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Benjamín. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Benjamin se sintió abrumado por la primera mansión gigantesca que había visto en toda su vida. Algo que parecía sacado de un libro de imágenes. Tenía un hermoso jardín, cercas, árboles, aves y una mujer, con una cara severa y un hermoso vestido, recibiéndole precisamente en la puerta de la entrada.

"Este lugar es diferente de donde vivías así que, en el futuro, no podrás hacer o decir nada sin que yo te lo permita."

El hombre, que lo había llevado hasta allí, lo apuñaló en el costado con los dedos y le dijo que hiciera alguna señal en caso de haberlo comprendido todo. Benjamín asintió con la cabeza, muchísimo más asustado que como lo estaba en un inicio. El sujeto sonrió en aprobación pero la mujer frente a él solo movió los dedos.

"Entonces me iré, esposo mío."

Al mismo tiempo en que ella se daba la vuelta, el cuerpo de Benjamin fue arrastrado hasta alguna parte sin que tan siquiera le dieran el tiempo para reaccionar. Desde el exterior, la mansión parecía un palacio de caricatura, pero el interior era más espléndido de lo que había pensado ver jamás. Grandes candelabros, muebles y adornos antiguos esparcidos por todas direcciones, eran las primeras cosas que le asaltaban la mirada. Había visto lugares similares en su ciudad natal, pero eran definitivamente diferentes en calidad y tamaño. Todo en la casa estaba reluciente y... Brillante. Porcelana, platos con bonitas imágenes, bolas de nieve, esculturas, estatuas. Caminaba y caminaba y caminaba sin parar, sintiendo como quedaba completamente atrapado en un paisaje luminoso y evidentemente perfecto. Pero luego, en algún momento que no pudo percibir, simplemente lo aventó hasta que quedó atrapado en una habitación horriblemente espaciosa.

"¡Por favor, déjame salir! ¿Me escucha? ¿Hay alguien ahí?"

Benjamín se asustó y llamó a la puerta, pero no hubo respuesta. Solo estaba su voz, fuerte y haciendo eco.

Benjamín se volvió, se puso en cuclillas como para intentar recuperar el aliento y mientras se frotaba los ojos, el paisaje de la habitación comenzó a volverse extrañamente cautivador. ¡El interior era mil veces más grande que la casa en la que había vivido la mayor parte de su vida! Había una cama grande, lo suficiente como para que todos sus hermanos se reunieran y durmieran juntos. Además, cuando se levantó, descubrió que las sábanas también eran increíblemente suaves. Es decir, en el momento en que puso su mano en la parte de arriba, Benjamin pudo entender por primera vez que había tejidos tan finos en el mundo ¡Una maravilla en toda la extensión de la palabra! Las ventanas eran muy grandes y las cortinas parecían medir más de 3 metros. Estiró las manos para medir la longitud, pero ni siquiera podía tocar el alféizar.

Techos altos, cortinas colgantes. Candelabros. Ni siquiera se había dado cuenta de cuanto tiempo había pasado mientras miraba a su alrededor.

Miró un poco para la derecha y se encontró con una puerta bastante distinta a la que tenía en la entrada. Y tan pronto como giró el pomo y la empujó hacia adentro, la madera se abrió casi por si sola y apareció un aspecto completamente diferente al de un "baño" tradicional de ciudad. El suelo era de piedra pulida, con dibujos de colores, y estaba lo suficientemente limpio como para dormir allí por noches enteras. Se veía blanco como la nieve y además, el inodoro y el lavabo eran completamente de oro. Por supuesto, lo que más le impresionó de todo el espacio, fue la increíble bañera que habían colocado justo en medio. Una tina en forma de pera lo suficientemente grande como para que pudiera acostarse completamente estirado. Tenía patas que parecían pies de gato y adornos hermosos por aquí y por allá. En casa, la familia se lavaba en orden dentro de una vieja tina de madera parcheada. Comenzaban con papá, quien venía de un largo turno de trabajo en el campo, y terminaban con él, que era el menor. Entonces, cuando ya era su turno, el color del agua ya se había vuelto asquerosamente turbia. Madre siempre lavaba su cuerpo utilizando esa agua así que recordaba poder ver el pelo, el vello púbico rizado y las células muertas de la piel, flotando en un agua amarillenta. A Benjamin no le gustaba, pero era joven y no podía derrotar a su padre ni al resto de los hombres del hogar.

Cuando sus padres le consiguieron un trabajo, la verdad es que se avergonzaba demasiado de decir que salía de casa por primera vez después de años de no hacerlo. Por supuesto, Benjamín pensó que solo iría a la ciudad vecina y regresaría para invierno. Algo que sería solamente de una vez... Por primera vez en mucho tiempo, se había puesto ropa nueva y limpia. Una camisa blanca que tenía un montón de botones y unos zapatos de cuero que solo cubrían su empeine. Sus otros hermanos lo miraban con envidia y sus padres le habían preparado de comer mucha carne y pan, algo que normalmente nunca vería en la mesa. Ahora lamentaba estar feliz con las galletas y pasteles que había tenido en ese momento. Lamentaba la ropa y los lujos, porque quería volver a casa. Quería regresar, no deseaba quedarse en una habitación tan vacía y definitivamente no era de su agrado tener tantísimo miedo. Extrañaba el lugar familiar y ruidoso. Quería a su mamá y también quería a su padre.

Quizá era debido a que estaba muy nervioso, pero Benjamín fue a la cama sin detenerse a tomar un baño primero y luego se quedó increíblemente dormido sobre la cama. Entonces, quizá ya bastante entrada la tarde, de repente se despertó debido al toque de una mano. El hombre de mediana edad, el que lo había llevado hasta aquí, lo estaba tocando suavemente en la cabeza mientras que su esposa lo miraba sentada a un lado del pequeño buró. El hombre le había obligado a sentarse sobre las sábanas así que, solo después de tomarse el tiempo necesario como para acostumbrarse al ambiente, Benjamín comenzó a olfatear algo muy delicioso a su derecha. Había un montón de comida en una bandeja realmente hermosa así que se preguntó si podría comerlo todo de una vez. La esposa asintió, con una sonrisa enorme en su rostro, y luego le pasó una pequeña tacita de té con canela. Como de costumbre, se metió el pan entero en la boca. Dio un gran bocado y masticó por mucho tiempo haciendo todo el ruido del mundo. Tomó la carne con ayuda de un tenedor y se metió todo dentro, con el pan todavía a medio tragar.

Mientras comía, miró hacia adelante y vio a la mujer, observando todo con ojos enormes.

"Como eres de un lugar humilde, entiendo que no tienes educación".

Benjamin de repente se sintió avergonzado. En su casa nadie decía nada sobre la manera en que comía. Tenía muchos hermanos, así que siempre había ruido, sonidos asquerosos y malas palabras. Todos tenían que comer muy rápido para conseguir tener su ración completa. Después de tomar su parte del pan, se lo tragaban de inmediato o se los llevaban para esconderlo en cualquier otro lugar de la habitación o de lo contrario, solo observarían y se quedarían con hambre durante toda la noche. Por supuesto que ese no debería ser el caso aquí pero, Benjamin, sintiendo una sensación instintiva de crisis, lo había tragado como si fuera un pato.

La esposa seguía pareciendo enojada, pero no dijo nada al respecto:

"Deja que el maestro te enseñe modales correctamente".

Ella se levantó primero y le cedió la palabra al hombre al que también llamaba "esposo". El tipo era educado a la hora de hablar y parecía increíblemente hermoso cuando se movía. Alguien imponente. Cuando Benjamín, que todavía estaba comiendo, lo miró con curiosidad, el maestro simplemente suspiró y se sentó frente a él diciendo: "Escúchame." En una actitud bastante diferente a la que tenía cuando estaba con su mujer. 

"Eres un invitado".

"... ¿No estoy aquí para trabajar?"

"No."

"Pero... Mis padres..."

"¿A qué te dedicas? ¿Qué hacías en el campo?"

Todo lo que Benjamin sabía hacer era alimentar al ganado, como gallinas y caballos, y limpiar los establos desde la mañana. Incluso era el encargado de hacer las cosas más sencillas de la granja. Plantaba cosas como patatas y zanahorias desde que era muy joven y también las cosechaba todas en una pequeña canasta. El maestro inmediatamente negó con la cabeza:

"Pues ya no será así. Primero que nada, aprenderemos estudios sencillos y clases de etiqueta básica".

"¿Voy a estudiar?"

"Sí, pequeño. Te vendieron a esta casa así que tienes que seguir las reglas para poder quedarte aquí".

Benjamin ladeó la cabeza cuando se enteró de que lo habían vendido. El maestro hablaba de él como si fuera ganado así que, aunque pensó que era una expresión que no debería utilizar para la gente, Benjamin no pudo protestar.

"Vas a estar en silencio ¿Bueno?"

El maestro lo miró como si le dijera que no tenía ninguna forma de rebelarse contra él. Benjamin estaba en un lugar extraño de todas maneras así que asintió con la cabeza mientras pensaba en ello. Era aterrador pero, por primera vez en su vida, podía quedarse en un lugar lindo y comer hasta sentirse lleno. No quería que lo echaran.

El primer día, afortunadamente parecieron darle un buen descanso.  Después de llenarle el estómago, dos mujeres bien vestidas entraron a la habitación, limpiaron y le aplicaron un líquido fragante en la cabeza y en el cuerpo. Había muchas burbujas, así que tenía la suficiente curiosidad como para empezar a jugar con ellas mientras tanto... Y mientras jugaba, pareció como que el maestro se había enojado de nuevo con él.
Lo secaron y acomodaron y su cuerpo quedó tan suave y bonito que pareció que no podía dejar de tocarse jamás. Más tarde, descubrió que lo que le habían puesto se llamaba loción. Y como lo que llevaba puesto su hermana en la casa, Benjamín ahora estaba cubierto con el mismo paño largo, suelto y suave que llegaba hasta un poco más abajo de sus rodillas. Parecía que no era ropa de hombre, pero extrañamente nadie estaba al pendiente de ello por lo que tampoco se quejó. Al día siguiente, entraron dos mujeres con un vestido negro largo y un delantal. Lo lavaron y lo alimentaron también y aunque no fue una comida abundante como la del día anterior, al menos hubo pan caliente y mucha sopa. 

Cuando terminó la comida, el maestro extendió un libro para él.

"¿Puedes escribir?"

"Sí."

"Entonces, ¿Puedes leer?"

El libro que le había dado el maestro tenía demasiadas palabras que no conocía así que, mientras tartamudeaba el título, pudo escuchar como el hombre suspiraba antes de cambiarlo por un libro más sencillo. Sin embargo, una vez más, cuando no logró leer ni siquiera el primer capítulo, se molestó y le otorgó un cuaderno para niños.

"¿Qué diablos has estado aprendiendo todo este tiempo?"

Benjamin movió los dedos, avergonzado. El maestro le había dicho que tenía que aprender al menos lo más básico así que le mostró un libro muy pequeño de vocabulario con dibujos. Su mujer siempre entraba para revisar su progreso, bien vestida y perfumada. Llevaba bonitas joyas encima que parecían excepcionalmente caras y cuando lo miraba con curiosidad, arrugaba la expresión y agitaba la mano como si pensara que era una perdida de tiempo:

"Si no fuera por su color de cabello y de ojos, nunca habría traído a una incubadora así a nuestra casa".

Benjamin, que estaba a su lado, obviamente había escuchado todo sin comprender ni una palabra. Más tarde descubrió que el maestro y su esposa tenían el mismo color de cabello y de ojos mientras que Benjamin, tenía cabello castaño claro y ojos color verde brillante. Debido a que trabajaba para la agricultura, su piel estaba tan bronceada que a menudo se la evaluaba como "linda" o "atractiva" y, además, tenía la mirada redonda y la cara chiquita. Pero igual para la mujer parecía desagradable.

"Al final del día, nos quedamos con un pobre tan ignorante."

Benjamín se quejó, pero fue golpeado de inmediato por hacerlo.

"¿Por qué te atreves a lanzar una mirada tan irrespetuosa? ¡Ni siquiera me mires!"

La mujer hizo una seña al maestro, y el maestro se acercó y golpeó a Benjamín en la espalda con el palo que sostenía.

"¡Me duele!"

"¿Cómo se dice?"

"¡Me equivoqué!"

Se disculpó rápidamente debido al dolor, pero la golpiza terminó solo después de un tiempo que pareció interminable. El lugar donde le había golpeado estaba ardiendo con fuerza así que lloró y lloró y cuando terminaba de llorar comenzaba a hacerlo de nuevo. En realidad, todas las noches, mientras yacía en esa habitación enorme y vacía, las lágrimas fluían de su cara como si fuera una fuente, la nariz le moqueaba y pedía en sus oraciones que sus padres vinieran a recogerlo pronto... Por supuesto, con el paso del tiempo, Benjamín se acostumbró gradualmente a vivir allí.

Le habían practicado un examen físico similar a los chequeos obligatorio que tenía en la escuela. Le hicieron llenar un frasco de orina, le sacaron un tubo de sangre e incluso lo metieron en una máquina extraña de cuerpo completo. Pero lo que más odiaba de todo ese asunto, era estar acostado boca arriba, con las piernas bien abiertas y una sonda metida en el ano durante minutos enteros mientras buscaban algo dentro de él. Benjamín protestó por esto igual a como lo haría un niño de su edad, pero mantuvo la calma solo después de ser golpeado. Para su fortuna, fue una inspección de solo una vez y además, el día de la prueba pudo comer muchas cosas deliciosas que antes parecían extrañas. ¡Había un montón de experiencias que nunca había tenido en su casa! Un cuarto, comida, ropa, un baño y después de medio año, incluso le habían dejado ir al jardín para caminar y tomar el sol. Aunque siempre había criadas mirando todo lo que hacía y una pared alta y grande que le impedía salir, se alegraba de haber logrado portarse lo suficientemente bien como para irse de la habitación por un momento. Benjamin incluso pensó que no sería una mala idea vivir allí de forma permanente. Después de todo, mientras hiciera lo que le pidieran y cumpliera sus tareas, no lo golpeaban o lo regañaban y mucho menos hablaban mal de él. Comía todos los días y pasaba la mayor parte del tiempo en una sala que impedía el paso de la contaminación ambiental. Como resultado, su piel se volvió blanca gradualmente, como la de un rico. En su tiempo libre le ponían música (No sabía exactamente de cual) porque la esposa decía que para deshacerse de su sangre corriente, tenía que cultivar la cultura dentro de él. Además, siempre le hacía dar la vuelta a la mansión para desarrollar sus conocimientos y le ofrecía clases de cualquier tipo de arte que quisiera experimentar ¡Benjamín estaba muy feliz de que lo tomaran en cuenta! Desde una edad muy temprana, le habían enseñado que si no ayudaba con la agricultura o cuidaba del ganado, se moriría de hambre hasta que llegara la semana siguiente. Aquí, incluso si no trabajaba, lo alimentaban. Sus sábanas siempre estaban limpias y su ropa planchada por lo que incluso dormía y despertaba cómodamente. La esposa daba miedo y el maestro era estricto pero, igual pensó que no estaba nada mal si lo ponía en perspectiva...

Hasta que llegó el monstruo de esa noche.

Tan pronto como recordó al monstruo, el que lo había atacando en la habitación, Benjamin gritó y se despertó en su casa, jadeando y mirando a su alrededor como si no pudiera respirar. Se levantó apresuradamente de la cama y pensó que tenía que salir de allí antes de que el monstruo se lo comiera de nuevo. Pero su cuerpo, impotente y afectado por el sexo, no podía caminar correctamente por lo que terminó por derrumbarse contra el suelo. Aún así, sin parar, salió arrastrándose utilizando los brazos.

"Hey, hey ¿A dónde vas?"

El cuerpo de Benjamin se volvió frío ante la voz del hombre. Cuando sus manos fueron en su dirección y sus dedos le tocaron la barbilla, Benjamin empujó a su oponente tan fuerte como pudo y gritó:

"No me gusta... ¡No me gusta esto! Tengo mucho miedo. Tengo miedo."

"Cariño, ¿Tuviste una pesadilla?"

"Déjame ir… Déjame ir. Por favor. Quiero ir a mi casa." Benjamin se inclinó y suplicó al tipo frente a él. "Quiero irme, quiero a... Mi mamá."

Fue patético, pero el hombre igual no dijo nada en su contra. Benjamin estaba sollozando y al final, cuando sus ojos se encontraron con los de la persona que estaba sentada frente a él, con una rodilla doblada para poder sostenerlo, Benjamin gritó de nuevo y dio un paso para atrás. Eran ojos dorados ¡Eran los mismos ojos dorados!

"Ah... Por favor. Estaba equivocado ¡Estaba equivocado! No lo haré de nuevo, de verdad que no lo haré de nuevo."

Se sentó en el suelo y se acurrucó, diciendo lo mismo una y otra vez hasta que se volvió escalofriante. Al verlo repetir apresuradamente su disculpa, el hombre frunció el ceño.

"Oye..."

"No, no huiré otra vez. Me callaré, no diré nada. Por favor no me pegues, lo siento. Estaba equivocado. Por favor."

Pareció como si pudiera escuchar las voces de la señora y el maestro a su lado. Benjamin incluso sintió como si estuvieran a punto de golpear su estómago con un látigo en cualquier momento así que por eso suplicó como un loco. Escuchó un susurro desde arriba:

"Cálmate. Tienes que respirar."

"Um..."

"No pasa nada, no te voy a lastimar. ¿Está bien? Mírame."

Era una voz dulce, como para calmar a un niño. Benjamin lentamente levantó la cabeza, como si le estuviera costando horrores mirar en su dirección, y al final, Frente a él, se encontró con que el tipo estaba sonriendo bastante amablemente:

"No llores. Yo te voy a cuidar ¿Sí?"

Al mirar su brillante cabello castaño y sus bonitos ojos dorados, Benjamin puso una nueva expresión de incredulidad y tembló con fuerza. Se acercó al hombre, como poseído por su mirada, y comenzó a calmarse bastante lentamente debido a él...

El hombre tomó la mano de Benjamin, se la llevó a los labios y le besó el dorso de la mano mientras decía: "Dijiste que no vas a huir".

"Sí."

"¿Prometes quedarte conmigo?"

"Sí. Lo prometo ".

Benjamin asintió con la cabeza, sin comprender exactamente lo que estaba sucediendo a su alrededor. Después de eso, abrazó al hombre que le estaba dando todo su calor y se ocultó en sus brazos como si fuera un pequeño ratoncito. El hombre sonrió más hermosamente que nunca antes.

"Estaremos juntos por siempre, mi amor."

"Sí."

El hombre sujetó con fuerza la cintura de Benjamin y continuó frotándole la espalda como para que se tranquilizara por completo. Después, lo acomodó nuevamente sobre el colchón:

"Espera un minuto, cariño".

Cuando Benjamín asintió con la cabeza, el hombre le acarició la mejilla como si fuera amable, se paró frente a la cama y se quitó rápidamente la camisa que llevaba encima. Debajo de su piel clara y blanca, sus músculos duros comenzaron a marcarse de una manera hermosa. Sus antebrazos y muslos parecían tener el doble de su tamaño y mientras miraba, como alguien que veía todo por primera vez, Benjamín se dio cuenta de que los alrededores ya estaban brillantes. Aunque todavía era temprano en la mañana, una luz azulada se filtraba dentro del cuarto hasta hacer que las ventanas destrozadas emitieran brillitos. Y cuando la cicatriz debajo del hombro del hombre fue claramente visible, Benjamin abrió mucho los ojos y sintió como si nuevamente se quedara sin respirar. Sin embargo, antes de que pudiera preguntarle al respecto, el hombre se inclinó y lo besó con toda su fuerza. Luego, con las piernas abiertas y sentado entre las suyas, llevó su pene hasta su entrada todavía empapada y lo embistió.

Su pared interior apretó sus genitales hasta el punto en que pareció como si siempre hubieran encajado perfecto.

"¡Ah!"


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