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Vidas ajenas, vidas unidas. por RLangdon

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Restaban solamente dos horas para que finalizara la jornada de estudios. Era lunes, y el sol abrasador de la tarde, volvía el ambiente del interior del instituto sofocante. 
 
Afortunadamente las últimas horas estaban destinadas a los diferentes clubes asignados meses atrás. Seth aún recordaba lo díficil que había sido integrarse en uno. Odiaba los deportes, y las protestas estudiantiles tampoco eran su fuerte. Seguir a Taylor en la entrega de pancartas por todo el campus del instituto, habría sido bochornoso y nada productivo para un individuo que gustaba de cierta tranquilidad. Y aunque habría querido pertenecer al club de polo solo para poder estar con Ryan, Seth Cohen conocía sus propias limitaciones fisicas. Sabía de sobra que le masacrarían desde los primeros partidos, y no tenía caso arriesgar el pellejo para estar unos minutos al lado de la persona que le gustaba.
 
Al menos sus padres no habían hecho tanto drama luego de que los encontraran con multiples golpes y a él teniendo la resaca de su vida. Claro que el mérito se lo llevaba su padre. Sandy Cohen sabía abogar muy bien a favor de Ryan. Y esta vez no había sido la excepción. Que si solo eran adolecentes con deseos de divertirse, que semejante tontería no volvería a repetirse. Su madre se había visto en la encrucijada de no poder descargar su enojo luego de que él reconociera haber sugerido la fiesta en primer lugar. 
 
Un castigo de dos semanas para los dos, era lo de menos, teniendo en cuenta sus enrollos pasados.
 
En cambio allí estaba, cerca de la cafetería, sentado cerca del aire acondicionado mientras trazaba finas líneas sobre el papel con el afilado grafito. Se trataba del segundo tomo de su famoso cómic Atomic County. Había sido buena idea escuchar a Zach sobre el desarrollo de aquellas ideas flojas e inconclusas, y sobretodas las cosas, fue buena idea seguir el consejo de Summer en cuanto a seguir su apasionamiento por la elaboración de un cómic. Un simple dibujo había servido de guía para la estructuración de toda una historia. 
 
Trazó formas irregulares, delineó curvas, sombreó donde lo creyó oportuno, alzando ocasionalmente la mirada en dirección a la cafetería, donde se encontraba su actual (E inconsciente) modelo, manteniendo una acalorada discusión con Marissa Cooper. 
 
De pronto Ryan se apartaba, luego Marissa hacia amago de seguirle, después fruncía el ceño y desistía de ello. Ryan se detenía, Marissa lo miraba. 
 
¿Cuántas veces les había visto discutir? 
 
Demasiadas. Y aún no comprendía por qué razón seguían aferrándose el uno al otro. 
 
Seth se concentró en añadir los últimos detalles a su dibujo al difuminar el moretón junto a la comisura del labio derecho. Kid Chino estaba terminado, y lucía mejor que el resto de personajes de la historieta. A color se vería más impresionante, con su rubio cabello y su chaqueta negra de cuero, golpeando criminales y salvando al poblado de Orange. 
 
Haciendo los lápices a un lado, Seth se levantó del asiento al verle pasar de largo hasta los casilleros.
 
—¿Mal rollo?— inquirió tan neutral como le fue posible. Le sentaba mal que su mejor amigo tuviera esa clase de problemas amorosos.
 
—En realidad no. Terminamos, es todo— la escueta explicación de Ryan, llegó acompañada de un azote a la puerta del casillero. 
 
Los estudiantes del pasillo les dirigían miradas desconcertantes. Y Seth al notarlo, echó a andar resueltamente a su lado. Él tampoco llevaba las de ganar en ese ámbito. Summer había estado disgustada por la riña en la que se vio involucrado y, además, había ignorado sus llamadas. 
 
¿Resultado?...La ley del hielo. 
 
Al parecer el terreno de las relaciones sentimentales era el punto débil de ambos.
 
—Deberíamos hacer algo— sugirió, pero silenció su idea cuando Ryan le dirigió una mirada glacial. 
 
De acuerdo, que sus ideas no eran buenas, y generalmente terminaban metiéndolos en más problemas, pero solo quería animarlo. Cada vez que Ryan y Marissa reñían, los dos terminaban metidos en líos mayores al tratar de superar la dichosa ruptura. A Summer le tocaba hacerse cargo de su amiga, y Seth por su parte, quería hacer lo propio con el terco y orgulloso chico rubio. 
 
—O podríamos ir a los videojuegos al muelle— intentó una vez más, andando deprisa cuando Ryan pretendía dejarlo atrás.
 
—No estoy de humor, Seth. Tal vez otro día. 
 
Lo vio seguir de largo por el campus con su mochila al hombro. Maldijo en voz baja y miró en dirección al instituto. Quedaba más de una hora para que terminaran las clases, pero en el hipotetico caso de que sus padres estuvieran en casa, sería sospechoso que Ryan llegara solo, no tardarían en interrogarle y se metería en más aprietos. 
 
Finalmente decidió ir a su casa.
 
** 
 
Recostado boca abajo en el borde inferior de la cama, Seth Cohen alzó la figura de plástico del caballo, lo miró aburrido y se giró de espaldas.
 
—Ah ¿Qué dices, capitán Avena? ¿Que Ryan podría estar en apuros?... Creo que no deberíamos agobiarnos ni precipitarnos todavía. Es el chico del barrio Chino, ¿Recuerdas?
 
Suspiró resignado y se sentó para ver por cuarta ocasión el reloj de pared. Ya habían transcurrido tres horas desde que dejara el instituto y Atwood no aparecía. Tomó su móvil y, de nuevo, la llamada no pudo enlazarse. Saltó el contestador de voz. 
 
No había manera de contactarlo. Marissa tampoco atendía las llamadas, y Summer definitivamente no iba a prestarle ayuda hasta que no hicieran las paces. Así que de nuevo debía arreglarselas solo. 
 
—Bien, capitán Avena, iré a buscarlo. Ya verás que se encuentra bien y solo hacemos alboroto por nada.
 
Salió de su casa con una chaqueta y se lo pensó dos veces en usar el vehículo. La pregunta ahora era a dónde debería acudir primero. Conociendo a Ryan, quizá iría a buscar la raíz del problema con Marissa. Era lo que solía hacer cuando peleaban. Lo había hecho con Luke varias veces, y también con aquel chico llamado Oliver que rondaba a Marissa en el psicologo. 
 
¿Quién habría sido la manzana de la discordia esta vez?
 
Si Ryan no fuera tan impulsivo, ni gustara tanto de aislarse cuando tenía cualquier problema, sería más sencillo averiguarlo. Es más, ya lo sabría de su propia boca. Sin embargo, Atwood tendía a guardarse las cosas, simplemente no era del tipo comunicativo. Desde su llegaba a Newport lo había dejado claro. 
 
La segunda opción era...
 
Indeciso, Seth sacó el móvil del bolsillo y desglosó la lista de contactos segundos antes de marcar el número.
 
Al tercer timbre, el tono de voz agudo atendió la llamada.
 
—Escucha, Summer.— calló al no oír respuesta. —Por favor, no cuelgues. Si, ya sé que he sido un patán pero necesito preguntarte una cosa ¿Con quienes estuvieron Marissa y tú en su día de chicas? 
**
 
La disputa había sido inevitable. Ryan aún resentía la serie de golpes. Sabía que debía parar, pero era díficil cuando su hermano le dirigía aquella mirada retadora. 
 
Oscurecía, y Ryan estaba consciente de que debería estar en casa de los Cohen en lugar de estarse liando a golpes con Trey debajo del muelle. 
 
Simplemente no había podido contenerse. Cuando Marissa le contó sobre aquella salida, había perdido por completo los estribos. Y era asi, no tanto por el hecho de que su hermano hubiera intentado acercarse a Marissa con intenciones romanticas, sino porque se trataba precisamente de Trey, quien le había traído multiples y serios problemas, cada cual peor que el anterior. 
 
Había accedido a ayudarlo en el robo del vehículo hace un año, y Trey lo había dejado varado cuando la policía lo atrapó. Después le dio la espalda como su familiar. Y cuando Ryan no pudo recurrir a él, y se había entregado por completo al cuidado de la familia Cohen, volvía a recibir noticias suyas desde prisión. 
 
Desde el extremo opuesto de las columnas de madera, Trey lo observaba, aun rabioso y con deseos de seguirlo fastidiando.
 
—Solo porque ahora vives con los ricos, te crees superior a tu propia sangre, Ryan.
 
¿Hablaba en serio?
 
—El que intente rehacer mi vida aparte, no te da el derecho de venir e intentar quitarmela— hablaba de Marissa, claro. No toleraba saber que su hermano le molestara por su causa. —Si tienes problemas, ocupate de ellos, pero no me involucres— pidió, sin embargo aquello irritó más a Trey. 
 
—No intentes decirme qué hacer— de nuevo intentó golpearle.
 
—A menos que quieras regresar a prisión, te sugiero que te apartes—ordenó la conocida voz de Sandy Cohen a sus espaldas. 
 
El efecto de la advertencia fue inmediata. Trey retrocedió en el acto mientras Ryan veía confundido la figura de Seth aproximarse vacilante en su dirección. 
 
—Adivino, el padre adoptivo de Ryan, un policía. Te sacaste la lotería, hermano— Trey sonreía, ya sin atisbo alguno de preocupación. 
 
—En efecto, soy el padre de Ryan, y soy abogado —corrigió Sandy con expresión seria. —Mi consejo es que mantengas tu distancia con Ryan si quieres seguir libre. 
 
Visiblemente irritado por la reiteración, Trey escupió hacia un lado.
 
—Ryan no pertenece a este lugar tan pretencioso— retrocedió y lo señaló con el índice. —Cuando te des cuenta, no me busques para que acuda en tu ayuda, porque no estaré allí.
 
Ryan exhaló con cansancio antes de responder.
 
—Nunca has estado.
**
 
Tras recibir una amonestación acompañada de un largo sermón de parte de Sandy, Ryan fue a la casa junto a la piscina. Camino a la casa había tenido a Seth recitándole un montón de excusas del por qué había terminado llamando a su padre para auxiliarle al enterarse de que posiblemente estuviera en problemas. 
 
Y aquello había terminado por molestarle. Ni siquiera había puesto demasiada atención a la perorata de Seth luego de los primeros cinco minutos. Tan solo le había ignorado y se había enclaustrado como solía hacer cuando sus problemas se desbordaban. 
 
Ultimamente todo le estaba saliendo mal. Meditando en todo lo acontecido desde su llegada a Orange, veía todo desde una nueva mirilla. Ya no sentía que arrastraba los problemas consigo, actualmente se sentía como si él mismo fuera el problema, y arrastraba inconscientemente a los demás.
 
Ya no quería intentar arreglar las cosas con Marissa porque ni siquiera estaba seguro de lo que sentía por ella. A veces creía quererla de verdad, pero a veces (Y esto ocurría la mayor parte del tiempo) se sentía vacío respecto a sus propios sentimientos. 
 
No tenía lo que se necesitaba para estar inmerso en una relación. Era demasiado serio, poco dado a las muestras de afecto, completamente nulo en el romanticismo. Una pieza algo dañada y con poco para ofrecer. Eso era.
 
Ryan levantó la mirada hacia el cristal cuando oyó los suaves golpes.
 
Seth estaba afuera, sosteniendo una bandeja con panecillos. 
 
Dudó en abrirle, pero finalmente lo hizo. Seth entró y tras sonreirle, se sentó en el colchón y dejó la bandeja a un lado.
 
—Lo sé, hoy fue un mal día para ti, viejo. Suele pasar. Lo que necesitas es comer un delicioso muffin de arandanos con mermelada de frambuesa, y quizá jugar una partida conmigo— hizo una pausa para mirarlo antes de agregar. —A menos claro, que te de miedo perder contra mi.
 
Ryan negó despacio con la cabeza, sin poder contener un leve indicio de sonrisa por el infructuoso intento de Cohen por levantar su estado de ánimo. 
 
—No es buen...
 
—¿Momento?— completó Seth, anticipandose a aquello que venía oyendo en días pasados.
 
Ryan se encogió de hombros y asintió con simpleza.
 
—Si. Mira, Seth, se que intentas ayudarme, pero debes dejar de meterte en mis asuntos.
 
Quizá fue la forma en la que lo dijo, pero notó que por unos segundos el rostro Seth se tornaba sombríamente reflexivo. Ryan aguardó oír una respuesta sarcastica o negativa de su parte, incluso una broma rídicula y de mal gusto como las que solía gastarle en situaciones que requerían seriedad. No obstante, no esperó que Seth se levantara de la cama, con su semblante aun pensativo.
 
—Tienes razón. Debo dejar de hacerlo. Eh...come pronto o van a enfriarse.
 
En silencio, Ryan lo vio partir. No entendía a qué se debía, o si incluso intuía mal, pero Seth se estaba comportando más extraño de lo normal desde días atrás, y aquello lo desconcertaba demasiado. 
 
Primeramente le proponía hacer una fiesta en ausencia de sus padres, después se metía en una riña con Luke, discutía deliberadamente con Summer y se entrometía en cosas que no venían al caso. El hecho de que metiera a Sandy en sus querellas familiares le había molestado bastante. Y ahora, sin más, se alejaba, como si estuviera...¿herido?
 
Tal vez debería pedirle disculpas.
 
Tomó uno de los panecillos, pero no pudo comerlo debido al malestar del que era preso.
 
Algo no estaba bien.
 
De qué otro modo a Ryan le afectaría más un simple distanciamiento con su mejor amigo, que el rompimiento con su novia.
 
Molesto consigo mismo, se recostó sobre la cama y se forzó a dormir para dejar de pensar. 
 

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