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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XIX: La propuesta.

 

Maximiliano suspiro por quinta vez acostado en su cama, su cita de anoche con Alejandro había salido relativamente bien, ambos habian disfrutado de la compañía del otro y también la película, no había tenido la oportunidad de besarlo, debido a que su anterior amante no había dejado de mirarlos. Sonrió, debía reconocer que disfruto mucho de molestar a ese tipejo. Pero, ahora tenía un problema, no había tenido oportunidad alguna de besar a Alejandro, ni mucho menos de pedirle ser su novio.

Se incorporo de la cama, totalmente frustrado. Le quedaban esas dos cosas pendientes, tenía a Alejandro en el comedor, haciendo el almuerzo para la familia, solo necesitaba el valor suficiente para salir de su cuarto y enfrentarlo. Fue hacia la puerta, pero detuvo su mano cuando toco la perrilla. Era un cobarde.

Se quedo en la puerta por unos minutos ¿Qué era lo que realmente quería con Alejandro? No tenía ni idea, solo podía asegurar una sola cosa, no quería dañarlo, ni mucho menos que se alejaran por falta de comunicación como ocurrió hace dos años. Entonces si no quería nada de eso ¿Por qué seguía sintiendo miedo? Fácil, era simplemente un cobarde. Así no iba a llegar a ningún lado.

Se sobresalto cuando escucho pequeños golpes en la puerta, se sintió acorralado e incluso tuvo la iniciativa de mantenerse callado, para que Alejandro pensara que estaba durmiendo, pero su lengua fue más rápida que su pensamiento.

—Dime, Alejandro—Llevo una mano a su boca, viendo que su plan había fallado por completo.

—Maximiliano ¿Puedes ir a comprar algo para beber? Ya sea un jugo o una gaseosa, es para que tengan algo para no atragantarse—pidió Alejandro desde el otro lado de la puerta.

Maximiliano no lo resistió más y abrió la puerta. Alejandro se asustó, más cuando Maximiliano la acorralo a la pared, miró para ambos lados al sentirse intimidado, no estaba acostumbrado a la impulsividad de Maximiliano, aunque reconocía que no le tenía miedo. Sus ojos se encontraron, la mirada de Maximiliano era ansiosa y eso lo puso nervioso.

— ¿Qué ocurre?—Alejandro mantuvo la mirada, sintiendo miedo de la respuesta.

—Quiero preguntarte algo y quiero que seas sincero, como nunca lo fuiste cuando terminamos—exigió Maximiliano. Alejandro se sorprendió, trago saliva y Maximiliano lo noto.

—Está bien, pero primero devuélveme mi espacio personal—pidió nervioso.

Maximiliano retrocedió unos pasos, lo suficiente para que Alejandro vuelva a sentirse cómodo nuevamente, pensó por unos segundos que había sido un completo idiota. Pero, no se atrevió a moverse para que Alejandro tuviera el espacio para escapar, debía confesar sus sentimientos de una buena vez y tenía que ser ahora.

—Alejandro, se mi novio—dictamino, cerrando sus ojos.

Alejandro abrió sus ojos sorprendido, cuando Maximiliano lo tomó de los hombros y lo acorralo nuevamente a la pared, juntando sus labios con brusquedad. Cerró sus ojos y se dejo llevar, correspondiendo el beso. Maximiliano llevo sus manos a la cintura de Alejandro para profundizar el beso, sonrió dentro del beso, cuando Alejandro le abrazo por el cuello.

Se separaron en cuanto sintieron que la puerta del departamento se abría. Maximiliano y Alejandro se separaron, mirando a la puerta, Renato los observo con sorpresa. Alejandro lo miró asustado, al ver sangre en la ceja derecha de la chica. Renato aprovecho el momento de impacto y se fue a encerrar a su cuarto, antes de que ambos se fijaran en que se encontraba herido.

Puso cerrojo a su puerta y se asomó al espejo, viendo que la sangre en su ceja derecha estaba seca, paso su mano por su nariz, retirando la sangre que había en ella. Miró las toallitas húmedas encima de su escritorio y las utilizo para limpiarse, ya podría lanzarlas por la ventana para así eliminar cualquier evidencia.

Termino de limpiarse y las lanzo por la ventana, viendo como caían. Miró hacia la puerta, cuando escucho golpes venir de ella. Cerró sus ojos y se sintió extrañamente asustado ¿En qué momento había llegado a su cuarto?

— ¡Renato, abre a puerta!—exclamó Alejandro preocupado.

— ¡Haz caso, antes que la tire abajo!—Maximiliano, golpeo con fuerza, llamando la atención de su hermano menor.

Renato se asusto aún más cuando escucho los golpes en la puerta, se acercó al espejo y  se observo, su camisa blanca estaba manchada de sangre, tenía una ceja herida, el olor a sangre lo mareo, vomito manchando el suelo. Escucho como Maximiliano seguía aporreando la puerta con fuerza. Primero intento recordar que era lo que realmente había pasado, pero nada llegaba a su mente, así que no le quedo otra opción que pensar en una buena excusa para dejar a Alma y Maximiliano tranquilos.

—Dejen de golpear la puerta, estoy cambiándome—contesto con enojo. Se alivio cuando los golpes cesaron.

Fue hacía su armario, tomó una polera negra y un short, tiró su uniforme al armario y lo cerró ahora solo tendría que explicar su herida en la ceja y nada más. Abrió la puerta, y bajo la cabeza concentrándose en cambiarse los calcetines y las zapatillas. No quería mirar a los chicos a la cara, menos ahora que les había visto besarse, aunque siendo sincero se sentía muy feliz por ellos dos.

— ¿Estas herido?—preguntó Alejandro. Renato sintió como Alejandro se sentaba en su cama y le levantaba la mirada, observarlo con preocupación— ¿Qué paso?

Renato volvió a mirarse las zapatillas, mientras abrochaba sus cordones, Maximiliano carraspeó esperando una respuesta con impaciencia. Sonrió, tendría la excusa perfecta.

—Un hombre me lanzo un piropo que no me agrado y lo golpee, me empujo y me hice una herida, es solo eso—dio a conocer con descaro. Los miró a ambos para que no se tentaran a sospechar de él nuevamente.

—No puedes ser tan impulsivo tienes que tener cuidado—regaño Alejandro, sorprendiendo a Noelia y Maximiliano. — Ese hombre pudo hacerte más daño del que tienes ahora. No quiero que vuelvas a llegar a casa herido ¿Entendiste?

Maximiliano quiso intervenir, pero guardo silencio. Alejandro tenía toda la razón. Renato a veces era demasiado impulsivo y el hecho de que supiere defensa personal, no le daba el derecho a pelearse con quien le viniera en gana. Renato solo asintió con la cabeza ante el regaño, no quería llamar la atención de nadie más y además necesitaba lavar su camisa, llena de sangre.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente pubicación.


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