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Corazón Puro por Erzsebeth

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Notas del capitulo:

Nuevo cap, espero lo disfruten.

 

Abe y Hellboy se encontraban a los pies de la cama de John. Se habían infiltrado en esta luego de ir por el último paquete de cervezas que Hellboy había guardado en su propia habitación, Rojo había insistido que necesitaba solo un poco más de confianza antes de poder hablar con John. Pero cuando habían logrado entrar al ala médica, John yacía plácidamente dormido sobre su cama y ninguno de los dos se atrevió a despertarlo. Solo pudieron quedarse ahí, en el piso.

Hellboy no podía quitar los ojos del rostro durmiente de John. Se veía tan pacífico, tan hermoso… Dios, cuánto lo amaba.

—Lo amo Abe. En serio, lo amo demasiado ¿Por qué? ¿Por qué tenía que enamorarme de él? Él es solo un humano y tan frágil. Solo quiero mantenerlo a salvo y por intentar hacerlo, ahora me odia. Creí que mandarlo lejos sería lo mejor, me odiaría, pero estaría a salvo. Y ahora sigue en peligro y me odia, casi muere en esta última misión  y todo porque no pude protegerlo —hizo una larga pausa, dándole otro trago a su cerveza—, y si le dijera la verdad, que lo quise mandar lejos porque lo amo y no quería que nadie lo lastimara, estoy seguro que solo me odiaría más.

Sin que ninguno de los dos se diera cuenta al estar concentrados en su conversación, John empezó a parpadear al oírlos, reconociendo las voces en su cuarto. Bostezó, listo para descubrir a que se debía la reunión improvisada en su habitación.

—No te odia, Rojo —la voz de Abe interrumpió a John—. Créeme, no podrías estás más equivocado. John… él también tiene algo que decirte y por eso teme acercarse. La verdad es que…

—Abe —John se levantó de golpe, aterrado de lo que sea que Abe planeara decir— ¿En serio? Te dije que yo resolvería esto.

—¿Resolver qué? —Interrumpió Hellboy—. ¿Qué está pasando?

—Pero John —Abe habló y John reconoció el seseo en su voz, el olor que llegaba del aliento de ambos. ¿Habían estado bebiendo? —Liz y yo estamos hartos de esto, alguno de ustedes tiene que hacer algún movimiento. Y si ninguno se atreve, bien podemos hacerlo nosotros. ¡Tú mismo dijiste que él tiene que saberlo!

—¿Saber qué?

John quiso responder pero un sonido distorsionado llego a su cabeza. Era una presencia, una energía desconocida que había traspasado sus defensas mágicas, desequilibrando la energía que usualmente sentía en su entorno. Sin pensarlo mucho se levantó y salió corriendo de la habitación, buscando de dónde provenía esa presencia y dejando a Hellboy y Abe confundidos.

Siguió la energía hasta la biblioteca, abriendo la puerta de par en par y… no había nadie. La energía que creyó haber percibido se había debilitado, ¿Acaso el intruso había entrado y salido tan rápido? Solo había una persona que conociera que pudiera hacer eso.

Necesitaba asegurarse que todo siguiera en su lugar. Si el príncipe había entrado a la biblioteca, solo podría estar buscando dos cosas, el mapa y el fragmento de la corona. ¿Los habría encontrado? Si ese fuera el caso, su destino estaba sellado. Pero no podía permitirse perder la esperanza, no ahora, así que lo confirmaría con sus propios ojos.

No era la primera vez que el buró encontraba un objeto valioso. Dependiendo de su importancia o de su peligrosidad, los almacenaban en distintas áreas del edificio. Los mapas siempre se archivaban en un sector específico de la biblioteca, así que bien podría iniciar a revisar ahí… Tampoco es como que pudiera regresar a su habitación, quien sabía que cosas habían estado hablando Abe y Rojo en su ausencia.

Se dirigió al estante que estaba dedicado en su integridad a mapas, cerca de la chimenea. El mismo se había encargado de ordenarlos tan pronto le habían asignado esa oficina, tratando de familiarizarse con los diferentes objetos que se encontraban en el buró (cosa difícil cuando hasta antes de ese punto no tenían algún sistema de identificación u orden).

En su sistema, John los había organizado por periodo y región. Había algunos que aún seguían en una enorme caja al no saber dónde podría colocarlos; otros que ni siquiera había podido leer pues se encontraban sellados y protegidos por hechizos que aún no había logrado descifrar… lo más probable es que hubieran colocado el mapa que buscaba en esa sección y… ¡éxito!

John tenía el mapa en sus manos, un cilindro con el sello de Bethmora grabado junto a otros patrones que no reconocía. Aún estaba aquí, tal vez todo había sido una falsa alarma por culpa de sus poderes fuera de control, pero no estaba de más el prevenir. El lugar más seguro del buró eran las bóvedas inferiores, protegidas no solo de ataques físicos, sino también con sellos mágicos que solo aquellos que los conocían podrían abrir, sería el lugar perfecto para el mapa.

Se volteó con intención de dirigirse a la puerta, pero el mismo sonido distorsionado lo detuvo nuevamente. Eso y la sensación del frio metal contra su cuello.

—No me movería si fuera tú. Mis dedos podrían resbalarse.

John reconoció la voz de inmediato, sabía que no se había equivocado al sentir una presencia desconocida en el buró. El príncipe se había logrado infiltrar en su fortaleza.

—Veo que mi hermana estaba en lo correcto —siguió el príncipe—, quien diría que después de tantos siglos alguien como tú volvería a caminar sobre la tierra.

—Deja la charla, ya sé que es lo que quieres —respondió John, aferrándose con más fuerza al cilindro entre sus manos. No podía permitirse soltarlo.

—Directo al punto, veo. Me gusta eso. Sabes lo que quiero y lo tienes en tus brazos. Así que podemos hacer esto a las buenas o a las malas. Y créeme cuando te digo que no me gustaría que fuera a las malas. Una persona con tus talentos… sería una pena perderlos, incluso si solo eres un humano.

John lo pensó un minuto. Si el príncipe estaba en búsqueda de su poder, quizás podría usarlo en su favor.

—¿Dónde está la princesa? ¿Está a salvo?

—¿En serio tratas de jugar a ser el héroe en esta situación? Eres tal como ella dijo. Bueno, tal y como ella pensó. ¿Sabías que somos gemelos? Sé todo lo que ella sabe, cada mínimo e íntimo detalle. Nuestro vínculo, un vínculo de nacimiento, es aún más fuerte que cualquier vínculo que pudieras crear, que cualq-

—Entonces ella sigue con vida —no fue una pregunta, fue una afirmación.

—Ya veo, tienes un gran interés en recuperarla y traerla con vida ante tus amigos. ¿Crees que así te perdonarán por tus errores? —se rio sarcásticamente—. Oh, pero no te culpo. Nuala, siempre ha sido así, incluso para nuestro padre; ella no es más que una cara bonita, una pieza decorativa cuyo único propósito es ser intercambiada para formar alianzas. Me sorprende que para este momento mi padre no la haya casado con el primer ser poderoso que se cruzó en su camino.

­—¿Qué? ¡No! Ella es mi amiga y quiero ayudarla porque prometí protegerla a ella y a la corona de ti. —John replicó con convicción—. No podrías estar más equivocado al hablar así de ella; es mil veces más fuerte y valiosa de lo que tú podrías ser. No me importa si ella decide tomar un camino separado después de que la traiga de regreso a nuestro equipo, no busco nada de ella más que esté a salvo. Eso es lo que los amigos hacen.

—En verdad eres ingenuo. Pero morderé el anzuelo, ¿en verdad quieres salvarla? Entonces déjame ofrecerte un trato. Te llevaré ante ella y en cambio tú me darás el cilindro entre tus manos, ¿No te parece justo?

Eso logró sorprender a John… ¿Llevarlo con la princesa? Sonaba demasiado bueno para ser verdad. Lo más probable es que fuera una trampa pero… ¿Tendría otra oportunidad como esta? Además, ahora no estaba del todo indefenso. Tenía sus recién descubiertos poderes pero ¿serían suficientes?

—Muy bien pequeño John, no tenemos toda la noche así que apresúrate en tomar tu decisión. O vamos con mi querida hermana, o me encargo de acabar con todos en este edificio para conseguir lo que necesito.

Bueno, eso limitaba las opciones. Dudaba que el príncipe realmente pudiera acabar con todos, pero si con un buen número de agentes. Si podía minimizar las muertes y terminaba siendo el único muerto en está ocasión… estaba dispuesto a hacer ese intercambio.

—Acepto tu oferta. Llévame con la princesa.

El príncipe bajó su arma, rodeándolo con los brazos. Por el rabillo del ojo, John notó como la puerta se abría de golpe, un borrón rojo que corría en su dirección.

Si Hellboy hubiera llegado antes, si John hubiera esperado un poco más antes de aceptar el trato, se hubieran encontrado y tal vez las cosas hubieran sido diferentes. Pero ahora no servía de nada lamentarse. Ahora solo le quedaba salir lo mejor posible de esta situación y esperar poder reencontrarse.

No supo en que momento había cerrado los ojos, pero cuando los abrió fue incapaz de reconocer donde estaba. Era una habitación recubierta de metal por las paredes, pero desordenada y abandonada; a pesar de nunca había estado en ella, había cierto aire familiar. En medio de la habitación había una especie de mesa que cumplía el papel de escritorio, encima toda clase de objetos, algunos mágicos y otras maravillas tecnológicas que nunca antes había visto y que si fuera otro momento hubiera corrido a tratar de investigar. Pero ahora estaba atrapado con una lanza en el cuello.

Siguió mirando hasta donde podía sin mover la cabeza demasiado, descubriendo la puerta de una bóveda cerrada del lado opuesto de la habitación… ¿para que necesitaba el príncipe una bóveda?

—¿John? ¡Tú no deberías estar aquí!

Reconoció la voz de Nuala en ese instante, pero la lanza contra su cuello le impidió voltear a la dirección de dónde provenía. Oyó como el príncipe reía, bajando su arma, por lo que aprovecho a correr en dirección de Nuala.

—Princesa, ¿se encuentra bien? —Estaba encerrada dentro una bóveda distinta a la que había visto con anterioridad. A esta le faltaba la puerta y en su lugar alguien había instalado unos barrotes para impedir que pudieran salir. Además de los barrotes, John pudo sentir alguna especie de sello que protegía el lugar.

—Ella está perfectamente, como puedes ver —Nuada interrumpió el reencuentro—, ahora es tu turno. Dame el cilindro.

John se aferró con más fuerza al cilindro, la mirada de Nuala fija en sus manos, en ese objeto por el que había arriesgado su vida y que ahora estaba a unos metros de la persona que menos debería tenerlo.

—John, ¿Qué has hecho? —su voz temblaba—. ¡No puedes dárselo!

John la miró a los ojos, con una sonrisa para tratar de calmarla. El príncipe que había estado observando la situación con atención soltó una risotada al notar la desesperación en la voz de su hermana.

—¿De verdad crees que él será tu héroe? Me das pena hermana, confiando en un humano. Ahora, el cilindro.

John se volteó, lanzándole el cilindro con una sonrisa.

—Ahí tienes, como acordamos. Pero esto —mostró un rollo de papel entre sus manos— es mío. Y si es la única manera de encontrar el ejército dorado, lo mejor es que sea destruido para siempre.

Sostuvo el mapa en sus manos, susurrando una palabra mientras y enfocaba su energía.

Enit. Enit. Enit.

Una pequeña llama se encendió, ardiendo con rapidez a través del mapa que terminó convirtiéndose en cenizas ante la mirada asombrada de la princesa y la sonrisa burlona del príncipe. John sintió un horrible mareo, retrocediendo buscando donde reclinarse, llegando hasta los barrotes que aprisionaban a Nuala, quien no tardó en acercarse a revisar su estado.

—Qué lindo truco, en serio —Nuada habló—, pero verás, el papel nunca fue importante. El cilindro, por otro lado… Déjame mostrarte, antes de que decidas tomar tu siesta.

Tomó el cilindro, dirigiéndose a la mesa donde una de sus dagas descansaba. La levantó, y se hizo un corte en la palma de su mano, sin reaccionar. La que reaccionó fue Nuala, levantando su mano y mostrando una herida en el mismo lugar que el príncipe se había cortado, sangre dorada brotando de ella.

El príncipe Nuada tomó el cilindro con su mano cubierta en sangre, cubriendo toda su superficie y rodándolo sobre un papel que estaba en el escritorio. La sangre sobre los patrones dejó una impresión sobre la hoja, una marca dorada… el verdadero mapa.

—¿No es hermoso? Lamento decir que te has agotado en vano, pequeño John —levantó el mapa para asegurarse que John pudiera verlo.

John sintió como su visión se hacía cada vez más borrosa. Sintiendo sus piernas fallarle, terminando por deslizarse por los barrotes hasta caer al suelo.

—Eso es lo que pasa cuando un novato intenta jugar con fuerzas que no entiendes. Pero no te preocupes, pronto no necesitaras pensar mucho, solo obedecer y ser adorable y poderoso.

John no comprendió sus últimas palabras, solo balbuceos a su alrededor. Pudo sentir los brazos de Nuala a su alrededor, su corazón latiendo a mil por hora mientras lo abrazaba a través de los barrotes de manera protectora.

—¿Qué planeas hacer con él?

—Oh, creo que ya lo sabes hermana. Después de todo, compartimos un vínculo.

Nuala no podía quitar los ojos de John, indefenso e inconsciente. Su hermano no podía salirse con las suya. Solo esperaba que su equipo llegará pronto.

Notas finales:

Gracias por leer~


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