Día 1
El cielo gris no ayudaba en absoluto al estado de ánimo de Chuya. Hace apenas un día había llegado a vivir a una gran casa con un pésimo hombre; a pesar de ser la hora del desayuno, el clima no daba la sensación que debería ofrecer un día común y corriente.
El mayordomo sirvió el desayuno, el aroma del café llenaba toda la sala del comedor. Se le había asignado asiento a un lado de la cabecera de la mesa, lugar donde el dueño de la casa se sentaba a disfrutar el desayuno.
-El señor siempre es el último en bajar a tomar el desayuno. Lo conveniente es que espere por él.
-¿El último en bajar? ¿Hay alguien más viviendo aquí?
-No realmente, pero es una norma general. No parece muy a gusto, ¿durmió bien?
Se preguntaba sí debía desahogarse con el hombre mayor y no lo pensó mucho, pero justo cuando se decidió a abrir la boca algunos pasos resonaron afuera de la sala hasta que alguien hizo acto de presencia en el comedor.
-Dazai-sama, buenos días -el mayordomo se apresuró a servir el café en la taza del recién llegado.
-Buenos días. Chuya, ¿dormiste bien? No te ves de ánimos. ¿Te gustó tu nueva habitación?
-Es horrible, ¿esperas que duerma en una habitación así?
-No pensé que fueras exigente. Me aseguraré de que nuestro mayordomo prepare una mejor habitación para ti. Sí tan solo no te hubieras negado a dormir en mi habitación, hubieras quedado fascinado.
-No, gracias. No dormiría con un enfermo que toma a personas para cobrar una "deuda" estúpida.
El hombre llamado Dazai frunció el ceño, después bebió un poco de café y sonrió.
-El café es lo que siempre me pone de buenas en la mañana. Y ya que es tu primer día aquí como mi amante, ¿hay algo que te gustaría que hiciéramos? Puedes llamarlo "primera cita", si mejor te parece.
Chuya no respondió, ¿por qué tendría que hablar con un hombre que apenas conocía? Era terrible, el día apenas comenzaba y sentía que se estaba eternizando.
-Oh, no te sientas mal porque tu vida y tiempo es equivalente a lo que tus padres me deben por protegerlos. Así que siéntete como en casa y en posición de exigir y ser tan egoísta como quieras, porque una vez que regreses a tu verdadera vida, añorarás todo lo que hay aquí.
Mientras Dazai hablaba, los cubiertos sonaban de fondo hasta que estos se azotaron contra el plato con molestia.
-¿Por qué no te dedicas a desayunar y después me sueltas tu labia, guardaespaldas de cuarta?
-¿No estás acostumbrado a platicar mientras desayunas? Entiendo que estés de malas, pero estoy tratando de ser empático contigo. Te recomiendo que cooperes.
***
La lluvia caía incesantemente y golpeaba las ventanas con fuerza.
Después del desayuno, Chuya fue directo hacia la nueva habitación que le habían preparado. Sí tenía que ser sincero, era mejor que la que le habían ofrecido al principio. Después de todo, no estaba ahí como un invitado normal. Pensaba que si al menos iba a ser tratado como moneda, debería recibir una mejor atención.
Se echó sobre la cama y suspiró mientras veía hacia el techo. ¿Qué se supone que debía hacer en un lugar que no era su propia casa? Aunque Dazai le había dicho que fuera tan exigente como quisiera, no podía ser así. No podía con el simple hecho de que su propio padre había aceptado la oferta sin haberle preguntado como se sentía al respecto.
Tocaron la puerta, pero no hizo intento por responder o por levantarse y averiguar quien era. Nuevamente tocaron y al no haber respuesta de parte del pelirrojo, la puerta se abrió dejando ver a Dazai.
-Sé que está frío allá afuera, pero ¿no te gustaría caminar por el jardín?
-¿Por qué debería?
-Porque no es bueno que estés encerrado tanto tiempo. Me haces sentir como un secuestrador, Chuya y ese realmente no es el trato que te estoy ofreciendo.
Se levantó de la cama frunciendo el ceño, el rostro de Dazai en ese momento se le hizo ridículo. Fue en ese entonces cuando se dio cuenta que no se había atrevido a mirarlo antes a la cara, ¿por qué el tipo llevaba un ojo vendado? Incluso las vendas sobresalían de su camisa dejando ver que incluso su cuello lo estaba.
-Bien, pero no te quiero cerca de mí.
-Me parece excelente. Sígueme, si vas a estar aquí por un mes al menos me gustaría que conocieras la casa y puedas caminar libremente por aquí.
***
Ambos caminaban bajo el paraguas a través del jardín. El olor a flores era muy notorio y demasiado agradable, Chuya jamás había visto un jardín así. Su mirada se paseaba por todo el perímetro, estar en esa casa era como estar en un mundo diferente.
-¿Por qué me trajiste a este lugar?
-Ya te lo dije. Me haces sentir como un secuestrador cuando realmente estás siendo mi amante a beneficio. Tus padres son incapaces de pagar una deuda, incluso me contrataron sabiendo eso desde el principio.
-No eres un secuestrador, eres mucho peor.
-Me halagas, Chuya. Aunque originalmente yo no soy el dueño de este jardín, me gusta venir aquí cuando he tenido un día demasiado ajetreado. Trabajar como guardaespaldas no es sencillo, ¿sabes?
-¿Siempre ofreces este método de pago a tus clientes?
-No, es la primera vez que hago algo así. La razón es un secreto, pequeño preguntón.
-¡No me llames pequeño!
-Tienes un temperamento demasiado elevado, tal vez en tu vida pasada fuiste un perro chihuahua.
-Basta, ¿que ganas al respecto? Mira, escucha. Soy un hombre adulto, tengo responsabilidades que cumplir. ¿Acaso crees que estaré por un mes aquí sin hacer nada? Al menos, déjame ir a trabajar.
-Hmm -el castaño llevó su dedo índice a la barbilla e inclinó un poco su cabeza-... No es así de fácil Chuya. Allá afuera deben haber personas que aún están en busca de tu familia y eso te incluye a ti. Piénsalo, si te dejo ir, escaparás. Y si escapas, ¿la vida de tus padres estará segura? ¿Tus padres seguirán con vida?
-¿D-De qué demonios estás hablando?
-Es sencillo, Chuya. Usa la cabeza -desinteresado, tomó una flor blanca del jardín y la colocó en el pelo del pelirrojo-. Es cierto que he terminado mi trabajo, pero tus padres pospusieron por mucho tiempo mi paga. ¿Qué prefieres?
Chuya escuchaba atónito a Dazai, quién se mantenía firme ante la situación y notó que en su mirada, no había más que una profunda oscuridad.
-¿Prefieres que tus padres sigan en peligro por no haberme pagado o ser tu lo equivalente a mi trabajo? Si escapas, me aseguraré de que tus padres queden enterrados al igual que los sicarios a los que se me ordenó matar.
No podía creer lo que decía, sí seguía hablando estaba seguro que dejaría que su puño solucionara las cosas.
-Es broma. Arreglaré un permiso para presentarlo a tu trabajo. Vamos, la lluvia arrecia.
***
Sí tenía que hacer un recuento de lo que había hecho durante el día, quizá no tendría demasiado que contar. Se dio cuenta que Dazai y él no eran compatibles en ningún sentido.
Dazai, un hombre de 29 años que trabaja como guardaespaldas, es un hombre extremadamente ocupado a comparación de Chuya, un joven de 23 años que apenas está comenzando a vivir... o dicho de otro forma, comenzaba a vivir.
No había nada en común de lo que los dos pudieran hablar, la conversación trivial en algún punto iba hacia el pago de la deuda de sus padres y en un recordatorio implícito a la amenaza que había recibido por parte del mayor en el jardín.
La cabeza le dolía, una palabra más sobre eso y estaba seguro que terminaría golpeando a ese tipo hasta no dejar rastro de él.
Y finalmente, dispuesto a irse a dormir una vez la noche llegó, apagó las luces, deseando que al despertar todo no fuera más que un horrible sueño.