Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Benjamín. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Lo sintió desde el momento en que se volvieron a encontrar. No era particularmente talentoso para las mentiras así que era divertido ver la manera en que su rostro se ponía azul tan pronto como lo miraba. Pero el tonto de Benjamín no se cansaba de seguir actuando. Fingió no saber nada cuando sacó el apellido Shanfield a la luz e incluso fingió no saber que era su hijo. El conde Shanfield estaba involucrado en todo tipo de negocios importantes así que el símbolo de la familia brillaba en la parte superior de un edificio que era lo suficientemente grande como para ser visto desde más allá del muro. Incluso los más incultos sabían sobre lo poderoso que ellos eran por lo que parecía más que evidente que Benjamin solo estaba tratando de evitarlo de alguna manera.

Tan pronto como descubrió a su madre, su corazón comenzó a doler igual a si se estuviera cayendo en cientos de pedazos y, mientras más se acercaba, más sentía como si ni siquiera pudiera hacer contacto visual con él. Estaba enojado por su abandono, tratando de cerrar la puerta mientras que ese hombre solamente se alejaba hasta volverse algo ridículo. Logró moverse lo suficientemente rápido como para poder entrar a su habitación así que, Benjamín, aterrorizado y en blanco, cayó hacia atrás tan sorpresivamente que Aster tuvo que sostenerlo para que no se llegara a lastimar. Pero el hombre entró en pánico y huyó al otro dormitorio. Cuando vio eso, su ira subió a lo alto de su cabeza. Principalmente porque ya no podía concebir la idea de que fuera a abandonarlo una vez más. Y aunque sabía que no era culpa suya, Aster no estaba nada dispuesto a aceptar sus nuevas ideas extremistas. Era, después de todo, un ser solitario que vivía solo, sin amigos ni familiares y sin tener contacto con las personas del pueblo donde antes llegó a vivir. Si no hubiera sido su madre, hubiese pensado que era una persona inútil a la que hubiera querido matar para liberarlo de su terrible desgracia... Pero Aster no mató a Benjamin. En cambio, lo violó y a menudo pareció llegar solamente para burlarse de él. No era normal que un hijo viera con tanta satisfacción ese rostro en su madre, con la boca escurriendo de baba y los ojos bien abiertos mientras pedía por más. Aunque por supuesto que a Aster le gustaba muchísimo la forma en que estaba ahora.

Además, ambos cuerpos eran compatibles hasta un extremo extraño.

"¿Es deliciosa la verga de tu hijo, mamá?"

"¡Oh, Dios mío! ¡Sí!"

Sacudió la cabeza y sonrió tan encantadoramente... Que Aster no pudo evitar recordar el momento en que era un bebé.

Benjamin había vivido en la esquina de la casa de la familia Shanfield hasta los 19 años. La señora Shanfield era estéril así que el niño fue vendido como una incubadora que pudiera darles algo de descendencia. Había nacido como el menor de una numerosa familia pobre, alguien innecesario al que le faltaba amor y del que se pensaba que no llorarían su perdida.
A diferencia de los demás jóvenes de su edad, Aster recordaba todo lo que había pasado. Es decir, estaba borroso porque obviamente era bastante pequeño, pero estaba seguro de que recordaba el rostro de Benjamín. Su voz y sus labios, sonriendo encantadoramente para que no tuviera miedo durante las noches más frías. El hombre estaba casi completamente confinado en su habitación y, comparado con los otros cuartos, la verdad era que ese lugar estaba en bastante mal estado. No podía salir fuera del horario designado y tampoco podía abrir las ventanas. Lo obligaban a dormir con su padre, el dueño de la casa, y un bebé recién nacido que no dejaba de llorar por las madrugadas.

Después del nacimiento de Aster, su padre buscó a Benjamín para hablar sobre su futuro inmediato. Parecía que estaba pensando en tirarlo a la calle tan pronto como lo destetara... Pero le obligó a embarazarse de otro niño una vez más.

El padre de Aster siempre fue muy amable con el niño y su esposa se esforzaba mucho por abrirse un pedazo en su corazón, pero el pequeño bebé seguía aferrándose a Benjamín como si fuera su muñeco. No quería irse de su lado ni por segundo o un minuto, mucho menos por una hora. Obviamente, el señor Shanfield seguía viniendo todas las noches para mandarlo a su habitación, gritando: "Es un sirviente." "No tienes que encariñarte tanto de un desconocido." Así que, cuando el conde regresaba de su trabajo por la capital, Benjamín separaba a Aster de su lado y se lo confiaba a su niñera. Aster no quería dejarlo y aunque Benjamin decía que era solo por un ratito, las lágrimas bajaban tanto que sus ojos se volvían terriblemente rojos  e hinchados a un nivel extremo.

Benjamin siempre sostenía a Aster en sus brazos y le decía lo mucho que lo amaba. Jugaba todo el día con él, lo arrullaba, le contaba cuentos y lo llevaba encima por tanto tiempo que fue evidente que el bebé lo estaba empezando a monopolizar. Celoso de su hermano menor, que aún no podía moverse, Aster siempre le rogaba por leche a su madre. Lloraba y gritaba hasta que Benjamín se levantaba la camiseta para mostrarle los pechos, lo acomodaba en su regazo y ponía el pezón en su boquita.

"Aster, si sigues así tu hermanito no va a tener nada que comer."

"¡No!"

No necesito un hermano. Sin embargo, el pequeño Aster todavía carecía del vocabulario para decir esas palabras. Obstinadamente, enterraba la cabeza en el pecho de Benjamin y se negaba a soltarlo incluso aunque estuviera ya lo suficientemente lleno. Después de todo, si no comía lo haría su hermano en su lugar. Y no le gustaba porque estaba seguro de que se acabaría todo lo que era para él. Aster colocaba más fuerza en sus labios para chupar una y otra vez, hasta que Benjamin terminaba por darle palmaditas en la espalda.

"Lo siento. Lo siento tanto, Aster."

Conociendo que estaba a punto de marcharse, Benjamin tuvo que separar al niño de su pezón para que se detuviera. Era un bebé muy quisquilloso, pero el hombre, quien lo dio a luz, siempre fue una persona muy complaciente y amigable con él. Aunque en ese momento ni siquiera sabía que Benjamin era su verdadera madre, Aster siempre fue completamente de él. Tan suyo.

El niño siempre estaba muy alerta. Si la condesa no quería dejarlo ir con Benjamin, entonces él comenzaba a hacer todo tipo de cosas que pudieran causar problemas. Ella decía: "En el futuro, no dejen que Aster entre en contacto con esa... Cosa asquerosa. ¿Entendieron?" Y aunque obviamente el niño no sabía el significado exacto de aquellas palabras, era un hecho que la señora Shanfield parecía estar muy insatisfecha de la unión entre los dos. Al principio había decidido aguantarlo debido a lo importante de la lactancia materna pero, ahora que los niños estaban un poquito más grandes, no era necesario tenerlo allí todo el bendito tiempo.

Aster estaba enojado. ¡Se suponía que debía estar con Benjamín! ¿Por qué la gente de la mansión seguía molestándolo?

"¡Joven maestro!"

"¡Oh, Dios, maestro!"

La herida en el hombro se produjo en ese momento.

El pequeño Aster, incluso aunque solamente sabía gatear, se lesionaba por cuenta propia porque sabía que Benjamin vendría a su lado si estaba enfermo o bastante lastimado. Era algo común en él. Cuando lloraba, era como si el mundo entero de Benjamin se hubiera derrumbado en ese instante así que Aster a menudo hacía esto como una trampa. Cuando gritó, buscándolo, la señora Shanfield lo llevó hacia su propio pecho mientras intentaba tranquilizarlo. Sin embargo, el bebé lloró, aventando todo lo que llevaba en sus manitas hasta provocar que la habitación terminara hecha un completo desastre. Los sirvientes no lograban calmar al precioso maestro imprudente y al final, comenzaron a tener miedo de que intentara lastimarse otra vez. La señora Shanfield había salido solo un instante, pero el bebé ya había logrado aventarse de su cuna.

"Aster, por favor. ¡ Aaaaaaah !  ¡Aster!"

Habían existido momentos en el pasado en los que tocaba la comida caliente sin que nadie se diera cuenta, apuñalaba su mano con sus cubiertos o comenzaba a golpearse con sus juguetes. Por supuesto, debido a que era apenas un bebé, su fuerza era débil y sus movimientos tan inestables que nada de lo que pensara hacer funcionó en realidad. Pero cuando se arrojó desde arriba, pareció como si la madera atravesara su pequeño cuerpecito hasta herirlo por todas direcciones. La mujer que lo presenció todo, gritó y llamó a los otros sirvientes porque Aster se revolcaba debido al insoportable dolor.

Finalmente, la condesa llevó a Aster de regreso con Benjamin. El hombre, al que no había visto en mucho tiempo, estaba impresionantemente herido ¿Y por qué? Él era quien se lastimaba a si mismo para estar con él así que, ¿Por qué Benjamín tenía tantos moretones en el cuerpo? Aster estaba enojado, llorando y agitando sus manitas hacía él como para intentar hacer algo al respecto. Benjamin rompió en llanto también:

"Aster, ay Aster. Mi bebé. ¿Qué estás haciendo? ¿¡Por qué te estás portando así!? De ahora en adelante, nunca, nunca vuelva a hacer eso. Tienes que prometerlo ¿Sí? Mírame ¡Prométeme eso!"

Aster estaba llorando, pero Benjamin pareció tan increíblemente enfermo que terminó por asentir.
El hombre lo abrazó como si estuviera aliviado y después, se quedó a su lado toda la noche hasta que la herida dejó de ser tan escandalosa.

Antes de que cerrara sus ojitos, Benjamin le susurró a Aster en voz baja, como si tuviera miedo de que alguien más pudiera oírlo: "Aster, mi amor, no puedes contarle a nadie sobre esto ¿De acuerdo?"

El niño llevó su mano a su boca.

"Mi nombre, es Benjamin."

"Mi".

"Sí, bebé. Benjamín. Está bien que lo guardes, pero no lo digas delante de los demás. ¿Entendido?"

El pequeño Aster asintió de nuevo y lo prometió. Y siguió pensando en el nombre de Benjamin hasta que se quedó dormido. Creyó que eso significaba que finalmente podrían estar juntos para siempre. Pero después de un tiempo, se dio cuenta de que lo que había hecho era en realidad, algo contraproducente para los dos. Cuando abrió los ojos, Benjamín, que había estado durmiendo con él, ya no estaba. Pensó que estaría afuera solamente por un tiempo pero nunca lo volvió a ver. Aster hizo un escándalo enorme para traer de vuelta a Benjamin, pero todos dijeron que ya estaba muy lejos. La habitación del hombre se transformó lentamente en un almacén y pronto todos comenzaron a actuar como si nadie hubiera estado allí desde el principio. Hasta su hermano se la pasaba en los brazos de otra niñera.

Aster lloraba todos los días como si el cielo se estuviera cayendo.

"¿Encontraron al sirviente? ¡Tienen que traerlo ya!"

Incluso aunque pasaron los años, ni siquiera podía llamarlo abiertamente Benjamin. Aunque solo con decir que era el sirviente todos entendían en un segundo de quien se trataba. Era el empleado de ojos verdes, el hombre que lo quería y lo cuidaba con todas sus fuerzas. Quien le dio leche en lugar de la niñera.

Buscó y buscó hasta cansarse, pero nadie se acordaba de él. Aunque antes no dejaban de perseguirlo, ahora todos en la mansión estaban diciendo que no lo conocían. Aster estaba sorprendido y comenzó a buscar razones por las que Benjamin tuvo que irse. Solo lo supo cuando se volvió un adolescente: Fueron sus propias acciones las que lo alejaron. Era por su boca y era por amarlo tanto. 

Aster le ofreció a Benjamin la cama de lujo. Esta era la habitación que solían compartir los Shanfield así que la cama de techo alto era verdaderamente enorme y tenía incluso unas cortinas increíblemente hermosas. No estaba exagerando, era lo suficientemente grande como para que sin importar cuantas personas estuvieran allí, siempre hubiera un asiento disponible.
Los Shanfield eran personas famosas que ganaron el título de nobles justo después de la guerra. Su país natal era de Europa, en un pueblo pequeño que afortunadamente no fue arrasado por el fuego o la contaminación. Antes de que estallara la guerra, la familia había instalado refugios de defensa aérea en varios lugares para poder ocultar su riqueza. Las vastas fortunas y obras de arte que estaban protegidas en las cajas fuertes de la casa, presumían de un valor aún mayor después de tanta muerte. Y la propiedad ahora le pertenecía completamente a Aster.

El presidente Shanfield había muerto ayer. Este año había cumplido 10 en estado vegetativo. Sobrevivió a un accidente automovilístico y ahora le habían diagnosticado muerte cerebral. Su esposa ya había muerto antes. Por supuesto, ninguno de ellos murió de forma natural (Aunque el gobierno se empeñara tanto en decir que sí) La mujer fue de compras al extranjero y en su camino de regreso, murió junto con sus ayudantes en un accidente aéreo. La niñera que lo crió desde la infancia fue contratada por tiempo completo y los demás empleados desaparecieron con el paso de los días. Por consiguiente, solo las partes más allegadas a él sabían que Benjamín era su madre. Y a Aster le gusta mucho ese hecho.

Mientras empujaba sus genitales profundamente dentro de él y besaba sus labios, Benjamin se dedicó completamente a abrazar el cuello de Aster.

"Ay, Aster."

Cada vez que su verga se insertaba y se frotaba contra su trasero, Benjamin gritaba de placer y comenzaba a poner los ojos en blanco. Era lujurioso darle una bofetada en el trasero y también, era increíblemente encantador.

"Mamá, mira. Puedes seguir viviendo aquí ahora. Ya no hay nadie que nos moleste".

"Sí. Yo quiero... Vivir con Aster."

Benjamin sonrió, así que un paisaje feliz pasó de pronto por la mente de su hijo. Su mamá, embarazado y sonriendo mientras vivía en la mansión. Un bebé, que crecería en su vientre hasta hacer que su pecho plano se extendiera... Y si se quitaba entonces la ropa y sacaba sus pechos, él podría enterrar su rostro para poder beber.

Los momentos más encantadores de su infancia, los que disfrutó y le hicieron descansar entre unos brazos calientes, eran siempre en los que mamá lo alimentó.

Aster abrazó a Benjamin con fuerza.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).