En el momento en que el sol salió, la luz blanca sobre el cristal de la ventana entrecerrada le pegó de lleno al rostro de Dennis, que acababa de despertar.
La cara pálida, apenas despierto, apareció de pronto tras una cobija de felpa que su papá le había dado cuando era un bebé. Dennis se levantó de la cama, caminando igual a si fuera un auténtico zombie. Ordenó las mantas correctamente, sacó las almohadas para poder lavarlas de la habitación y luego comenzó a caminar silenciosamente por el suelo de madera que chirriaba con fuerza.
Después de entrar al baño, Dennis se quitó la ropa, la aventó contra la pared y se metió completamente en la bañera para refrescarse. Incluso en pleno invierno, descubrió que necesitaba una ducha fría y larga para poder pensar bien. Después de un baño más rápido de lo que tenía planeado, limpió su cabello mojado con una toalla blanca y, a medida que el agua se seca, el color rubio de sus pelos despeinados quedó completamente descubierto.
Dennis, vestido de la misma forma de siempre, salió de la casa y atravesó un tranquilo camino iluminado por el amanecer. Sus pies, los que se habían movido durante unos diez minutos sin parar, finalmente se detuvieron frente a la catedral más antigua del pueblo. Se descubrió las manos y empujó la pesada puerta hasta revelar el espacio interior que era más oscuro que el paisaje de afuera.
Dennis, que pasó por las bancas de ambos lados, se acercó al frente de la enorme cruz de madera y sin dudarlo, se arrodilló y puso ambas manos pulcramente hacía arriba. Los ojos celestes, que contenían una fe desesperada, estaban cubiertos de un extraño brillo: Las oraciones de la madrugada se han mantenido desde que tenía 14 años, pero nunca se ha demorado más de una hora en hacerlo... Sin embargo en estos días, dos horas eran el estándar.
Desde el día en que besó a Jesaja, Dennis tuvo más de lo que arrepentirse. También hay muchas cosas que quiere pedirle a Dios eso es obvio, pero, lo más desesperado era suplicar la salvación de la incomprensible confusión en la que estaba envuelta su alma. Finalmente, con alabanza y gratitud por el poder del Dios frente a él, Dennis terminó una larga oración que finalizó con un Amén.
Cuando salió de la catedral, el sol flotaba en el medio así que Dennis se detuvo para quitarse la sudadera y después se dedicó a correr. Los sentimientos de pecado, es decir, los recuerdos del amor que le tenía a Jesaja, se olvidaban más fácilmente al hacer ejercicio que al orar así que no solo aumentó el tiempo de oración de la mañana, sino también el tiempo en hacer ejercicio.
A pesar de que tuvo una mañana difícil, Dennis no durmió durante clase aunque tenía muchas ganas de hacerlo. Trabajó sinceramente en el comité y también en las actividades del consejo estudiantil. Después de la escuela, estudió en la biblioteca de la ciudad y fue voluntario en el hospital de su padre y en varias instalaciones sociales más. Llamar a Jesaja seguía siendo el papel de Dennis, pero en estos días no tiene que hacerlo él. Fue porque el padre del hombre iba al umbral de la muerte varias veces al día que pasaba más tiempo en el hospital que en su propia casa. Sin embargo, cuando Dennis fue con su padre, pasó por la habitación donde estaba el papá de Jesaja y, solamente entró... Para rezar por él.
A diferencia de los familiares de muchos pacientes críticamente enfermos, Jesaja no lloró, ni se lamentó, ni siquiera se enojó. Esa actitud seca incluso parecía reverente a primera vista...
Sin embargo, no podía entender por qué, pero Dennis estaba cada vez más asustado de quedarse con él a solas.