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Benjamín. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Tan pronto como se despertó, sintió la textura de la funda blanda de su almohada. Benjamin abrió los ojos lentamente, todavía con el rostro en blanco. Dejó escapar un gemido terrible debido al calor y, cuando finalmente se movió, descubrió que había algo muy duro y pesado envolviendo su cintura. Más que eso, tenía algo en el trasero...

"¿Estás despierto?"

Era la voz del hombre.

Benjamín se levantó de inmediato, aunque eso también provocó que sintiera muchísimo dolor de golpe. El hombre detrás de él pareció preocupado por eso así que lo sujetó y volvió a acostarlo.

"Dormiste por mucho tiempo. Debes haber estado muy cansado."

"¿Por qué...?"

¿Por qué el hombre seguía en su casa?

Benjamin lo miró con una expresión increíblemente cansada y de repente, le vino a la mente todo lo que había ocurrido la noche anterior. Es decir, ayer el hombre lo llamó "mamá."
Benjamin juntó sus manos temblorosas, se frotó los brazos y se levantó apresuradamente de la cama. O al menos, trató de hacerlo. Su cuerpo había perdido tanta fuerza que inmediatamente perdió el equilibrio y...

"¡Ah!"

Cayó de lado, junto con la manta que había estado cubriendo la parte inferior del cuerpo de Benjamin. El hombre se levantó y lo agarró del brazo.

"No te excedas. Ven, deja que..."

"¡Déjame ir!"

Benjamín tropezó de inmediato debido a sus movimientos tan escandalosos pero, muy afortunadamente, fue ahora sobre la cama y no de lleno contra el suelo. No había lesiones que lamentar pero, ya que todo su cuerpo había quedado completamente expuesto ante él, cuando miró para abajo descubrió que había unas inmensas marcas rojas desde su pecho hasta los muslos, moretones, rasguños, mordidas... Y un montón de recuerdos que parecían no querer irse jamás. ¡Incluso recordaba haber sido abrazado por el hombre mientras estaba en frenesí y luego, haber tenido relaciones sexuales nuevamente!

Benjamin sintió una sensación de frío impresionante en todo el cuerpo y entonces, justo en ese momento, algo pegajoso se filtró debajo de sus nalgas.

Semen. Un montón de semen.

"No puede ser..."

Su gemido sonó como si estuviera a punto de llorar. Benjamín, de mal humor, trató de darle fuerza a su espalda para lograr irse de allí por cuenta propia pero, de nuevo, pareció que no había logrado hacer nada interesante. Su cuerpo estaba en un estado completo de debilidad y no le ayudaba en absoluto que el semen continuara goteando. Quería llorar, pero antes tenía que lavarse primero.

Un paso, dos pasos, y Benjamín cayó como si se hubiera desmoronado.

"¡Ah!"

"Por favor, descansa."

El hombre intentó sujetarlo entre sus brazos, pero Benjamín gimió y puso su mano contra la pared para ponerse de pie.

"Estoy bien."

"¿Puedes lavarte solo?"

"Ya te dije que estoy bien. Sal."

Esperaba que la existencia frente a él desapareciera de inmediato pero, el hombre no se movió ni aunque pareciera tan a punto de rogarle. Apoyado contra la puerta, con los brazos bien cruzados contra el pecho, el sujeto observó a Benjamin llegar al baño, tomar el pomo de la puerta y cerrarla con un fuerte impulso. Afuera se escuchó un suspiro así que el rostro de Benjamin se sonrojó de nuevo. Por fortuna, había logrado tener bastante agua tibia debido al calentador que instaló anticipadamente. No lo utilizaba a menos que fuera invierno para no gastar demasiado, pero pensó que definitivamente se enfermaría si no la ocupaba hoy. Se enjabonó, se lavó todo el cuerpo y a medida que lo hacía, los ojos de Benjamin se agrandaban exageradamente cuando encontraba marcas rojas por todas direcciones. Por supuesto, lo más difícil era lavar la parte que tenía el semen del hombre. Mientras goteaba, tuvo que enjuagarse las manos varias veces, observando todo el espectáculo como si tuviera muchísimas ganas de llorar.

Se estaba secando con una toalla cuando recordó que no había metido ropa para cambiarse.

Abrió suavemente la puerta y volteó la cabeza para la izquierda y también para la derecha. Una y otra vez hasta que se sintió un poco más seguro... El maldito hombre estaba sentado en la cama. Cuando lo vio, la sonrisa en su rostro fue tan repugnante que Benjamin terminó por irse directo al armario, colocando una expresión completamente firme en su casa. Por supuesto, mientras estaba a punto de ponerse la ropa interior, su mirada comenzó a clavarse sobre él de tal manera que hasta cosquilleaba en sus espaldas.

"¿Tienes hambre?"

"Por favor, solo vete." Benjamin dejó escapar el suspiro que había estado conteniendo así que cortó sus palabras de una sola vez. "No sé quien eres. Tampoco sé por qué me estás haciendo esto."

"Tú sabes quién soy". El hombre murmuró esto con una voz amarga, como si tuviera problemas para decirlo directamente. Luego, se puso de pie de repente, lo miró y agregó: "Sabes mi nombre."

"No lo sé."

"Shanfield".

Los hombros de Benjamin se encogieron ante sus palabras. Aun así, inclinó obstinadamente la cabeza y levantó la mano para señalarle la salida. El sujeto solamente llevaba pantalones encima así que la parte superior de su cuerpo comenzó a verse claramente expuesta debido a los alrededores brillantemente iluminados. Y tan pronto como vio la cicatriz, Benjamin sintió como su cuerpo se llenaba de una nueva oleada de emoción.

"Cuando hayas terminado de vestirte, por favor... En serio no quiero seguir con esto."

Abrió la boca y habló tan claramente como pudo, pero no pudo ocultar el temblor en su garganta. Luego, Benjamin retrocedió como para dar por finalizado el asunto pero el hombre, que igual miraba todo atentamente desde atrás, solo frunció el ceño y pasó a juguetear con el celular que sostenía entre la mano.

"Bueno... Tengo que salir porque hay trabajo que hacer de todos modos."

"Vete."

Benjamín, todavía temblando, ahuyentó al hombre mientras volvía a apuntar hacía la puerta. El joven chasqueó la lengua, se acercó hacía él en un momento y observó como Benjamin levantaba la mano para bloquearlo de nuevo. El tipo lo agarró para bajar su defensa, le besó en la frente y lo abrazó por la cintura. Descubrió que lo estaba mirando con muchísima ansiedad.

"Volveré mañana".

"No vengas."

"Regresaré por la noche, así que espérame aquí para ir a cenar. Tú y yo. Siempre tuvimos que ser solamente tú y yo".

El hombre besó sus labios rápidamente y luego se alejó igual a si tuviera miedo de lastimarlo. Entonces, el celular en su mano comenzó a vibrar tan fuerte que las miradas de los dos corrieron para ese lado. La pequeña máquina, con la hora escrita en ella, era un producto bastante impresionante y novedoso. Muy pocos en la zona cero lo tenían ya que era, además, impresionantemente caro. Algo que solo utilizaban las personas muy importantes como, los gerentes de un hotel.

Benjamin dio un paso para atrás cuando el hombre hizo lo mismo. Después de ponerse la camiseta y acomodarse los pantalones, tomó también su abrigo y salió...

Al escuchar la puerta cerrarse, Benjamin cayó al suelo como si no pudiera más antes de comenzar a destrozarse en llanto.

"Ah..."

En su mente, recordaba el cuerpo del hombre que había tenido sexo con él.  Y esa cicatriz en la parte inferior del hombro...

"Aster..."

Benjamín no podía respirar debido a las lágrimas. Era un nombre difícil de borrar después de todo. Una cara bonita que sonreía brillantemente cada vez que lo abrazaba, una manita pequeña que buscaba la suya y un cuerpo chiquito y suave. Su piel blanca y sus ojos brillantes, todavía aparecían vívidamente frente a él cuando pestañeaba así que, por un rato enorme, se sentó, temblando y llorando por todo lo que acababa de pasar y también, por sus recuerdos. Al contrario de su apariencia, todo tipo de cosas hermosas todavía quedaban allí: Su olor, la forma en la que se veía cuando pudo conocerlo, su nariz, esa pequeña boquita... Y en el momento en que recordó su linda voz, llamando su nombre por primera vez, Benjamin gimió y se tambaleó desde el suelo hasta ponerse de pie.

Este no era el momento.

Este no era el momento para pensar en él.

Tenía que empacar sus pertenencias y huir así que, aunque le había sido difícil llegar a la zona cero y establecerse, nada de eso parecía importar ahora.

Benjamín salió sin prestar atención a lo que estaba pasando a su alrededor. Sin embargo, tan pronto como apareció en el pasillo principal, el vecino lo miró y frunció el ceño gritando:

"¡Puta bastarda! ¿Cuándo vas a dejar de gemir en mis horas de sueño?"

Benjamín se asustó y corrió hacia las escaleras para evitarlo. Pero paso a paso, cada vez que bajaba, le dolía la espalda y le temblaban las piernas hasta un punto de verdad aterrador. Sin embargo, siguió caminando hasta que finalmente pudo llegar a la casa del dueño, que estaba en el tercer piso del edificio. A diferencia de las otras áreas, el medio del pasillo estaba bloqueado por una inmensa reja de hierro. Las paredes fueron demolidas y así, tres habitaciones se volvieran una misma. Benjamín tocó el timbre frente a la verja. No hubo respuesta de inmediato así que lo presionó una y otra vez hasta que una de las puertas dentro se abrió con un chirrido. El dueño salió en ropa interior.

"¿Qué quieres? Todavía no es hora de pagar el alquiler".

El propietario se acercó, rascando su vientre protuberante mientras arrugaba la expresión de su cara. Benjamín contuvo la respiración y, sosteniendo la barra de hierro, dijo lo que estaba pasando:

"Quiero salir de la habitación".

"¿Qué? ¿Ahora?"

"Sí. Quiero irme ahora mismo. Puede darle los artículos que tengo allí al recién llegado o simplemente tirarlos a la basura. Me da lo mismo".

"¿Qué clase de tonterías dices? ¿Qué pasa de repente?"

El dueño gritó, sin abrir la jaula de hierro.

"En el contrato dice que puede hacerme la devolución de mi dinero si el tiempo es menor a..."

"Para nada, tienes que conseguir a alguien que ocupe tu lugar en un plazo de 24 horas o no hay trato. "

"¿¡Dónde está esa ley!?"

"¿Y dónde está la ley que dice que puedes mudarte de un momento para otro? Trae un nuevo inquilino o quédate. No hay nada más."

El dueño gritó, dijo que no era su problema y volvió a entrar hasta aventar la puerta casi contra su nariz. Benjamin, sosteniendo el alambre, gritó y lo llamó un montón de veces, pero fue en vano. El hombre no volvió jamás, sin importar cuanto llorara o se lastimara la voz. Y tal vez fuera por el cansancio, pero la fatiga pareció incrementar considerablemente cuando subió las escaleras hasta la casa. Su cuerpo estaba duro así que, cada vez que trepaba a la fuerza, incluso si era escalón por escalón, le dolía la cintura y los muslos y sintió como si estuviera a punto de desmayarse. Benjamin se tambaleó hacia el departamento, pero recordó que no tenía mucho sentido cerrar la puerta así que no lo hizo. Anoche había puesto la cerradura, doble incluso, pero quién sabe que tipo de habilidad tenía ese hombre que podía entrar como si lo dejara abierto.

Benjamin se dejó caer en una silla junto a la mesa del comedor. El olor a pan salió flotando de la canasta así que fue inevitable comenzar a tener hambre. Sintiendo disgusto consigo mismo, extendió la mano y recogió todo el pan. No tenía ganas, pero su cuerpo hambriento quería comer así que Benjamin obedeció. Por supuesto, a diferencia de la primera vez que lo comió, estaba frío y seco y el sabor parecía un tanto horrible. ¿Pero ya qué más daba?


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