La gente lo llamaba amable. Lo llamaban valiente. Todos menos uno. Tal vez ese fue el comienzo de todo. Estaba intrigado. Quería saber cómo funcionaba esa mente caótica. Otros evitaban al segundo príncipe oscuro, pero él solo veía belleza allí. Su interés era encontrado con desdén y, sin embargo, eso lo hacía querer acercarse más.
A medida que creció, su interés comenzó a tomar una manifestación más física. Los primeros sueños que tuvo de compartir cama con alguien eran de Loki. Siempre era Loki. Ningún otro jamás se compararía con el mago. Pero los hombres Aesir no se acostaban con otros hombres. Era una relación que no podría suceder.
Él era un príncipe de Vanaheim y Loki de Asgard, la distancia los separaba y, sin embargo, Balder utilizaba cualquier excusa que pudiera para visitar la ciudad dorada y tener un atisbo de la persona que se había convertido en el guardián de sus desvelos.
Balder ganaba batalla tras batalla, luchaba al lado de Thor. Loki estaba a la sombra, observándolos. Nadie apreciaba las contribuciones de Loki en las peleas. Cómo siempre él terminaba salvando sus pellejos. Balder lo veía. Silenciosamente apartaba a Loki a un lado y le agradecía. Cada vez, Loki ponía los ojos en blanco y lo dejaba para seguir a Thor. Thor siempre era capaz de mantener el interés de su hermano.
Balder siempre había encontrado fascinante el uso de seidr; casi nadie podía acceder a él, y Loki podía crear ilusiones, mover cosas con la mente, teletransportarse, y muchas otras cosas. Era tan impresionante, especialmente porque Loki siempre lo hacía sin apenas pensarlo, como si fuera lo más fácil del mundo.
Tomando a Loki como inspiración, Balder comenzó a estudiar magia. Practicaba día y noche con la secreta esperanza de tener algo, cualquier cosa, que lo hiciera sentirse más unido al dueño de su afecto. No lo comentaba a nadie, por supuesto. Tanto en Asgard como Vanaheim, aquello era mirado con desprecio y repudio, y Balder en su estatus de príncipe no podía permitirse tal escándalo.
Pero Loki era diferente. Él hacía caso omiso a todas las personas que susurraban a sus espaldas. Practicaba magia con toda libertad y sin ni una pizca de vergüenza. Eso era algo que siempre le había gustado de su personalidad; a él no le importaba lo que los demás pensaran, él no tenía miedo de revelar quien de verdad era al mundo.
Balder no podía decir lo mismo. Él sentía que toda su vida no era más que una gran mentira. Él siempre había tratado de vivir a la altura de las expectativas que otros le habían impuesto. Balder el bueno, el valiente, el ingenuo y tonto Balder. Eso era lo que los demás pensaban, y él no era más que un cobarde. Nunca se había atrevido a revelar su verdadero interior.
Él era un impostor en su propia piel; como si sus emociones y su psique se hubieran desgarrado y estuvieran luchando por el control de su cuerpo, mientras que la versión dominante de sí mismo, era una que odiaba con todo su ser.
Pero en sus sentimientos por Loki, Balder encontraba su liberación. Porque Balder realmente amaba a Loki, ese era su mayor y más valioso secreto.
El Balder que se había enamorado de Loki, aquel que estaba oculto en las sombras, quería ser fiel a sí mismo, quería expresar, sentir, amar y cuidar. Aquel era el Balder que algún día estaría lo suficientemente cómodo para expresar su sentir a cualquiera que quisiera escucharlo. Podría profesar su amor al mundo, gritarlo a los cuatro vientos y pintarlo en el cielo.
Pero en cambio, el otro Balder, tenía miedo. Estaba aterrado de las consecuencias y de su propio sentir. No podía decir nada, porque eso significaría decepcionar a la gente que amaba y tener que renunciar a todo lo que hasta ese momento había definido su existencia. No. Sus sentimientos pertenecían a la oscuridad, la sombra, la secreta soledad del alma en donde se entierran todas las cosas que jamás deben ser nombradas.
Cuando sus deseos se volvieron más de lo que pudo soportar, él comenzó a llevar a mujeres de cabello oscuro a su cama. Tumbados juntos sobre pieles, siempre tenía cuidado de no gritar el nombre del príncipe, con el que fingía acostarse. Balder estaba saciado, pero nunca satisfecho. Loki, por supuesto, nunca notaba su interés. En su mirada, no había más que desprecio e indiferencia. Su corazón dolía cada vez que veía esos ojos esmeraldas.
Y luego, un milagro. Su madre lo mandó a vivir a Asgard, junto a sus tíos. Ahora podía pasar todo su tiempo al lado del hombre que había robado cada uno de sus pensamientos.
Sentado en el jardín del palacio, levantó la vista. Ahí estaba. Loki. leyendo bajo un árbol, sólo.
Lo miró a la distancia. Tomando en cuenta cada detalle.
Se veía tan hermoso bajo la luz del sol. Admiró su piel pálida de porcelana, un hermoso contraste con el color azabache de su cabello, aclarado por finos destellos de luz. Observó sus hermosos labios, la nitidez de los pómulos y la nariz larga y delgada. Sin embargo, lo que más se destacó fueron sus ojos verdes claro, que brillaban de interés ante lo que fuera que estaba leyendo.
Todo esto, hacían la imagen más preciosa que hubiera visto.
De repente, sintió furia consigo mismo. Siempre mirándolo de lejos, siempre admirándolo, pero nunca atreviéndose a hablarle. Pero ya vendría el momento, su momento.
Varios años. Ese fue el tiempo que le tomó a Balder reunir toda la información y ahora, estaba muy satisfecho con el resultado final. Miró el pequeño libro verde, porque el verde era el color favorito de Loki, con una sonrisa en su rostro. Lentamente, pasó la página y vio el nombre de Loki escrito con su propia letra florida. Las páginas posteriores revelaron toda clase de información; desde su comida favorita, hasta lo que le gustaba hacer en su tiempo libre.
La sonrisa de Balder creció. Pronto, muy pronto, reuniría la fuerza y el coraje suficientes para llevar a cabo su plan. Lo tenía todo preparado en su mente.
Repitió el evento una y otra vez en su cabeza por lo que debían ser mil veces y sabía que nada podía salir mal. Él podía enojarse mucho cuando las cosas no salían como él quería.
De repente, un movimiento. Caminando a lo lejos, vio a Sigyn acercarse a Loki. Él era un noble de la corte y amigo de él desde hace muchos años, desde que eran niños.
Conversaron un momento y luego, Loki se levantó. Había llegado el momento del entrenamiento matutino.
Balder sabía (porque conocía a Loki como ningún otro) que Loki disfrutaba realizar su entrenamiento antes que despuntara el alba. Después, el calor se le hacía insoportable.
Balder se fijó en la manera en que el sudor caía por su cuerpo y los músculos que sutilmente podían verse marcados en su ropa de entrenamiento. Una sensación crepitó desde la boca de su estómago. Se encontró lleno de una calidez que hace mucho no experimentaba.
Loki hizo el primer ataque, y Sigyn bloqueó el golpe con una sincronicidad ganada por años de experiencia. La lucha se prolongó un momento. Ambos eran increíblemente talentosos.
La batalla terminó en un empate, pero por alguna razón ambos comenzaron a reírse.
Balder no podía escuchar lo que decían.
Sigyn palmó la espalda de Loki y su corazón se detuvo cuando los vio. Sintió que se le enfriaba la sangre y se le erizaron los pequeños pelos de la nuca. ¿Quién se creía Sigyn que era? él no tenía ningún derecho de tocar a Loki.
Algo se cuajó en las entrañas de Balder como leche agria que se parecía demasiado a celos, y a un extraño y menos específico tipo de rabia.
Esto era inaceptable. Sigyn no era digno de estar en su compañía. Nadie lo era.
Siguió mirando a Sigyn con los ojos entrecerrados, hasta que atravesó las puertas del palacio y desapareció de la vista.
Balder respiró profundo. No importaba, nada de esto tenía ninguna importancia. Pronto llevaría a cabo su plan y todo estaría bien.
Un escalofrío le recorrió la espalda cuando pensó en eso. Sin embargo, no estaba ansioso ni nervioso, solo increíblemente emocionado.
Se había negado esto a sí mismo por tanto tiempo, que el solo pensamiento de Loki amándolo, de Loki deseándolo, era demasiado fuerte. No podía arriesgar su felicidad ahora, no después de todo lo que había tenido que pasar para llegar a este punto.
Balder sabía que mucha gente pensaba que era un tipo simple. Fuerte, valiente, feroz, leal... pero no muy inteligente. Sí, lo consideraban un buen hombre, pero no brillante. Y eso era algo que Balder estaba decidido a usar en su favor. Sus enemigos siempre habían subestimado su inteligencia, y ese había sido un error fatal. No había duda de que Loki había sido bendecido con una mente brillante, pero Balder estaba seguro de que podía igualarla y llegado el momento, incluso superarla.
Balder sonrió para sí mismo, reclinándose ligeramente hacia atrás para observar el basto cielo. Pronto llegaría su momento, y Balder finalmente obtendría lo que merecía. Él tendría que fingir un poco más, cumplir las expectativas de todos. No importaba. Podía esperar. Había esperado lo que parecía una eternidad ya. ¿Qué era unos pocos días más?
Loki estaría a su lado, y entonces, finalmente su vida estaría completa.