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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

Holaaa!!!

Hemos llegado a la mitad de esta novela!! Gracias a los que han llegado hasta aquí. 

Las cosas se pondrán intensas a partir de la segunda mitad. Spoiler: ¿Si leyeron bien las advertencias que tiene esta historia?

Sin nada más que decir, disfruten su lectura.

20. Como animales

 

Días pacíficos se hicieron presentes, las cosas avanzaban a un ritmo tranquilo y ninguna situación extraña que requiriera la ayuda de los Nova se había presentado. Seguía odiando el clima invernal siempre gris y lluvioso, pero ahora parecía que era más soportable, al menos ya no se le congelaba el alma, solo los huesos.

 

Siempre que se iba a entrenar con sus amigos tomaba la ropa más abrigadora que podía y se largaba corriendo como infante excitado por la nieve dispuesto a hacer esos muñecos feos y rechonchos que muchos pequeños siempre soñaban con hacer, aún si en ese lugar no caía ningún copo frío.

 

El barro ensuciaba sus zapatos y su ropa con cada voltereta al piso o movimiento brusco, pero trataba por todos los medios llevar su mirada hacia cualquier lugar que no fuera esas manchas horribles porque si no se le quitarían todas las ganas de seguir ahí.

 

Ahora que se había relajado gracias al apoyo de los demás después de contarles su pasado y quitarse un peso de encima, el veinteañero se dio el lujo de ser un poco más expresivo de lo que ya era. Confiaba lo suficiente en todo el mundo como para hacerlo, o bueno, casi todo el mundo.

 

El alfa dragón se pasaba sus días embobado viéndolo ir de aquí para allá como un niño sin preocupaciones. Tan absorto estaba que no le interesaba nada más y no reconocía las intenciones del resto para con él.

 

Pero así mismo, con la personalidad activa que tenía el muchacho y atraía las miradas de todo el equipo, algunos comenzaron a notar sutiles cambios en el menor. Las primeras semanas fueron como una ilusión, algunos incluso lo tomaban como una pequeña nueva parte de su personalidad que recién comenzaban a entender de verdad. El pelirrojo dejaba escapar una que otra feromona sofocante pero cuando se daba cuenta lo suprimía al instante, aludiendo que aún era inestable en manejarlas y ellos le creían. Algunos alfas que sabían lo complicado que era controlarlas se acercaban y le daban palmadas en señal de apoyo, y el chico fruncía su nariz en un gesto asqueado por el olor a alfa que solo duraba menos de un segundo y nadie notaba.

 

Entre esos días también destacó la agresividad creciente. Comenzaba a aplicar más fuerza de lo normal en los combates, sobre todo cuando en ese último tiempo comenzó a incursionar en el arte de la espada. Los más temerosos rechazaban de manera amable sus entrenamientos particulares porque no querían sus cabezas rodando por el piso. Río solo se encogía de hombros y lo dejaba pasar para irse a molestar a alguien más, parecía que su energía nunca se apagaba por algunos días a vista de los demás. Realmente trabajaba muy duro para no hundirse en la comodidad de su habitación por el invierno.

 

Lo peor comenzó después.

 

Río nunca se había considerado una persona celosa, pero esto era principalmente debido a que nunca se enamoró. Cuando descubrió ese sentimiento por primera vez cuando llegó la lambda todo ese furioso revoltijo de emociones se había ido con las palabras de Leon al declarar a viva voz su compromiso, y nunca más lo volvió a sentir.

 

A veces se reía de sus compañeros en su juventud cuando llegaban comentando al trabajo o se quejaban en medio de una misión de que sus mujeres hacían escándalo por todo. Que por qué llegaban tan tarde. Que iban con otro olor encima. Y muchas otras cosas que el pelirrojo ya no recuerda. Río pensaba que si tanto les molestaba ¿entonces por qué tenían pareja?

 

Solo ahora cree tener la respuesta. Es decir, al menos algunas. Son todas inseguridades, porque en realidad no existe nada que ate a dos personas de forma definitiva, ni siquiera el matrimonio. Pero eso era en su antiguo mundo.

 

Él podía notarlo ahora, la señorita Voltt era una persona muy agradable, eso nunca lo negaría, lo notó desde el momento en que ella cruzó las puertas del comedor, pero sus gestos amables sobrepasaban los límites de la paciencia de Río, y Lía no ayudaba mucho puesto que a veces se paraba a su lado mientras veían algunas escenas típicas e inocentes entre los dos jefes y soltaba algunos comentarios que lograban alterar una de las cejas del omega de forma frenética arruinando su humor durante todo el día.

 

No se entendía, en el último tiempo se le hacía imposible controlar algunos impulsos. Sabía que era explosivo, pero eso era en parte a su alocada personalidad desordenada, por lo general siempre podía controlarse muy bien, nunca perdía los estribos. Ahora todo se sentía extraño, y mientras más luchara contra esos instintos peor se volvía todo.

 

Los nervios se le disparaban cuando veía a la chica colocar su delicada mano en el hombro de su pareja de manera efímera en un gesto que cualquiera consideraría normal, o cuando estaban parados observando el entrenamiento como buenos jefes supervisores. ¿Era necesario que estuvieran tan pegados? Río no podía culpar a Leon, el realmente no se daba cuenta de nada, no tenía ojos nada más que para sus objetivos, y para él; eso lo hacía sentirse un poco mejor, solo un poco.

 

Río explotó –para la buena suerte de todo el mundo– en la soledad de la habitación del dragón cuando después de un entrenamiento que no alcanzó a terminar –al no poder controlar su furia naciente– se retiró del lugar. Su cara y feromonas no alertaban nada, por lo que todos asumieron que solo era simple cansancio o aburrimiento de siempre combatir contra los mismos mortales que no ofrecían gran desafío para él. Nada más entrar en ese lugar se le revolvió el estómago, estaba seguro que esa mujer lo estaba haciendo intencional y eso causó que sus dientes rechinaran por el enojo y sus caninos crecieran un poco sin que lo notara. Su olor dulce de omega estaba impregnado en algunas ropas del Nova, era sutil, pero como Río tenía sus sentidos al límite por el estrés no le fue muy difícil darse cuenta.

 

Muy enfadado comenzó a recoger todas las prendas de entre las cómodas y el clóset y las tiró sobre la cama, con él encima removiéndose entre ellas. No fue nada delicado, de manera rápida dejó salir sus feromonas inundando la habitación con su olor sin dejar escapar ninguna ya que ventanas y puertas estaban cerradas impidiendo la ventilación. Cuando se sintió lo suficientemente satisfecho con el resultado de su trabajo sus ánimos al fin se calmaron y se marchó feliz bajo la mirada divertida de los criados que estaban acostumbrados a verle dar algunos saltitos cuando se encontraba de buen humor.

 

Leon quedó impactado con la sorpresa en su habitación cuando entró al final del día, pero era su omega quién lo estaba haciendo, por lo tanto no se quejó para nada y disfrutó con una sonrisa lo que él pensaba era una muestra de cariño de su futuro esposo.

 

Río ponía todos los días su mejor cara cuando se sentaban a desayunar todos en el comedor. ¿Por qué esa mujer tenía que sentarse al otro lado de Leon? Ella era una simple invitada, bien podría sentarse en el último rincón del mundo, es más, esperaba con toda su alma que lo hiciera.

 

—Río, ¿podrías…? —el joven miró a su amigo sentado a un lado de una Lía que aguantaba por todos los medios la risa que quería escapar de sus labios. No entendía la pregunta.

 

Liam se sentía incómodo. ¿Era solo su imaginación? El lambda se veía igual que siempre, pero toda su aura le decía que quería arrancar cabezas, sus feromonas no tenían nada extraño, por lo tanto no podía decir qué era lo que le intimidaba, solo quería salir de ahí.

 

—¿Qué sucede, Liam? —su amigo lo miró de manera inocente, por lo que solo pudo dedicarle una sonrisa extraña y dirigir su mirada al plato para terminar lo más rápido posible antes de que la creciente angustia le impidiera pasar bocado.

 

—¿Deberíamos ir a gastar energía? —todos lo miraron, un par de ojos más furiosos que todo el resto.

 

—Cariño, si no fuera porque sé que ustedes son amigos diría que esa fue una propuesta muy extraña —Liam se sonrojó hasta las orejas al caer en cuenta de lo que se referían y comenzó a explicarse lo más rápido que pudo frente al mundo. Río vio de reojo como Cassandra tocó la mano de su pareja en medio de todas las risas para llamar su atención y pedir algo con su rostro de niña buena. Tuvo el tiempo justo para reprimir un gruñido que sentía saldría desde el fondo de su alma. Dejó sus cubiertos con más fuerza de la necesaria sobre la mesa, haciendo que algunas tazas se removieran por el golpe, y le contestó al pelinegro.

 

—Deberíamos ir ahora —sin que nadie lo esperara, se levantó sin terminar de comer y al girarse al delta en su derecha le plantó un furioso beso de despedida mientras veía a la omega a su lado con desafío. De paso, sus manos se movieron traviesas por el pecho del mayor, con toda la intención de dejar su olor en él, igual que un gato rasguñando un mueble para delimitar su territorio. Nadie dijo nada, y así de simple se retiró bajo el silencio incómodo de los demás con el alfa aún avergonzado tras él.

 

El chico de ojos dorados no alcanzó a verlo porque ya iba lejos, pero Leon tenía una sonrisa muy satisfecha en su rostro.

 

Al joven le dolía la cabeza. Los sonidos a su alrededor lo abrumaban de una manera extraordinaria y no sabía por qué, también los aromas. Todo lo alteraba. No pudo seguir entrenando con sus compañeros.

 

—¿Quieres que llame a al jefe? —Liam y sus amigos lo observaban preocupados, nunca lo vieron tan indefenso.

 

—Estoy bien, tranquilos. Solo es un mal día, necesito dormir —se despidió con un gesto de manos de todo el mundo y volvió lo más rápido que pudo a su alcoba. Se tendió en la cama y se cubrió con todas las mantas que pudiera encontrar. De seguro toda la culpa la tenía el maldito invierno.

 

Las cosas empeoraban con los días. Su posesividad ya no estaba solo con Leon. Su joven hermana y Liam también se vieron envueltos en el asunto, y Río ni siquiera lo notó hasta cuando estuvo a punto de golpear al esposo de su mejor amiga.

 

Esa mañana se había levantado más irritable de lo normal, la lluvia no ayudaba mucho puesto que golpeaba con furia su ventana produciendo ese sonido que tanto odiaba, pero pronto su ánimo había mejorado un poco al saber que la otra mujer –a la que ya estaba comparando con esas gotas horrendas que caían del cielo– se encontraba de salida, y para su buena suerte, muy lejos de su alfa.

 

Se sentó cerca de la muchacha ese día, los asientos estaban dispuestos de otra forma al faltar un invitado en la mesa. Y fue ahí cuando el aroma relajante lo envolvió. Sin notarlo apegó su silla lo más que pudo a su lado, la chica solo lo atribuyó al mal humor que últimamente se cargaba su amigo y quería sentarse lejos del alfa. Leon no se ofendió por eso, más bien lo miró un poco divertido.

 

La Nova comenzó a preocuparse cuando se dio cuenta que el pelirrojo se levantó de la mesa junto a ella y se pegó como chicle a su lado, allá donde sea que ella iba Río la seguía. Se sorprendió un poco más cuando toda la familia se sentó tranquila en el gran jardín y el muchacho se pegó detrás de ella abrazándola por la espalda y olfateaba su cuello mientras ronroneaba del gusto.

 

Liam solo quería bromear con él cuando vio eso. Sabía que su amigo era inofensivo para su esposa porque no era un alfa y porque estaba marcada, además de que siempre demostró protegerla en vez de hacer algo contra ella. Todos quedaron sorprendidos cuando un fuerte gruñido gutural y amenazante salió de sus labios al momento de acercar su mano a su chica. Su parte alfa no pudo soportar el desafío de un omega y se puso agresivo, solo para que el delta le contestara devuelta por haber tratado de intimidar a su pareja y el ambiente se cargara de inmediato de feromonas amenazantes que hicieron chillar a Lía. Pero otra vez cuando el alfa quiso acercarse a ella para entregarle confort como debía hacer, Río no se lo permitió.

 

Se miraron extrañados un tiempo sopesando que hacer y calmando los ánimos, hasta que Leon con sus manos en alto en una muestra de rendición comenzó a acercarse con cautela bajo los atentos ojos del pelirrojo que no pensaba con claridad y parecía un animal tratando de proteger a su cría.

 

Dejando salir feromonas para atraer a su par se quedó de pie frente a él, esperando que su intento surtiera efecto. Río lo miraba reacio al principio, pero después de unos minutos no pudo resistirse al olor exquisito de naranja y se lanzó a los brazos del otro dejando salir también sus feromonas. El lugar se llenó de un extraño olor a bosque cítrico.

 

Leon lo tomó en brazos, sorprendiéndose de la poca resistencia de su compañero que más parecía un gato de tanto que se refregaba contra su cuello.

 

En la comodidad de su habitación ambos se acurrucaron juntos repartiéndose mimos, hasta que la claridad golpeó al pelirrojo como un rayo después de mucho tiempo. Se tocó la cabeza con una mano en una clara muestra de confusión.

 

—¿Qué demonios? —un gemido lastimero que indicaba su dolor de cabeza salió de su garganta.

 

—¿Estás bien? —el par de ojos verdes lo miraba preocupado y su dueño acariciaba la espalda contraria tratando de entregarle calma.

 

—Sí, eso creo. ¿Por qué estoy en tu alcoba?

 

—¿No lo recuerdas?

 

—Ugh. Creo que no recuerdo nada desde que me fui a dormir anoche —Leon colocó una mano en su mentón en un gesto pensativo. Tendrían que llamar a un médico.

 

—Está bien, tranquilo. ¿Estás en condiciones para ir a cenar?

 

—Estoy bien.

 

El alfa lo llevó de la mano, cualquiera diría que era en un acto tierno, pero en el fondo también era porque temía un nuevo descontrol por parte del menor.

 

Ojos curiosos los recibieron en el comedor, y Lía, siempre tierna y adorable, se levantó de inmediato para acercarse y tomar el rostro de su amigo con delicadeza, igual que una madre. Entonces Río reparó en algo. Antes ella nunca le había hecho sentirse tan a gusto a su alrededor, al menos no en esa magnitud. Recordando un poco de dónde sintió eso alguna vez pensó en Marie, y una pregunta salió de sus labios con lentitud por si asustaba a la muchacha.

 

—Lía —se acercó a abrazarla y pegó su nariz al cuello contrario como hizo antes—, creo que ya sé por qué me pego tanto a ti —. Ella lo miró expectante—. Hueles como mi mamá.

 

El sonido de dos voces distintas ahogándose en tos llamó la atención de los tres jóvenes de pie. Luego ella procesó la información que le tiró su amigo. Abriendo muy grande sus ojos se giró hacia su esposo y gritó.

 

—¡¿Estoy embarazada?! —Liam se levantó para acercarse a ella y caer juntos en el nerviosismo.

 

—Espera. ¿Cómo lo sabes, Río? —el pelirrojo solo lo miró divertido.

 

—Yo no dije que lo estuviera, solo que olía como mi madre. Me pareció extraño porque antes no me sentía así de relajado a su lado —terminó de dar su explicación mirando a Leon, como si lo que hubiera dicho fuese malo y estuviese esperando un regaño. El mayor solo colocó una mano en su cabeza desordenando sus cabellos.

 

—Eso significa que sentiste el cambio en sus feromonas, Río. Supongo que tu cuerpo está asimilando cada vez más su género.

 

—Bueno, de todas formas ahora entiendo también el huevo revuelto con mermelada —Todos los varones lo miraron asqueados.

 

—Río ¿comes huevos revueltos en mermelada? Qué asco, amigo —Lía lo miró ofendida.

 

—Liam, ¿eres idiota, verdad? —su amigo lo miró sin entender el porqué del insulto.

 

—Yo me como los huevos con mermelada, tonto. Me largo de aquí —La muchacha emprendió el camino para salir del comedor junto con el alfa pelinegro tras de ella.

 

—Espera, cariño.

 

Las carcajadas cantarinas del joven omega llegaban dulces al oído de su enamorado, quien sentía estar escuchando la última maravilla del mundo.

 

Al final terminaron comiendo tranquilos después de que los esposos regresaran aún en reclamos entre ellos.

 

Leon se lo había llevado durante la noche a dormir con él, y nuevamente el lambda se pegó a su lado refregándose contra él y dejando escapar su olor sin notarlo hasta que se quedaron dormidos.

 

Cuando Mihail hizo su aparición en el lugar a la mañana siguiente las fuertes feromonas le golpearon a él y el médico anciano que venía a su lado. Ambos tuvieron que tapar sus narices e ingresaron a duras penas.

 

Para entonces el delta se estaba dejando llevar un poco por su parte animal, un poco más y se hubiese lanzado contra los extraños que invadían su territorio alterando a su pareja. Mihail tuvo que imponerse sobre su hijo como hace mucho tiempo no hacía, solo así la claridad se dejó ver en esas pupilas rasgadas.

 

—Esto es extraño —el médico se veía confuso pero a la vez muy intrigado ante un nuevo desafío científico.

 

—¿Hay algo mal con él?

 

—No. Pero nunca había visto un caso así. Nunca vi un omega que desarrollara un derivado. Él evolucionó a lambda, eso hace que sus feromonas se desestabilicen hasta que pueda adaptarse bien. Es como si estuviera pasando por la pubertad. No es nada grave. Muchacho ¿eres su alfa, verdad? —se giró hacia Leon, quién lo veía cerca de la puerta junto a su padre. El dragón asintió— Quédate con él todo este tiempo que puedas. Está próximo a entrar en celo.

 

Ambos despidieron al médico agradecidos, y Mihail le dedicó una mirada pícara a su hijo dándole de paso un golpe a su hombro para retirarse cantando.

 

Solo pudo tragar con dificultad imaginando lo que se avecinaba. Si cuando él tuvo su rut las cosas se habían descontrolado un poco no quería ni imaginar cómo sería el celo de Río.

 

Bueno, en realidad sí quería imaginarlo.

 

Solo esperaba tener la suficiente fuerza de voluntad como para que ellos no terminaran enredados como un par de animales sin racionalidad.

Notas finales:

Persona preciosa que llegó hasta aquí...muchas gracias por leer <3

PD:

La historia se retomará a partir del día 25 de agosto.


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