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Encrucijada. por NNK

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Capitulo VI: Enfrentamiento y alegrías.

 

Alejandro suspiró angustiado mientras sentía un nudo en su garganta, hace más de dos años que no entraba en el departamento de Maximiliano, estar allí le traía muchos recuerdos, al menor hoy agradecía que Renato y él estuvieran trabajando, tenía al menos una hora para poder calmar sus emociones mientras cocinaba. Prendió la televisión para escuchar música para comenzar a hacer el almuerzo, se sorprendió cuando descubrió que la lista de música que había creado hace tres años, aún pertenecía intacta, saber eso le devolvió la confianza de estar en ese departamento. Comenzo a preparar la comida, sintiéndose más relajada.

Maximiliano fue el primero en llegar al apartamento, sonrió al escuchar el tipo de música que le gustaba a Alejandro, entró haciendo el menor ruido posible, rió avergonzado al verlo tan tranquilo en una casa ajena, el lugar olía a comida, esa misma que había extrañado durante dos largos años. Se quedó en la entrada un buen rato observándolo en silencio, no quería que él descubriera su presencia por miedo a incomodarlo.

Pero se asustó cuando escucho sonar su celular, llamando la atención de Alejandro, quien le miró avergonzado, mientras apagaba la música y contestaba el teléfono apresurado al ver que se trataba de su primo.

—Renato ¿Qué pasa? ¿Te ocurrió algo?—preguntó con tono preocupado.

—Maximiliano te llamo para avisarte, que mis compañeros me invitaron a almorzar antes de ir a entrenar, llegaré a las seis—aviso con una sonrisa, mientras molestaba a su compañero.

— ¿Qué?, No, no puedes dejarme…—guardó silencio al ver que Alejandro le miraba extrañado—Estás haciendo un incumplimiento de contrato.

— ¿Incumplimiento de contrato? El artículo dice que no debemos almorzar solos y tú tienes a Alejandro y yo a mis amigos—comentó Renato con tono burlón.

—No te hagas el chistoso conmigo, ven a almorzar conmigo—exclamó en un susurró—Me las vas a pagar.

—Claro, yo gustoso te los pago luego, nos vemos en la tarde—avisó Renato, antes de cortar la llamada.

Maximiliano llamó una y otra vez a Renato, pero este solo le cortaba, volvió su mirada hacia Alejandro viendo como este le miraba con burla. Ese niño malcriado se las iba a pagar ¿Cómo se atrevía a dejarlo solo con él? No estaba preparado para un almuerzo a solas con Alejandro, se le acercaba el corazón y se ponía a pensar más rápido de lo que hablaba y al final terminaba quedando como un imbécil delante de él.

—No has cambiado para nada las reacciones que tienes cuando te molestas—anunció Alejandro con una sonrisa—Entonces te sirvo solo a ti.

—Oye, te contraté para hacer el almuerzo, no para que me sirvas, yo tengo manos para servirme solito—dijo, mientras se acercaba a la olla para coger un plato de comida.

—No sabía que tenías familia—comentó, viendo como Maximiliano se quedaba mirando el plato—Me hubiera gustado saberlo—habló con un susurró.

—Nunca se llega a conocer bien a la persona que uno quiere ¿No tenías una llamada con Esteban?—preguntó, sentándose en la mesa para comer.

—Sí, pero mi hermano dijo: que se va a comunicar más tarde y quiero hablar contigo, creó que aún quedan cosas para conversar—habló Alejandro, sentándose frente a Maximiliano.

—Tú me dijiste que me habías dicho todo—comunico con frialdad. Mordiéndose la lengua cuando pronunció aquello.

—Lo sé, pero aun así después de dos años, siento que tú no me has dicho todo—confesó, viendo como Maximiliano se detenía.

—Los Aihara, tenemos el dicho de pensar en las cosas buenas y olvidamos las malas, eso nos ayuda a no sentirnos incómodo cuando preguntan de nuestro pasado—dijo Maximiliano angustiado—Nunca te voy a decir que me trajo aquí y tampoco te diré de donde proviene mi primo, ni mucho menos te daré información sobre cada persona que entre en mi departamento…—comentó, viéndole a los ojos, mordiéndose los labios para no pronunciar, la última frase.

—Porque tú y yo, ya no somos nada—pronunció Alejandro con angustia.

Maximiliano concentró su mirada en el plato, mientras seguía pronunciando mentalmente esas palabras que se negaba a decir por miedo a herirlo. Pero no quería desilusionarlo más de lo que ya estaba, ya se habían distanciado de una vez ¿Por qué no podían acabar esto de una vez por todas? Golpeó la mesa frustrado cuando ella cerró la puerta, marchándose de su departamento. Tenía que soportar, no poseía otra alternativa.

Suspiro, no podía ir detrás de ella, no vendría al caso además ¿Qué iba a explicarle? Hace más de dos años que no hablaban de su separación y ya era muy tarde para poder solucionar los problemas del pasado. Necesitaba concentrarse en sus primos, ellos eran su prioridad en este momento, mientras no sintiera que estuvieran fuera de peligro, se tenía completamente prohibido solucionar cualquier problema ajeno a ellos.

Termino de comer y lavo los platos ¿Por qué tuvo que abrir la boca y tratarlo como un desconocido? ¿Por qué Alma siempre le hacía olvidarse de todos sus problemas? Su prioridad eran sus primos, no él, tenía un debate interno, su cerebro le decía sus primos y su corazón Alejandro. Suspiro, iba a terminar volviéndose loco.

Se distrajo al escuchar el tono de llamada de su celular, contesto con voz desganada. Realmente hoy Alejandro se había llevado todos sus buenos ánimos con él.

—Hola ¿Con quién hablo?—preguntó con voz débil, ni la voz le salía normal.

— ¿Maximiliano Aihara?—preguntó una chica desde el otro lado de la línea con acento extraño—Soy la asistente social del hogar de menores en el cual vive Felipe Aihara.

—Sí, habla con él ¿Sucedió algo con Gaspar?—habló preocupado, cambiando el tono de voz a uno alarmante.

—No, me comunicaba con usted para informarle que Felipe tiene todos los papeles listos para ir a vivir con usted—comunicó con una sonrisa alegre.

— ¿En serio? ¿A qué hora debo ir a buscarlo al aeropuerto?—preguntó entusiasmado, mientras sonreía feliz por su primo menor.

—El avión tiene llegada para el día viernes, a las once de la mañana—comunicó ella con una sonrisa—Aun así, le enviaremos un correo con la información para retirar al niño.

—Muchas gracias—agradeció con una sonrisa, cortando la llamada.

Corto la llamada con una sonrisa de oreja a oreja, tuvo el impulso de llamar a Renato, pero se detuvo antes de marcar el botón. Era mejor cobrarle la venganza por dejarle solo con Alejandro, no le diría nada, solo vería su cara de felicidad cuando viera a Felipe en el departamento. Sonrió y observo el reloj viendo que aun le quedaba un par de horas, antes de volver a trabajar. Se fue a ordenar el cuarto de Felipe para que estuviera limpió para mañana. Con esa noticia sus ánimos habian regresado. Ya prontamente podría decir libremente que había cumplido su promesa, de lograr vivir como una familia, junto a Felipe y Renato. Ya mañana podría dormir tranquilo a tenerlos, a ambos en casa.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación


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