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Mi hogar eres tú por noemibeargirl

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Notas del fanfic:

Esta historia la tenía desde hace tiempo en mi cabeza y por fin vió la luz. Aun tengo varias ideas volando, por lo que no se que tan larga sea, pero espero que la disfruten. 

Notas del capitulo:

Quise publicar este primer capitulo en el día de la visibilidad lésbica porque... no sé, quise poner mi granito de arena o algo así. Así que me apuré bastante para terminarlo, así que perdonen si encuentran alguna falta de ortografía. 

– No creo que sea una buena idea – las piernas me temblaban de solo pensar en lo que estábamos a punto de hacer – ¡Vamos, no seas collona! – Antonio me miraba emocionado y con cierto éxtasis por la sensación de hacer algo indebido – ¡No soy collona! Pero ¿Colarnos a una fiesta? ¿Enserio? Es más, no conocemos a nadie – estaba exasperada por que cambiaran de opinión, ni siquiera recordaba cómo me habían convencido. – Me conocen a mí – Victoria, la novia de Antonio, me guiñó un ojo; con esa coquetería que le caracterizaba. – Pensé que estabas vetada de la fiesta – recordé lo que había dicho unos días antes. – Yo no dije vetada… Sólo no fui invitada… Pero no creo que a la cumpleañera le importe. El único problema es esa zorra – dirigió su mirada hacia la entrada de la casa dónde se encontraba una chica bajita de cabello castaño recibiendo a los invitados. Toño me había mencionado, antes de llegar, que el problema era que aquella chica y Vicky se odiaban a muerte. Así que, todo lo que teníamos que hacer, era esperar a que se alejara de la entrada y, entonces podríamos entrar libremente. – Vamos muévete cabrona – mientras Vicky maldecía a aquella chica, ocultos tras la esquina de enfrente, pensé en cómo había terminado en esta situación.

Todo había empezado algunas horas atrás, estaba tomando mi almuerzo lejos de todos de la universidad en mi lugar secreto detrás del edificio de Pesados por ahí solo solían correr los chicos de Atletismo, pero a esta hora estaba vacío. Me sentía perdida, tratando de encontrar el por qué me equivocaba una y otra vez. Tratando de entender como era que siempre llegaba a este punto “Terminemos, esto sólo me esta haciendo daño y no puedo más. Ambos sabemos que no sientes lo mismo que yo” las palabras de Iván, mi reciente exnovio, daban vueltas por mi cabeza. Y, aun más, porque sabía que no era la primera vez que me lo decían. Yo lo sabía, sabía que no sentía lo que le decía, aun así, cómo mirar a alguien a la cara y decirle “No te amo y no sé por qué”. Era algo que simplemente no entendía, de verdad que lo intentaba, una y otra vez, pero simplemente no se sentía real. “Si tan sólo alguien me dijera cómo se supone que se siente el amor” pensé enterrando mi cabeza entre mis piernas.

– ¿Otra vez comiéndote el cerebro? – escuché a un lado mío, no necesitaba levantar el rostro para saber quién era. – No es eso Toño, sólo quiero entender que pasó – me incorporé y tomé la basura que boté por ahí. – ¿Saber qué pasó? Lo que pasó es que no funcionó y punto, las relaciones son así. No le busques cinco patas al gato – le restó importancia al revoltijo que traía como cabeza. Yo solté un suspiro y caminamos juntos a las canchas; teníamos la siguiente clase juntos.

– Sabes que hay más que eso, siento que el problema soy yo – le dije cuando ya divisamos a algunos de nuestros compañeros en un partido de basquetbol. – NO HAY NINGUN PROBLEMA CONTIGO – exclamó exasperado – ¿Cuántas veces tendré que decírtelo? – me miraba ya un tanto molesto, he perdido la cuenta de las veces que hemos tenido esta conversación. – No puedo creerte, me ha pasado tantas veces con tantos chicos diferentes que no hay otra respuesta, el problema soy yo. – miré hacia el suelo, odiaba decirlo en voz alta, pero se sentía como la única respuesta correcta. Toño soltó un suspiro, no encontraba forma de cambiar mi pensamiento; así que dijo lo que quería escuchar – Okay supongamos – hizo énfasis en la palabra – que tú eres el problema. Tal vez lo que pasa realmente es que te precipitas – me miró serio. Yo detuve mi paso – ¿A qué te refieres? – le pregunté sin comprender. – A que siempre inicias muy rápido, tú e Iván ¿Cuánto tiempo se dieron para conocerse? ¿Una semana? Lo que digo es que tienes que darte tu tiempo para conocerlos. Saber si realmente te gustan o solo es calentura. Así me pasó con Vicky. Estuvimos “saliendo” – hizo comillas con sus dedos – por tres meses hasta que por fin ambos decidimos que queríamos estar en una relación. A veces no es tan fácil como lo ponen en las películas cursis que te gustan. – lo miré molesta, sabía cuánto odio que diga que mis gustos son malos. Aunque, dejando de lado lo de las películas – Puede que tengas razón – pensé en todas mis relaciones pasadas y encontré el patrón que decía. Con todos mis novios había comenzado a andar en menos de una semana. – Claro que la tengo – respondió tan modesto como siempre. – Deberías solo dejarte llevar… - se llevó la mano a su barbilla sin rasurar; realmente no entiendo a quienes ven atractiva el vello facial. – ¡Tengo una idea! Vayamos de fiesta – me miró emocionado, yo rodé los ojos. – No pienso ir a una de esas estúpidas pedas a las que siempre vas tú y tu novia. – me negué rotundamente. – Oh vamos, no tienes nada que perder – trataba de convencerme, pero tenía la excusa perfecta – Además aun nos queda una clase y sabes que yo no me salto clases – Toño estaba por replicar cuando un grito nos interrumpió la plática – Chicos, que el profe no va a llegar. – gritó Santi, un compañero con el que teníamos la materia. – Al parecer hoy en nuestro día de suerte – sonrío ufano Toño.

Y así es que terminamos aquí enfrente de una casa en una colonia que en mi vida había pisado, esperando que una chica se alejara de la puerta. Solté un suspiro “Tal vez no fue buena idea venir” – Se esta largando, es ahora o nunca – dice arrebatadamente Vicky, comienza a correr sin esperarnos. Tony toma mi mano y corre tras ella. En la puerta hay un chico alto y fornido, pareciera que juega americano por su porte. – Hola Edu – lo saludó algo coqueta, aunque así era su personalidad. – Victoria ¿Qué haces aquí? – la miró sorprendido viendo hacia su derecha e izquierda – Ya sabes, vine a festejar a la cumpleañera – le guiñó el ojo, el chico solo río – Pasa, pero sí te ve Lucia yo no te conozco – susurró viendo hacia todas direcciones de nuevo, parecía que esa Lucía era aterradora – Trato – aceptó y nos adentramos a la fiesta.

Era una casa bastante grande. Tenía una cochera vacía; luego la cocina, donde un chico cocinaba quesadillas para su amigo totalmente pedo; la sala, donde estaba el alcohol y las botanas; y, por último, el patio donde estaban todos bailando o simplemente platicando. La música era tan fuerte que por un momento creí que mis oídos se iban a reventar. – Ven toma algo – me ofreció Toño un refresco mezclado con quién sabe qué, pero realmente no tenía ganas de tomar, así que lo acepte para después tirarlo por ahí y tomar solo refresco en su lugar.

Al principio estuvimos los tres juntos, bailamos, o eso intenté porque no sabía perrear, comimos botanas e incluso me animé a hablar con uno que otro chico que conocía Vicky; aunque, todos estaban medio pedos y perdí el interés rápido. Lo último que quería era que me vomitara encima un desconocido.  Sin embargo, ya cuando comenzaba a oscurecer, el ambiente fue más estruendoso y a la vez caliente. Toño y Vicky estaban besándose como locos contra una pared, aunque no eran los únicos calenturientos; había al menos tres parejitas en la misma situación.

Resignada de que pasaría el resto de la fiesta sola me deje caer sobre un sillón pequeño. Los miraba algo triste, pensando si algún día podría tener algo así. – Hola – oí que alguien decía, o más bien gritaba para hacerse oír sobre la música, al voltear vi una dulce sonrisa. Una que en ese momento me pareció demasiado cálida para ser real.  Era una chica linda, como jamás había visto. Llevaba su cabello negro recogido en un chongo y sus labios pintados de un rojo intenso. Era tan pequeña que podrías confundirla con una niña, pero su mirada te hacía recordar que no era así.

 – Hola – respondí algo pérdida en sus ojos azules. – Te ves algo solitaria ¿Te molesta si te hago algo de compañía? Creo que estamos en la misma situación– me propuso segura de sí misma sin quitar su sonrisa, mientras señalaba a dos chicos que se manoseaban sin recato. Yo no entendía cómo era que alguien podía ser tan amable y mucho menos tan segura de sí misma. Era extraño porque yo, a mis 24 años, seguía siendo demasiado tímida e insegura para iniciar una conversación con cualquier persona. – Claro – respondí con nerviosismo dejándola sentarse a mi lado, su sonrisa se hizo más grande. A mi lado sentía que era aún más pequeña.

– Perdona mis malos modales, soy Paulina. Aunque prefiero Pau ¿Y tú eres? – me preguntó, acercándose más a mí para no tener que gritar. Debía admitirlo, de cerca se veía aún más hermosa y el aspecto infantil que le proporcionaba su altura desparecía – Sofía – respondí simplemente, enserio que era mala para seguirle la conversación a esta chica tan dulce. – ¿Sofía? Nunca había conocido a una, suena a nombre de princesa – se burló un poco de mí – A mí nunca me habían dicho algo así – reí ante su ocurrencia – Y dígame princesa, ¿Qué hace una mujer tan bella como usted sola en esta lujosa fiesta de alta alcurnia? – Su voz era tan solemnemente al igual que su rostro, me costaba trabajo saber cómo era posible que cambiara de actitud tan rápido – ¿Qué onda con eso? – me reí de nuevo, enserio que esta platica comenzaba a ser todo menos común.

– ¿Acaso estudiaste teatro, para payaso o algo así? – pregunté secando una lágrima de mi mejilla. Entonces noté que había sido demasiado grosera “Mierda” pensé, siempre que agarraba confianza hablaba sin pensar. Estaba por disculparme cuando ella río y me respondió – ¡Oye! No me digas tan feo, estudiar teatro. Guacala, para tu información yo estudió la mejor carrera del mundo – tomó tal actitud infantil, que me fue imposible no mirarla con ternura – Lo sabía, no sólo pareces una niña, eres una – me burlé de ella, era raro que no se enojará; pero, a su vez era algo genial. Como si no se tomara nada a pecho. – Uyyy calmen a la señorita madurez, para tu información hoy cumplo 22 ¿Cómo te quedó el ojo? ¿Quién es mayor ahora? – Infló el pecho con orgullo – Aunque no lo creas tengo 24. – Fue mi turno de ponerme en modo orgulloso…

”Un momento” pensé y rebobine sus últimas palabras – ¿Hoy es tu cumpleaños? ¿Tú eres la que organizó la fiesta? – pregunté sorprendida y algo cohibida. Yo la colada de la fiesta estaba hablando con la mismísima cumpleañera. De todas las veces que la había cagado esta era de las más graves. – Sí y no. Yo no organicé la fiesta, mi amiga Lucia lo hizo, sólo que no soy mucho de este tipo de fiestas, me aburren. ¿Y tú? Nunca te había visto por la Universidad – me miró con curiosidad de nuevo en sus ojos. Y mi boca se secó nunca había sido buena mintiendo – ¿A qué te refieres con “este tipo de fiestas”? – intenté evadir su pregunta – Pues las que son alcohol y reggaetón, dejé de ir a ellas cuando cumplí 18. Es la única desventaja de que mis amigos sean de mecánica, su definición de fiesta es alcohol – respondió y antes de que siguiera hablando le hice otra pregunta – ¿Entonces qué tipo de fiestas te gustan? – ella pensó un momento como buscando la palabra correcta – Digamos que fiestas más… maduras – iba a continuar sin embargo la volví a interrumpir – Es decir… – siendo honesta comenzaba a intrigarme ¿Fiestas maduras? En la vida había escuchado eso. – Ya sabes ir a antros, a bares temáticos o a cabarets – miró hacía el vacío evitando mi mirada – ¿Cabarets, es enserio? Pensé que a esos lugares solo iban los viejos – nunca había conocido a alguien que gustara de ir a cabarets – ¡Oye! Son mejor de lo que imaginas y sin duda son mejores que los clubes nudistas – me miró como si estuviera loca y mi boca cayó al suelo, ¿había ido a un club nudista? Al parecer esta chica llevaba una vida muy diferente a la mía.

Estaba por hacerle otra pregunta, cuando me interrumpió – Pero… tú no respondiste mi pregunta entonces ¿Amiga de quién eres? – me miró de nuevo curiosa, con esos terribles ojos azules – Pues vine con esta chica amiga mía que es de mecánica y que va en… no recuerdo que semestre – intenté mentir, pero al instante ella río – enserio que eres una terrible mentirosa, no te preocupes tanto princesita. Sé que eres colada. Como si no hubiera visto que la que se está comiendo a ese chico es Vicky. Es imposible no conocer a la chica que Lucia más odia. Sólo quería ver tu rostro de mentirosa y déjame decirte que es muy lindo – oír esas palabras de su boca me hicieron sonrojar. – Entonces si sabes que soy una colada y que soy amiga de una odiosa, ¿por qué no lo dijiste para que nos sacara a patadas? – pregunté evitando su mirada, no dejaba de sonrojarme. “Rayos parezco de secundaria con esta chica” pensé mirando hacia sus zapatos, unos lindos tenis blancos con toques cromados. –  Mmm… Pues ya sabes lo que dicen por ahí, sin colados no hay fiesta. Además… ¿Por qué sacaría a patadas a una chica tan linda? – dijo en mi oído, el roce de su respiración me erizó la piel. No pude evitarlo más y subí mi mirada hacia sus ojos y de nuevo me perdí en ellos. ¿A caso me estaba coqueteando? Aunque lo más preocupante era que… me estaba gustando.

– Vamos a otro lado – dijo más como una afirmación que una pregunta y yo, hipnotizada por sus ojos, solo la seguí sin darme cuenta siquiera de en qué momento había tomado mi mano. Subimos las escaleras dejando atrás todos los juegos de bebida y la música de banda que había comenzado a sonar hacía unos instantes. En el siguiente piso no había casi nadie solo una que otra pareja cachondeando. Pensé que en cualquier instante ella me tomaría y nos pondría en la misma situación, siendo honesta una parte de mi lo deseaba. Sin embargo, no fue así. En vez de arrinconarme contra una esquina ella siguió caminando hasta un ventanal pequeño, el cual ocultaba tras la pared unas escaleras metálicas en forma de caracol que llevaban a la azotea.

– No sabía que este lugar estuviera aquí, desde afuera no se ve – dije mirando hacia mi alrededor, soltando su mano. En sí misma era una azotea cualquiera, un poco más arreglada con un pequeño techado de malla y un par de sillas de metal. Sin embargo, el atardecer le daba otra vista, una que nunca hubiera imaginado. – Si, es un pequeño secreto que tiene mi humilde hogar – sonrió sacando un cigarro de su bolsillo y un encendedor a la par que se sentaba – ¿Te molesta? – preguntó antes de prender el cigarro, solté una risilla. La mayoría de mis amigos fumaban, pero ninguno de ellos me había hecho aquella pregunta antes – Mientras no me tires el humo a mi estoy más que bien – respondí sentándome a su lado, de tal manera que el humo no me llegara. Ella asintió y prendió el cigarro. – ¿Entonces este lugar es tuyo? – Pregunté intentando iniciar esta vez yo la conversación – Así es – soltó una bocanada de humo, al parecer fumar le quitaba lo habladora. – Y ¿Cómo es que una chica que aun estudia la carrera tiene una casa tan grande? – Intenté juguetear como ella había hecho conmigo. No obstante, tuve un efecto totalmente contrario, pues su rostro se ensombreció – Sólo así – fue su única respuesta antes de tomar otra fumada. La había cagado de nuevo.

– Por cierto, nadie me había preguntado si me molestaba – intenté arreglarlo y al parecer funcionó pues su rostro se iluminó y por fin me volvió a mirar – ¿enserio? Para mí es una regla siempre preguntar – dijo como si no me creyera que fuera la primera vez. – Es enserio, pero ¿Tienes reglas para fumar? – cuestioné, ella asintió como si fuera lo más básico del mundo – Por supuesto, son tres reglas básicas – confesó con orgullo como si formular reglas fuera un arte – A ver ¿Cuáles son? – curiosee y al instante su pecho se inflo – Primera regla, no fumar más de dos veces a la semana. Segunda regla, si hay alguien preguntar si no le importa. Y tercera y más importante nunca fumar cerca de niños ni embarazadas, esa es de oro – recitó con solemnidad. – No me esperaba eso en realidad… – me sinceré – Pensé que serían una de esas reglas tontas pero en realidad son bastante buenas y bueno la tercer es completamente dulce, creo que todos deberían seguir al menos esa regla – me había sorprendido con aquellas reglas, era de esas pocas personas que pensaban en los demás –Yo digo, si decido matarme más rápido con este vicio es mi problema, no tengo por qué afectar a los demás. Además, me agradan mucho los niños para causarles algún daño – miró hacia el cielo como soñando con algo.

– ¿Te gustaría tener hijos? – pregunté sin meditar. Con la mirada aun en el cielo me respondió – Por supuesto – y por un momento sus ojos brillaron – Pero bueno – comenzó – ya nos pusimos muy sentimentales y eso no era lo que tenía en mente hacer – se levantó de la silla, piso el cigarro con el pie y camino hacia una caja de cartón. – ¿A no? – bromeé y ella rio – Nop, subí por esto – se dio la vuelta y me mostró un hermoso globo de cantoya hecho con papel china. – Wow, que lindo – halagué – Gracias – sonrió ella de nuevo orgullosa. Y sacando el mismo encendedor de antes se dispuso a prenderlo. – ¡Espera! – Exclamé espantada - ¿Piensas prenderlo aquí, no puedes explotar algo, ¿qué tal si cae a algún coche? – pregunté rápidamente, ella soló soltó una carcajada – Calmada princesita, no estoy loca. Para eso está la cubeta y la cuerda – siguió con su labor mientras yo notaba por fin la cubeta de agua y el lazo atado al globo.

– Y ahí va – señaló ella mientras el globo comenzaba a subir – Se ve grandioso – salió de mi boca sin pensar. – Sí, esperé a que oscureciera un poco más para que pudieras apreciar mejor el espectáculo. Aunque nada es mejor que hacerlo junto a un rio – explicó mirando el globo elevarse, de nuevo como soñando con algo que yo desconocía.

 – ¿Lo has hecho antes? –  pregunté.

 – Claro, ¿tú no? –

Negué.

 – Así que… soy tu primera vez – se burló.

– No hagas preguntas tontas – me enojé de juego y ella rio victoriosa.

– Ven – me alargó su mano y, aun enojada, la tomé. Sin embargo, no esperaba que me jalara hacia ella y me diera el lazo – ¡Espera, yo no sé cómo se hace esto! – Me espanté cuando me dejo sola con la cuerda – Tranquila princesita no es difícil solo cuídalo y si se va muy lejos le das un suave jalón o si no se quema – cruzó sus brazos tras su cabeza despreocupada, como si supiera que nada iba a pasar. Mientras yo estaba aterrada hasta las manos me temblaban. Me preocupaba demasiado quemar el globo, aunque al mismo tiempo me parecía hermoso verlo, el contraste que hacía el rojo anaranjado del fuego con el color violeta que comenzaba a tener el cielo.

– Hey, tranquila princesita si sigues temblando te aseguro que lo quemarás – di un brinco de sorpresa. En algún momento me concentré tanto en la vista que ni siquiera me di cuenta cuando ella se puso tras de mí. – Relájate, respira conmigo – susurró a mi oído, como si lo que estuviera diciendo fuera un secreto. Era difícil relajarse con su cuerpo tan cerca del mío. – Vamos… no te voy a comer – volvió a decir de la misma manera y sentí como un escalofrío recorría mi columna. Sin embargo, esta vez intenté relajarme. Cerré los ojos e inhalé. Olía a cítricos, tal vez limón. Y así, concentrándome sólo en su aroma comencé a respirar cada vez más lento y acompasado. – Bien, justo así – su voz volvió a acariciar mi oído, pero esta vez la sensación fue más relajante.

Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue sus manos sujetando las mías. Ni siquiera había notado en qué momento lo había hecho. Lentamente comencé a virar mi rostro, estaba tan cerca que no me costó mucho llegar a verla y rozar nuestras mejillas. “Sólo un poco más” pensé inevitablemente. Sentía la suavidad de sus labios cuando un tirón me despertó de mi ensoñación y me hizo regresar a realidad. – Cuidado – gritó alejándome de ella y jalando el globo hacia la azotea. Todo ocurrió demasiado rápido, el fuego, el jalón y por último el sonido del agua consumiendo las llamas. – Eso estuvo cerca – suspiró aliviada y me volteó a ver, pero yo no estaba ahí. Aquella situación más que espantarme me había hecho reflexionar. “Todo pasó demasiado rápido” pensé y entonces recordé algo. “Tal vez lo que pasa realmente es que te precipitas… siempre inicias muy rápido” Las palabras de Toño aun daban vueltas en mi mente.

– Entonces… ¿En qué estábamos? – se acercó peligrosamente a mí, pero antes de que pudiera tomar mi cintura me alejé de ella. – En que quemé un globo y que debería irme – sonreí, después de aquello en mi cabeza no podía hacer cómo si nada pasará. Ella me miró extrañada, como preguntándose si la había cagado en algo, no obstante, no hizo ningún comentario y sólo volvió a sonreír, de la misma manera que cuando se acercó a hablarme. – Entiendo – sonaba comprensiva, cualquier otra persona probablemente estaría molesta, pero ella no, ella era diferente… tal vez.

– ¿Pero al menos podría tener tu número? – me preguntó con esa confianza que, comienzo a pensar, la caracteriza. Lo dude un momento, por lo general no solía darle mi número a cualquiera, aunque debía admitir que ella se lo había ganado. – Mmmm… – me hice la difícil y su rostro se descompuso un instante.  – O… ¿Qué te parece si yo te doy el mío? – preguntó antes de que pudiera decir mi sí. “Tal vez es lo mejor” recapacité. – Me parece bien, yo te llamo – aseguré y ella sonrió aún más, con rapidez sacó su teléfono del pantalón y, con una pluma que había sacado de quién sabe dónde, escribió su número en mi antebrazo, junto con un dibujo de una luna y una leyenda.

“Llámame cuando quieras que te rescate, princesa”

Eso me hizo reír, Pau era demasiado cursi – ¡Qué cursi! – no me quedé con las ganas de decirlo. – Calla, lo cursi es lo mejor – aseguró con confianza. – En verdad sigues siendo una niña – le dije y ella me sacó la lengua. Sí, en definitiva, era una niña. – Adiós niña – me despedí. – Adiós princesa – hizo una reverencia la muy payasa y me aleje para bajar por las escaleras, cuando su gritó me detuvo. – Espera – volteé, entonces ella jaló de mi mano y, sin más, me plantó un beso en los labios. – Ahora sí, adiós princesa – me guiño un ojo, pensé si decirle algo, pero decidí dejar aquel cierre perfecto y bajé por las escaleras. “No puedo esperar por llamarla”.

Notas finales:

No olviden dejar un comentario si les gustó o tienen alguna sugerencia. Estoy pensando cómo seguir con esta  historia al igual que la otra que tengo, pero la universidad consume mucho tiempo. Así que espero no tardar demasiado. 


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