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Encrucijada. por NNK

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Capitulo X: Celos de hermano mayor.

 

Renato pateó a su contrincante en el cuello, lo tomó del brazo y lo votó al suelo. Sonrió victoriosa, se sonroja al escuchar los gritos de Camilo, estaba alegre de que sus compañeros estuvieran aquí para darle su apoyo, pero ¿Por qué no lo hacían en silencio? Observo de reojo a su compañero de clases, un poco nervioso, no estaba para nada acostumbrado a que lo vieran entrenar, pero también sentía un poco de alegría al estar acompañado.

Su vida había cambiado mucho en este mes, siempre se imaginó viviendo con Maximiliano y yendo a la escuela, pero jamás se imaginó hacer amigos, si es que a eso se le llamaba amistad. Ricardo no se había separado de su lado desde el primer día y Catalina le acompañaba todos los recreos y les presentaba sus amigos, que aún presentía que lo odiaban. Miró a Ricardo con una sonrisa burlesca, al ver cómo cubría su cara, pretendiendo que no conocía a Camilo, esos dos se llevaban perfectamente, como uña y mugre. Camilo era el desorden y Ricardo el orden, una combinación extremista, pero con la cual se divertía por igual. No cambiaria a ninguno, aun cuando le obligarán.

—Creo que es suficiente por hoy—anunció el entrenador con una sonrisa—Sigue así y tendrás el primer lugar en el torneo—ánimo con una sonrisa.

—Eso quiero, muchas gracias por prestarme a sus aprendices y su gimnasio—agradeció con una sonrisa amable.

—Gracias a ti, por aceptar el lugar—agradeció con una sonrisa—Ve con tus amigos.

Renato asintió con la cabeza y fue hacia ellos en busca de su bolso, se sonrojó cuando estos la felicitaron antes de que fuera a los baños a darse una ducha para ir a reunirse con Maximiliano y Alejandro en la fiesta a la que había asistido Felipe. Se baño, recordando los tres planes que había hecho su hermano menor para evitar la fiesta, los cuales fueron un fracaso total cuando Alejandro lo descubrió escribiéndolos en su cuaderno.

Una cosa que le había sorprendido de Maximiliano, era la confianza que tenía en Alejandro, a pesar de que se alejaba de ella, era la primera que llamaba ante cualquier problema que tuviera ella o Felipe. Dejó la ducha y se vistió con una sonrisa. Para volver a reencontrarse con sus amigos, quienes lo esperaban a las afueras del edificio.

— ¿Cuándo será el torneo de Karate?—preguntó Ricardo, poniéndose en medio de sus dos amigos.

—Según el e-mail, será dentro de tres semanas—contestó Renato con una sonrisa.

— ¿Debes sentirte muy nervioso?—preguntó Camilo, mirándolo.

—Un poco, no es un torneo donde gane un cinturón, pero sí que me ayudara en un futuro a obtener el último—confesó con una sonrisa—Estoy más nervioso de perderme en la ciudad, que ganar el concurso.

— ¿Aún te pierdes en la ciudad?—preguntó Ricardo, preocupado.

—A veces, aunque debido a la llegada de mi hermano, estoy saliendo mucho más en la tarde y ya no es tanto, pero solo conozco pocos lugares—comentó un poco incómodo.

— ¿Y cómo lo vas a hacer para ir al torneo?—preguntó Camilo preocupado—Si quieres podemos llevarte con Ricardo.

—No se preocupen, mi primo Maximiliano dijo que me llevaría de ida y vuelta, prometo traerles un regalo—prometió Renato, sonriendo.

—Genial, así me siento más tranquilo—murmuró Ricardo, sorprendiendo a Camilo y Renato.

— ¿Por qué dices eso?—preguntó Renato, curioso.

—Es que siendo nuevo en la ciudad, es normal que te pierdas, pero a veces es peligroso que lo hagas, uno no conoce lo que la gente puede hacer—confesó, preocupado.

—No te pongas así de desconfiado, que Renato comenzará a tener miedo de salir—comentó Camilo, deteniéndose en el cruce—Creo que aquí nos despedimos, nos vemos mañana en la escuela.

Catalina se despidió de ambos con un beso en la mejilla, antes de cruzar la calle corriendo para poder llegar a su casa. Renato se despidió, moviendo su mano, miró su reloj de muñeca, ya estaba ansiosa de volver a ver a su hermano y robarle algunos dulces de los que les habían obsequiado.

Ricardo se sintió nervioso, cuando se vio solo con Renato, su corazón le palpitaba a mil por hora, estaba asustado de que ella pudiera escucharlo. Rozo su mano con la de ella, viendo como Renato, seguía su camino como si no hubiera ocurrido nada. Mordió su labio y se atrevió a tomar su mano, miró de reojo a Renato, sonriendo cuando está apretó su mano sin mirarle.

—No hables, vas a arruinar el momento—advirtió, desviando su vista sonrojada.

Renato sonrió cuando Ricardo obedeció, disfrutando en silencio de la calidez que emanaba de la mano de su amigo, tuvo mucho más miedo de observarle a los ojos y no encontrar en sus ojos que sus sentimientos eran correspondidos, así que se negó a mirarlo. Ricardo apretó su mano, aterrado de que él se alejara de su lado. Se mantuvieron así los veinte minutos que duró su caminata, entraron en recreativos, aún tomados de la mano. Renato pensó que iba a soltar su mano al llegar, pero se sorprendió cuando este le llevo a un rincón del local, lejos de todos los mirones.

Maximiliano se encontraba jugando con Felipe en uno de los juegos, su rostro cambio de uno alegre a extraño, al ver que Renato llegaba de la mano con Ricardo, para después transformarla a una enojada, cuando estos se alejaron de todos en un rincón.

—Alejandro ¿Puedes seguir matando zombis con Felipe?—preguntó Maximiliano molesto—Tengo que solucionar algo.

—No lo regañes, averigua primero—advirtió Alejandro con precaución.

—Eso depende, de si me dice la verdad o me lanza una mentira—reclamó Maximiliano, celoso.

Maximiliano camino rápido hacia donde los vio desaparecer, se acercó viendo como Renato miraba atenta a Ricardo mientras reía, sintió su sangre hervir, mordió su labio con fuerza. Ese niñato de pacotilla, se las iba a pagar, si se propasaba con su primo y se iba a asegurar, en nombre de su apellido y de su sangre, prometía que se iba a arrepentir para siempre de haber pensado en acercarse a él. Abrió sus ojos y dirigió una mirada de pocos amigos a Ricardo, viendo como el chico trataba de mirar para todos lados con tal de evitarlo. Renato vio a su primo con molestia, ganándose una mirada de enojo puro hacia su persona.

—Creo que confundiste a tu hermana menor con mi primo—comentó con ironía, viendo que estos aún no soltaban sus manos—Suéltale la mano o juro que te lanzaré del octavo piso y prometo que no me importara si mueres, si de todos modos los cementerios necesitan cadáveres para poder cobrarle a la gente—amenazó, viendo que Ricardo soltaba la mano de Renato, mirándole con súplica.

—Yo iré a jugar con mi hermana, nos vemos en la noche Renato—comentó con una sonrisa alegre.

 — ¿En la noche?—preguntó Maximiliano, mirando a Renato con enojo.

—Siempre hablamos por celular y bájale a tus celos o seré yo la que no me arrepienta de entregarte al cementerio como un cadáver—advirtió Renato con enfado.

—Te recuerdo que el trato de venir a vivir conmigo, era para estudiar y enfocarte en tus torneos o ¿Quieres que te devuelva al hogar de menores?—preguntó, viendo que Renato le miraba sorprendido.

Maximiliano se arrepintió en el momento que vio el cambio de expresión en el rostro de su prima. Una vez más la había embarrado.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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