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Benjamín. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Cuando llegó el momento de irse, Benjamín volvió al vestuario con Felipe, se quitó la ropa de trabajo y la tiró toda al pequeño cesto pegado en la pared. Cuando estaba lleno, la máquina comenzaba a actuar, la recogía automáticamente y la colocaba en la lavadora. El hotel lavaba la ropa del personal en agua caliente todos los días por higiene. ¡Y eso era increíble! El agua era preciosa y sería inimaginable en la zona cero. Aunque era algo que pasaba todos los días, era tan extraño para él que lo miraba todo bastante atentamente. Desde el inicio hasta el final y sin saltarse un solo paso. Luego, un miembro del personal, (La persona que había dejado el trapo hace un rato) dijo que estaba muy agradecido con él y dijo también que le regalaría una muda nueva de ropa.

"Benjamín. ¿Este es de tu talla?"

"¿Si? ¿Pero está bien?"

"La ropa se lava todo el día de todos modos. Siempre es bueno tener un traje extra."

"Muchas gracias."

"No. En serio estoy muy agradecido contigo. Si no fuera por Benjamín, me hubieran regañado por horas enteras o me hubiesen incluso bajado el sueldo".

Tras recibir el inesperado obsequio, Benjamín se puso la camiseta nueva para expresar de inmediato su agradecimiento por él. Toda la ropa que utilizaban era comprada a comerciantes que la revendían después de encontrarla abandonada en la ciudad o recuperada de excavaciones. Solo las personas adineradas podían fabricar ropa nueva. Las personas que trabajaban aquí hacían trueques secretos o comenzaban a confeccionar sus propias telas. Los ricos de la ciudad nunca ahorrarían dinero de esta manera. Las medicinas, la ropa y los cosméticos eran comunes y el alcohol nunca se les acababa. Tenían botellas, barriles de vino y, por supuesto, lo más hermoso que tenían ellos, lo más valioso, era la comida. Las criadas se alimentaban de la comida que dejaban los huéspedes del hotel. Llevaban los platos con las sobras, separaban lo bueno y se los daban también a Benjamin y los amigos de Benjamin. Pero los metales preciosos, que tal vez podían ser útiles para comprar pan o un boleto de regreso, eran increíblemente difíciles de robar. Incluso una pequeña cantidad se podía detectar en el detector de metales por lo que nadie lo intentaba nunca. Benjamin estaba nervioso incluso por la ropa que había conseguido pero, afortunadamente, pasó sin problemas por la oficina de inspección.
Estaba pasando por el baño de la estación cuando vio a algunas personas hablando en un círculo. Estaban intercambiando cosas entre ellos y para evitar las miradas de los soldados y generales, fingían ir al inodoro o estar a punto de abordar algún tren.

Benjamin pensaba que algún día él también podría vender cosas allí.

Cuando llegó a casa, se comió la comida que ya había empacado de antemano y después se quedó dormido como si se hubiera desmayado.

Tras unos días más de trabajo, se acostumbró a la vida en el hotel y comenzó a ser común que escuchara elogios bastante dulces de Felipe. Había una hora límite, por supuesto, pero de camino a casa del trabajo, su jefe le ofreció tomar algunas horas extra debido a la condición actual. Estaba ocurriendo la primera lluvia ácida del mes y todos conocían que jamás se tenía que deaumbular de esta manera por las calles de la zona cero. No tenían paraguas, así que la mayoría de las personas utilizaban plástico o una capucha de plástico. Pero los químicos penetraban de todas maneras, y la piel comenzaba a quemar. Felipe le dijo a Benjamín:

"Debido al clima, los clientes han cancelado su horario de salida. La fiesta que íbamos a tener en el restaurante al aire libre se cambió al recibidor del hotel. Aquellos que deseaban trabajar horas extras le dijeron al gerente pero yo pedí por ti personalmente ¿Aceptas? ¿Te gustaría venir conmigo?"

"Por supuesto."

Benjamín, que de todos modos no tenía nada que hacer en casa, aceptó con mucho gusto y dijo que estaba bien. Según Felipe, la mayoría de los habitantes de la ciudad estaban preocupados por su salud y por los efectos del ácido en sus pulmones así que, sería muy difícil que salieran del hotel.

"En días como este, hasta la más inexperta de nuestras sirvientas está ocupada. Todo el mundo tiene servicio de habitación".

"No pueden salir, así que vienen al hotel a propósito para ir de una habitación a otra. Típico de gente rica."

La sirvienta, con quien se había vuelto increíblemente cercano además de Felipe, también estaba hablando con él sobre sus terribles experiencias. Benjamín, que aún no tenía experiencia en nada de esto, solo escuchó y asintió.

"Estaremos cansados de esto, así que vayamos a dormir a la sala de empleados después del trabajo".

"¡De acuerdo!"

Y luego el gerente dijo:

"Vengan todos. Escuchen. Se van a dividir en dos grupos, turno de noche y turno de madrugada ¿Quién trabajará en el turno de noche?"

Benjamin decidió trabajar en el turno de noche. Fue con el segundo al mando y él, a su vez, lo comprobó enseguida. Lo miró con una sonrisa en el rostro y dijo satisfactoriamente:

"Si miras de cerca, puedes ver que eres increíblemente guapo."

"¿Sí?"

" Ujum . Estarás sirviendo en la fiesta. Por favor, ve allí y cámbiate de ropa ahora mismo".

"¿En la fiesta? ¿Limpiando?

Benjamín, que pensó que era un trabajo de limpieza ordinario, preguntó esto con un tono increíblemente sorprendido. La persona a cargo sonrió como si lamentara no haber sido más específico así que explicó la situación:

"En días como estos es necesario que se ayuden en otras cosas además de las responsabilidades originales. No hay suficientes camareros, así que eso será trabajo tuyo por hoy. ¡Pero no pongas esa cara, hombre! No es nada difícil. Llenas la mesa de tazas y cuencos y recoges los usados. Poner, quitar, poner, quitar."

"Ah, sí..."

Benjamin no estaba seguro, pero aceptó. Más que nada, porque no había tenido el coraje de decir que cancelaría. Mientras se acercaba con vacilación, el encargado de los uniformes le miró y le dio la ropa y los zapatos que necesitaba. Excepto por la camisa blanca, el chaleco, los pantalones, los calcetines e incluso los zapatos eran todos negros. Parecía que lo habían lavado todos los días para mantenerlo limpio así que Benjamin estaba un poco incómodo con la sensación de la camisa tan rígida. Mientras se acomodaba los botones y salía, el encargado, con la misma ropa que él, les llamó y les explicó lo que tenían que hacer en la fiesta. Luego les dio unas instrucciones más:

"Nunca hagan contacto visual con los invitados. Bajen un poco la cabeza y traigan lo que pidan ¿Bueno? Si bromean o fingen ser amigables, obtendrán un reclamo por lo que sería mejor no hablar."

El responsable lo destacó varias veces así que Benjamin, tomando la iniciativa, respondió primero y movió los pies. Para cuando llegaron a la fiesta, los preparativos ya estaban completos y además, había un montón de invitados que hicieron que Benjamin se sintiera increíblemente nervioso. Echó un vistazo: Bajo el candelabro de colores, hombres y mujeres con atuendos elegantes estaban charlando como si fuera un momento especial. Su atención se dirigió completamente a las lujosas telas y joyas que nunca había logrado ver en la zona cero y por supuesto, en la forma en que movían las manos y la boca. El segundo al mando lo regañó:

"Ve y trabaja".

"Sí. De acuerdo."

Después de eso, Benjamín inclinó la cabeza y trabajó duro para llevar los cuencos tal y como le habían dicho que hiciera. Tenía ropa de trabajo así que nadie le puso atención. "¿No deberíamos comenzar a hacer eso?" "¿No deberíamos hacer lo otro?" "¿No parece muy apresurado?" "¿El presidente llegará?" Los huéspedes del hotel eran como estudiantes desordenados en un salón. Todavía estaba limpiando los platos pero nadie parecía estarle prestando atención

"No sabía que vendrías aquí. ¡Realmente llegaste!"

"¡Yo misma fui a escoger este vestido!"

Había llegado el momento de levantar con cuidado los vasos que estaban detrás de la mujer emocionada y sus amigas para llevarlos a la sala de preparación. Sin embargo, de repente un cliente más se topó con Benjamin. Un tipo grande con hombros enormes que se pegaron a los de Benjamin. Cuando chocó, Benjamin cayó hacia atrás y lo mismo había sucedido con el sujeto. Benjamín, asombrado de verlo en medio de una caída, se levantó rápidamente y se acercó a él.

"Lo siento, señor. Lo siento mucho. ¿Está bien?"

Triste y asustado, se disculpó con la misma fuerza con la que trató de ayudar. Pero cuando el hombre vio a Benjamín, frunció el ceño. Lo empujó de inmediato y dijo: "¿Cómo imaginas que un asqueroso mendigo como tú puede tocar a un hombre como yo?" Benjamín volvió a caer. Aunque el hombre estaba borracho, era más fuerte y escandaloso también.

Apoyado por sus amigos, se levantó y señaló a Benjamin.

"¿No estabas mirando al frente?"

"Lo siento mucho, señor cliente. ¿Dónde está herido?"

El gerente a cargo de la sala se acercó de inmediato y se disculpó. El hombre trató de caminar derecho pero, después de un rato, tropezó de nuevo sobre una mesa así que el gerente corrió y lo apoyó. Otro empleado hizo que Benjamin se levantara.

"¿Estás bien?"

"Ah... Eso creo."

"¿Estás herido?"

"No, no. Estoy bien. Oh, lo limpiaré ."

Los vasos se habían destrozado contra el suelo gracias a que el cliente lo había empujado. Trató de limpiar, pero otro empleado ya había llevado herramientas de limpieza y estaba en proceso de ordenarlo todo. Benjamin se disculpó y dio un paso atrás, rumbo al pasillo donde acababa de desaparecer también el cliente.

Llegó el gerente:

"Oye. ¿Qué estás haciendo?"

"Lo siento."

"Tenga cuidado en el futuro, ¿Qué es eso de andar actuando como si no te dieras cuenta? ¿No has oído que nunca puedes ofender a los invitados?"

Era el mismo gerente, pero se escuchaba muy diferente. Cuando escupía malas palabras, así lleno de enojó, Benjamín comenzó a sentirse tan avergonzado que solo tembló. Pero aparentemente no tenía más remedio que disculparse y seguir. ¡Era hora de volver al trabajo y olvidar los quejidos! Se limpió las lágrimas que no podían salir del todo y luego miró hacia arriba: Allí estaba el mismo borracho que lo empujó, bebiendo delante de un hombre al que solo podía verle la espalda. Un tipo alto de cabello oscuro. El hombre borracho le gritaba pero el otro no se movía. Tenía las manos en los bolsillos y los talones moviéndose de atrás para adelante. El borracho le envió un gesto amistoso para ver si sacaba alguna reacción de él, pero no pasó nada. El elegante huésped solo asintió levemente y miró a su alrededor hasta que otras personas llegaron para llevárselo.

La gente se reunió en un instante junto a él.

El hombre, que elevó su copa con un gesto elegante, era admirado por toda la gente que pasaba a su alrededor. Aparentemente él era el personaje principal de la fiesta. Benjamin miró en su dirección, como poseído por él aunque no se había dado cuenta de que lo estaba. Y de alguna manera, tuvo la sensación de que estaba... Familiarizado con algunos de sus rasgos. Extrañamente confundido. Al final, cuando el hombre giró levemente la cabeza, su nariz sobresalió y la piel blanca comenzó a ser visible a primera vista. Era el huésped del ático. No podía ver su rostro, pero lo sabía. Benjamín, con los ojos bien abiertos, lo miró de arriba para abajo mientras comenzaban a felicitarlo y a hablarle sobre cualquier tema trivial. E igual a la gente a su alrededor, la que no podía quitarle los ojos de encima, la mirada de Benjamin estaba fija en su espalda. Incluso desde la distancia, era un hombre alto que se destacaba un montón: Hombros anchos y físico fuerte... Exactamente lo contrario a él. Benjamín lo miró con envidia, luego se acercó al gesto de un cliente llamándole y comenzó a recoger todas las tazas hasta poder olvidarse de él.

El tiempo pasó como un relámpago mientras limpiaba frenéticamente los vasos y tazones y volvía a llenar la comida. A medida que se acostumbraba, se volvía más fácil servir sin hacer contacto visual con los clientes y después, cansado y somnoliento, lentamente llegó el turno de la mañana así que ya era posible descansar.

"El turno de noche ya terminó. Ahora entra y descansa un poco."

Ante las palabras del gerente, Benjamin apenas y movió su cuerpo para llegar hasta allí. Devolvió el uniforme, se cambió por su ropa normal, fue a la oficina de hombres y suspiró diciendo: ¡Demonios! Había pensado que sería un espacio con una cama y un baño, pero el tamaño del cubículo era más grande de lo que pensaba. Era un lugar luminoso y espacioso así que mientras Benjamin miraba a su alrededor, con los ojos bien abiertos, otro empleado que había trabajado horas extras con él, entró y le dijo:

"El dormitorio es genial ¿Verdad? ¡Quiero vivir aquí!"

"Es verdad..."

Lo que dijo era verdad. Dos muebles para ropa, la ducha separada. Había unas diez literas en el dormitorio vacías y ya que el número de la cama era el mismo que el del casillero, podían dormir en la cama que coincidía con el número del casillero sin preocuparse por ninguna otra cosa. El cuarto de ducha tenía un inodoro y un tocador separados y las toallas parecían estar incluidas en la habitación como si fueran huéspedes más de hotel. Las comodidades eran las mismas. Benjamin estaba muy feliz de utilizar gel de baño y champú, algo que no podía comprar estando en casa porque era muy caro. Sorprendido, entró y se dio una ducha más larga de lo habitual. Lenta y detenidamente. Normalmente no se lavaba el cuerpo con jabón. Lo utilizaba con moderación y lo contaba todo el tiempo, pero ahora podía usarlo ilimitadamente aquí. ¿No sería genial si pudiera vivir en un dormitorio? Benjamin se secó el cabello con expresión deprimida. Parecía que el resto del personal ya se había ido a la cama porque él se duchó durante mucho tiempo. Entró en el dormitorio de puntitas y como esperaba, descubrió que todos estaban tan dormidos que no se movían. Benjamin se fue a la cama lo más silenciosamente posible. La litera era bastante espaciosa para su pequeña estatura y además, tenía tanta comodidad como nunca antes. Había una pequeña luz así que le fue fácil poner una alarma. Tenía un mueble pequeño que le permitía almacenar artículos pequeños pero por supuesto, Benjamin no necesitaba nada de eso ahora.

Originalmente el día siguiente era feriado así que cerró los ojos con alegría al pensar que podía dormir sin poner la alarma... Pero la puerta se abrió sin que pudiera hacer algo para detenerlo. Parecía que había otros empleados que habían regresado del turno de noche. Benjamin se quedó quieto con los ojos cerrados, escuchando si esa persona utilizaba una cama que estuviera cerca de él o no. Escuchó pasos. Podía sentir la ligera luz brillando sobre él, pero ya no tan profundo...

Respiración.

Respiración....

Parecía demasiado cerca de su cara pero Benjamin no podía abrir los ojos debido al cansancio del trabajo. A medida que se había aliviado la tensión, también había comenzado a sentirse tan somnoliento como para perder el conocimiento poco después.

Cuando abrió los ojos, ya era de día. El dormitorio estaba vacío así que Benjamin se tambaleó fuera de la cama. Se miró al espejo y miró su cabello completamente revuelto. Se cepilló con las manos y regresó a la ducha antes de salir. Ayer se había bañado antes de acostarse, pero no sabía cuándo volvería a tener este tipo de suerte por lo que quería gozarlo tanto como fuera posible. Benjamin se lavó generosamente con champú. Lo tomó, lo frotó en su cabeza y aplicó mucho gel de baño. Se secó con una toalla tibia y luego, comenzó el turno de la mañana. Después de comer la comida sobrante y de dar las gracias, regresó a casa. Tal vez fue porque estaba en buena forma física en el trabajo, pero pudo subir las escaleras con facilidad y caminar suavemente por el pasillo.

Pero en la puerta de su propia casa, había un extraño.

Era un hombre alto de pelo negro y buen físico. Su rostro blanco estaba cristalino y sus pupilas doradas captaban la luz del sol de la tarde mientras lo miraban. Los espléndidos rasgos que estaban bien colocados sobre él eran tan hermosos como si estuvieran pintados en un cuadro. Pero Benjamín estaba tan pálido como si hubiera visto un fantasma.


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