Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

DRAGONES por yukihime200

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Les traigo el capítulo temprano porque hoy es feriado en mi país :)

 

24. Caos


Leon dejó en su poder un grupo de veinte caballos acostumbrados a la monta antes de que partiera con sus hombres, ensillados y listos para marchar, los que fueron utilizados en su totalidad por él y los soldados tan pronto se dio la orden de salir.


No tuvo tiempo de pensar en que nunca en su vida se había subido a un animal para cabalgarlo, ya sea aquí o en el otro mundo, solo siguió lo que su mente pensaba era correcto de hacer mientras agitaba las riendas con brusquedad para hacer avanzar al cuadrúpedo y desplegaba a la pequeña tropa bajo su mandato.


Las revueltas se desataron de improviso en distintos lados causando destrozos y daños a la población, cabía la posibilidad de abarcar más lugares si se dividían en cada sector, sin embargo, no se atrevería a separarlos por grupos pequeños cuando en esos momentos sus posibilidades de ganar más rápido se debían a la superioridad numérica. Solo se dividieron a la mitad y así abarcar con más rapidez todo el territorio en conflicto.


—¡Zack! Quedas a cargo de esta zona —le gritó Río al compañero a su lado. El beta no podía creer lo que le pedía su amigo, había prometido hace solo unos instantes protegerlo y quedarse a su lado, y lo primero que hacían era separarse. Tenía muchas quejas sobre eso, sin embargo, sabía que no tenían tiempo para una disputa y rebatir su orden, cada segundo contaba.


Río continuó avanzando junto a nueve hombres más, la zona norte de la ciudad sería suya hasta que pararan la revuelta y pudieran reagruparse con el resto. Un extraño olor apestaba el ambiente causando que su sensible sentido del olfato se entorpeciera un poco, y por el rabillo de su ojo notó como algunos de sus hombres frotaban sus narices tratando de quitar la molesta sensación que les producía.


Muchos civiles corrían despavoridos por las calles obstaculizando su paso, tratando de ocultarse y encerrarse en la poca seguridad que les entregaban sus hogares en esos instantes. El panorama no era esperanzador. Antes de salir pensó que máximo podrían enfrentarse a unas cinco bestias por lado, lamentablemente, lo que aguardaba por ellos no era ni de cerca lo que calculó.


Bastantes personas ya habían perecido entre garras y fauces de más de veinte bestias que tenían sus pelajes pegoteados. Mucha sangre bañaba los suelos de la ciudad y el olor metálico causaba pánico entre las tropas que no estaban preparadas para ver una masacre. En especial si algunos cuerpos no estaban enteros.


Desenfundando una espada dio la orden de avance, y golpeando con fuerza los flancos de los caballos se lanzaron al ataque con rapidez.


Por su mente cruzó un segundo el rostro amable de Leon, de seguro se decepcionaría mucho, porque ese sujeto siempre pensaba en capturar a las criaturas pensando en que tendrían salvación antes que tomar el camino despiadado, no como él, quien tenía como primer instinto eliminar cualquier cosa que fuera un peligro para él y los suyos. Apretó los dientes con fuerza mientras frenaba un par de zarpas que se dirigían directo a su rostro al luchar cuerpo a cuerpo luego de bajarse del cuadrúpedo que lo transportó. Se arrepentiría mucho después de eso, haría a Leon pagar con su cuerpo cuando todo eso terminara.


—¡Captúrenlos con vida! —fue lo único que les gritó mientras con habilidad se posaba tras su adversario y con un certero golpe lo dejaba fuera de combate. Su acción fue recreada con la mayor similitud posible por sus compañeros, que aprendieron bien de él luego de horas y horas de brutal entrenamiento.


No mucho después salieron victoriosos, no ilesos, y una bestia terminó muerta, pero era mejor que perder a todas.


De los bolsos pequeños de combate que cargaban los caballos sacaron gruesas cadenas y amarraron a las bestias de pies y manos para evitar su escape, dejándolos ahí en el suelo dormidos y doblados para entorpecer sus movimientos en caso de que recobraran la consciencia.


Asegurándose una segunda vez de que fuera seguro dejaron a los involucionados ahí, rogando de manera interna que el transporte de los subyugadores llegara lo más pronto posible, para posterior emprender la carrera hacia el siguiente destino.


Los otros puntos no fueron tan difíciles de controlar, pero esto causó que se quedaran sin más instrumentos de sujeción. Eran muchos jóvenes y ancianos que no ofrecieron demasiada resistencia. Apelando al terror de las personas lograron conseguir su objetivo de obtener más cadenas o cuerdas, y se designó al civil que se veía menos espantado para que esperara en el lugar a que llegara el transporte que se los llevaría a la Ciudad de Bestias. Al principio el sujeto se resistió a seguir la orden, pero unas cuantas amenazas del pelirrojo sobre su frágil vida bastaron para no dejar más lugar a quejas.


El problema llegó cuando se encontraron con el grupo de Zack. Tres soldados estaban muertos lanzados contra el piso o las murallas, con falta de extremidades y con enormes agujeros que atravesaban sus pechos, justo en sus corazones; algunos alfas apenas resistían seguir en la pelea y los betas ya no podían continuar, apenas podían mantenerse de rodillas en el piso siendo sujetados por sus armas.


El panorama era desolador. Casas destruidas por completo e incendios de terrible magnitud ardían con fuerza por el lugar devorándolo todo. Un dragón era la causa, no tan grande como el que se habían encontrado en el bosque oscuro con anterioridad, pero si lo suficiente para causar todo ese daño en poco tiempo.


Río miró sus manos, una simple espada no podría contra semejante reptil, y de manera rápida se deshizo de ella arrojándola al suelo, el sonido chirriante que produjo por el impacto quedó opacado por todo el ruido de la batalla. Con gestos de manos que emitían órdenes silenciosas comenzaron a rodear al pequeño ser escamoso evitando transformarse en su centro de atención por el momento, y entre toda la revuelta podían escuchar un grito desesperado.


—Por favor, no. Perdónenlo, es solo un niño. Estará bien, solo hay que controlarlo —la mujer sujetaba el cuerpo de Zack interponiéndose en su cometido, entorpeciendo el trabajo mientras se abrazaba a una de sus piernas y el beta trataba de separarla con reticencia. Sus lágrimas y desesperación fueron entendidas por todos, la madre del dragón no iba dejar que asesinaran a su retoño.


La imagen caló profundo en todos, el pelirrojo pudo notarlo, comenzaban a dudar debido al remordimiento de algo que aún no hacían, y eso no podía permitirlo. Se acercó a su compañero más próximo tomándolo de las solapas y zamarreándolo para tener su atención.


—Tú y otros dos llévensela de aquí —su voz no dio paso a réplicas y pronto los tres soldados se encontraban luchando reacios contra la mujer que no quería separarse del beta a cargo. Era una suerte que el al parecer niño estuviera entretenido causando caos por otro lado y no aplastando a los hombres—. Los otros encárguense del resto de personas y ayuden a nuestros compañeros.


Lo haría por su cuenta,  si no era él estaba seguro que nadie más lo haría, sus amables corazones no se los permitirían. Los otros muchachos deberían rescatar a todos los civiles que pudieran de las casas que estaban colapsando con rapidez debido a los poderosos coletazos que repartía el lagarto de desproporcional tamaño.


Pasó en un abrir y cerrar de ojos. La gran garra de dragón se lanzó de improviso hacia el grupo escandaloso que aún no podía quitar a la mujer de en medio, para suerte de ellos fue detenida por Río, quien de un empujón quitó a Zack del camino logrando que este cayera al suelo junto a los otros que fueron arrastrados por el movimiento imprevisto.


El beta contempló desde el piso la imagen que se presentaba frente a él, el cabello rojo de Río refulgía gracias a las llamas que los rodeaban, moviéndose como lenguas de fuego que eran avivadas por el viento, y algunas partes de su cuerpo estaban notoriamente teñidas de escarlata, pese a que los ropajes eran oscuros y tenía las mismas protecciones de cuero grueso que el resto. La alabarda de color negro entre sus manos frenaba con todas sus fuerzas a su contrincante para protegerlos, tiritando por la gran resistencia que ofrecía junto a su dueño.


Era magnífico. Heroico. Y sintió en ese momento que nunca antes había admirado tanto a alguien en su vida. La respiración de todos se detuvo unos instantes al observar tal magnificencia frente a ellos.


—¡¿Qué esperan?! ¡Quítenla de aquí! —les gritó a duras penas resistiendo tamaña fuerza. No podía entender cómo fue que Leon detuvo a uno más grande solo con sus brazos sin perder uno en el intento.


—¡No! ¡No! —la mujer gritaba desesperada mientras era arrastrada a la fuerza lejos de su hijo, ese que no podía reconocerla. Sabía que sus compañeros no podrían ayudarlo, algunos eran casi tan blandos de corazón como Leon, nunca serían capaces de asesinar a un niño. Río tampoco se sentía listo para hacerlo, pero alguien tenía qué, y mejor él que los otros.


Realizando un corte con mucha fuerza a la zarpa que se cernía sobre él fue capaz de liberarse de la presión y emprendió la carrera tratando de atraer su atención lejos del grupo de personas que trataban de huir por el camino contrario con la mujer a cuestas.


Esquivó coletazos agresivos y pilares de casas derrumbándose contra sí hasta llegar otra vez a su caballo. Mientras estaba al galope, con la sección de su alabarda que poseía el filo de un hacha infligía cortes por doquier. Estaba seguro que el niño sufría, los rugidos que resonaban en el viento eran lastimeros y dolían más que los golpes que se llevaba a cambio, pero no podía llorar por él.


No sabe cuánto tiempo estuvo haciendo lo mismo, cortando y esquivando, estaba agotado, y manejar al caballo que corría bajo sus piernas era muy difícil siendo que tenía ambas manos ocupadas en su arma.


Las patas del animal cedieron de repente con una infortunada piedra en el camino, siempre debía existir una, sobre todo con la cantidad de destrozos que le rodeaban.


Azotó su cabeza contra el suelo produciendo un sonido estremecedor, pero aun así la adrenalina no le permitió perder la consciencia. Su cuerpo no podía más, pero si tenía que morir lo haría luchando hasta su último suspiro.


El dragón también estaba agotado, cada herida que Río le dio sangraba con gran facilidad, al parecer su piel al ser tan joven no tenía buena protección. Acercándose a pasos tambaleantes al caído sujeto en el suelo levantó una garra. En un último esfuerzo de ambos se enzarzaron en el ataque final. El pelirrojo enterró con fuerza y brutalidad la alabarda donde sea que pudiera atravesar carne, para su buena suerte fue directo al pecho.


La sangre caía como una cascada espesa desde el cuerpo contrario, fluyendo por el arma hasta caer en las manos del omega, logrando que este entorpeciera su agarre.


La extremidad del dragón cayó muerta después, atravesando en el camino su pierna con una de sus gruesas uñas. Luego fue acompañada del gran cuerpo.


—¡Mierda! —Río gritó por el gran dolor, siendo esa la única palabra que pudo abandonar sus labios. Aquella estructura hecha de queratina que se incrustó en su muslo era del tamaño de la mitad de la mano de un adulto. Tuvo especial cuidado en no removerla, de seguro rompió una arteria y era peligroso siquiera intentar mirarla.


***


Se habían pasado toda la noche luchando, lo supo al ver los colores del cielo cambiar a ese celeste característico iluminado por el sol en las madrugadas. Al menos la situación fue controlada y los incendios comenzaron a ser aplacados.


—¡Asesino! —la mujer hizo su aparición otra vez— ¡Eres un asesino! —las palabras calaron hondo en su alma, más aún cuando la vio acercarse entre llantos desesperados al enorme cuerpo del dragón que ahora estaba tendido sobre un gran charco escarlata que llegaba hasta sus pies.


—Por supuesto que soy un asesino —le contestó con fingida burla— ¿Acaso ustedes estúpidos ignorantes creyeron que yo era tan benevolente como el joven Nova? Tal vez él hubiera buscado una forma de salvarlo, a mí me importa una mierda. Debiste cuidar mejor a tu cría —levantándose con cuidado y dignidad le dio una última mirada a esa pobre mujer, esa que ahora tenía tras sus ojos una intensa llama de ira. Río le dio la espalda y comenzó a retirarse evitando apoyar su pierna herida y aceptando esos sentimientos, porque estaba bien, era mejor que lo odiara a que ella se sumiera en la pena infinita, al menos el odio la mantendría a flote.


Se acercó al resto de sus hombres, quienes bajaron la cabeza ante él y escucharon sus siguientes órdenes en silencio. Fueron enviados a buscar a sus compañeros caídos, pronto tendrían que hablar con las familias que sufrieron la pérdida. Los montaron en los caballos que quedaban, y con los ánimos por los suelos se retiraron a la mansión devuelta a descansar.


A penas dieron el primer paso en los peldaños para entrar al jardín muchos de ellos comenzaron a llorar. Gritos de derrota se escucharon alertando a todo el personal dentro de la mansión que aparecieron con rapidez.


Lía y Liam miraban todo con horror, soltando lágrimas y apretando los puños con frustración al ver a esas personas con las que habían compartido tanto vestidos en la palidez mortal.


—Traeré un médico —Mihail avisó a nadie en particular.


—¿Qué sucedió? —Liam se arrodilló frente a Zack tratando de conseguir una respuesta, pero nadie se atrevió a contestar. Entonces los ojos del alfa cayeron en Río repitiendo la pregunta en silencio.


—Hicimos lo que teníamos que hacer —los ojos fríos y sin brillo de su amigo causaron que un escalofrío subiera por su espina, pasando por su mente todo tipo de imágenes que de seguro eran acertadas. No preguntó otra vez por ello.


El médico llegó en poco tiempo, y mientras se acercaba a los derrotados muchachos agradeció su labor, eso hizo que sus corazones tuvieran al menos un poco de descanso, porque a pesar de no poder salvar a todos rescataron a muchos, y ese era su trabajo.


Para suerte de Río, la garra incrustada no atravesó su arteria femoral, pero el gran agujero que quedó en su pierna fue difícil de cerrar y necesitó muchos puntos de sutura. Al menos pudo dormir unos dos días seguidos antes de lanzarse a la pelea otra vez después de tener la suerte de recibir una lágrima de Liv en la soledad de su habitación.


***


La segunda vez que salieron a parar una nueva revuelta, Río y su grupo no se encontraron solos.


Para su buena fortuna aquel día ningún dragón había involucionado, pero la cantidad de personas normales que retrocedían a sus orígenes no disminuía.


Los sentidos de todos estaban embotados, afectados por la visión del humo espeso de los incendios, su olor y el dolor de las heridas que no pudieron cerrar a tiempo.


Chocaron de improviso con algunos soldados del gobernador, quien con su rostro serio y mirada letal lucía como un lobo sangriento. El delta lo miró sorprendido al encontrarlo ahí.


—Lambda —dijo como un saludo seco, el que solo fue correspondido con un pobre movimiento de cabeza maleducado.


Ambos se dedicaron juntos, espalda con espalda, a controlar la situación, sin embargo, Río intentaba todo lo posible alejarse de ese sujeto, no confiaba en él.


Aun así, tener su respaldo fue tranquilizador, no perdieron a ningún hombre y las bajas del lado de las bestias se mantuvieron al mínimo.


—Deberíamos seguir luchando juntos —le dijo el gobernador con una sonrisa y su mano extendida en el intento de formar una alianza.


El pelirrojo estuvo tentado a golpear su mano y mandarlo a la mierda para no verlo nunca más en su vida, pero no pudo hacer eso al observar por el rabillo de su ojo como algunos de sus hombres se veían esperanzados al contar con más apoyo.


Chasqueando sus dientes con molestia se tragó la incomodidad que ese hombre le hacía sentir y estrechó su mano por cortos segundos, observando como en el rostro del de cabello plateado se formaba una sonrisa un tanto extraña.


A partir de entonces se dedicaron a luchar juntos cubriendo sus cuellos hasta que por fin la crisis comenzó a mermar.


Solo un mes había pasado, pero para Río se sintió tan largo como un año.

Notas finales:

Gracias por leer. Nos vemos el próximo viernes/sábado <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).