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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XXIV: Dos personalidades (Parte I)

 

Renato se subió al bus a las ocho de la mañana, se sentó en un asiento que estaba en la ventana, junto a Gabriel. Vio como Camilo se sentaba en la corrida de más adelante con Ricardo, su sonrisa era alegre y eso le agrado, así no iba a tener que aguantar sus miradas hacia su persona. Acomodo su cabeza en el hombro de Gabriel, sonriendo al sentir su perfume, Gabriel le abrazo por la cintura.

— ¿Aún te duele la cabeza?—Gabriel susurró a su oído.

—Un poco, pero ya me tomé algo para el dolor, no te preocupes—Renato le miró con una sonrisa.

—Entonces duerme un poco, yo te despierto en cuanto lleguemos al zoológico—comentó Gabriel, acomodándose para dormir también.

Renato asistió con una sonrisa y cerró sus ojos, cuando sintió que el bus se ponía en marcha. Hoy, gracias a que Camilo ganó su campeonato de fútbol, el curso completo se había ganado un paseo gratis con todo pagado al zoológico. El día anterior todo el curso felicito a Camilo y agradeció el paseo para darle una distracción de los exámenes que habían tenido. Se sintió un poco incómodo al ver la sonrisa de superioridad que Camilo le dedicó, mientras todo el curso le dedicaba su atención.

Se durmió sintiéndose cómoda, con Gabriel se sentía extrañamente protegido, Cuando sus miradas se cruzaron por primera vez cuando él fue a su primer torneo de Karate y lo vio jugando a la guerra con sus soldados de juguetes, se sintió cómodo con él. Sintió lo mismo cuando lo reconoció en el recreo de su primer día y fue feliz cuando se dio cuenta de que su amistad seguía como siempre.

Volvió a abrir sus ojos, cuando sintió que Gabriel se movía con cuidado, observo adormilado viendo que Ricardo le observaba con una sonrisa alegre, mientras que Camilo le dedicaba una mirada de odio puro. Guardó silencio y prefirió ignorarlo. Los cuatro bajaron y se unieron al grupo para escuchar al profesor.

— ¡Chicos! Nos juntaremos en  la fuente de agua para almorzar mientras pueden hacer cualquier cosa, solo no avergüencen a la escuela—murmuró con una sonrisa alegre.

Algunos chicos se rieron ante el comentario de su profesor, Renato no tenía muchas ganas de estar allí, le dolía la cabeza desde la mañana, su padre Guillermo no la había dejado dormir, primero por sus llamadas a sus amigos entre las dos y tres de la mañana, luego porque a las seis de la mañana se puso a hacer ejercicio que supuestamente, le ayuda a mantenerse en forma.

— ¿A dónde vamos?—Ricardo observo a sus amigos con una sonrisa

—Vamos al acuario—ánimo Camilo.

—Mejor vamos al sector de los animales nocturnos ¿Tú qué dices Renato?—preguntó Gabriel con una sonrisa alegre.

—Me gustan los dos lugares, pero quiero ver primero el acuario—comentó con una sonrisa. No tenía ánimos de pelear con Camilo.

Por unos segundos miró a sus compañeros, no pudo escuchar lo que decían, pero supuso que buscaban los lugares que visitarán porque Ricardo y Gabriel solo miraban con atención el mapa del zoológico. Se mareo, hace más de diez años que no se sentía de aquella forma. Sonrió, ocultando el dolor cuando Gabriel le tomó la mano para guiarlo por el lugar.

Escucho los gritos de los niños, eso lo ponía nervioso, trataba de encontrar el motivo por el cual tenía ese asqueroso presentimiento, pero por más que buscaba no lograba encontrar una respuesta lógica a ese sentimiento. El lugar estaba lleno de niños de primaria, todos reían, gritaban y eso no le gustaba nada.

Trato de volver a concentrarse en sus amigos, pero la cara de ninguno le causaba la mas mínima atención, Camilo le miraba con odio puro, estaba segura que la estaba maldiciendo, Ricardo con su cara de estúpido, que pretendía no entender nada, podría asegurar que sabía todo lo que ocurría, pero era tan cobarde que prefería ignorarlo todo. Gabriel solo le miraba comprensivo, ayudándola a defenderse de las dos artimañas.

Negó con la cabeza no podía estar pensando así de sus compañeros, observo los peces con una sonrisa, le gustaba el diseño de cada pez que pasaba en frente de sus ojos, pero los gritos de los niños le tenían sus nervios de punta, su cabeza le zumbaba como si su cerebro se estuviera partiendo por la mitad. Cerró sus ojos, suspirando para calmar el dolor.

 — ¿Renato te encuentras bien?—preguntó Ricardo, preocupado al ver que este se apoyaba en uno de los árboles del zoológico.

—Voy a ir al baño—habló mareado.

— ¿Quieres que te acompañe?—preguntó Ricardo preocupado.

—Estoy bien, solo necesito mojarme un poco la cara—explicó, caminando hacia el baño.

Camilo le miró con molestia al ver que había acaparado la atención de Ricardo, pero luego cambió su expresión a una de preocupación, Renato estaba muy pálido, se notaba que estaba tan enfermo como aquella vez que lo llevaron a su casa. Prefirió acompañarla al baño, no iba a dejar que su compañera se transformara en el centro de atención. Este viaje exigía cien por ciento su atención.

Renato entró al baño y se apoyó en el lavamanos, abrió la llave del agua. Se lavó la cara para mirarse al espejo, llevó su mano a su estomago al sentir náuseas, sentía que la cabeza le explotaría en cualquier momento, llevó sus manos a sus oídos al comenzar escuchar voces dentro de su cabeza. Miró por el espejo viendo a Camilo preocupado.

—Renato ¿Te encuentras bien?—Camilo se puso a su lado, esto ya no era un juego,

—Sí, es solo que hay muchos niños gritando y me duele la cabeza—confesó con una sonrisa, adolorido.

—Renato relájate, hay muchos niños. Si quieres, yo feliz te ayudó a secuestrar a los más gritones—murmuró en broma Camilo, con una sonrisa.

Renato vio el agua correr, escuchando el comentario de Camilo, llevó sus manos a sus oídos al escuchar nuevamente esas voces de llanto. Camilo se asustó al verla sangrar de la nariz. Su cabeza se partía por la mitad,  escucho una voz clara que decía Déjame salir. Se  miró en el espejo, vio la expresión de Camilo. Se sintió mareado, observo a la entrada del baño viéndose a sí mismo a los nueve años, retrocedió.

Camilo le miró con una sonrisa alegre, al ver su reacción. Miró su reloj de muñeca, iba a esperar unos minutos, antes de avisarles a sus amigos que Renato se encontraba mal, quiso reírse, pero se asustó de verdad, cuando Renato se desmayó.

— ¡Renato!—exclamó, llamando la atención de Gabriel y Ricardo, quienes estaban afuera del baño.

Gabriel fue el primero en entrar y ver que Camilo intentaba reanimar a Renato. Ricardo quiso llegar a ella, pero Gabriel le detuvo.

—Rápido, llama al profesor…—ordenó Gabriel apresurado— ¡Ricardo!

Ricardo reaccionó, yendo a buscar al profesor. Gabriel quitó a Camilo del lado de Renato con enojo.

— ¿Qué le hiciste?—preguntó Gabriel viendo a Camilo

—Nada, ella solo se desmayó—explicó Camilo desesperado, no iba a permitir que le culparan por algo que ella no había hecho.

—Más te vale que me estés diciendo la verdad, porque si no me las pagaras con creces—amenazó serio.

Camilo le miró molesto y se sintió completamente frustrado, cuando todo el salón puso su atención en Renato. Se las iba a pagar, de esta no se salvaba.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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