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Una Venganza por ELi

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Notas del capitulo:

Se que desaparecí por mucho tiempo... mil perdones...

Es que empezaron las clases y como ya estoy en segundo año, las cosas ya no son tan fáciles... por lo mismo les quiero pedir perdón si el capitulo no es muy bueno ni lo suficientemente largo... He hecho mi mejor esfuerzo para que saliera...

Si les gusta y quieren dejarme revis... bienvenidos sean...

Si los revis los quieren hacer para amenazarme de muerte si no mejoro el fic... lo aceptaré también...

o bien si quieren decirme q tan malo es el capitulo... por favor adelante, solamente no dejen de dejarme revis, al menos diciendome q han leido el fic, si les ha gustado o si no... para saber q tal voy y si debo mejorar...

Sin más preámbulos... capitulo 2 ^^

            Aome salió de la casa rápidamente, queriendo escapar de la mirada de Ukyo lo más rápido posible. Sentía como la rabia se apoderaba de ella. Había estado a un paso de lograr lo que se había propuesto desde que conociera a Ukyo en el restaurante donde trabajaba. Estaba enojada con ella misma, no sabía como había sido capaz de tratar de seducir a su amiga estando ella tan borracha como estaba. “Ahora si estoy perdida... Ukyo no querrá hablarme nunca más” se dijo a si misma, lamentando su atrevimiento.

            Esa noche no llegó a su casa. Estaba demasiado alterada como para regresar a su apartamento, así que se fue a caminar sin rumbo por el centro de la ciudad. No era la primera vez que le pasaba algo así, antes ya había cometido el mismo error con la diferencia de que antes había llevado a una chica hasta el final, pues la chica estaba tan borracha que no puso resistencia alguna a nada. A la mañana siguiente de eso, Aome y la chica dormían plácidamente en la cama de Aome, pero al despertar la chica y ver que estaba desnuda y durmiendo al lado de otra mujer, se dio cuenta de lo que había hecho la noche anterior a pesar de no recordarlo por la borrachera.

            La represalia había sido terrible, la chica había golpeado a Aome hasta dejarla sin sentido, incluso había ido a parar al hospital por culpa de los golpes recibidos; por esa razón Aome no podía creer que estuviera en la misma situación de nuevo, cometiendo el mismo error de enamorarse y tratar de conquistar a esa persona justamente el día en que bebía unas copas de más.

            Se reprochó duramente durante las pocas horas que quedaban de esa noche. Se sentó en la banca de un parque a llorar, de verdad estaba enamorada de Ukyo, pero sabía que la chica no la quería y que todo lo que había sucedido no significaría nada más para ella que un simple error, uno bastante terrible, por el cual nunca la perdonaría. Casi al amanecer se levantó de la banca donde se encontraba con una decisión tomada, pelearía por tener el amor de Ukyo, la amaba y no quería alejarse de ella, aunque esto significara tener que hacer lo inimaginable para tenerla...

 

            Ukyo se había dormido pensando en eso, no podía comprender que quería Aome después de más de un año desde que la rechazara. Porque la chica que había ido a su casa a hablar con su madre no podía ser otra que Aome, pues desde ese día Ukyo no volvió a salir ni a tener nada con otra chica.

            No tenía sentido que hubiera intentado convencer a su madre de que estaba destrozada por ella y que necesitaba hablarle, aunque fuera cierto que estaba destrozada, no tenía sentido que la culpa fuera de Ukyo, es más, la culpa de todo la tenía ella, pues había sido ella quien había tenido la iniciativa de comenzar todo eso.

            A la mañana siguiente se levantó temprano, alertada por el ruido reinante en su casa. Salió de la habitación, percatándose que no se había cambiado de ropa. Abrió la puerta de su habitación y al salir vio como entraban unos paramédicos corriendo con una camilla hacia la habitación de su padre. Asustada corrió detrás de ellos para tratar de averiguar lo que sucedía a su padre, entró a la habitación y vio como el equipo de paramédicos lo rodeaban, para atenderlo.

En una esquina de la habitación estaba su madre, mirando la escena con lágrimas en los ojos. Ukyo fue hacia ella casi corriendo y una vez a su lado le interrogó:

-          ¿Qué le pasa a papá?- notaba como le temblaba la voz al hablar.

-          No lo se... esta mañana despertó muy bien, estaba de ánimo y de pronto comenzó a tener problemas para respirar.- le respondió su madre dejando escapar sus lágrimas a borbotones entre sollozo y sollozo.

            Los paramédicos hicieron su trabajo con celeridad y precisión, preocupándose por reanimar al señor Tenjou, quien parecía estar absolutamente inconciente e incluso sin signos vitales.

            Ukyo miraba la escena estupefacta. Su padre no presentaba signos vitales y estaban por darlo por muerto cuando una pequeña señal en los monitores que le habían conectado señaló que el señor Tenjou estaba vivo, aún luchando por sobrevivir. Sólo entonces los paramédicos se dieron un respiro para trasladar al enfermo a la camilla para llevarlo al hospital y darle la atención necesaria para su recuperación.

Al verlo pasar en la camilla rumbo a la ambulancia, buscó los ojos de su madre suplicándole que la dejara ir con él en la ambulancia. Su madre la miró y asintió levemente, caminando con ella detrás de los paramédicos, entonces Ukyo corrió hasta situarse al lado de la camilla y siguió al paso de los paramédicos hasta la ambulancia, donde se subió luego que hubieron asegurado la camilla en su sitio.

            Sentada allí, al lado de su inconciente padre, sujetando su mano no pudo hacer más que pensar en Aome. Simplemente porque Aome parecía ser la única que comprendía el amor y devoción que sentía hacia su padre enfermo, siempre le dijo a Ukyo que le conmovía el cariño que sentía por su padre pues ella nunca conoció al suyo. Las veces que conversaron sobre el tema, Ukyo no podía dejar de mencionar los días felices que tuvo con su ahora enfermo padre:

            El señor Tenjou solía ser un joven apuesto y fuerte que sentía adoración por su familia, amaba a su esposa y a su pequeña hija Ukyo. Cada día jugaba con la niña, cuando regresaba del trabajo, apenas si descansaba por pasar tiempo con ella, a tal punto que Ukyo esperaba con impaciencia cada día junto a la puerta de entrada de la casa a que su padre apareciera puntualmente a las seis de la tarde para jugar con ella. El hombre saludable que era fue poco a poco menguando, a medida que Ukyo fue creciendo, su padre se empequeñecía y enfermaba día a día más, a tal punto que cuando Ukyo acababa de cumplir los diez años y esperaba a su padre en la entrada de la casa un día, el señor Tenjou entró pálido como la cera sin poder apenas sostenerse en pie. Ese día Ukyo y él no jugaron, la niña lo acompañó en su cama toda la tarde, mientras él dormía sin mejorar para nada su semblante pálido.

            Tiempo después, cuando su padre comenzó a no ser capaz de levantarse por las mañanas, dormía mucho y recibía la visita de un médico al menos una vez a la semana, Ukyo supo que su padre sufría de una enfermedad que lo confinaría a una cama o a una silla de ruedas por el resto de su vida, degenerando su musculatura y su mente, hasta ocasionarle la muerte por falla cardiaca o insuficiencia respiratoria. Ukyo y su madre tuvieron que aceptar la realidad y aprender a cuidar del otrora jefe familiar. Ukyo recordaba ese momento, cuando se prometió no abandonar al único hombre al que había amado hasta ese momento.

            Camino al hospital no dejó de pensar en él, en cuanto le quería y en cuanto deseaba que volviera a ser como era cuando ella era niña...

            Al llegar a urgencias, los paramédicos bajaron la camilla y corrieron al interior acompañados de un grupo de enfermeras y doctores que se informaban del estado del paciente. Ukyo los siguió hasta donde se le permitió seguir y luego regresó a recepción para dar los datos de su padre, donde luego se le unió su madre que iba al hospital en auto, detrás de la ambulancia.

            Luego de ingresar al señor Tenjou, Ukyo y su madre se sentaron en la sala de espera del hospital a que les dieran alguna noticia. Más o menos a la hora después de haber llegado al hospital Ukyo decidió salir a buscar algo para desayunar. Dejó a su madre en la sala de espera y fue a la cafetería a coger algo para comer.

            Demoró menos de cinco minutos en escoger y comprar algo para desayunar y al regresar a la sala de espera vio q su madre conversaba con una mujer de blanco, alta, y de pelo castaño y largo. Supuso que estaba recibiendo alguna información sobre el estado de su padre, así que apresuró el paso. Llegó al lado de su madre y cuál no sería su sorpresa al ver que la chica con la que hablaba su madre no era otra que Aome... La misma Aome que había dejado de ver aquel día después de la fiesta.

Notas finales:

Revis.....

Revis....

Revis...

Revis..

Revis.


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