Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos Hacia Ti por AniBecker

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

- Dinámica omegaverse A/B/O, en el que en Japón aún hay costumbres muy arraigadas con respecto a los alfa y omega, por lo que hay mpreg y lactancia masculina (los omega masculinos no llegan a tener pechos como una mujer, pero sí como si tuvieran una ligera ginecomastia).

- Los omega masculinos también usan ropa femenina en su etapa estudiantil obligatoriamente. Cuando son adultos, ellos después deciden si quieren seguir llevando ropa femenina o no, o si sus maridos se lo permiten. Las alfa femeninas pueden prescindir del uniforme femenino y llevar el masculino si así desean.

- Los únicos capaces de embarazarse son los omega, tanto masculinos como femeninos, y las beta femeninas. Los únicos capaz de embarazar son los alfa masculinos y femeninos y los beta masculinos.

- Sólo hay unión por marca en las relaciones alfa – omega, aunque las parejas pueden ser de cualquier forma. Los destinados existen, sólo que rara vez se llegan a conocer.

- Los omega si no están marcados deben llevar su collar. El estado les suministra los supresores de celo y los inhibidores de feromonas.

- La mayoría de edad en Japón es de 21 años, pero a partir de los 18 años se pueden hacer ciertas cosas siempre y cuando tengan la aprobación de los padres.

- Aquí los omega tienen su periodo de celo, dónde son más fértiles y pueden ser marcados, pero también tienen su periodo de menstruación, que es cuando no han sido fecundados. El celo de los omega suele durar unos tres días, de los cuales en uno de esos, ovulan. El celo de los alfa también dura tres días, y sólo les llega si están enlazados o casados con un omega, respondiendo a dicha ovulación para fecundar.

- Es normal que a los omega, aunque sean hombres, les digan "mamá".

Como siempre, se levantó con la hora justa, aunque su madre le hubiese llamado a tiempo, pero remoloneó en la cama hasta que ya lo sacaron de entre las sábanas, literalmente.
Terminó de vestirse, y bajó con lentitud las escaleras a desayunar, con una tranquilidad como si no debiera apurarse. Tomó una de las tostadas que su madre puso sobre la mesa y, mientras se la iba comiendo, fue a salir de la casa.

—Daiki, ¿te tomaste el supresor?

—Sí, me lo tomé.

—¿Y también llevas los de emergencia? —el moreno suspiró con hastío.

—También los llevo. Siempre me preguntas cuando voy a salir. Puedo ser muy descuidado, pero nunca se me olvidan, tranquila. No debes preocuparte —sonrió levemente al ver el rostro de preocupación de su madre.

—Sabes que sólo me preocupo por ti. Yo te lo recuerdo por si acaso —le colocó mejor la pajarita del uniforme—. ¿Podrías dejar de llevar esa cosa debajo de la falda?

—Esta cosa son sólo unas mayas deportivas —explicó, levantándose la falda y mostrando dichas mayas, que le llegaban a la mitad de los muslos—, y están permitidas, no soy el único que las lleva, te puedo asegurar. No sé como la hacen las niñas para llevar una falda y sentir que el aire las puede levantar, oh, no, paso.

—Está bien, está bien. Si están permitidas, no hay entonces problema. Recuerda que hoy debes regresar temprano, tu abuelo nos visita hoy.

—Mamá, hoy tengo práctica de básket —protestó, aunque sabía que se tendría que perder el entrenamiento—. ¿Qué quiere ahora ese viejo? —bufó con molestia.

—No le hables así, es tu abuelo y se merece un respeto.

—Sí, lo que sea. ¿Para qué viene?

—Bueno, pronto es tu cumpleaños y debe decirte algo importante —le dio un beso en la mejilla a su hijo a modo de despedida—. No te vayas a tardar, que te conozco, capaz eres de llegar tarde sólo para hacerlo rabiar —a modo de contestación, el moreno desvió su mirada, corroborando que eso era lo que quería hacer.

—¡Dai-chan! —exclamó desde la reja de la propiedad Satsuki, su mejor amiga desde la infancia—. Buenos días, tío Nori —saludó alegremente la fémina.

—Buenos días, Satsuki-chan, ¿llevas mucho tiempo esperando? Perdona por hacerte esperar—desde un auto blanco, una mujer se quitó las gafas de sol y lo saludó.

—No mucho, no te preocupes, yo lo cuido de él —sonrió, haciendo que Aomine se quejara en el proceso.

—Que os vaya bien —se despidió el omega antes de entrar a su casa nuevamente y los adolescentes entraban al auto blanco.

En Japón era costumbre que en la sociedad alfa, omega y beta, tuviera algunas peculiaridades con respecto a los subgéneros.

Podía ser un país muy desarrollado y avanzado, pero en ciertas costumbres seguía muy anticuado. Una de ellas es que los omega masculinos, llevasen durante su etapa estudiantil desde infantil hasta preparatoria, uniformes femeninos.

Claro, que luego, dependiendo de que las creencias y costumbres de cada familia, los omega masculinos y femeninos e incluso las beta, seguían esa costumbre de llevar ropa femenina o de quedar cuidando del hogar y criando a los hijos.

En cambio, los alfa masculinos y femeninos y los beta masculinos, tenían todas las facilidades posibles, y todos los derechos, siendo los que la mayoría trabajaban —aunque había también omegas que se habían ganado sus puestos de trabajo— y optaban a buenos puestos de trabajo.

Con respecto a la etapa estudiantil, los alfa masculinos llevaban su uniforme normal, al igual que los beta masculinos y hasta los alfa femeninos.
Eran constantes quejas por parte de alumnos omegas pero parecía que no iban a querer avanzar en dichas costumbres.

Y ahí se encontraba Aomine Daiki, yendo a su último año de preparatoria, obviamente con su uniforme femenino debido a que era un omega. Aunque un omega un tanto peculiar, ya que no era delicado, no tenía un cuerpo débil ni pequeño y no tenía ese rostro angelical.
No tenía modales, no tenía gustos femeninos ni tampoco una estatura pequeña, todo lo contrario, ya que medía metro noventa y dos, con cuerpo fibroso y musculoso, mal hablado y malhumorado. Amante del básket, las hamburguesas y los pechos grandes.

Aunque no era el único omega que jugaba al básket, ya que en todas las instituciones estudiantiles tenían por obligación permitir a los omega participar en clubes deportivos lo mismo que habían clubes de categoría femenina.

Ya, si algún omega no estuviera en algún club deportivo, era por creencias de sus familias o porque simplemente no estaban interesados o no les gustaban los deportes.
La familia de Aomine era algo peculiar, sobre todo por parte materna. Su abuelo era un ex general que sirvió durante muchísimos años a Japón, y él sí tenía las creencias muy arraigadas.
De ahí está que su abuelo ni tan si quiera supiera que jugaba básket, porque sino hubiera puesto el grito en el cielo y criticado a su padre a obligarle abandonar dicho deporte.

Su padre, Aomine Daigo, un alfa respetuoso que, aunque a simple vista parezca muy estricto por su constante ceño fruncido —de ahí se comprueba de dónde lo heredó Daiki— y su semblante serio, es afectivo, que adora a su mujer y a su hijo, tanto, que le consiente cualquier capricho y locura que haga.
Es comisario de policía en la estación del distrito sur de Tokio.

Aomine Nori, un omega amoroso y cariñoso dedicada a su familia. Su marido le insistió una vez que se casaron en que él debía elegir el futuro que quisiera y que estaba encantado en que trabajase de lo que quisiese. Y así fue, estudió lo que quiso y abrió una pastelería en el barrio. Claro que, todo esto a espaldas de su padre.

—¿Hoy teníais entrenamiento, Satsuki-chan? —cuestionó la mujer que iba conduciendo—. Hoy hay reunión de profesores, así que os puedo recoger.

—Sí, entonces genial, mamá.

—Yo no iré a la práctica —habló Aomine observando por la ventanilla.

—¿Por qué? ¿Ya vas a volver saltarte la práctica? El fin de semana comienza la Interhigh, por si no lo recuerdas.

—En esta ocasión, no me gustaría faltar, pero debo hacerlo —hizo un gesto de molestia—. Esta noche tengo cena con el viejo, viene de visita y va a decir no sé qué importante. Te juro que es la primera vez que deseo no faltar a los entrenamientos.

—Entonces en ese caso te perdono. ¿Qué cosa importante querrá comunicarte, que lo quiere hacer hasta en persona?

—Vete a saber, pero nada bueno, seguro —suspiró.

El auto se detuvo en el estacionamiento privado de la Academia Too, bajando los tres pasajeros de él.
La mujer, de cabellos rosados recogidos en un elegante moño, se despidió de ellos.

Momoi Satsuki, era su mejor amiga desde que tenía uso de razón. Se habían criado juntos ya que ambas madres eran muy amigos de su época de instituto, y hasta vecinos, tal y como ellos lo son.
La madre de su amiga, Momoi Yoshiko, era una alfa elegante y distinguida, directora de la Academia Too. Era una mujer amable y estricta. Por otro lado, Momoi Hiroshi, el padre de Satsuki, era un beta, siendo así una unión un tanto extraña, de la que incluso estaban en desaprobación los abuelos maternos de su amiga con dicho matrimonio. El hombre trabajaba como jefe de sección en la estación ferroviaria de Tokio.

Satsuki había heredado el subgénero de su padre, siendo así beta, pero tenía el rostro risueño y preciosos ojos rosados iguales a los de su madre.
Las clases transcurrieron con tranquilidad, y Aomine jura que es la primera vez que detesta que sienta que las clases pasan con rapidez.

Se despide de Satsuki y ésta les hace saber al entrenador y al resto del equipo de su ausencia, esta vez más que justificada y además no deseada.
Llegando a su casa, se percata del auto negro que hay aparcado en la puerta, indicándole que su abuelo ya había llegado. Suspira antes de entrar.

—Daiki, bienvenido —lo recibe su madre, suplicándole con la mirada de que tuviera paciencia a la visita de su abuelo y se comportara. Le arregla un poco más el uniforme y le pide que se quite esas mayas oscuras, pero el moreno vuelve a negar e, ignorándola, entra en la sala.

—¿Es que no piensas saludar, soldado? —Aomine volvió a suspirar. Cuando era pequeño le gustaba seguirle el juego a su abuelo, hoy en día, con la edad que tiene, lo ve infantil y absurdo, por lo que sólo le saluda con un asentimiento de cabeza, haciendo enojar al patriarca de la familia materna—. ¿Dónde están tus modales, mocoso?

—Si a modales te refieres a no saludarte igual a cuando tenía cinco años, parece ser que los he ido olvidando a medida que he ido creciendo —un Daiki, por favor susurrado por su padre llegó a sus oídos.

—¿Esa es la forma en la que educas a tu hijo, Daigo? ¿Es que consientes que hable de esa forma? Eres un alfa incompetente. Además, ¿de qué vas vestido? ¿Es así como debe vestir un omega? Nori, no te inculqué unas enseñanzas para que permitas que tu hijo vaya así vestido.

—Padre, está permitido en su escuela llevar eso —se disculpó el omega.

—No quiero excusas, como madre, debes estar más pendiente de tu hijo —Daiki iba a dejarle bien claro que no consentía que le hablase así a su madre, pero su padre se adelantó.

—Con todos mis respetos, suegro, pero Nori hace un excelente papel como madre, y ha sabido educar perfectamente a Daiki.

—Puede ser que él sí, pero tú no. No sé como pude permitir que un alfa tan incompetente se hubiera casado con mi hijo.

—¿A eso has venido, a insultarnos? Si no estás contento por como somos como familia, mejor di rápido lo que tengas que decir y márchate.

—Más te vale que cuides tus modales, tienes que saber comportarte delante de los alfa y tenerles respeto —el hombre, dejó escapar su aroma autoritario, poniendo en alerta a Daigo, pero afectando al resto de omegas en la casa.

—No creo que haya que llegar hasta este punto, suegro —como cabeza de familia y alfa, no iba a permitir que otro alfa tuviera el control en su territorio.

—Bien, no voy a empezar una pelea aquí —tosió, tratando de mantener la compostura—. Si estoy aquí, es porque dentro de poco cumples los 18 años, Daiki, y como omega con dicha edad, debes contraer matrimonio.

—¿Qué? Estás demente ya, ¿no? Ni en broma pienso casarme con nadie.

—Padre, ¿cómo que casarse? Es muy joven aún, y debería casarse con quién él quisiera.

—Sabes que te acogimos como un hijo cuando murieron tus padres —comenzó a relatar, mirando fijamente al otro alfa—, y que por eso pasaste a pertenecer a nuestro clan, incluso cuando te dimos nuestro apellido. Así que, como patriarca de la familia, exijo que las costumbres se sigan cumpliendo, por lo que Daiki, debe casarse.

—¿Es que yo no cuento en todo esto? Yo paso de casarme y tener un marido alfista* que esté chafado a la antigua.

—No hay nada más qué hablar, empezaré a barajar candidatos y elegir el que mejor sea para ti. Sólo vine para dejarlo claro y que no te pillara de nuevas y te vayas haciendo a la idea. Espero que tus padres hayan cumplido bien su función y te estén educando como debería ser un verdadero omega.

Le indicó a su mujer que se levantase del lugar, se despidió de su hijo con una reverencia y abandonó el lugar sin que a ninguno les diera tiempo de oponerse.
No podía creer que esto le estuviese pasando a él. ¿Qué sus padres lo estuviesen criando como debería ser un verdadero omega? Sus padres en absoluto lo estaban criando así —cosa que agradecía—, ellos eran completamente diferentes, aunque fueran criados de esa forma, para él querían todo lo contrario.
Pero lo peor de todo, es que sus padres ni si quiera podían oponerse en esta ocasión, ya que el patriarca alfa era el que tenía siempre la última palabra. Japón y sus malditas costumbres antiguas.

No, sus sueños no iban a quedarse así. Él quería poder seguir jugando al básket, poder llegar a la NBA —ya que en Estados Unidos eran diferentes tradiciones con respecto a los omega— o ser policía como su padre. Querer hacer y deshacer su vida a su gusto, sin ningún alfa que lo controle, le coarte o le obligue.
Tenía que hacer que el supuesto alfa que su abuelo tuviera para él, rechazara el matrimonio concertado, y para eso, debía comportarse completamente a lo opuesto que quería su abuelo, es decir, debía ser él mismo.

Notas finales:

*Alfista viene siendo inventado por mí un sinónimo de machista.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).