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Corazón Puro por Erzsebeth

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Notas del capitulo:

Me atrasé por unos día, ¡Perdón! Pero espero que disfruten el capítulo

 

Algo estaba mal. Iban detrás de una viejecita que llevaba un gato en un carrito de supermercado. Podía sentirlo en la manera en la que el gato actuaba, algo estaba realmente mal. La siguieron hasta llegar a un callejón, viéndola doblar y siguiéndola de cerca, escondiéndose de su vista detrás de un contendedor de basura. Cuando Hellboy dio un vistazo rápido, la mujer estaba sosteniendo al gato y su boca estaba abierta, más allá de lo que era humanamente posible; sabía lo que estaba a punto de pasar.


—¡Se va a comer al gato! —susurró lo suficiente alto para que Abe y Kraus lo oyeran.


—Agente Hellboy, ¡le prohíbo interferir!


—¡Pero el gato! —Hellboy estaba listo para mandar está misión a la mierda e interrumpir la escena cuando la voz de Liz por el comunicado lo distrajo.


—¿Ese es…?


—Disculpe señorita. —Él recién llegado sacó una credencial de su chaqueta, enseñándosela un segundo y volviéndola a guardar —Mirs, guardia del mercado. Está a punto de infringir una de las reglas del Mercado, no rebelarse ante el público a menos de cinco cuadras de una entrada. —“Mirs” señaló hacia la calle que daba el callejón; hacía el lugar donde Hellboy trataba de ocultarse de nuevo, donde pasaban varios otros humanos sin prestarles la más mínima atención.


—Pero cómo… ¿cómo  sabes que soy? ¡Solo eres un humano! ¿Guardia del mercado? Nunca había oído de una tontería como esa —La troll trataba de defenderse y de entender lo que estaba ocurriendo, dispuesta a atacar de ser necesario.


—Ese es otro problema señorita, su glamour está defectuoso. ¿No puede sentir el mío? —Antes de que ella pudiera contestar, siguió—, exactamente. Así es como debe funcionar un buen glamour. Por ahora le dejaré ir con una advertencia, entiendo que no es del todo su culpa, pero no podemos permitir que los humanos normales descubran el mercado, así que más le vale que esto no se repita. Ahora, vaya de regreso al lugar que le vendió ese glamour y busque uno mejor. Yo me encargaré de los mirones, es parte de mi trabajo. —John tomó al gato, alejándolo de la mujer que seguía observándolo sin reaccionar. —Escuche, si no se va ahora, mis compañeros no serán tan amables como yo. Últimamente han tenido demasiado estrés, con ese incidente de varias creaturas que “trabajan” con los humanos ¿se enteró? —Cuando la vio asentir, preocupada, continuó— Y están buscando cualquier mínimo pretexto para “desahogarse”, ¿Me entiende? Le recomiendo irse de inmediato.


La troll notó la seriedad en su voz y no lo dudó antes de salir huyendo del lugar sin mirar atrás.


Myers suspiró, satisfecho de que su treta funcionara. Acarició al gato en sus brazos y sintió un leve mareo, por lo que decidió dejar al pequeño en el suelo; el gato huyó del lugar a toda prisa.


—Agente Myers ¿Qué haces aquí? ¡Acaba de arruinar toda nuestra operación! —Kraus empezó a acercarse a John, Abe tratando de detenerlo y de buscar la manera de defender las acciones de su amigo sin éxito. —Usted tenía órdenes explícitas de no interferir en esta misión


—Con todo respeto, Dr. Kraus, creí que mi asistencia sería necesaria —John respondió con calma, sin dejar de mirar a Kraus—, no pude decirlo en el buró, pero… —miró a Hellboy unos segundos—, se la ubicación del mercado troll. Por eso decidí venir antes de que algo que pudiera poner en peligro la misión pasara, y creo que llegue a tiempo


La sorpresa de Abe y Hellboy no se hizo esperar, habían estado buscando ese lugar por años, ¿Y John lo había encontrado así de fácil?


Aun así, Kraus no parecía impresionado —Eso no le da derecho a interrumpir en la misión así, sin informarse de nuestros planes. Si su pequeña charada no funcionaba, ¿qué tal si ponía nuestra vida en riesgo? ¿O su propia vida, en todo caso?


—Era una Fragglewump, ese tipo de troll es más del tipo “huir en vez de pelear” —exclamó John en forma de defensa—, además, si no hubiera interferido, Hellboy probablemente hubiera esparcido los sesos de esa troll con tal de salvar a ese gato. Si no conoces a tus agentes lo suficiente para saber cómo reaccionaran ante distintas situaciones, lo primero es tratar de aprender directamente de ellos en lugar de solo lo que diga un informe.


Hellboy estaba impresionado. No solo por cómo John había manejado la situación con la troll o por el hecho de que conocía la ubicación del maldito mercado troll, sino porque le había hecho frente a Kraus, defendiéndose de sus quejas y, en cierto modo, defendiéndolo a él también.


Y además de eso, había salvado un gato. ¿Era su idea o de pronto había subido la temperatura? Y eso era mucho viniendo de un demonio.


—Okay, comprendo su punto agente Myers. —Kraus puso su mano en la mano de John, e inclino su casco como en asentimiento. —Entonces, ¿nos quedaremos aquí parados toda la noche, o nos llevara al mercado?


John sonrió ante la aprobación de Kraus y al verse reinstaurado en el equipo, aunque sea por esta misión.


Cuando Hellboy lo vio no pudo despegar su mirada. Se veía tan hermoso con esa sonrisa…


Ah mierda. Estaba enamorado de John… y había caído muy fuerte por él.



—¿Aquí? ¿En serio?


Estaban en la parte trasera de una carnicería, un lugar que parecía todo menos la entrada a un mercado mágico.


—Bueno, esta es una de las muchas entradas —John se acercó a una de las paredes, que se abrió revelando una roca con varios grabados. En la esquina inferior tenía varios discos con sigilos distintos; como una especie de rompecabezas para abrirlo, un códex. Se inclinó hacía este códex, mirándolo borroso por unos segundos, pero ya se sabía la clave de memoria así que empezó a girar los discos para que la puerta se abriera, revelando una escena llena de vida.


Criaturas que ninguno había visto en persona antes, hadas e incluso alguna que otra persona con apariencia humana aparecieron ante ellos. Diferentes objetos a la venta, incluso algunas criaturas que a todas luces aún parecían vivas, eran ofrecidos a lo largo de los pasillos para aquel dispuesto a pagar el precio… Era impresionantes.


—Bienvenidos al mercado Troll —John exclamó. Mentiría si dijera que no sintió satisfacción ante la cara de sorpresa de Abe y de Hellboy. Pero ahora había otras cosas en las cuales debía concentrarse.


—Bien, ahora que estamos adentro, no hay tiempo que perder. Necesitamos averiguar lo que podamos, sobre esas hadas de los dientes, sobre el comprador o el vendedor —dijo Kraus, y luego se dirigió a John —Como conoces este lugar, tú deberás guiarnos.


—Se dónde puedo empezar, pero necesito ir sólo —John respondió para sorpresa de sus compañeros—, puedo señalarles varios lugares que pueden tener información, pero es mejor separarnos para cubrir más terreno ¿no? Y en cualquier caso, tenemos los comunicadores.


Kraus se le quedo mirando varios segundos, analizando la situación, pero accediendo. —Está bien. Confío en que sabes la mejor estrategia para este lugar y que no pondrás a tu equipo en ningún peligro innecesario.


—John sonrió, aceptándolo como un cumplido.



—Me puedes repetir ¿Por qué me estás acompañando? —John había enviado al equipo en diversas direcciones, a Abe hacia la zona de librerías donde, sabía, encontraría cosas muy en línea con sus intereses; a Kraus lo había enviado a la zona de comercio de “criaturas vivas” para averiguar sobre el origen de las hadas de los dientes y a Hellboy pues…


—Puede que sepas todo sobre este lugar, pero sigues siendo humano…—Sutil rojo, muy sutil dijo Liz en su oído por medio de su comunicador. Hellboy la ignoró y siguió —Además, no tienes comunicador. No podemos dejarte ir por tu cuenta, no podrás informarnos si encuentras alguna pista.


—Ya veo —John quería preguntarle porque había pedido ser quien lo acompañará, cuando aún tenían ese asunto pendiente, pero temía la respuesta. Sin mirarlo, se adelantó a su paso, manteniendo la mirada en el suelo.


Esto era demasiado incómodo.


—Es tu oportunidad de arreglar las cosas Rojo, aprovéchala. Discúlpate y dile la verdad.


—Kraus nos dijo que comunicación al mínimo, bye. —Hellboy apagó el comunicador.


—¿Eh? —John volteó a mirarlo después de esa respuesta abrupta.


—Era Liz, ella… no importa en realidad —trató de desviar su atención—. Y dime… ¿Cómo encontraste este lugar? El buró lo ha estado buscando por años.


—Oh, yo no… yo no fui quien lo encontró. El profesor lo había encontrado hace años y dejó codificada la dirección en sus apuntes. A pesar de que revisaron sus notas nadie pareció comprender el código. En las notas también pedía mantener el secreto de la existencia del mercado al resto del buró, aunque no estoy seguro de porque… quizás por lo que podrían hacer con el acceso a este punto de encuentro de tantas especies diversas que, en su mayoría, no tienen la menor intención de meterse con los humanos —Y él había revelado el secreto, se lamentó. Rompió el deseo del profesor Broom pero…—. No quería revelarlo, pero con Kraus aquí, parecían cada vez más cerca de descubrir el secreto. Si ustedes descubrían el mercado y entraban con todo el peso del buró, podría verme implicado y perder mis negocios y contactos aquí.


—¿Contactos? ¿Cuánto tiempo has conocido este lugar que ya te has familiarizado tanto?


John no contestó, sintiéndose culpable por mantener el secreto durante tanto tiempo del buró, de sus amigos.


Hellboy entendió que era una pregunta difícil y empezó a caminar más despacio, tratando de darle su espacio a John. Podría aprovechar este tiempo y disculparse por lo que hizo… ¿Podría? Ese era el problema. No confiaba lo suficiente en sí mismo como para decir las palabras adecuadas y menos en medio de una misión tan urgente. Preferiría hacerlo en un lugar que pudiera controlar como su habitación o aunque sea en el transporte pero ¿qué otra oportunidad de estar ambos solos, afuera de su prisión de la que no sabía cuándo podría volver a salir?


—John, quería decirte…


—Es aquí —John se detuvo a la entrada de un establecimiento que no tenía ningún letrero que anunciara ser un negocio o algo similar—. ¿Sería mucho el pedirte que esperaras aquí afuera mientras averiguo que sabe este sujeto?


Hellboy sonrío y entro al edificio sin esperarlo.


—Eso creí —John suspiró, tratando de calmar su respiración y siguiéndolo hacia el local.


El lugar podría pasar por una tienda cualquiera. Escaparates de cristal protegían varios artilugios, brillantes, desde lanzas hasta anillos y dijes con una clase de escritura que no podía entender. También había varios tipos de maderas que para él lucían todas iguales y piedras preciosas y no preciosas de todo tipo. Hellboy estaba seguro que podría encontrar cualquiera de estas cosas en una tienda humana normal.


—¿Puedo ayudarle, caballero? —una criatura apareció en una nube de humo detrás del escaparate cercano, sorprendiendo a Hellboy. La criatura tenía una sonrisa amplia y macabra, sus manos tenían enormes garras negras. En su cabeza había dos largos cuernos y, en medio de estos, en medio de su cabeza, una segunda boca, con filosos colmillos, que parecía sonreír también. Sus ojos eran dorados y penetrantes.


—Viene conmigo, Giggles —John entró con seguridad, como si fuera el dueño del lugar.


—Oh, querido Mirs, que sorpresa. Ni esperaba volver a verte hasta al menos un par de semanas más, pero sabes que siempre es un placer tenerte aquí. ¿Qué te trae por estos rumbos?


Hellboy odiaba la familiaridad con la que esta criatura trataba a su John. Pero John no parecía inmutarse en lo más mínimo.


—Surgió una situación, si me entiendes. —John pudo sentir que algo andaba mal con Hellboy, por lo que le lanzo una mirada de “no hagas nada estúpido”.


Hellboy retrocedió, encogiéndose de hombros, resignado.


—Situación o no, tú sabes cuál es nuestro método de pago. Digo, ya que te rehúsas a darme tu collar, solo nos queda otra opción, ¿o no? —la criatura sonrió—. Ahora, ¿Qué necesitas de mí?


—Información. Y sabes que el precio no es problema —John levantó la bolsa lateral que llevaba todo este tiempo sobre el mostrador.


La criatura acercó sus garras, tratando de abrirla con premura, pero John la detuvo.


—Primero lo primero. Información y después el pago.


Giggles rió, volteando a ver a Hellboy que hasta ese instante se había quedado mirando fijo uno de los escaparates mientras prestaba atención a todo lo que conversaban. —Oye, tú, demonio. Tu amigo aquí es muy interesante; no sé de donde consiguió un “corazón puro” o donde lo tiene escondido para poder obtener esto cada mes. Y la verdad, fue una estrategia brillante. ¿Las demás criaturas aquí? Ya lo habrían despedazado, y con justa razón. Esta clase de poder... no se ve en cada siglo. Una sola gota es capaz de funcionar como cualquier otro ingrediente, sirve para cualquier magia que puedas imaginar.


Hellboy estaba bastante confundido por sus palabras, así que se acercó al escaparate con la intención de ver de qué hablaba. Cuando vio el contenido de la mochila se sorprendió, pero trato de disimularlo. Era sangre, bolsas de sangre.


John se puso algo incómodo pero trato de disimularlo. —No vinimos a charlar, tenemos asuntos más importantes que resolver. Dime todo lo que sepas del clan de Bethmora y sus planes.


La criatura rió con más fuerza, ambas bocas en unísono. —Oh, esa información te costará bastante. Digamos… ¿Un litro entero?


John asintió, no tenía tiempo para juegos. —Cómo puedes ver, eso no será ningún problema. He traído suficiente.


—Siempre tan precavido, ¿no Mirs? Eso me agrada. Pues te diré, hay rumores, chismes si prefieres, de que el príncipe del clan de Bethmoora quiere iniciar una guerra contra los humanos; romper el pacto que su padre hizo hace años y despertar al ejército dorado para que haga su trabajo sucio. Eso es todo lo que he oído del asunto, el príncipe es muy bueno para mantener sus planes en privado —Giggles sonrió, extendiendo las garras. —Bueno, yo ya cumplí mi parte del trato, así que tomaré mi pago.


Antes que cualquiera de los dos pudiera reaccionar, Giggles y había tomado la mochila y la había colocado detrás del mostrador.


John procesó la información lo más rápido que pudo —¿El ejército dorado? Entonces, realmente… ¿realmente han regresado los hijos de la tierra?


—Eso ya no entra en lo que me has pagado Mirs, ya te he dicho suficiente. Nuestros asuntos están en orden ¿o no? —Giggles sonrió, mirando de reojo a su recién adquirido botín—. Ahora si me disculpan, están ahuyentando a mi clientela regular.


Tanto John como Hellboy pasaron los ojos por todo el local, encontrándolo completamente vacío.


—Antes de marcharte y como una cortesía Mirs. Tú sabes que los rumores en este lugar corren muy rápido y, como alguien que intercambia información para vivir… tú comprenderás que solo son negocios ¿No es así? Espero volver a verte pronto, si todo sale a tu favor —señaló la puerta y una fuerza misteriosa empujó a John y Hellboy fuera del lugar.


—¿Qué fue todo eso? —Hellboy por fin compartió sus inquietudes al verse lejos de la mirada de ese desconocido—, ¿de dónde sacaste esa sangre?


John no le prestó atención, aun concentrándose en unir los cabos con la información dada. Un príncipe de un clan extinto que, si recordaba las leyendas, guardaba rencor contra la humanidad desde hacía siglos. Un príncipe que tenía información y derecho a dirigir el ejército dorado, el ejército más implacable conocido por la humanidad. Mierda.


Miró a su alrededor, oyendo la voz de Hellboy pero sin oírla realmente, sin poder entender lo que le decía. Podía sentir miradas sobre ambos, miradas intensas de las cuales no podía rastrear su origen.


—¿Myers?


“Solo negocios” había dicho Giggles. “Si todo sale a tu favor”. Mierda, mierda.


—Hemos sido descubiertos. Necesitamos reagruparnos de inmediato. Necesitamos… —Miró a Hellboy y, a lo lejos, pudo distinguir a Kraus que parecía estar a salvo mientras conversaba con un troll. Solo faltaba… —¡Abe!


John comenzó a correr hacía la librería principal, o por lo menos eso creía. Los pasillos y puestos a su alrededor empezaban a hacerse difusos conforme avanzaba más. Pero tenía que encontrar a Abe, antes de que fuera demasiado tarde.


La conmoción lo atrajo, y se tranquilizó al descubrir que había ido en la dirección correcta, quedando frente a la librería principal. Tranquilidad que se fue al demonio cuando reconoció el cuerpo que era arrojado por la ventana del local, aterrizando a unos metros de él. Una criatura enorme, con un brazo metálico lo seguía por la ventana. Un troll de cuevas. Mierda, era incluso más grande que Hellboy y parecía estar siguiendo a Abe… pero no podía dejarlo solo. Tenía que defenderlo, no podía abandonar a su amigo. Sin pensarlo mucho, agarró su arma, apuntando lo mejor posible al troll frente a él. Algo difícil cuando sentía que todo el mundo a su alrededor daba vueltas y que su corazón se le saldría en cualquier segundo. Disparó…


Y falló.


La bala paso cerca de la enorme criatura pero terminó por incrustarse en uno de los letreros de las tiendas cercanas.


Pero para su buena (o mala) suerte, esa bala perdida fue suficiente para que el troll volteará en su dirección, notando por primera vez su presencia.


—Abe, ¡huye! —Gritó John,


Mientras la creatura se centraba en John, Abe sujetó a una persona a su lado, una persona que no pudo reconocer debido a que estaba cubierta de pies a cabeza, y huyó del lugar.


John suspiró con alivió por su amigo, pero ahora tenía que enfrentar a la criatura que se acercaba rápidamente. Sin darse cuenta cuando, había seguido disparando, está vez dando en su objetivo y haciéndolo enfadar aún más. John retrocedió hasta chocar con una pared, sin tener a donde ir.


Ah… esto iba a doler.


El monstruo levantó su puño metálico y John cerró sus ojos en espera del impacto que nunca llegó.


—¿Abandonándome tan fácil, Myers? —Hellboy había llegado, deteniendo el golpe con su propio puño de piedra.


John soltó un suspiro aliviado. —Oh, gracias a Dios —la adrenalina dejó su cuerpo e, inconscientemente, su mente agotada se sintió protegida al estar cerca de su mate, bajando la guardia. Sin poder evitarlo, se desmayó sobre el pecho de Hellboy que lo sostuvo como pudo para tratar de que no cayera.


—O… oye, ¡Myers! No es la hora de la siesta —Hellboy trató de disimularlo, pero estaba muy preocupado por el estado de Myers… pero tenía otros asuntos urgentes en sus manos. Esquivó un ataque que venía directo hacia él cargando a John entre sus brazos.


—Mierda, ¡Abe! Necesito tu ayuda. Yo lo distraeré pero por favor ¡Ven por John! —Había pánico en su voz. No tenía idea de que le pasaba a John. No podía perderlo y menos en una misión tan simple como esta. No podía perderlo.


—Voy en camino, Rojo, todo estará bien.


Hellboy no tuvo opción más que dejar a John en el piso, todas las criaturas cercanas ya había huido así que nadie intentaría nada raro. Ahora se encargaría de ese monstruo que había intentado dañar a John. Preparó su puño, listo para la batalla.

Notas finales:

Notas finales: Giggles fue inspirado por este diseño de la besto artista PutridVodka
Si les gusta el horror (o el arte en general), no duden en seguir sus cuentas


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