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Benjamín. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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En el dormitorio principal, el comportamiento lascivo continuó todos los días. Sin embargo, Benjamín ya no pareció querer escapar o poner resistencia. Quizá su motivación se había ido porque estaba muchísimo más tranquilo que antes... Y por supuesto, eso hizo que Aster se sintiera feliz.

Estaba sentado en la parte más alejada de una mesa larga. Tenía una camisa de vestir blanca y un chaleco que le cubría el cuello. Unas cintas de joyería tailandesa en la garganta y unos pantalones para vestir brillantes. Sus zapatos estaban hechos de cuero de primera y sus muñecas estaban llenas de pulseras. A diferencia de antes, cuando prefería un atuendo cómodo y ordenado, ahora estaba casi obligado a vestirse como el señor de una familia rica. Seguía siendo un hombre torpe, pero su figura erguida definitivamente era más elegante que la de antes. Ni siquiera se podía pensar que fuera la misma persona que había estado tirada en el piso y cubierta de semen hasta hace una hora.

"Perdón por bajar tarde. Me quedé dormido."

"Está bien. Es porque no te dejé ir a la cama hasta tarde".

Como había dicho, lo liberó exactamente en la madrugada. Se había quedado dormido por unos minutos pero, tan pronto como había comenzado a sentirse más relajado, Aster metió su pene dentro de Benjamin para sacudirlo salvajemente por tercera vez en lo que iba del día. Y fue tanto y tan constantemente, que incluso después de sacar todo su semen sintió como si su estómago permaneciera temblando.

Benjamín pudo moverse mejor alrededor del mediodía. Pero incluso ahora, aunque intentaba parecer más relajado, tenía dolor entre las nalgas y los pezones completamente rígidos e hinchados bajo su camiseta. Si no se hubiera cubierto con la ropa más gruesa que encontró, se habría visto "feo" frente a los sirvientes. Sin embargo, tal vez no podía pasar inadvertido porque el sirviente que lo veía en persona todos los días era el mismo de hoy. Tenía un buen físico, casi tanto como para reemplazar al ocupado Aster en sus tareas diarias. El hombre era quien lo lavaba, lo vestía y lo llevaba hasta la mesa. Era, por decirlo en otras palabras, el asistente personal de Benjamin traído por Aster. Benjamín estaba avergonzado por esto, pero Aster era muy consciente de su entorno y temía que sucediera algo desagradable si lo dejaba desatendido. Seleccionó un hombre, el mejor hombre, y se lo envió.

El secretario tenía un cuerpo grande y una impresión simple y confiable, pero, como ordenaba Aster, todos los días se quitaba la ropa para que el hombre que era su jefe pudiera cerciorarse de que no tuviera un solo cabello fuera de lugar. Era algo espantoso. Estaba todo rasurado, tenía un piercing en el pezón y ropa interior completamente negra. Al parecer así se evitaba que metiera armas a la casa.

"Parece un poco áspero por fuera, pero no te preocupes. Es un buen perro que escucha a su dueño a la perfección".

Ante las palabras de Aster, el secretario se sonrojó y torció la boca. Si se hubiera puesto boca abajo ahora mismo y moviera la cola, se vería justo igual que una mascota. Aster agregó, acariciando su propia barbilla.

"Confío en que todo estará perfecto".

Como dijo, el hombre cumplía fielmente con cada una de las cosas que pedía, hablaba cuando se le ordenaba y era lo suficientemente fuerte como para cuidar al débil Benjamín sin protestar. Por supuesto, todos los sirvientes, hasta él, sabían lo que pasaba en el dormitorio todas las noches y conocían que el nuevo señor Shanfield, heredado o futuro esposo, en realidad no era más que un prostituto. Su cuerpo siempre estaba desgarrado e incluso pareció que no había nada que pudiera hacer más que abrir su culo y gritar que le gustaba. Benjamín fingió ser indiferente pero podía sentir que los sirvientes lo miraban. Y no importaba cuán amables y nobles se vieran por fuera, la falta de respeto y la hostilidad internas eran bastante evidentes. Es decir, los sirvientes servían a Benjamín con cortesía y sinceridad, pero su lealtad era sólo hacia Aster. Ellos cuidaban a Benjamin porque el maestro lo había traído. Ya fuera un hombre, un prostituto, un mendigo o los tres, no importaba. Solo eran fieles al papel que les habían asignado, y Aster estaba satisfecho con eso.

Benjamin y Aster daban un paseo por el jardín después de la cena. Pareció que lo estaba abrazando cariñosamente cuando de hecho, lo apoyaba porque le costaba muchísimo caminar bien.

Aster preguntó, abrazándole por los hombros:

"¿Estás bien, cariño? No tienes un buen color."

"No puedo caminar."

"No creo que sea bueno para tu salud que solo te acuestes. Necesitas recuperarte pronto para tener a nuestro bebé".

Aster agarró su cintura con fuerza y con la otra mano le levantó de la cara. Quería besarlo, así que dejó que lo hiciera tanto como quisiera. Sin embargo, cuando abrió los ojos, vio a un sirviente mirando todo a través de la ventana. Tenía un uniforme y se reía de él. Benjamin empujó a Aster hacia atrás.

"Espera."

Y mientras miraba fijamente el lugar, la mirada de Aster se dirigió hacia allí en un segundo. Obviamente, la expresión sonriente del sirviente se distorsionó gracias a esto y desapareció tan rápido como había llegado. Aster ya había visto su cara. Chasqueó los dedos y pronto apareció el secretario de Benjamin.

"Leslie".

"Sí."

"Ese sirviente no parece querer trabajar, dile que haga las maletas y que se vaya".

"Está bien."

"Sácalo, y cierra todas las puertas. No quiero que vuelva."

Fuera de la mansión solo había un campo sin fin. Benjamin se sorprendió, pero Aster solo asintió de nuevo y agarró su cintura.

"No te preocupes. En esta mansión no necesitamos de los cabrones que se creen con la confianza suficiente como para espiar a sus dueños y pensar que es divertido."

Al contrario de su brillante sonrisa, Aster fue despiadado. Benjamín no dijo nada, pero empezó a caminar de nuevo muy rápidamente.

Cuando miró a su alrededor, Leslie ya había desaparecido. Era tan leal que seguramente iba a buscar a ese sirviente para cumplir con las órdenes de Aster. Sintió una terrible sensación de tristeza por eso. Su hijo solo cambió de tema:

"Calix vendrá".

"¿De verdad? ¿Cuando viene?"

Los ojos de Benjamin se agrandaron. 

"Pasado mañana. ¿Estás contento de verlo después de mucho tiempo?"

"Sí."

Calix no quería verlo, pero Benjamín deseaba hacerlo aunque fuera a la distancia. Cuando volvió la sonrisa a su cara, Aster también soltó una risa agradable.

"Aprobó su tesis, vuelve porque tiene vacaciones. Me dijo que descansará dos meses aquí con nosotros."

"Gracias, Aster."

"Claro, mamá." Aster acarició suavemente la espalda de Benjamin. Luego agregó: "Calix debe asistir a nuestra boda".

Benjamín, que estaba apoyado en su hombro, abrió los ojos con sorpresa.  Pero mientras su cuerpo se endurecía, Aster continuó acariciando su espalda con las yemas de los dedos:

"Al principio, estaba pensando que primero debíamos tener un hijo. Ahora creo que antes debo ponerte un anillo en el dedo."

Aster enterró su rostro sobre la cabeza de Benjamin y respiró hondo. La historia de la boda no se había mencionado hasta ahora, así que era normal que Benjamín sintiera un fuerte ardor en la boca del estómago de solo escucharlo. Pensó que no podía hacerse porque era un matrimonio entre personas del mismo sexo.

"Pero no te preocupes, una vez que llegue Calix, planeo mantener las cosas simples. Creo que a mi madre también le gustaría que fuera discreto".

"Ah... Eso seria genial. Creo que daría miedo si hubiera mucha gente".

Benjamin asintió con la cabeza, fingiendo que no pasaba absolutamente nada con él. Estaba nervioso, pero tampoco deseada ser obvio. Al final, aunque regresó a la mansión abrazando a su hijo, su mente aturdida lo siguió durante todo este tiempo.

Luego, ambos entraron en el dormitorio.

Si hubiera sido su antiguo él, este lugar podría definirse como algo con lo que ni siquiera se hubiera permitido soñar alguna vez. De hecho, incluso en el pasado, solo estaba en una habitación de invitados pobre, pequeña y completamente fea. Nunca se quejó porque no conocía nada mejor... Pero cuando regresó con Aster se dio cuenta de lo mal que lo habían tratado realmente. En esta mansión, existía toda la riqueza y la gracia que la gente normal solo escucharía en la radio. Por ejemplo, ahora tenía una cama que llegaba hasta el techo. Un televisor que ocupaba toda la pared y que tenía todos los canales con una calidad de imagen clara y vibrante. Muebles antiguos delicadamente tallados, alfombras, sillas, ropa, tres armarios y una campana que sonaba cuando quería llamar a los sirvientes. No sabía sobre esto cuando quedó embarazado porque lo tenían encerrado en una habitación en el último piso. Sin embargo, estaba encantado de poder comer hasta saciarse y, a cambio, no le importaba abrirse para el dueño de la casa.

Ahora solo había desaparecido la anfitriona. No tenía libertad, ni siquiera era el dueño real y todavía lo querían para tener hijos. Era como una herramienta. Si lo veía así, hasta podía decir que simplemente lo habían cambiado a una prisión más hermosa.

Benjamin gimió de dolor y se cubrió la cara con ambas manos. Ni siquiera sabía cómo actuar y no entendía la manera de dejar de parecer un idiota. Simplemente estaba fingiendo ser educado e imitar las acciones de Aster. Además, cuando cometía un error involuntario, como por ejemplo, tomar el cubierto equivocado, los sirvientes sonreían y le mostraban (en privado) la manera adecuada y las reglas más simples de etiqueta. Le quitaron la ropa y los zapatos que llevaba y le dieron a elegir algo lleno de adornos que le hacían parecer tal y como si fuera su esposo. Pero no importaba cuán cara y buena ropa utilizara, su naturaleza no iba a desaparecer jamás. Incluso ahora, aunque vestía la tela de un artesano y tenía oro en el cuello, estaba lleno de rastros de pecados promiscuidad.

Benjamin no había usado ropa reveladora desde que llegó a la mansión porque había marcas rojas por todo su cuerpo. Y tenía que hacer un esfuerzo impresionante para ocultar toda evidencia de las relaciones sexuales lujuriosas que mantenía con su hijo toda la noche.

Aster siempre llamaba a Leslie. Y cuando llenaba de agua caliente la tina del baño y cerraba las cortinas, era entonces la señal de que el dueño llegaría pronto para hacerse cargo de él.

Benjamin entró al baño, se quitó la ropa y se preparó para recibir a su hijo. Era como si fuera un prostituto tomando valor para el momento en que tuviera que recibir a su cliente.

Desde las ventanas de vidrio frente a su casa, en "la zona cero", siempre había visto prostitutas esperando clientes mientras fumaban un cigarrillo. Estaban desnudas, con caras aburridas y esperando hombres. Luego, cuando llegaban, sonreían y dejaban que los tocaran tanto como lo desearan.
Así, junto como ellos, si se lavaba el cuerpo con cuidado y esperaba en la cama con una bata, llegaría Aster. Siempre llevaba un traje completo y siempre se bajaba los pantalones para que él pudiera arrodillarse y acariciar sus genitales. Aster sonreía, se desnudaba y llevaba a Benjamin a la cama o al baño o al escritorio, dondequiera que estuviera, y lo abría para satisfacerse. En estos días, disfrutaba haciéndole mirar el encuentro sexual en el espejo del baño... Y evidentemente eso fue lo más difícil para Benjamin. El cuerpo que veía era diferente al de antes. Pareció que las líneas en sus caderas eran menos visibles debido al aumento de peso y que incluso sus senos habían crecido. En los últimos meses, las areolas un poco más anchas que antes, y los pezones regordetes, eran particularmente notables. Era como una mujer, pero con pene.

Benjamin odiaba que su cuerpo hubiera cambiado de manera extraña, pero Aster amaba sus pezones agrandados. Dijo que su figura afilada era la de alguien que rogaba por un toque suyo así que siempre pellizcaba o lo mordía hasta hacerlo hincharse todavía más. Su entrada, que estaba siendo violada todos los días, ahora se había aflojado como si reconociera a su dueño con solo meter su dedo y cuando entraba su trozo de carne, pareció que su ano estaba feliz hasta el punto en que ya no quería soltarlo. Por supuesto, cada vez que su pene grueso perforaba su interior, perdía la cabeza y comenzaba a babear.

Embriagado con la frenética oleada de placer, olvidaba la realidad hasta que sus ojos se volvían blancos.
  
Benjamin suspiró profundamente y frunció el ceño. ¿Era por sus recuerdos o qué era lo que había pasado para hacerlo sentir tan incómodo? Frotó su pecho y decidió beber té. Pero la sensación de malestar solamente aumentó considerablemente. Después de eso, sacó el agua del minibar que estaba en la habitación y la bebió hasta que las náuseas se fueron. Benjamin se acercó a la ventana y abrió la puerta para tomar un poco de aire.

Benjamin frunció el ceño ante el ominoso presentimiento que apareció de repente. No estaba seguro, pero era algo que no podía pasarse por alto fácilmente. Movió la mano y se la llevó al vientre. Ahora que lo pensaba, ya no le habían hecho una prueba de embarazo desde hace un mes. Lo hacían con tanta frecuencia que pareció como si se hubiera cansado. En cambio, se centró más en aumentar de peso a Benjamin y también en hacer que su energía subiera.
 
Benjamin, que incluso había pensado en estar embarazado, se sintió mareado y se dejó caer en el sofá. No. Aún no había nada confirmado así que podría ser simplemente un síntoma de ansiedad y estrés. Benjamin tomó otro trago de agua para tratar de calmarse. Pero cuanto más lo hacía, más ansioso se ponía. Con la premonición de que estaba a punto de caer en un abismo más profundo, Benjamin registró el cajón de arriba para abajo. Aster siempre sacaba el kit de prueba de este lugar, pero ahora no había nada.

Benjamin se mordió el labio, se cepilló el pelo y, de repente, con el pensamiento del bebé, tomando fuerza y creciendo dentro de su cabeza, rápidamente salió del cuarto.


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