempre.

—Haciendo tripas tu corazón de pollo, Harry. Sirius me contó que Peter es un animago. —El azabache dejó de lucir ofendido para fruncir el ceño en confusión, el rubio sonrió levemente, haciendo un nuevo ademán en el aire—. Un animago es una bruja, o mago para el caso, que puede transformarse en un animal. Aun transformados conservan el pensamiento y el razonamiento humano. Aunque, claro, no hablan.

Una vez el rubio se hubo asegurado de que Harry entendió por completo su explicación, se puso más serio.

—No me explicaron cómo averiguaron que la rata de los Weasley era él, pero confío en ellos, Harry. —buscó la mirada del otro, ojos grandes y sinceros hacia el niño que vivió. Harry no podía decirle que no a eso, y estaba comenzando a asimilar que Draco Malfoy tenía un gran poder sobre él—. Y el niño Weasley no me quiere cerca… En cambio, tú, siendo el gran Harry James Potter, puedes convencerlo. Eso, y que no hay una rivalidad entre sus familias.

Harry seguía luciendo bastante reacio, la boca torcida en una mueca bastante fea, como si hubiese dado una chupada a un limón particularmente agrio. Aun así asintió, estirándose para abrazar de nuevo a su mejor amigo. Draco lo dejó, apoyando su cabeza sobre el hombro del chico.

—No prometo tener la suficiente paciencia, soy muy nuevo en esto de ser una serpiente manipuladora. —el rubio dejó salir una risita afectuosa, apretándolo un poco más antes de soltarlo. Harry hizo puchero—. Pero conseguiré a esa rata… Por las buenas, o por las malas.

El rubio se estremeció, viendo nuevamente esa sombra tenebrosa en los encantadores bosques. Sabía que allí se estaba formando un plan oscuro, alimentado por la ira, el odio, la traición y la sed de venganza.

Draco asintió, sacando el hechizo silenciador, encaminándose a la puerta, con Harry detrás de él. Estaba en el pasillo cuando Draco decidió fijarse la hora, notando que se habían perdido parcialmente su primera clase, por lo que no tenía caso intentar ir, pero esperar en la biblioteca y adelantar tareas nunca estaba de más. Además, todavía tenía que explicarle a Harry el ritual de almas, y mostrarle la carta de Sirius para que le respondiera sus preguntas.

 

 

Para la hora de la cena, Harry ya había perdido las ganas de ser amigo del pelirrojo, puesto que este seguía mirando con odio al rubio, y Harry había aprendido que podía ser muy protector de sus seres queridos, y Draco era uno de los principales en su lista de aprecio. El niño realmente se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza, pero ya le había dado su palabra a Draco, y conseguir a Pettigrew era más importante que la estúpida actitud de Weasley.

Con ese pensamiento en mente, estaba parado frente a las puertas del gran comedor, esperando pacientemente. Neville le había dicho que el pelirrojo estaba cerca cuando lo saludó, pero había negado saber dónde estaba Hermione, asegurándole que no la veía desde encantamientos, eso era más o menos desde el almuerzo.

Ronald Weasley se detuvo al verlo, y junto a él, Dean Thomas y Seamus Finnigan. Harry arqueo sus cejas, acercándose sin lucir siquiera un poco intimidado por estar solo, y en obvia desventaja numérica. Les envió una mirada oscura a los dos intrusos, que parecían ser bastante inteligentes, porque se excusaron rápidamente, dejándolos solos.

—Bien, Weasley, quería hablar contigo. —comenzó Harry, dejando pasar la expresión incrédula del chico. Le tendió la mano—. Quiero una tregua, no más miradas hoscas, comentarios mal intencionados o buscar peleas. Solo paz… Y quizás, ser amigos.

El pelirrojo frunció el ceño, y Harry ya estaba rezando para conseguir algo de paciencia.

— ¿Amigos? ¿Tú y yo? —Harry asintió, su mano aun firme entre ellos. Las personas que pasaban los miraban con curiosidad, pero nadie se quedaba, por miedo a las represalias que podían tomar las serpientes mayores contra ellos—. Pero eres amigo de Malfoy. ¡Y te enojaste conmigo por su culpa!

Harry estaba comenzando a sentir como su mandíbula crujía por la presión que ejercía el mismo al contenerse. No le gustaba como estaba hablando de su mejor amigo.

—Fuiste grosero con él, ¿lo sabes, no es así? ¿O a ti te hubiese gustado que él se riera de tu familia, como hacen los demás?

El niño abrió la boca para responder, pero la cerró tan pronto recordó que Draco Malfoy, de hecho, era uno de los únicos que no se habían reído de él por la condición de sus ropas o de su familia. Se removió incómodo, comprendiendo.

—Pero su padre es-

—Sé eso, ya me lo dijiste. Pero eso no te justifica. —Potter retiró su mano, frotándose las sienes—. Draco no es su padre, así como tú no eres tus hermanos. No hagas lo que no te gusta que te hagan, Weasley.

El niño miró sus zapatos sucios unos segundos, para luego mirar al niño-que-vivió y apretó fuertemente los labios en una pálida línea. Estiró su propia mano, avergonzado.

Harry dejó que las comisuras de sus labios se rizaran un poco, estrechando sus manos.

—Aun así… ¿Podemos reunirnos sin él, aunque sea por ahora?

Harry tuvo que evitar dejar salir un comentario grosero, en cambio sonrió, esperando lucir comprensivo mientras asentía.

—Bien, pero tendrás que disculparte con él por burlarte.

El pelirrojo asintió, una mirada de horror en sus ojos ante la perspectiva. Harry ignoró eso por el bien de su plan, ya alejándose del chico con un asentimiento. Si bien el niño le había caído en gracia al inicio, en ese largo viaje, Harry no estaba más allá de elegir con quien hablar, y si Draco no le pedía esto, entonces no sabía si podría convivir con alguien como Weasley. No teniendo el pasado que tenía.

Se sentó junto al rubio, quien estaba disfrutando de su comida, mientras Daphne le comentaba sobre un evento al que tendrían que ir ni bien se acabaran las clases, Draco lo miró, con sus mejillas algo abultadas por la comida y Harry sintió que su estómago se volteaba de cariño. Asintió con la cabeza y Draco imitó el gesto, volviendo su atención a la rubia.

Una vez sentado en su mesa, el chico pudo prestarle atención a la decoración del gran salón. Había más de mil murciélagos colgando desde las paredes y el techo, mientras que un millar más de estos volaba por entre las mesas, luciendo como nubes negras, y las miles de calabazas que flotaban por todo el lugar, con velas titilando dentro, se tambaleaban por el paso de los animales. Harry estaba maravillado, tanto que, si no tuviese que servirse la comida, se hubiese perdido a Lily Moon decirle a Sally y a Millicent que Hermione Granger estaba llorando en el baño, pronto voló el comentario de ser una segunda Myrtle, pero Harry no estaba seguro de que significaba, o si le importaba realmente.

Draco lo volteó a ver, y ambos se levantaron, despidiéndose de sus amigos, diciendo que tenían que preparar unas cosas para el ritual de almas. Ellos entendieron, pero les pareció un poco raro que dejaran sus comidas. Draco lo solucionó rápidamente, pidiéndole a Blaise que les guardara algo y lo llevara a sus habitaciones más tarde.

Se fueron rápidamente, y podrían haber corrido si no fuesen Slytherins.

Llegaron al baño, y luego de un debate de moral de unos cinco segundos, entraron. Los sollozos de uno de los cubículos les dieron la ubicación exacta de la niña. Draco se acercó a la puerta, tocando suavemente.

— ¡Déjenme sola! —la escuchó sollozar, y el rubio arrugó la nariz. No le gustaba cuando las niñas lloraban, no en su vida pasada, no ahora, y probablemente no en un futuro. Le hacía pensar en su madre estando triste, y eso era algo que siempre le partía el alma.

—Granger, somos nosotros… Estábamos preocupados por no verte, cuando escuchamos que estabas aquí. —los sollozos se apagaron un poco, pero el hipo y la nariz sorbiendo seguían estando allí—. ¿Qué sucedió?

La puerta se abrió, dejando ver a la chica con ojos, mejillas y nariz, rojas. Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. Harry le ofreció una mano, y ella la tomó, convirtiendo el simple contacto en un fuerte abrazo. Harry le envió una mirada preocupada al rubio por encima de la cabeza de la niña, pero Draco solo se encogió de hombros.

—Habla con nosotros, podemos ayudar. —sugirió Harry, frotando círculos en su espalda.

—A menos que quieran golpear a Weasley, no pueden hacer mucho.

—Lo golpearía con gusto. —aseguró inmediatamente Harry, y Draco dejó salir un resoplido para ocultar su risa. Granger, sin embargo, se rió claramente.

Draco se acercó un poco a la puerta, arrugando la nariz.

—Algo viene… Y apesta.

Tanto Harry como Granger lo voltearon a ver con confusión. Draco retrocedió rápidamente, poniéndolos a ambos tras su espalda. Recordó enseguida lo que sucedía en ese Halloween. Los tres niños quedaron pegados en el último lavabo, con el rubio al frente.

La puerta voló en pedazos, logrando lastimar a Draco en la mejilla. La leona emitió un chillido atemorizado, mientras que Harry la atraía más hacia él, tratando de ocultarla mejor.

El rubio levantó su varita, apuntando a la criatura, haciendo que cuerdas sujetaran al trol. Los niños se estremecieron cuando cayó. Draco no esperó ni un segundo antes de sumar un hechizo de aturdimiento. Todo quedó en silencio durante un minuto, luego la niña estaba sollozando de nuevo. Harry la abrazó, y ella lo envolvió a él y a Draco en un abrazo desesperado.

Harry también se veía algo pálido, pero Draco solo veía a la fea criatura tirada en el suelo. Con un pequeño leviosa levitó el mazo lejos, solo por si las dudas. Justo cuando estaba por darse vuelta y tratar de calmar a la niña escuchó pasos. Alzó su varita sin pensarlo, pero se retrajo al ver a los profesores, quienes se veían descolocados ante la escena.

Snape dio unos cuantos pasos al frente, ya que ahí estaban dos de sus alumnos, y una niña al borde de un colapso nervioso. Entrecerró los ojos, viendo desde el troll inconsciente hasta su ahijado.

— ¿En que estaban pensando, por todos los cielos? —dijo la profesora McGonagall, esta vez su furia era mucho más controlada, incluso fría. Harry miró a Draco, quien aún tenía su varita en mano, más que alerta, como si esperara que otra cosa saliera de la nada y tratara de atacarlos. — Tienen suerte de que no los haya matado. ¿Por qué no están en sus dormitorios?

Draco seguía firme, entre ellos y los profesores, por lo que los niños decidieron ponerse a su lado, enfrentando los problemas. Hermione Granger dio un suspiro entre cortado, la mirada gélida del profesor Snape estaba poniéndole los pelos de punta.

—Ellos me estaban buscando a mí.

— ¡Señorita Granger! —exclamó impresionada la profesora, Snape frunció aún más el ceño.

—Profesora, si me permite. —habló el rubio, recibiendo inmediatamente un asentimiento de la misma—. Escuchamos de nuestras compañeras que Granger estaba llorando aquí, y nos preocupamos porque no la habíamos visto desde herbología. Vinimos a buscarla, por lo que no sabíamos que había un troll. Lo sentimos.

Harry bajó la mirada, al igual que Draco y Granger. La profesora asintió, calmándose al saber que los alumnos no habían ido en busca de la criatura por cuenta propia, Snape, sin embargo, no sacaría el dedo del renglón tan fácilmente.

—Si no le molesta, señorita Granger, podría decirnos qué la hizo llorar. Y por qué nadie de su casa dio aviso a algún profesor, o se quedó con usted… —la voz siseante del maestro hizo que la chica se erizara por completo—. Digo, siendo Gryffindor la casa con más unión, ¿No te parece raro, Minerva?

La profesora se ruborizó ante tales palabras, dando un paso titubeante al costado. Hermione alzó la cabeza, esperando la habitual mirada oscura y llena de desprecio del profesor, sin embargo no estaba, parecía hasta comprensivo con ella. Eso le dio valor.

—Weasley fue… cruel hoy, más de lo habitual. Y fue demasiado, lo siento profesores, yo-

—No se disculpe por las acciones de otros, señorita Granger. —Se apresuró a hablar la profesora, tendiéndole una mano—. Hablaremos más sobre esto a solas, si gustas venir conmigo…

La niña asintió, abrazando de nuevo a sus salvadores. Sin embargo, antes de irse, la cabecilla de la casa de los leones se volteo una vez más hacia las pequeñas serpientes.

—Fueron muy valientes y leales, valores que aprecio mucho. Sin contar con la maestría con la que se desenvolvieron al enfrentar el peligro. Cincuenta puntos para Slytherin.

Una vez solo hubo integrantes de la casa de Salazar en el lugar y Quirrell, que parecía estar al borde del colapso, viendo al trol, Snape habló.

—Profesor Quirrell, encárguese de la criatura. Me llevaré a mis alumnos a su sala común.

Sin esperar respuesta, el maestro salió del baño, seguido de cerca por Harry y Draco. A mitad del pasillo, el profesor habló.

—Le concedo veinte puntos más, señor Malfoy, por estar atento a todo incluso cuando el peligro fue eliminado.

Ambos niños se miraron con sonrisas brillantes, sin esperarse que esto sucediera en lo absoluto.


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