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Vidas ajenas, vidas unidas. por RLangdon

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Las clases habían terminado. Seth corría energico por el pasillo mientras abrochaba las correas del casco debajo de su barbilla. Llegó al estacionamiento seguido de Ryan, quien no tardó en subir a su bicicleta en tanto Seth hacía lo propio con su patineta. 
 
Ambos dejaron atras el instituto en pocos minutos. El muelle se encontraba casi vacío, por lo que no fue impedimento trasladarse por la zona central. Anduvieron moderando la velocidad con la del contrario para ir a la par. 
 
Avanzaron sonrientes, relajados, complices de una tranquilidad mutua. La intensidad y la húmedad de la brisa azotando sus cabellos les envolvía en un ambiente sereno, casi liberador. 
 
No competían por quien iba más rápido, y ni siquiera tenían un destino en mente. Era como retroceder a los primeros días de la mudanza de Ryan a Newport, y eso a Seth le resultaba maravilloso. 
 
Habían dejado atras los problemas. Se habían olvidado de todo y de todos. Solo eran ellos dos y el extenso muelle que recorrían.
 
Pronto llegaron a la orilla. Ryan frenó y Seth hizo lo propio con su patineta, bajando de un salto para tomarla en su antebrazo. Habían llegado al final del recorrido, uno simple, impulsivo y espontaneo. Ambos respiraban agitados, mirandose con atención.
 
—¿Quieres ir a los videojuegos? 
 
A Seth le resultó en extremo graciosa la propuesta de Ryan. En primer lugar, porque el sabado habían pasado todo el día jugando, y además, sabía de sobra que a Ryan no le gustaban demasiado los videojuegos, al menos no como a él.
 
—No. Mejor hagamos otra cosa. Podemos...— miró los establecimientos al otro extremo del muelle, sin decidirse a donde acudir. —Elije tú, Ryan. Es tu turno por escoger el lugar.
 
Lo gracioso de la situación era que, a pesar de parecer a todas luces una cita, Seth estaba al tanto de que no lo era. Quería a Ryan demasiado como para arriesgarse a perderlo por decirle cómo se sentía. Estaban bien siendo amigos. Al menos, se había quedado a su lado. 
 
También estaba el tema de las chicas, y lo que podrían pensar si se enteraban de un posible noviazgo entre ellos. Era preferible esperar. Seth Cohen era todo un as si se trataba de esperar.
 
—Bien— Ryan se detuvo a observar los diferentes locales. No habían tenido tiempo de ir a la cafetería ese día, asi que lo idoneo sería comer algo después de semejante maratón. —Quizá deberíamos ir por unas pizzas.
 
Le sentaba bien que Seth volviera a ser el de antes, que fueran tan unidos y sin diferencias de por medio. Seth era una parte importante en su vida, no solo se trataba de su mejor amigo. Ryan estaba convencido de sentir más que simple afecto por él. No se sentía igual que cuando había estado con Marissa o con Theressa. Su apego hacia Seth era más profundo, pero no lo evidenciaba. Se había dado cuenta de que lo que más le había molestado de Seth, y la razón principal de que le pidiera no meterse en sus cosas, era precisamente porque sabía que terminaría involucrandose sentimentalmente con él. Ya existía atracción de por medio, pero ¿Qué sucedería si avanzaban más allá? 
 
¿Se estropearía todo entre ellos, tal como había ocurrido su relación con Marissa? 
 
En silencio, entraron al restaurante, tomando asiento en una de las mesas a la orilla. Uno delante del otro, se observaron, repentinamente incómodos al saberse por primera vez solas. Siempre que iban a alguna parte era en compañía de las chicas. Si no era Marissa y Summer, entonces eran Theressa y Ana. Pero estar ellos dos a solas precisaba más que simple camaradería. Bien se podría comer en casa, y sin embargo, lo que anhelaban no era solamente la presencia del otro, sino algo de privacidad para meditar y ver más allá de los prejuicios.
 
Después de ordenar sus respectivas porciones al mesero, Seth comenzó a juguetear con la pajilla de su bebida.
 
—¿Qué era de tu vida aquí antes de que yo llegara?
 
La pregunta de Ryan pilló a Seth con la guardia baja. De inmediato dio un sorbo a la soda de limón y carraspeó a modo de excusa. Se sentía nervioso y acorralado, presentía que cualquier cosa que saliera de su boca, terminaría por delatar sus verdaderos sentimientos por quien era su mejor amigo. 
 
—Ya sabes...— no, no sabía. Al menos no de su propia boca. Había sido su madre quien le había delatado, poniendole en evidencia luego de que Ryan se acoplara a la familia, aludiendo constantemente el cambio significativo que había traído consigo. 
 
Seth suspiró derrotado al ver como Ryan elevaba una ceja, a la espera de una respuesta, no una frase a secas o sarcasmo mal camuflado. 
 
—Nunca he sido popular en el colegio. Tampoco entre las chicas.— se sinceró iniciando con lo que Ryan ya estaba enterado. —Si no hubiera sido por ti, Summer jamás se habría fijado en mi. Todos son tan superficiales aquí. Preocupandose por el estatus social, usando las fiestas de beneficiencia como la excusa perfecta para darse a conocer y entablar vínculos con gente más privilegiada— sonrió sin atisbo alguno de diversión, movido meramente por la ironía y veracidad mordaz de sus propias palabras. —Julie Cooper y mi madre son el ejemplo perfecto. Después esta mi padre, todo un adicto al trabajo, encerrado día y noche en su oficina. —hizo una pausa al notar que la expresión de Ryan se había tornado más seria de lo normal, como si estuviera evaluando lo que decía. —Nunca me gustó relacionarme con nadie más. Tenía mis videojuegos, mis cómics y al capitan Avena. Mis días transcurrían entre el instituto y mi casa. A veces soñaba con recorrer el mundo en mi velero junto a Summer. 
 
Calló para beber otro trago de su soda al reparar en que Ryan no pensaba interrumpirlo. Le dejaría continuar, permitiendole exhibir una parte de él mismo que hasta entonces se había guardado por miedo al rechazo.
 
—Entonces llegaste a mi casa y pusiste mi vida de cabeza— esta vez la sonrisa que se dibujó en sus labios fue de genuina felicidad al rememorarlo. —Entraste a mi burbuja y la reventaste para mostrarme el mundo tal cual es. Me hiciste salir de mi zona de confort y me demostraste que puedo dejar de ser invisible. Supe que estando tu a mi lado, era capaz de sacar la mejor versión de mi mismo. Podía relacionarme con otras personas sin necesidad de ser hipocrita. Con tu ayuda, logré que Summer se fijara en mi. Me sentí más seguro de mostrar los garabatos de mis cómics, y pude madurar, tanto mental como emocionalmente. Fue como subirse a una montaña rusa cuyo destino era incierto. Y luego...— se detuvo a tiempo, meditando sus propios pensamientos sin freno. Ryan continuaba mirandolo impasible, con sus cristalinos ojos azules fijos en su rostro, como intentara leer a tráves de él. 
 
—¿Y luego?— lo alentó Ryan a proseguir. Seth contrajo levemente las cejas, jugó otro poco con la pajilla y agradeció enormemente la llegada de la comida cuando el mesero se acercó con las ordenes. 
 
—Se va a enfriar— fue lo único que murmuró segundos antes de comenzar a engullir su trozo de pizza. Lo cierto era que había perdido el apetito por completo, pero necesitaba el minimo pretexto para escapar de la inquisitiva mirada de Atwood. No podía decirle la verdad sin comprometer su amistad y condenar su lazo. Peor aún, temía propiciar otro alejamiento por parte de Ryan si él llegaba a sembrarle confusión con sus sentimientos. 
 
Ryan comió su porción de mala gana. Intuía que Seth pretendía decirle algo de importancia y se había retractado en el último momento. Ahora no sabía cómo retomar la charla porque no quería presionarlo. 
 
—A correr.
 
La mirada de Ryan se entornó con incredulidad ante el repentino murmullo de Seth, quien, repentinamente se había levantado, dejando el segundo trozo de pizza hawaiana a medio comer. 
 
A punto estuvo de preguntar cuando la respuesta llegó por si sola, siendo la presencia de Luke secundada por el resto de sus ruidosas amistades que récien ingresaban al restaurante.
 
La sola idea de golpear a Luke, se le antojó a Ryan demasiado provocadora. Sobretodo teniendo en cuenta la injusta pelea que se había suscitado entre ellos en el muelle. Sin embargo, había ido allí con el afan de pasar un tiempo agradable con Seth, por lo que descartó de inmediato el pensamiento. Ya habían preocupado a Kirsten y Sandy lo suficiente para una vida. 
 
—Por la puerta de la cocina— Ryan se disponía a seguir a Seth cuando la voz a sus espaldas hizo eco, provocando que se detuviera y se girara al reconocer entre la retahíla de insultos del grupo que le decían cobarde a Seth. 
 
Poco le importó que Luke estuviera en compañía de otros tres chicos. Su puño hormigueaba y la única forma de controlar esa sensación, era usandolo.
 
**
 
 
—No puedo creer que lo hicieras otra vez.
 
Las palabras de Seth estaban lejos de sonar comprensivas, pero a Ryan no le interesaba saberse o no aprobado en ese momento debido a sus impulsivas acciones. 
 
Apenas dio un respingo a modo de dolorosa queja cuando Seth apoyó la pequeña bolsa con hielos sobre su hinchado parpado. Le dolía y mucho, pero había valido la pena haber podido conectar algunos derechazos y derramar una de las malteadas en la cabeza de Luke. 
 
—Seth— precavido, lo tomó de la muñeca para evitar que se apartara. Estaban en el comedor y sus padres no tardarían en llegar pidiendo explicaciones por lo ocurrido, pero aquello no era relevante de momento. Lo que a Ryan le interesaba estaba lejos de ser el tema que involucraba a Luke. —¿Y luego...?
 
Seth miró incredulo la mano de Ryan que lo mantenía cautivo, empero, fueron sus palabras las causantes de que un ardor interno subiera hasta su rostro. ¿Habían pasado casi dos horas y no lo había olvidado?
 
—Y luego te vas a la casa de la piscina antes de que lleguen mis padres y decidan darte en adopción— bromeó, tratando de soltarse. Sin embargo, Ryan puso todo su esfuerzo en mantenerlo inmovil en su lugar, dejando incluso caer la bolsa con los hielos para poder sujetarlo. 
 
—Seth...
 
El aludido se mordió el interior de las mejillas, maldiciendo en su fuero interno el haber hablado de más en el restaurante. Debía decir la verdad o Ryan malinterpretaría todo y se molestaría.
 
—¿No podemos solo olvidarlo y ya?— intentó apelar a su faceta reconciliativa. Los dedos de Ryan lo mantenían firmemente asido y él solamente quería quedarse de ese modo un rato más. —Esta bien— farfulló resignado ante el serio escrutinio del rubio. —Y luego te marchaste de vuelta a Chino, y me di cuenta de que mi vida estaba muy vacía sin ti. No podía obligarte a volver y tampoco quería ser egoísta, asi que me marché para poner en orden mis sentimientos. Pero estando a la deriva me di cuenta de que no te veía como un camarada o un compañero, ni siquiera como a un amigo o un hermano. Ryan, lo que yo sentía por ti era mucho más fuerte— tragó pesado al notar que el agarre de Ryan perdía intensidad. Seguro que después de decirselo, lo perdería de nuevo pero no tenía elección porque tampoco quería seguirse evadiendo a base de mentiras. —Me enamoré de ti, y lo supe porque no dejaba de pensarte mientras estuviste lejos. Porque todo me recordaba a ti. Me salvaste de la soledad y le diste un nuevo sentido a mi vida. Estando contigo me sentía muy feliz...quiero decir, aún me siento feliz y no quisiera...
 
—Seth, Ryan— la efusiva voz de Sandy propició que se apartaran rápidamente. En cuestión de segundos, entró Sandy Cohen con un par de bolsas de mandado que dejó sobre la encimera. —Kirsten fue a casa de Julie a ayudar con la cena y decidí comprar...¿Qué le pasó a tu ojo?
 
Ryan apartó la mirada, aún consternado con la información que no terminaba de procesar. Seth acababa de decirle que se había enamorado de él, y no podía sentirse más extraño. 
 
—Se cayó de la bicicleta cuando jugabamos carreras en el muelle.
 
—Seth.
 
—Si, no me meto. Que pasen buenas noches— con un simple ademán de despedida, Seth subió las escaleras. 
**
 
Acostado boca arriba con los brazos cruzados tras de su nuca y la mirada en el techo, Ryan repasó una y otra vez lo dicho por Seth. El sueño se había esfumado tras oír aquella inesperada confesión. Intuía vagamente que Seth pudiera sentirse atraído, pero ¿enamorado? 
 
Le costaba asimilar el hecho. Y sin embargo todo encajaba ahora. Las discusiones sin sentido, el distanciamiento repentino e impropio de Cohen, su conducta arbitraria. 
 
Ryan se sorprendió al reparar en la silueta de Seth segundos antes de que este golpeara suavemente la puerta. Enseguida se levantó para abrirle, dejandole pasar y encendiendo la lampara de la mesa, pues presentía que despertarían a Sandy si encendía la luz. 
 
—Escucha, Ryan, no quise decir lo que...bueno— nada más sentarse en la cama, Seth jugó nervioso con sus dedos. Le había costado horrores decidirse a ir a la casa de la piscina para hablar con Ryan. Sabía que lo había puesto en una encrucijada pero esperaba poder remediar un poco la situación. —No quiero que pienses que...— por alguna razón, el mensaje que pretendía transmitir, no salía de su boca. 
 
Ryan se sentó a su lado poco después y sin mediar palabra, acercó su rostro, tomando desprevenido a Seth cuando sus labios lo rozaron en la penumbra de la habitación. Fue apenas un toque, suave y corto, pero le bastó para tranquilizar sus desmedidos nervios e inseguridades. Seguidamente, los dedos de Ryan se entrelazaron con los suyos.
 
—No sé muy bien qué es lo que siento por ti, Seth— confesó, recordando las múltiples veces que le había dado vueltas a la situación. —Lo que si sé es que ...bueno, creo que me gustas. Y me gusta estar contigo. Tal vez, podríamos intentarlo sin ir demasiado rápido. 
 
Seth asintió, afianzando aún más el agarre, sintiendo su desaforado corazón latiendo con fuerza. No esperaba semejantes palabras de Ryan. Había temido alejarlo y sin embargo, todo indicaba lo contrario. 
 
—¿Mañana videojuegos? 
 
Por toda respuesta, Ryan sonrió. No quería pensar demasiado las cosas. Lo cierto es que Seth había estado para él en todo momento y le agradaba tenerlo a su lado. Podía iniciar algo, ya se preocuparían por el futuro después, tenían mucho tiempo por delante.

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