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Tres veces [KawoShin] por Tabuko

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Notas del fanfic:

Historia originalmente publicada en la antología KawoShin: "I love you more than you'll ever know [Proyecto KawoShin Evangelion 3.0+1.0 Post-canon]", organizado por "KawoShin Love Paradise".
https://archiveofourown.org/works/30223521

Repetir... repetir... repetir... estaba tan cansado de repetir todos los días esa misma rutina que encontraba monótona y aburrida. Parecía un ciclo infinito que no se atrevía a romper por propia voluntad, quizás por falta de seguridad, tal vez por temor al cambio o a salir de su zona de confort.

El día a día 'normal' de Shinji Ikari consistía en levantarse temprano por las mañanas y correr para poder tomar el tren a tiempo, intentar llegar puntual al trabajo, soportar durante horas a un jefe gritón y quisquilloso que parecía tenerle mala voluntad y volver bastante tarde a su casa gracias al caótico tráfico.

Algunas veces, Shinji pensaba que toda su vida estaría repitiendo exactamente lo mismo, estancado en ese lugar, sin ir para adelante y viendo cómo los años se llevaban su juventud sin poder disfrutar de ella. Debido a diversos factores, él no se animaba a renunciar a su empleo como oficinista y a dedicarse a algo que en verdad le gustara; la situación laboral y económica eran complicadas y aunque su salario no era el mejor, le alcanzaba para pagar sus deudas y solventarse.

Shinji tuvo mucha suerte de haber encontrado a una compañera de piso como Mari Makinami, una mujer alegre y despreocupada que nunca parecía tener un mal día. Además de compartir la vivienda y los gastos con ella, era una agradable compañía aunque a veces demasiado ruidosa para su gusto. Sin embargo, con el tiempo él logró acostumbrarse.

Mari llenaba de risas los días de Shinji, lo escuchaba, en ocasiones lo aconsejaba y hacía que todo le resultara más llevadero. Varios conocidos de Ikari aseguraban que él y la mujer eran pareja pero que se empeñaban en negar u ocultar esa relación por algún extraño motivo; la verdad era que lo de ellos había escalado a un punto en el que se convirtieron en más que amigos y menos que amantes. Su relación era tan fraterna y especial como la de un par de hermanos que se llevaban de mil maravillas.

En realidad muy poca gente sabía que Mari tenía una novia a la que visitaba con frecuencia los fines de semanas, por lo que Shinji solía tener el departamento para disponer de él a sus anchas. Y aunque la mayor parte del tiempo él se la pasaba durmiendo, también resentía el peso de su propia soledad.

Al final del día, Shinji sabía que no se sentía feliz ni conforme con su vida. Ya desde tiempo atrás, en lo más profundo de su corazón albergaba una sensación de nostalgia y añoranza, una que lo hacía sentir incompleto y vacío, como si hubiera perdido algo y supiera exactamente qué.

Extraños y fugaces flashes de presuntos recuerdos asaltaban su mente pero nunca conseguía rememorar nada. Era en verdad muy raro y llamativo. Con el tiempo, Shinji descubrió que todo eso se acrecentaba cuando escuchaba música de piano, cuando iba a la playa a caminar a orillas del mar mientras veía la puesta del sol y también cuando se recostaba en la arena a contemplar las estrellas.

En todos esos recuerdos, siempre había alguien que lo acompañaba y estaba muy cerca de él mas nunca había podido verle el rostro. Todo lo que Shinji sabía era que se trataba de un hombre joven cuya presencia le resultaba muy familiar y agradable; a la par, tenía una suerte de presentimiento de que esa persona esperaba por él en algún lugar del mundo.

¿Quién era ese sujeto? ¿Por qué no conseguía ver su rostro con claridad? ¿Por qué sentía que iría a encontrarlo en algún momento?

Ese fin de semana en particular, Shinji se la pasó más que nunca dándole vueltas al asunto y haciéndose todo tipo de preguntas que se quedaban sin respuestas. Todo le era tan frustrante y deprimente que incluso llegó a derramar lágrimas de rabia e impotencia y, para colmo de males, el insomnio se hizo presente.

Sin poder conciliar el sueño, Shinji estuvo casi toda la madrugada dando vueltas y vueltas en su cama. Al tomar su teléfono móvil y ver que eran más de las 4 a.m., el castaño pudo anticipar que su día sería pésimo.

Recién cuando los primeros rayos del sol se asomaron, Shinji pudo cerrar los ojos y dormirse. Sin embargo, minutos después la odiosa alarma lo volvió a despertar. A tientas buscó el celular y lo apagó.

-Solo cinco minutos más -murmuró sin abrir los ojos y se dejó vencer por el sueño-

---

Tal y como Shinji lo predijo, su día sería pésimo desde el inicio. Se quedó dormido y su horario de entrada al trabajo fue hace hora y media, apenas estaba yendo camino a la estación de trenes, corriendo tan rápido como le era posible y abriéndose paso entre la gente.

Su jodido jefe lo mataría.

-¡Sakura, por favor cúbreme! -suplicó Shinji a su compañera de sección a través de una llamada- Tuve un inconveniente y apenas estoy en camino. Te lo explicaré luego, ¿cuento contigo? -todo agitado y traspirado, Ikari apenas pudo finalizar esa llamada; afortunadamente su compañera le aseguró que se encargaría de cubrirlo y excusarlo si su jefe preguntaba por él-

El joven hombre había llegado a la estación y bajó las escaleras con prisa para dirigirse al andén correspondiente. Pero de repente sus pasos se detuvieron de manera súbita y un escalofrío recorrió su espalda cuando en medio de la multitud divisó a una persona cuyo rostro se le hizo extremadamente familiar.

En la plataforma opuesta se encontraba un apuesto joven de cabellos albinos y llamativos ojos rojos. Shinji quedó viéndolo embelesado y se sintió muy extraño, sus rodillas empezaron a temblar y aquella sensación de añoranza volvió a aflorar en su pecho.

-¡Es él! -murmuró al tiempo que sus emociones colisionaban unas con otras, no entendía lo que le estaba pasando pero necesitaba saber quién era ese joven- Sí, es él.

Entonces Shinji notó que el albino se encontraba en compañía de una joven mujer que tenía rasgos similares, los mismos ojos, la misma piel, las mismas facciones finas y bonitas. ¿Serían hermanos o quizás novios?

-¿Qué debería hacer? -se cuestionaba Ikari; su tren ya casi llegaba, estaba yendo al trabajo más que atrasado y ya podía escuchar los regaños de su jefe; aún así, deseaba volver a subir las escaleras e ir al otro lado del andén para poder ver de cerca a ese hombre e incluso hablarle- ¿Pero qué se supone le voy a decir? Si me acerco a él así sin más, es probable que piense que estoy demente.

Mientras el castaño debatía su situación en voz alta y sin quitarle los ojos de encima al atractivo joven, este alcanzó a darse cuenta que era observado y levantó la mirada de forma discreta. Los ojos de color rubí se encontraron con los zafiros de Shinji, y entonces ambos quedaron viéndose por unos escasos segundos. En ese momento, los trenes llegaron de los dos lados para interponerse entre ellos y hacer que se perdieran de vista.

A partir de ahí, el corazón de Shinji Ikari no tuvo sosiego. Durante toda su jornada laboral se la pasó pensando en ese joven que vio en la estación de trenes, solo él ocupó su mente y ni siquiera le importó las reprimendas de su histérico jefe a causa de la llegada tardía.

-Me pregunto si podré verlo de nuevo -susurró el castaño y sus ojos fijos en la laptop lograron engañar a sus colegas, quienes creyeron que solo estaba muy concentrado en su trabajo-

---

Al día siguiente, sin una aparente razón lógica, Shinji estuvo bastante temprano en la estación. Incluso fue un par de horas antes de que llegara el tren que abordaba para ir al trabajo. Se sentó en una de las bancas del andén y se dispuso a observar a las personas, con la esperanza de poder ver de nuevo a aquel joven y asegurándose a sí mismo que si lo encontraba, se acercaría a hablarle. Claro que todavía no tenía idea de lo que podría decirle.

Una hora después, Shinji comenzaba a creer que su espera estaba siendo en vano. Había visto pasar a muchísima gente en ese lapso pero no a la persona que su ser buscaba.

-Soy un tonto -se dijo a sí mismo lanzando un suspiro como si hubiera sido derrotado- Si se lo contara a Mari, seguramente se reirá en mi cara por lo que estoy haciendo.

Ikari tomó su maletín de trabajo y decidió dar por terminada la espera, abordaría el siguiente tren y llegaría temprano a la oficina, así compensaría lo del día anterior. Al menos le quedaba el consuelo de que su jefe no le gritaría por ese motivo de nuevo.

Resignado y con mucho desánimo a cuestas, Shinji se acercó a la plataforma para aguardar el tren y entonces, como si se tratara de arte de magia, lo divisó. Era él.

Una sonrisa se dibujó automáticamente en los labios de Ikari y sus ojos cobraron un brillo inusual, al mismo tiempo sintió una suerte de ardor consumiendo sus mejillas, clara señal de un inocultable sonrojo.

-¡Ahí está! -exclamó Shinji con entusiasmo, llamando la atención de las personas que se hallaban cerca de él, algunos incluso ya lo veían raro-

El joven albino estaba aguardando el tren del otro lado, no prestaba atención a su entorno pues tenía los ojos fijos en la pantalla de su celular. En cambio Shinji no dejaba de removerse inquieto en su sitio y tenía ganas de lanzarse a las vías para llegar rápido a la plataforma contraria y poder hablar con él.

Ikari sentía que estaba por hiperventilar a causa de la ansiedad que experimentaba para entonces. Hacer un recorrido normal para llegsr al andén contrario le tomaría cerca de diez minutos entre subir las escaleras, sortear a la multitud y volver a bajar hasta allí. No lo vio como una opción viable, ya que nada le aseguraba que encontraría al hombre, probablemente no lo alcanzaría pues los trenes ya estaban cerca.

-¿Debería gritar para llamar su atención y pedirle que espere? -se preguntó Shinji aunque enseguida descartó la idea; las personas lo tomarían por loco y el albino no sería la excepción; así que solo encogió los hombros y siguió observándolo-

Así como el día anterior, el otro percibió la mirada ajena y sus ojos se pusieron a buscar a quien parecía estarlo viendo con tanta insistencia.

Esta vez no tardó en encontrarlo, el joven albino vio a Shinji y su semblante serio cambió enseguida a uno más amigable. Hizo un gesto asintiendo con la cabeza a modo de saludo y también le dedicó una sonrisa amable.

Shinji no se dio cuenta de que lo había correspondido de inmediato con otra sonrisa y se sonrojó por completo. Pero de nuevo, los trenes se interpusieron entre ellos y dejaron de verse.

La gente empezó a avanzar para ingresar a los vagones pero Ikari no fue capaz de dar un solo paso, permaneció en su lugar completamente estático y decidió aguardar a que los trenes se pusieran en marcha de nuevo y siguieran su trayecto.

La sonrisa de Shinji se esfumó en el instante en que los trenes avanzaron y descubrió que el albino se marchó de allí. Por un momento, llegó a pensar que quizás el otro lo esperaría también y que se reuniría con él, sin embargo no fue así.

Molesto y decepcionado, Ikari volvió a la misma banca donde antes estuvo sentado y se echó allí totalmente desganado, sintiendo un nudo en la garganta y a punto de quebrarse en llanto.

Enseguida se vio obligado a contenerse y disimular en cuanto una pareja tomó asiento a poca distancia de él. Con disgusto y fastidio, Shinji los vio de reojo pues le pareció que hablaban demasiado, en especial la mujer que lo hacía en voz alta para quejarse acerca de trivialidades.

-¡Dios! -susurró el castaño rodando los ojos- ¡Qué mujer más insoportable! ¿Cómo es que ese tipo la aguanta tanto?

La bella y elegante pelirroja con porte digno de modelo insistía en preguntar a su acompañante sobre su estado físico, solo para escuchar los elogios del hombre y alimentar su ego.

-¿No me estás mintiendo, KenKen? ¿En verdad crees que me quedó bien el traje de baño rojo? Estoy segura de que subí como dos kilos y...--

-Te quedó perfecto, Asuka -respondió el hombre acomodándose los anteojos- Ya te lo dije, todo lo que te pones luce bien en ti. Además, te compraste como una docena de trajes de baño.

-No, solo me compré me cinco conjuntos para la playa. Lo demás es lencería pero no la verás hasta la luna de miel, sé que te va a encantar todo lo que elegí.

-Mmm... yo creo que más me gustará quitártela -replicó él y se acercó a besar una de las mejillas de la pelirroja-

-¡Calla, tonto! -exclamó ella fingiéndose indignada- No digas esas cosas en voz alta, si te escuchan pensarán que eres un pervertido.

La pareja se echó a reír y Shinji notó que se tomaban las manos, ambos portaban anillos de compromiso y parecían muy enamorados. Todo indicaba que estaban a poco de casarse y se encontraban planeando la luna de miel en alguna playa paradisíaca.

Shinji no podía creer que aquello le generara cierta envidia; sobre todo porque él no tenía una pareja, no conocía esa intimidad y complicidad como los que tenían esos dos y sus solitarias idas a la playa últimamente le hacían sentir miserable.

Shinji se puso de pie para huir de ahí cuanto antes. Otro día pésimo para él que ahí iba de nuevo, a repetir su misma odiosa rutina diaria.

---

Al otro día, una vez más, Shinji salió de su casa mucho más temprano de lo que acostumbraba y repitió lo que había hecho el día de ayer. Se sentó en la misma banca del andén, dejó su maletín a un lado y se puso a esperar a que apareciera aquel hombre.

Por alguna razón, la espera le estaba resultando más agradable en esta ocasión. Los ojos de Ikari se fijaron en la plataforma de en frente y dejó de prestar atención a todo lo demás.

-Dicen que la tercera es la vencida -una serena y cálida voz masculina sacó a Shinji de sus pensamiento y se puso completamente pálido al percatarse que a su lado encontraba sentado ese albino por quien había estado esperando- ¿No lo crees?

-¿Q-qué? -el castaño ni siquiera pudo modular de forma adecuada, una mezcla de sorpresa y emoción se apoderó de él, al punto de no conseguir decir nada coherente de buenas a primeras-

-Con esta van tres veces que nos estamos viendo aquí esta semana. Entonces me dije a mí mismo que si coincidíamos una tercera vez, me acercaría a hablarte. Espero que eso no te moleste -respondió el otro de manera distendida y enseñándole la misma sonrisa amable como el otro día- Soy Kaworu, Kaworu Nagisa.

Shinji sonrió al escucharlo presentarse. Por fin supo el nombre de aquel joven tan hermoso que, sin saberlo, los últimos días fue el responsable de tenerlo suspirando a cada rato. Ahora que el castaño lo tenía y lo veía de cerca, se daba cuenta de que era mucho más bello de lo que pensaba.

-Shinji -replicó ya más calmado y con una sonrisa- Shinji Ikari. Encantado de conocerte, Nagisa.

-El gusto es mío pero dime Kaworu, por favor.

-Está bien -Ikari asintió y volvió a sentir que sus mejillas arder- Tú llámame Shinji.

-Es curioso... -el albino quedó viendo a Shinji con fijeza y sintió sus latidos acelerarse- No sé por qué, pero me da la sensación de que ya nos vimos antes y mantuvimos una conversación similar.

-¿Lo crees? -preguntó Shinji, impresionado de que le estuviera pasando lo mismo-

-Sí, estoy seguro.

Shinji guardó silencio, no fue capaz de decir nada más en cuanto sus ojos se encontraron con los de Kaworu. Entonces supo que esa penetrante mirada roja e intensa, ya la conocía de mucho antes y se sentía reconfortado al verse reflejado en ella.

-¿Ya tienes que irte? -preguntó Nagisa, en verdad le dieron ganas de quedarse y conversar más con aquel joven castaño que le pareció de lo más adorable- Me gustaría hablar más contigo.

-Sí, debo irme enseguida -contestó Ikari haciendo un mohín de disgusto- Los viernes son los días que más trabajo me dejan y...--

-¿Viernes? Shinji, hoy es sábado.

-¿Qué? -el castaño creyó era una broma, entonces tomó su celular y se fijó en el día solo para darse cuenta de que se había equivocado- Es verdad, es sábado.

-¿También trabajas los sábados?

-No, solo de lunes de viernes -Ikari se sintió un poco tonto al admitir su error, ¿cómo fue a equivocarse de esa manera?-

Kaworu sonrió al notar que, gracias a la confusión de Shinji, quizás iba a poder tener una oportunidad de conversar un poco más con él.

-¿Entonces podrás quedarte? -preguntó el albino y volvió a sonreír-

Shinji asintió con timidez, le dio gusto haberse equivocado después de todo.

-Bien, siendo quisiera invitarte a desayunar.

-De acuerdo.

---

Horas más tarde, un par de jóvenes se encontraban sentados muy juntos en la arena a orillas del mar, viendo la puesta del sol. Estaban descalzos y tenían la ropa prácticamente toda mojada gracias a la marea pero no podía importarles menos, al contario, lo disfrutaban tanto como la mutua compañía.

-¿Entonces siempre vienes a este lugar, Shinji? -preguntó el albino mostrándose sorprendido- También vengo bastante, ¿cómo es que nunca nos vimos aquí?

-No lo sé. Pero me alegra que me hayas podido acompañar, siempre quise ver la puesta del sol en compañía de alguien y disfrutarla como ahora -confesó Ikari bajando un poco la mirada- Una vez traje a mi compañera de piso y al cabo de media hora me dijo que estaba aburrida, así que no volví a invitarla más.

Kaworu sonrió, de alguna manera se sentía muy privilegiado por estar compartiendo con Shinji algo especial e importante para él.

-De ahora en más, me encantaría poder acompañarte todas las veces que tú quieras.

-¿No te aburres conmigo, Kaworu?

-¡Para nada! Me agrada tu compañía, Shinji. ¿Podríamos quedarnos un poco más?

-Claro aunque ya está anocheciendo y...--

-¿Le tienes miedo a la oscuridad? -preguntó Kaworu viéndolo con una sonrisa ladina- ¿O es que debes volver a casa ya?

Shinji se sonrojó un poco y luego sonrió.

-Nada de eso. Me encantaría quedarme y ver las estrellas contigo.

De repente, Kaworu notó que Shinji tenía una de sus piernas apoyadas contra la suya, al parecer pretendió ser algo disimulado pero no lo era. El castaño estaba probándolo a ver qué tan accesible y propenso era al contacto físico; la atracción que ambos sentían era mutua e innegable a esas alturas, así que el albino no lo dudó más.

-¿Vamos más para allá, Shinji? -sugirió Kaworu y se puso de pie, luego extendió la mano para ayudar al otro a hacer lo mismo- Si seguimos sentados aquí, en cuestión de nada el agua nos llegará hasta el cuello.

-Sí, tienes razón.

Shinji tomó la mano ajena pero cuando se levantó, Kaworu no lo soltó sino que lo atrajo hacia él y sus cuerpos se juntaron, entonces el albino quebró toda la distancia para rodearlo por la cintura y besarlo.

De buenas a primeras, Ikari no supo cómo reaccionar y no hizo movimiento alguno. Nagisa pensó que cometió una imprudencia y que posiblemente solo consiguió ofenderlo, sin embargo cuando lo iba a soltar, sintió que el castaño lo rodeaba por el cuello y correspondía al beso de una manera bastante intensa y apasionada.

A los pocos segundos, ambos se echaron a la arena y continuaron besándose sin parar. Shinji nunca experimentó tanta felicidad como en ese momento; encontrarse en brazos de Kaworu y besarlo de esa forma hizo que aquel sentimiento de nostalgia y frustración que lo embargó por tanto tiempo se esfumara por completo.

Shinji supo entonces que esos brazos que lo rodeaban con tanto afecto era el lugar al que pertenecía. Supo también que esos labios que poseían los suyos con tanta pasión los conocía de algún otro lado y no quería dejar de besarlos, los había echado de menos y sentía que por fin se reencontraba con ellos.

Definitivamente, esas tres veces no fueron producto de la casualidad. En ese instante, los dos supieron que sus almas renacieron en un nuevo mundo para volver a conocerse, amarse y permanecer juntos.

Ya no eran los amantes de estrellas cruzadas con un destino fatal, esta vez las cosas serían diferentes, ya no iban a repetir lo mismo.

Esta vez, ellos tendrían su tan merecido final feliz.

FIN

Notas finales: Gracias por leer ;)
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