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Cosecha de cerezas, tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Después de despertarse, Hee-seo se comió un enorme trozo de pastel de un solo bocado. Era como si tuviera mucha hambre.

Hee-gyeom, que estaba viendo a su hermano pequeño murmurar con su boquita toda manchada de crema, se levantó y fue a la cocina para lavar las fresas que originalmente eran su postre. Las fresas sin tallo, que todavía tenían un poco de tierra, se desinfectaron, se pusieron en un tazón pequeño y se presentaron frente a Heeseo. Incluso cuando tenía náuseas matutinas, comía muchas de estas pequeñas fresas. Era evidente que ahora, que ya aguantaba estar días enteros sin vomitar, las fresas se habían vuelto parte de su vida diaria.

Hee-seo le dio un mordisco a la fresa que Hee-gyeom había pinchado para él con un tenedor y luego, le limpió las migas de pan que tenía pegadas a los labios. Su mirada desbordaba puro amor:

"¿Hay algo más que quieras comer?"

"¿Eh? No. Ahora estoy lleno y no puedo pensar en nada".

"Si quieres algo de comer, puedes pedirlo. No tengas vergüenza".

"¡Estoy realmente lleno ahora mismo! De todos modos, vamos a cenar más tarde ¿No?"

Heeseo sonrió con un poco de vergüenza. 

Su hermano, que parecía un niño, tenía un corazón profundo y lo suficientemente amable como para no querer compartir las dificultades de su embarazo. Un día se despertó al amanecer y lo encontró llorando, así que lo consoló un buen rato solo para descubrir que lo hacía porque quería comer un helado de calamar. Recordaba haber conducido a Gangwon-do esa mañana, sin cambiarse el pijama.
Hee-gyeom no era quien tenía un bebé dentro de él, así que no podía imaginarse cuán grande o molesto era el malestar. Aún así, entendía que no era fácil. Si pudiera aliviar la incomodidad y las dificultades, estaba dispuesto a darle un baño o darle de comer lo que fuera.

"¿Estás seguro?"

Hee-gyeom le preguntó gentilmente a Heeseo, quién dejó el tenedor sobre la mesa mientras comenzaba a asentir.

"Sí. Creo que comí demasiado. ¿Qué pasa si no puedo cenar?"

"No creo que tengas problemas. ¿Me llevo los platos?"

"No, yo tenía planeado lavarlos hoy".

Hee-gyeom detuvo ligeramente a su hermano menor, que estaba a punto de levantarse para limpiar los platos. Gentilmente, colocó su mano sobre el hombro de Hee-seo y susurró mientras besaba su mejilla:

"Lo limpiaré por ti, así que siéntate y espera un minuto".

"¿Qué? De acuerdo..."

Apoyando su estómago hinchado, Heeseo volvió a caer de inmediato en el sillón. Su hermano mayor, que solía hacer las tareas domésticas siempre que volvía a casa, ahora le estaba impidiendo incluso tocar el agua o manipular el jabón. Cuando no había nada qué hacer, Heeseo había comenzado a practicar punto de cruz para hacer ropita. Sorprendentemente, incluso así las yemas de sus dedos estaban descuidadas y a menudo le salían ampulas.

Hee-seo se sentó en silencio y observó mientras Hee-gyeom se colocaba el delantal y lavaba los platos. Por cierto, Gyeom llevaba su traje del trabajo y aún no se había desatado la corbata. Sentía mucho cargarlo de tanto, pero le agradecía de todo corazón por estar a su lado en cuanto llegaba a casa. Incluso aunque estuviera muy cansado.

A veces se sentía muy indigno como para ser amado de esa manera.

Hee-seo, que lo miraba todavía con los ojos bien abiertos, se acercó al hombre que estaba terminando de lavar los platos. Sus largas pestañas y sus bonitas uñas hicieron que su corazón comenzara a latir con fuerza sin que pudiera evitarlo y luego, saltó de nuevo ante la vista de Hee-gyeom con delantal:

"Hee-seo".

"Ah ¿Qué?"

"Vamos a bañarnos ahora".

"Sí…"

Su voz se volvió ronca. Era obvio que no podía fingir no saber lo que iba a pasar cuando entraran, así que simplemente pareció echarse a reír.

Hee-gyeom agarró sus mejillas sonrojadas y lamió sus pequeños labios. Hee-seo se había enamorado del suave toque de sus bocas mientras se besaban repetidamente así que fue casi un accidente que sus pestañas cayeran y las yemas de los dedos comenzaron a clavarse en su piel para no caerse. Hee-gyeom se inclinó sobre la mesa para que Hee-seo pudiera tomarlo tanto como lo quisiera y pudiera sentir lo mucho que lo amaba desde el fondo de su corazón. Ni siquiera fue su primer beso, pero era casi mágico tener ese olor afrutado extendiéndose por su lengua.

Cuando el estómago de su hermano comenzó a hincharse, Hee-gyeom ya no lo dejaba entrar solo al baño. Era, por supuesto, porque se preocupaba de que el niño tropezara y cayera hasta lastimarse o lastimar al pequeño bebé dentro de él.
Hee-gyeom no consideró lo molestia que era para él quitarle la ropa cada vez que lo hacían.

"Todavía estoy bien. Puedes ayudarme más tarde, cuando mi estómago se agrande un poco más".

Hee-seo, que ya había llegado al baño para sentarse en la silla junto a la tina, susurró abiertamente que no le gustaba tanta atención. Sin embargo, todavía había un enorme cariño en los ojos que lo estaban mirando.

"Quiero hacer de todo por ti".

"Aún así, estás cansado justo después de trabajar."

"No es un trabajo difícil, así que está bien".

Hee-gyeom frotó suavemente el cuello de Heeseo con un estropajo esponjoso. Lo agarró del brazo y le llenó la espalda con muchísima espuma, incluso lo frotó con menos fuerza de lo habitual.
Heeseo mordió su labio inferior con una expresión completamente extraña. Los dedos de sus pies se curvaron y finalmente, cuando la mano de Hee-gyeom le rozó a un lado de la ingle, el niño apretó las piernas y gimió:

"¡Hermano! Ah… Haces cosquillas otra vez."

"¿Te hice cosquillas?"

"Sí. Ah... Necesito tocarme para..."

"No puedes alcanzar. Tu hermano lo hará por ti".

El estropajo barrió su costado y humedeció la parte blanda e interna de su muslo. Las mejillas de Hee-seo comenzaron a teñirse de rojo y luego, empezó a cubrirse la parte inferior del cuerpo con las manos para que ya no lo pudiera ver.
Hee-gyeom, que estaba sosteniendo la ducha plegable en su dirección, solo abrió el grifo un poco más y preguntó: "¿No está muy caliente el agua?"

Heeseo se mordió el labio inferior y negó con la cabeza. Hee-gyeom lavó cada rincón y grieta del cuerpo de su hermanito con un suave chorro de agua y permitió que las burbujas se deslizaran sobre el cuerpo desnudo y blanco del niño. Hee-seo, que era tímido con sus emociones, miró los dedos de sus pies todo el tiempo. Observando a Hee-gyeom solo después de que la emoción comenzara a disminuir. Gyeom sonrió:

"Tranquilo."

Hee-gyeom, que disolvió sales de baño con aroma a limón, se arrodilló a los pies del niño. En estos días y ya que Hee-seo había comenzado a hinchar sus piernas, su hermano le daba un masaje cada vez que tenía la oportunidad.

Acariciando sus dedos con las manos, Hee-gyeom examinó a Hee-seo solo para encontrarse con su mirada completamente fija en él. Hee-seo se sonrojó y sonrió así que Hee-gyeom preguntó con una nueva voz amistosa:

"¿Lo presioné demasiado?"

"No, no duele en absoluto".

"Si te sientes mal o mareado, dímelo de inmediato ¿Bien?"

"Sí."

Aun así, Hee-seo se rió como si se estuviera divirtiendo en el baño. Sus mejillas blancas, con hoyuelos anchos, eran tan lindas que no pudo apartar los ojos de ellas en un buen tiempo. Y luego, finalmente se acabó el baño.

Hee-seo, que solía dormir frecuentemente, no podía soportar la somnolencia por mucho tiempo después de quedar embarazado. Pero en lugar de Hee-seo, que estaba adormilado, Hee-gyeom limpió el agua de su cuerpo y secó su cabello con muchísimo cuidado. Luego, susurró mientras apoyaba suavemente su cabeza contra la suya.

"¿Nos vamos a dormir ya, mi amor?

"Sí…"

Hee-seo, que abrió los ojos un momento, se apretó los párpados con el dorso de la mano. Hee-gyeom besó a Hee-seo en la mejilla:

"Espera un minuto, voy a ponerte crema en la pancita antes de que te duermas."

"¿Vamos a dormir juntos?"

"Por supuesto que sí. ¿O te gustaría dormir solo?"

Con cara de sueño, Hee-seo sonrió ampliamente y comenzó a hablar mientras arrastraba la punta de sus palabras.

"No. Pero, antes de dormir ¿Puedes leer un libro para el bebé?"

"Bueno. Leeré el libro que me pidas, Hee-seo".

Hee-gyeom, que volvió a besar sus cálidas mejillas, se levantó para traer la crema para su estómago. Heeseo, que se había quedado solo, se acomodó en la cama por su cuenta. Se desató los cordones del pantalón para que su vientre redondo quedara expuesto y se quedó dormido con la cabeza de lado.

El hermano mayor, que había traído la crema desde un cajón en la sala de estar, agarró su bata, la abrió y besó sus pequeños pezones antes de dejar otro besito en su boca. Había una mezcla de risa en su voz:

"Necesito ponerte la crema, aguanta un poco."

"Lo estoy haciendo... Todavía no tengo mucho sueño."

"Mentiroso."

Hee-gyeom jaló a Hee-seo directamente a sus brazos. Apoyó la barbilla en su hombro y envolvió suavemente su cálida piel. Tomó la crema en su palma, la esparció con todos sus dedos y la calentó con su propia temperatura corporal. Y, a medida que la crema comenzaba a templarse, empezó a frotar suavemente la crema en todo su estómago hinchado.
La mano que acariciaba y frotaba su creciente barriga de embarazo, se movía tan tiernamente que Hee-seo no pudo hacer más que cerrar los muslos:

"¿Qué pasa? ¿Es porque te hago cosquillas?"

"Sí, un poco..."

"¿No quieres que lo haga más?"

Heeseo soltó las piernas en lugar de responder. Como si se le hubiera escapado el sueño que le había ido llegando lentamente a lo largo del día, sus ojos comenzaron a verse bastante claros y enormes. Después de que las náuseas matutinas terminaron y el apetito regresó, Hee-seo comenzó a ganar un peso considerable en sus muslos y en las nalgas. Y la textura de la piel que llenaba la palma de su mano tenía una sensación bastante rica debido a la crema que le había untado.
Hee-gyeom acarició naturalmente la piel interior de su hermano menor y luego, la pierna que apenas se había aflojado, se estremeció y volvió a abrirse por completo.

"Ah..."

El pene de su hermano estaba bien erguido, como cuando le estaba echando espuma en el baño. El niño siempre sollozaba insoportablemente cuando lo ayudaba a bañarse o le masajeaba el estómago por lo que había pensando que no tenía necesidad alguna de intensificar intencionalmente los sentimientos erógenos del niño. Gyeom retiró la mano que acariciaba su estómago hinchado y se separó lo suficiente como para ver a Hee-seo mordiéndose la boca.

"¿Lo vas a hacer otra vez? Creo que es suficiente..."

Preguntó Hee-seo, sorprendido de ver como colocaba más crema en sus manos. Hee-gyeom respondió:

"También tengo que ponerte en los senos".

"¿En serio?"

"Duelen ahora que están creciendo ¿No es verdad?"

"Quiero parar… Tengo sueño."

Hee-seo mintió mientras miraba a los ojos de Hee-gyeom. Gyeom, quien había criado a su hermano menor (por 12 años) por una cantidad de años considerables, sabía manejar fácilmente sus quejas. Dijo:

"Tienes que relajarte un poco, cariño ¿De acuerdo? Tu hermano lo terminará pronto".

"Ah... Bueno."

Hee-seo cerró la boca porque no podía dejar de quejarse del hermano mayor que estaba masajeando y aplicando crema en cada parte de su piel. Pero mientras bajaba la mirada, pudo ver que sus senos estaban un poco más diferentes que antes. No hacía mucho tiempo, empezaron a formarse bultos chiquitos en su torso. Sus pechos, que solo eran planos, se volvieron gruesos, y las areolas se le hincharon y se volvieron oscuras. A veces, era un lugar que ni siquiera podía tocar por si mismo porque sentía un hormigueo y muchísimo dolor. Después de contarle este hecho, cada vez que aplicaba la crema, Gyeom intentaba masajear suavemente sus apretados senos para aflojarlos un poco. Su corazón siempre se enternecía con su delicadeza pero hoy, precisamente hoy, estaba avergonzado. Odiaba su cuerpo sensible en momentos como estos.

"Me daré prisa para que podamos dormir".

Sus labios tocaron su oído, dejando una voz amistosa cavando dentro de él. La crema, que calentó a la temperatura de sus manos, comenzó a frotarse suavemente en ambos senos de arriba para abajo hasta que Heeseo pareció no tener más remedio que tensar la cintura. A estas alturas, las ganas de dormir estaban muy lejos de volver. Gyeom había envuelto suavemente su pequeño pecho conforme al tamaño de la palma de su mano para poderlo acariciar. Dolía mucho y también hacía un montón de cosquillas. Hee-seo mintió para ocultar un cuerpo completamente excitado.

"Oh, duele..."

"Lo siento, ¿Duele mucho? Seré rápido, ¿Está bien?"

"Hermano..."

Ahora, incluso el aliento que pasaba por sus mejillas había ocasionado que sus hombros se encogieran. Pero sin darse cuenta de su corazón nervioso, el hermano mayor aflojó su pecho una y otra vez hasta que la leche comenzó a formarse en la punta. Heeseo se encogió de hombros porque estaba avergonzado de eso. Incluso las lágrimas brotaron.

"Oye, detente ahora. Tengo sueño de verdad..."

"¿Ya?"

"Sí, porque... Porque me estás tocando."

Hee-seo le contó en secreto sus verdaderas emociones. De hecho, estaba arrepentido de encontrarse en un estado en el que no podía satisfacer sus deseos de manera correcta. Desde el día en que supo que estaba embarazado, nunca se habían tocado o llegado más allá de un par de besos. Pero aunque había llegado al límite de la paciencia, Hee-seo fue quien le rogó a su hermano mayor por tener un bebé. No podía quejarse. Hee-seo derramó un montón de lágrimas porque era injusto y triste que tuviera que soportarlo a pesar de que estaba tan ansioso por él.

"Hermano…"

"¿Qué pasa cariño?"

Hee-seo se volvió lentamente para mirar a Hee-gyeom:

"Yo, yo quiero hacerlo con mi hermano. El doctor dijo que ahora es un embarazo estable así que ¿Podemos... Tener sexo?"

Hee-seo hablaba tristemente, como un niño que necesitaba atención mientras tiraba de sus mangas. Pero incluso si frotaba el cuerpo de su hermano por aquí y por allá, no tenía intención alguna de tener una sexo tan rudo. Por supuesto, al verlo sin respuesta, Heeseo comenzó a llorar como si estuviera preocupado.

"¿Sí? Hermano... Solo una vez ¿No podemos hacerlo solo una vez? Si tenemos sexo, ya no te pediré que leas más libros de bebés antes de dormir. Podemos saltarlo."

"Hee-seo..."

Dijeron que el apetito y el deseo sexual de su hermano aumentaría conforme pasara el tiempo, y esa afirmación era completamente correcta.
Al contrario de los tímidos mimos que él le ofrecía, Heeseo había decidido mover suavemente sus nalgas y frotar sus genitales con sus propias manos. Sus nalgas, más gordas que antes, crujieron cuando golpearon contra él como para pedirle atención... Y entonces Hee-gyeom recordó que también había sido muy paciente.

Hee-gyeom cambió de opinión sobre acostar temprano a su hermano menor. 

Tocó su pantalón y sacó el pene que llevaba de pie desde hace mucho tiempo. Hee-seo tomó aire y luego escuchó a Hee-gyeom, apenas reprimiendo el impulso de insertarlo en el interior húmedo y estrecho de él:

"Acuéstate de costado para no asustar al bebé".


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