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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

Kageyama se encontraba preparando la cena, en tanto esperaba que llegaran su hermana -quien aprovechó a realizar unos trámites antes de volver a viajar- y su pareja -quien no tardaría de llegar de su práctica de volley-. Justo ese día se había cancelado su entrenamiento por mantenciones en el gimnasio de Karasuno. A diferencia de otras oportunidades, no se sintió frustrado por no poder practicar, sino que decidió simplemente ir a su casa y preparar la cena más temprano de lo usual para recibirlos, ya que su hermana prefería ir a dormir temprano porque su próximo viaje era en la madrugada. Mientras se encontraba en ello, escucha el timbre de la casa. Le da un pequeño vistazo a lo que tiene en el fuego para luego ir aceleradamente a abrir la puerta.

“Hola, Oikawa-san.” Después de eso, rápidamente fue devuelta a la cocina.

“Hola, ¿qué preparas?” Dijo el castaño mientras cerraba la puerta y seguía al otro muchacho.

“Katsudon.” El pelinegro respondió vigilando una olla donde preparaba el arroz. Tooru abrazó la cintura del menor por detrás para luego apoyar su mentón sobre su hombro.

“Mmm… Qué rico…”

“Oye, si no me vas a ayudar, mínimo no estorbes.” Sin embargo, el mayor no se movió de su lugar. “En serio, tengo que cocinar esto.”

“Sí, tú cocina no más.” Dijo mientras aligeraba un poco el agarre para darle más libertad de movimiento, y el otro bajaba la potencia del fuego.

“Y recuerda que hoy cenaremos con mi hermana y tendrás que irte temprano…”

“Lo sé… Es una suerte que el gimnasio de Karasuno esté en mantenimiento hoy. Necesitaba verte.” Y dicho esto, intentó nuevamente de abrazar al pelinegro, quien lanzó un suspiro agotado y se volteó a observar a su pareja.

“Eres tan molesto.” Kageyama murmuró haciendo una mueca. Oikawa tomó la cintura del otro y lo elevó lo suficiente para hacer que se sentara sobre la encimera libre más cercana. “¿Qué haces?” Preguntó confundido. En lugar de responder, el castaño lo besó mientras acariciaba sus muslos a través de la ropa. “Eres tan pervertido…” Alcanzó a decir antes de que su boca fuese asaltada nuevamente. A Oikawa le causaba gracia como a pesar de usar ese tipo de frases, Tobio abrazaba su cuello y no hacía esfuerzo alguno por detenerlo. El beso pasó de ser juguetón a ser lento y profundo. Tooru movió una de sus manos hacia la parte posterior del cuello del pelinegro para acercarlo aún más y…

“¡Tobioooo! ¡Llegué!” El grito de la Kageyama mayor al entrar al hogar sobresaltó a los dos muchachos, quienes rompieron el contacto instantáneamente. Oikawa alcanzó a ayudar al otro a bajar de la encimera antes que la mujer apareciera por la cocina. “Ah, hola, Oikawa-kun. ¿Te quedas a cenar?”

“Sí… si no es inconveniente, claro.”

“No, por supuesto que no.” Dijo ella con una sutil sonrisa. “Iré a dejar mis cosas y a lavarme las manos. Vuelvo en un momento.” Miwa salió de la cocina, dejando un incómodo silencio detrás.

“Eso estuvo cerca…” Comentó de repente divertido el castaño, hallándole cierta gracia al asunto, mientras su pareja lo fulminaba con la mirada.

“¿Te parece?” Kageyama le replicó con sorna. Después de calmarse, fue a lavarse las manos al lavaplatos y luego pasó un paño por la encimera. Sobre la mesa, envuelto en plástico, estaban los trozos de cerdo que había cortado hace un rato, y con velocidad preparó la mezcla de huevo y agua para empanizar cada trozo. Mientras trabajaba, el castaño decidió hablar.

“Tobio-chan, el domingo, ¿hay algo particular que se te antoje para la cena?”

“No. Escoge lo que quieras.” Le respondió concentrado en lo que hacía. Pasados un par de minutos, Miwa entró con ropa cómoda y hogareña a la cocina, dispuesta a ayudar en lo que quedase por hacer. Eso, hasta que vio al joven castaño, quien se mantenía viendo con una boba sonrisa a su hermano mientras cocinaba.

“¿Y este te ayuda en algo o solo se queda como tonto sin hacer nada?”

“Solo se queda como tonto ahí…” Respondió solemne el pelinegro sin levantar la vista.

“¡Oye!”

“Estorba menos así, de hecho…”

“¿¡Disculpa!?”

Miwa solo se carcajeó para luego seguir las instrucciones de su hermano, mientras Oikawa se sentía tanto humillado como ofendido. Después de preparar la comida, cenaron de forma amena en el comedor mientras conversaban. Más que nada, la mujer y el castaño hablaban, y el menor respondía o acotaba cosas de vez en cuando. Luego de eso, limpiaron y ordenaron todo en la cocina, para que luego la visita tomara su bolso para marcharse a su casa.

“Adios, Tobio-chan. Nos vemos el domingo.”

“Nos vemos.” Y con ello, Tooru se acercó a darle un suave y casto beso en los labios. Finalmente, el castaño abrió la puerta y se retiró de ahí. Kageyama puso luego el seguro en la puerta principal, sin notar una mirada fija sobre él.

“Así que… ¿‘Tobio-chan’?” Escuchó decir a su hermana divertida, haciéndolo sonrojar. “¿Es idea mía o a Oikawa-kun le emociona mucho verte el domingo?”

“Es que cumplimos un mes ese día.” El joven le explicó, aun algo confundido con la importancia del día.

“¿En serio? Wow, ¿y qué harán?” Miwa decía mientras se le acercaba dando saltitos.

¿La gente de verdad celebra estas cosas?’ Pensó intrigado. “Creo que dijo que iríamos a cenar a alguna parte.”

“¡Genial! ¿Le tienes un regalo?”

“¿Debería tenerle uno?”

“No sé… si quieres, supongo.” La mujer lo quedó mirando algo incrédula por la poca pasión en la respuesta del joven. “¿Por qué parece que no te importa mucho?”

“Es que no le veo lo especial, y no entiendo bien por qué a Oikawa-san le importa tanto.” Respondió mirando hacia el suelo, mientras Miwa sonreía con resignación.

“Para mí, Oikawa-kun solo quiere demostrarte lo feliz que está por un mes estando juntos. No tienes que sobreanalizarlo.”

“Bien. Entonces… tal vez deba comprarle algo…” Kageyama dijo inseguro.

“Tal vez. Pero lo importante es como te vestirás para salir con él. ¿Qué piensas usar?” Ante la pregunta emocionada de la mujer, el pelinegro abrió mucho los ojos y se miró.

“Algo como esto…” Señaló apuntando las prendas que llevaba puestas. El joven se sorprendió cuando su hermana puso una expresión de horror en su rostro.

“Tobio… eso es un buzo…” Le dijo ella en un tono grave. “Y ni siquiera uno muy bonito…”

“¿Sería mejor usar los shorts azules?”

“¡No puedes ir con ropa deportiva a una cita!” Luego se tomó el puente de la nariz, lanzando un gruñido frustrado. “Anda por tus cosas, vamos a salir de compras.”

“Pero creí que querías descansar porque tienes que viajar mañana temprano.”

“Esto es una emergencia.”

Así salieron de la casa y partieron al sector de multitiendas. Miwa veía las vitrinas, buscando una tienda de ropa masculina, mientras Tobio caminaba aburrido con sus manos en los bolsillos.

Esto es ridículo…’ Pensaba el estudiante con recelo, hasta que algo en una tienda llamó su atención. Se acercó a la vitrina y su hermana, que se fijó en su repentino interés, lo siguió.

“Tobio, no más ropa deportiva.” Le regañó ella, pero el menor la ignoró completamente.

“¿Crees que a Oikawa-san le quede bien algo como eso?” El joven dijo, con un brillo particular en sus ojos, señalando uno de los artículos de la vitrina. Miwa lo quedó viendo un momento.

“Pues… Supongo que sí. ¿Crees que le guste?”

“Sí. Es de su color favorito y práctico para entrenar.” Murmuró el pelinegro casi con fascinación. La mujer lanzó una risa mientras negaba con la cabeza, y luego tomó la muñeca de su hermano para entrar a la tienda.

“Anda y cómpraselo para poder ir a ver ropa decente para ti de una vez.”

--

Finalmente llegó el domingo. Oikawa hizo reservaciones en un restaurante de ambiente familiar, considerando que su pareja se sentiría más cómoda así. Le mensajeó un punto de reunión, con la intención de caminar y pasear un poco antes de llevarlo a comer. Así que ahí se encontraba él… En el punto acordado esperando que llegara Kageyama. Alternaba entre ver a su alrededor y ver su celular por si debía darle indicaciones al pelinegro.

Ojalá le guste el restaurante…’ Pensó con un poco de nerviosismo. Sacó su celular para revisar la hora… 16.41 hrs. Justo cuando tenía su vista en el aparato, escuchó que alguien lo llamaba.

“Oikawa-san.” El aludido levantó la mirada sabiendo que se trataba de su pareja.

“Ah, al fin llegas, To-” Pero quedó a media frase cuando se fijó en él. El pelinegro estaba vestido de forma casual, con jeans negros y un chaleco gris delgado con un cuello en v; las prendas se entallaban perfectamente a su musculoso cuerpo. Parecía que el chico se había vestido especialmente para encontrarse con él, y eso lo tenía tanto cautivado como confundido. El mayor quedó tanto tiempo mirándolo de pies a cabeza, que Kageyama se comenzó a poner nervioso.

“Emm… ¿Todo bien, Oikawa-san?” La voz del chico llamó la atención del mayor.

“Sí, vamos.” Dijo para luego comenzar a caminar en dirección a un parque por ahí cerca. Mientras caminaban, empezó a notar que estaba atrayendo la atención más de lo normal; tanto que le estaba resultando difícil ignorarlo. Sin embargo, al poco rato, se dio cuenta que no era él precisamente quien se ganaba la mirada de la gente en la calle, sino Tobio. El tema es que no solo atraía la atención de mujeres -que era a la que él estaba acostumbrado-, también atraía la de algunos hombres, y eso no le estaba gustando. Por su parte, el pelinegro sentía alguna de las miradas, pero no le dio mucha importancia ya que sabía que su pareja tenía ese efecto en la gente. A medida que seguían, Oikawa continuaba sintiendo las miradas poco inocentes de algunas personas, por lo que deslizó su brazo por la espalda del menor hasta su hombro y lo atrajo a él. Kageyama miró la mano sobre su hombro y luego volteó a ver al castaño, preguntándole tácitamente qué ocurría. Al no recibir respuesta, intentó ser más directo.

“¿Pasa algo?”

“No, nada.” Tooru permaneció en silencio un rato. “No sabía que tenías ropa como esa…”

“Mi hermana me la compró. Dijo que no podía usar ropa deportiva para salir contigo.” Se miró para luego volver a ver al castaño. “Miwa dijo que me veía bien.”

“Sí, tal vez demasiado bien.” Refunfuñó Oikawa sintiendo un tick en su ojo izquierdo.

“¿…Qué…?”

“N-nada, cosas mías…”

Después de eso, el castaño logró pasar por alto la atención y comenzó a disfrutar de la cita. Caminaron por un parque tranquilamente gozando del clima y la luminosidad de la tarde, para después ir a una pequeña feria de juegos. Fue el castaño quien se emocionó por entrar ahí y acarreó al otro. Sin embargo, el instinto competitivo de Kageyama se hizo presente y estuvieron probando distintos juegos para establecer quien era el mejor. Corrían de un lado a otro, mientras se retaban, y se reían entre ellos. Ya cuando se dieron cuenta que habían pasado mucho tiempo ahí, decidieron ir al restaurante.

“Buenas tardes, ¿tienen reservación?” Preguntó amablemente la anfitriona del lugar.

“Sí, a nombre de Oikawa Tooru.” El pelinegro veía con cierta admiración como su pareja se desenvolvía y tenía esa aura de confianza a su alrededor cuando hablaba con extraños.

“Ah, aquí está. Síganme por favor.” La mujer tomó dos menús antes de comenzar a caminar. Los jóvenes fueron ubicados en un lugar cerca de la ventana. “¿Esta mesa es de su agrado?”

“Sí, muchas gracias.” El castaño respondió mientras se sentaba y le hacía señas al otro para que lo imitara. Ella les entregó las cartas e hizo una pequeña reverencia para luego retirarse. Se quedaron revisando las cartas en silencio, hasta que el castaño habló.

“Oye, Tobio-chan, ¿quieres compartir esto?” Dijo mostrándole el plato en el listado.

“¿Tabla mix para dos personas?” El mayor asintió. “¿Qué es eso?”

“Varios trozos de distintos quesos, jamones, aceitunas…”

“Bueno, por mí bien.”

De esa forma, continuaron su velada, mientras de vez en cuando Oikawa molestaba al pelinegro intentando darle comida en la boca, y Kageyama le reclamaba avergonzado. Ya habiendo pedido el postre, unos trozos de torta, seguían conversando de cosas triviales. De tanto en tanto, el castaño descubría a su pareja mirando su torta con interés.

“Tobio-chan, ¿quieres probar?” Oikawa le ofreció acercándole el plato. Pudo ver como los ojos del menor comenzaron a brillar viendo el postre a su alcance, y tomó un bocado. “¿Cómo está?”

“Muy bueno.” Luego se quedó callado mientras se debatía por algo, hasta que también puso su pedazo de torta en el centro de la mesa. “Saca… si quieres…” Murmuró, para luego seguir comiendo. Tooru rio para sí mismo.

Eres demasiado tierno, Tobio-chan…

“Emmm… Oikawa-san…” El menor atrajo su atención mientras sacaba del bolso que traía una delgada caja blanca con un lazo. Estaba sonrojado y, aunque dudó un momento, terminó entregándole la caja. “Toma.” Susurró avergonzado sin mirarlo. El capitán lo miró algo sorprendido, pero rápidamente tomó el regalo, curioso por lo que sería. Cuando lo abrió, se encontró con una polera de microfibra sin mangas color azul verde con algunas sutiles franjas blancas. “¿Te gusta?” Oikawa sonrió tomando su mano para besarla.

“Sí. Muchas gracias, Tobio-chan.”

Después de eso, pagaron y partieron ya a oscuras a la casa del pelinegro. No fue hasta que Kageyama quitó el seguro de la puerta y entraron que la tranquila velada dejó de ser tan tranquila. Una vez que la puerta se cerró, Oikawa presionó al menor contra la pared y lo comenzó a besar de forma hambrienta.

“Es-espera un poco…” Logró decir Tobio, intentando sujetarse del otro para seguir de pie.

“Dime que tu hermana no está.” Susurró el castaño cerca de su oído.

“No, se fue de viaje ayer en la mañana.”

“Excelente.” Dicho eso, lo siguió besando con intensidad. El pelinegro, que ya sentía las piernas como gelatina, se abrazó con fuerza al mayor.

“Vamos a la pieza.” Le pidió recuperando el aliento.

“Como desees…” Oikawa alzó a Kageyama, lo puso sobre su hombro y partió a la habitación.

“¡Oye, bájame!” Una vez que llegaron a la cama, el castaño le obedeció y se ubicó sobre él.

“Te ves realmente bien con esa ropa…” El pelinegro sintió que su cara comenzaba a arder. Oikawa, más por el calor del momento que por un acto consciente, se quitó su camisa, tirándola junto a la cama. Al ver su torso desnudo, Kageyama se le quedó viendo impresionado. Así, antes de que pudiese preguntarle algo al mayor, este solo lo continuó besando. El pelinegro comenzó a deslizar sus manos por la espalda del otro. Sus cuerpos estaban pegados mientras se besaban, y sus movimientos generaban una cierta fricción, algo que le hacía pensar a Tobio como se sentiría ese contacto sin la tela de por medio. Por esa razón, se detuvo y empujó suavemente a su pareja, quien se levantó con un gesto interrogante. “¿Prefieres que nos detengamos?” Pero no recibió respuesta; en su lugar vio que Kageyama se quitaba el chaleco y la polera que llevaba puestos de una sola vez para tirarlos más allá.

“Ahora sí…” Murmuró sentándose para quedar frente al otro joven. Deslizó delicadamente las yemas de los dedos sobre los pectorales del castaño, sin quitar su vista de donde estaba tocando. Oikawa, habiendo superado la leve sorpresa por sus acciones, también se sentó en la cama y acercó a Kageyama abrazándolo de su cintura.

“No seas tímido, Tobio-chan.” El pelinegro sintió como sus vientres se tocaban directamente.

Más… más…’ Pensó rodeándolo con sus brazos, intentando llegar con las manos a los hombros del más alto para juntar sus bustos. Tobio podía sentir los latidos del corazón del mayor. Era fascinante. Sus rostros estaban a pocos centímetros, lo que aprovechó Oikawa para seguir besándolo. Ambos sentían que sus cuerpos se calentaban más y más, haciendo que el contacto se hiciese más desesperado. Sus pelvis estaban tan cerca que las crecientes erecciones de ellos chocaban. La respiración de Kageyama se comenzó a descontrolar, por lo que rompió el beso para respirar con dificultad tomando bocanadas de aire mientras el castaño le daba besitos en su mejilla y mandíbula.

“¿Estás bien ahí?” Le dijo algo divertido Oikawa.

“S-sí… Sí…” Logró responder, aun intentando recuperar el aliento. “Se siente tan bien…” Tobio susurró sin pensar para luego volver a besarlo en la boca con impaciencia, moviéndose a propósito de arriba abajo con la intención de sentir más fricción contra el cuerpo del otro.

“Tobio, si sigues haciendo eso, terminaré explotando.” Le advirtió con gracia, aunque lo decía totalmente en serio.

“¿N-no te gusta?”

“Me gusta demasiado, ese es el problema.” El pelinegro lo quedó mirando sin comprender muy bien al inicio. Hasta que abrió los ojos y se detuvo, soltando el agarre con sus brazos. Se vio algo nervioso antes de hablar.

“Oikawa-san, ¿tú me quieres?”

“Te adoro, Tobio-chan.” El pelinegro reprimió una sonrisa ansiosa mientras apretaba los labios ante las palabras dulces de su pareja.

“¿Te gustaría…?” Comenzó algo indeciso. “¿Te gustaría que terminemos juntos?” Dijo indicando hacia sus partes bajas. “Es que también siento que voy a explotar.” Le murmuró avergonzado con su cara totalmente roja.

“Tú dices… ¿Así tal cual? ¿Con ropa…?”

“Sí, solo un poco más, por favor.” Oikawa rio nervioso ante el tono ligeramente desesperado del pelinegro.

Esta es una faceta nueva de Tobio-chan.’ Pensó el castaño, abriendo el cierre de sus pantalones para dejar al descubierto la tela de su boxer. Kageyama lo imitó para después volver a abrazar al mayor. Al tener menos interferencias entre sus erecciones, el pelinegro lanzó un gemido al solo juntarse. Oikawa se sentía complacido al oír los gemidos de placer de su pareja y puso sus manos sobre las caderas de este para moverlo y presionarlo más a él. Entre el contacto en esa zona tan sensible, la respiración agitada del otro y el vaivén insistente, el castaño estaba cada vez más cerca de terminar. “¿Así está bien?” Preguntó, aun sabiendo la respuesta.

“¡Sí!” El pelinegro soltó casi en un gruñido sin dejar de moverse. Al poco rato, ya sintiendo que se acercaba el cúlmine, Kageyama enterró sus uñas en la espalda de Oikawa, quien reprimió el dolor para también poder llegar al apogeo de su satisfacción. Ambos acabaron, y mientras seguían corriéndose, se abrazaban con fuerza. Luego de unos minutos en los que se relajaban, se miraron respirando pesadamente.

“Tobio, ¿y tú? ¿Me quieres?” Con su rostro cansado, sonrojado y sudoroso, Kageyama sonrió débilmente y asintió. Después de eso, se intentó acurrucar en el pecho del castaño.

“Te quiero, Oikawa-san.”

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar, sobre todo en este capítulo, jeje.

¡Muchas gracias por la oportunidad!


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