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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

Sugawara y Hinata miraban con intriga al miembro más joven de Karasuno. Ese lunes ambos notaron que había algo extraño en él. Lucía algo nervioso, pero al mismo tiempo callado y pensativo. Tal vez algunos otros miembros del equipo notaron algo callado al joven, pero no les llamó tanto la atención y terminaron ignorándolo fácilmente. Sin embargo, ver a los dos muchachos mirando intensamente al pelinegro era algo muy difícil de ignorar.

“Suga, ¿qué pasa?” Le preguntó Daichi en confidencia. “Hace rato que no le quitas los ojos de encima a Kageyama.”

“¿No te parece que Kageyama está demasiado… reflexivo el día de hoy?”

“No… ¿a ti sí?” El vice capitán miró de nuevo al pelinegro, para después soltar un suspiro agotado.

“Tal vez solo estoy imaginando cosas.”

Al otro lado del gimnasio, ocurría una escena similar.

“Oye, enano, ¿podrías ser más sutil con tu enamoramiento por el Rey?” Replicó un aburrido Tsukishima, mientras Yamaguchi reía a su lado. Hinata decidió simplemente ignorar el comentario.

“Kageyama tiene algo raro…” Dijo el pelinaranja con la vista fija en el aludido.

“¿Algo como qué?” Noya preguntó, acercándose junto a Tanaka.

“No sé… como que está más tranquilo, pero no se ve como si realmente estuviese tranquilo.” Todos los oyentes lo miraron con el ceño fruncido.

“Obviamente tus explicaciones tenían que ser tan estúpidas como tú…” Murmuró el rubio.

“Tal vez solo tiene sueño…” Nishinoya propuso alzando sus hombros.

“Yo lo veo igual de amargado que cualquier otro día.” Dijo el otro de segundo.

Él sí está raro… estoy seguro.’ Hinata pensó con determinación, resuelto a investigar sobre la causa. Por lo que una vez en la sala del club, cuando todos los estudiantes se cambiaban para ir a sus hogares, el pelinaranja intentó conseguir un momento a solas con el muchacho. “Oye, Kageyama, ¿vamos al parque hoy?”

“Ok.”

Salieron del lugar, y al instante Kageyama sacó su celular para escribir un mensaje. A Hinata no le hubiese parecido extraño de no ser porque oía como el celular sonaba, indicando un mensaje nuevo, y su compañero seguía escribiendo.

“¿Con quién hablas tanto?” Preguntó el pelinaranja haciendo el ademán de querer ver la pantalla de su celular. Pero rápidamente, el pelinegro escondió el teléfono fuera de su alcance mientras se sonrojaba.

“No seas tan metiche, idiota.”

“Ay, vamos, se supone que somos amigos.”

“¿Y eso qué?”

“Pues, que los amigos se cuentan las cosas, confían el uno en el otro…” Le explicó Hinata haciendo un puchero. “¿O no confías en mí?”

“No es eso…” Kageyama dijo incómodo.

“Además, estás muy raro hoy…” El más bajo, al ver que su amigo se reusaba a hablar, lanzó un suspiro resignado. “Mira, solo quiero saber si estás bien y si hay algo en lo que te pueda ayudar, ¿ok?”

“Estoy bien.” Hinata lo quedó mirando con sospecha un momento.

“Vale, te creo.” Sin embargo, su tono no era convincente, y el pelinegro se comenzó a sentir culpable. Rodó los ojos antes de responderle.

“Han ocurrido algunas cosas, pero no quiero hablar de eso ahora.” Ante la declaración de Tobio, el pelinaranja alzó las cejas extremadamente curioso.

“¿Y por qué no? ¿Es algo malo?”

“No, no es malo. Es… personal.”

“Pero está todo bien, ¿cierto?” Confirmó el más bajo, bastante más tranquilo.

“Sí, solo no creo que deba hablar sobre eso…por ahora…”

“Ok. Supongo que está bien.” Expresó con más convicción esta vez Hinata. “Bueno, cuando estés listo para contarlo, aquí estaré.” Finalizó con una sonrisa, palmeándole la espalda. Así, Kageyama también se tranquilizó.

“Por supuesto, con lo chismoso que eres…” El pelinegro dijo con la clara intención de molestarlo.

“¡No lo soy!”

Se dedicaron el resto de la tarde a jugar. Kageyama lo regañaba cuando no alcanzaba los pases o no podía hacer los recibimientos, pero intentaba corregirlo para que mejorase su técnica. Finalmente se despidieron y cada uno se fue a su casa. Sin embargo, la conversación que tuvo con Hinata dejó reflexionando al pelinegro por los próximos días. Por eso, cuando se volvió a ver con su pareja le comentó lo que había estado rondando por su cabeza durante una cena en casa del menor.

“Oikawa-san, nosotros no estamos haciendo algo malo, ¿cierto?” La pregunta descolocó un poco a Tooru, quien atinó a verlo extrañado.

“No, ¿por qué me preguntas eso?”

“Hace tiempo, Hinata me dijo que había notado que algo me pasaba, y hace poco me comentó que los amigos se confían las cosas. Me puse a pensar si tal vez debería contarle sobre todo esto.” Oikawa asintió con la cabeza lentamente. No sabía que debía decir exactamente al respecto, ya que no pensó que su pareja tuviese la necesidad de contarle sobre su relación a nadie más que a su hermana, y él mismo le había dicho que aun prefería mantenerlo secreto.

“¿Quieres contarle?”

“La verdad, no.” Si antes no estaba contrariado, ahora definitivamente lo estaba.

“¿Entonces por qué tendrías que contarle?”

“Porque es mi amigo… creo… ¿No es así como funciona eso?”

“Si no quieres, no tienes por qué hacerlo. No estás obligado a contarle todas tus cosas privadas solo porque sean amigos. Al menos, eso pienso.”

“Ah…” Fue la respuesta del pelinegro, quien dio por terminada la conversación y se dispuso a seguir comiendo. Honestamente, el castaño se sentía aliviado que su pareja no quisiera comentarles a sus compañeros sobre su relación con él. Sabía que en el momento en que eso ocurriera, era muy probable que no entendieran la situación; eso sin mencionar que sería mucho más probable que Iwaizumi se enterase, y él quería seguir viviendo varios años más. Tendría que hallar la manera de contarles para que las cosas no se malinterpreten, pero por lo pronto estaba satisfecho con la situación actual. “Oikawa-san, ¿te quedas esta noche?”

“Lo lamento, pero debo ir a casa hoy.”

“Ah, bueno…” Murmuró el menor con un dejo de decepción.

“Pero mañana sí me quedo. Además, aún tenemos tiempo ahora antes que me vaya.” Oikawa dijo sugerentemente. Luego, se levantó y comenzó a juntar los platos ya vacíos. “Terminemos de ordenar aquí, y luego-”

“Deja eso.” Ordenó Kageyama poniéndose de pie, mientras el castaño lo miraba con sorpresa. “Después limpio, cuando te hayas ido.”

“Pero-” Fue interrumpido por un suave y tímido beso sobre sus labios. El pelinegro se sujetaba de su polera a la altura de su abdomen, apretando la prenda con los puños. Oikawa instintivamente atrajo el cuerpo del otro abrazando su cintura e intensificó el beso. “Ok, tú ganas…” Movió algunas cosas sobre la mesa y alzó al pelinegro para sentarlo sobre ella para seguir besándolo. Kageyama atrapó sus caderas con las piernas, y comenzó a deslizar sus manos de arriba a abajo sobre el torso del mayor. ‘¿Es idea mía… o Tobio está más atrevido que otras veces?’ Pensó con cierta sorpresa.

“¿Vamos arriba?” Susurró el pelinegro mientras le daba besitos cerca de su oreja.

Ok, definitivamente está más atrevido…’ Se estaba sintiendo realmente excitado con las acciones de su pareja. “Agárrate fuerte, Tobio-chan.” Dijo mientras guiaba los brazos de Kageyama hacia su cuello para luego abrazarlo firmemente de la cintura y comenzar a caminar en dirección a la habitación del otro. El pelinegro lanzó un pequeño grito y solo atinó a sostenerse del cuerpo de Oikawa con fuerza usando tanto sus piernas como sus brazos. Al llegar a la habitación, cayeron pesadamente sobre la cama justo después de que el castaño se tropezara, y ambos rieron con suavidad. “Deberías reír más, Tobio… Te ves tan lindo cuando lo haces.”

“Sí, claro…” Replicó sarcástico Kageyama rodando los ojos. Oikawa le sacó su polera y luego se sacó la suya rápidamente para luego continuar besándole el cuello. “¿Oikawa-san? ¿Podrías-?”

“A la orden.” El castaño respondió antes de que el otro pudiera terminar la frase, sabiendo que le pediría que redujera la velocidad de las caricias. “Tobio, ¿me llamarías por mi nombre?” Preguntó mientras continuaba dejando besitos fugaces en su cuerpo.

“¿Ah?”

“¿Por qué no me dices ‘Tooru’? Realmente me gustaría eso, al menos mientras estemos solos…”

“Ah… ¡Ah! Bueno, está bien…” El pelinegro hizo una pequeña pausa. “…T- Tooru.” Oikawa reprimió una risa, ya que parecía que al chico le presentaba esfuerzo decirlo. “Tal vez me cueste acostumbrarme.” Susurró Tobio demasiado serio, por lo que el castaño finalmente se carcajeó.

“Te quiero tanto, Tobio.”

“Yo también… Tooru.”

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias! :)


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