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Una historia sobre un hombre que se volvió una bestia (Traducción finalizada) por yuniwalker

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El hombre estaba al pendiente del aliento del caballero. Sin embargo, no hubo un cambio significativo en su estado de salud o en la apariencia de su cara.

Y el anochecer, Elías finalmente dejó de respirar.

En este punto, no sabía si esto era realmente un precursor de convertirse en una bestia demoníaca o si existía la terrible posibilidad de que en realidad, Elías ya estuviera muerto. El hombre no podía juzgar correctamente en qué estado se encontraba. 

Asustado, David volvió a tomar su cuerpo con todas sus fuerzas y lo abrazó.

No había renunciado a su esperanza.

No quería rendirse, pero tenía miedo de que ya no tuviera salvación.

Si este era uno de los cambios para convertirse en una bestia demoníaca, tal vez intentar reanimarlo se convertiría en un obstáculo para que pudiera seguir.

"Elias." El hombre apretó su mano. Estaba temblando con fuerza. "¿Qué tengo que hacer? Por favor, dime"

Para ese momento, pareció ya no saber qué era lo correcto. El hombre tenía que decidir lo que era mejor para el caballero y decidir también cómo lograr que permaneciera con vida.
Era una historia común que al ser un mercenario, sus amigos murieran uno tras otro sin que pudiera hacer algo al respecto. Era normal perder personas importantes y sin embargo, ahora se estaba volviendo completamente aterrador decidir dejarlo tal y como estaba o correr hacia el pueblo para conseguir un curandero. No era lógico que esperara no estar equivocado y tampoco parecía sensato estar orando tan desesperadamente por verlo volverse una bestia.

El cuerpo del caballero estaba dejando atrás su temperatura corporal y, a pesar de que había decidido no hacer nada, David de pronto se sintió lo suficientemente loco como para comenzar a gritar. Pensó que todo lo que podía hacer por ese hombre, era creer. Confiar en que esta no era la muerte del caballero, sino un prólogo para el cambio. 

El hombre rezó de nuevo.

Exhaló profundamente. Inhaló...

El hombre negó con la cabeza y pensó en lo que sí podía hacer. Si el caballero estaba en la misma condición que él cuando cayó en la trampa, entonces eso significaba que continuaba estando consciente incluso si no podía moverse. Y creyendo en eso, relajó un poco el brazo que estaba sosteniendo al caballero y se inclinó un poquito para poder acariciar su cabeza.

Comenzó a hablar con él:

"Oye, Elías, ¿Puedes oírme? Creo que acaba de pasarte algo que también ocurrió conmigo. Estás despierto ¿Verdad?"

De seguro se sentía bastante impaciente porque él también lo estaba cuando le pasó.

"¿Recuerdas el día que me recogiste? En ese momento, te dijeron que tenías que inspeccionar a un mercenario que acababa de morir... Era yo. Esa vez me encontraba en el mismo estado en el que tú estás ahora. Yo también colapsé repentinamente y pensé que estaba muriendo. Me dejaron como estaba y... Justo antes de que vinieras a recogerme, mi cuerpo se convirtió en el de una bestia demoníaca. ¿Me entiendes? Si estás en el mismo estado que yo, tu cuerpo se convertirá en el de una bestia también. Por cierto, no pude moverme en absoluto hasta que me convertí en Rolf. Puede ser doloroso al principio, pero ten paciencia. Solo será por poco tiempo."

En realidad ¿Cuántos días habían pasado desde que pensó que estaba muerto hasta que despertó? Imaginaba que probablemente habían sido solo un par de días hasta que pudo respirar de nuevo. No sabía si había sido una maldición o magia, pero no quería hacer algo inapropiado porque realmente parecía que las condiciones tenían que ser estrictas para que pudiera funcionar. Si movía su cuerpo, podía morir de verdad así que por eso lo dejó justo como estaba. Respiró profundo:

"Vas a estar en la misma situación que yo así que preparate. Si sigues así, podrás convertirte en una bestia demoníaca. Todo estará bien."

Sonaba como una tontería, pero realmente no lo era.

"Sin embargo, no quiero correr el riesgo de hacer algo y que te pongas en peligro. Ya seas una bestia demoníaca o no, quiero que vivas. Tal vez esto no es lo que querías pero, por favor, perdóname. No quiero que te vayas.
Me tomó más de tres años recuperarme así que me pregunto si podrás volver a ser humano en tres años también. Pero... ¿Si un caballero no regresa en tres años no es despojado de su título? Lo siento, si no fuera por mi no estarías pasando por nada de esto."

El hombre siguió hablando de lo que se le ocurría. Le pidió perdón un montón de veces y le pidió que tuviera paciencia. No podía irse sin él, así que se quedó sentado junto al caballero todo este tiempo.

Al hacerlo, tal vez el hombre podía distraerse un poco de su horrible sentimiento de impaciencia.

Como cuando era una bestia demoníaca, frotaba la cara contra él y acariciaba el cabello del caballero con sus gruesos y nudosos dedos. Y después de repetirlo un rato, esta vez incluso se permitió acariciar la mejilla de Elías.
Cuando tocó el rostro de ese hermoso caballero con las puntas de unos dedos horribles, tuvo miedo de ensuciarlo. Sin embargo, tenía más miedo de acariciarlo y notar que su cuerpo ya se había empezado a descomponer. Tenía miedo de no poder salvarlo y tenía miedo de que fuera la última vez que lo tenía a su lado.

"¿Por qué tuvo que pasar esto? Ojalá hubiera sido yo quien se volviera una bestia." Murmuró el hombre. "Porque si pudiera estar a tu lado, no habría persona más feliz en el mundo entero..."

Y después de tres días de espera, ocurrió el cambio.

Inmediatamente después de pensar que el cuerpo del caballero había desaparecido ante sus ojos, apareció un enorme lobo color blanco puro que además estaba acostado de espaldas.

"... ¡¿Ah?! ¿Por qué eres un adulto desde el principio?"

El lobo blanco, que pareció estar completamente asustado con toda la situación, rascó el aire con el antepié varias veces y luego se puso muy, muy rígido. Lo miró, se acostó boca abajo, se estiró, miró al hombre, ladró un "Wow" y sacudió su cola blanca una y otra vez y otra vez de nuevo.
Como esperaba, el cambio fue tan repentino que la cabeza del hombre no pudo mantener el ritmo. Además, esta bestia demoníaca era MUY enorme. Tal vez era un poco más pequeño que el físico de Elías, pero cuando se paraba sobre sus patas traseras, probablemente le llevaba una cabeza. 

El hombre estaba un poco sorprendido de que fuera todavía más hermoso que cuando era una persona.

"¿Elías?"

Cuando el hombre lo llamó, el lobo blanco gritó, descansando una de sus patas sobre su regazo. Después se sentó, se acurrucó y frotó el hocico contra su pecho antes de comenzar a lamerle encima de la boca.

"¿No estás enojado?"

Mientras se reía de un lobo que parecía nunca dejar de lamer, el animal solamente resopló como diciendo "¡Deja de decir estupideces incluso en un momento así!" Por lo que al final, el hombre simplemente sujetó el rostro del lobo con ambas manos y lo miró fijamente para asegurarse de que no hubiera perdido la razón...

Allí estaban, los hermosos ojos azules de Elías.

"Dios. Lo siento, lo siento tanto. Todo fue por mí. Porque estaba pensando solamente en lo mucho que quería ser una bestia ¡No debí volver a este lugar y menos hacer que te quedaras hablando conmigo!"

Pero el lobo lamió la mejilla del hombre mientras gruñía. El caballero, que estaba enojado y preocupado a partes iguales, hizo que quisiera llorar.

"Eres muy amable. A pesar de que te está pasando esto, tú solo..."

El lobo aulló y su cola, que se había estado balanceando hasta hace un momento, colgó en señal de que ya no sabía que hacer para distraerlo. Estaba tan alterado que el hombre de repente se rió por su apariencia: Apretando, olfateando y moviendo su cuerpo casi encima de él.

El lobo miró a la cara del hombre.

"Entiendo. Ya no diré nada de eso".

David sonrió y le dio unas palmaditas desde el cuello hasta detenerse en su lomo. Y eso había provocado que su cola blanca volviera a revolotear tanto como para hacer que pareciera que estaba limpiando el suelo.

"¿Escuchaste lo que te dije mientras estabas acostado?"

El lobo respondió con un aullido.

Cuando el hombre se puso de pie, el lobo blanco se sentó y comenzó a mirar hacia arriba para escuchar lo que sea que fuera a decirle.

"... No puedes volver a la posada, tampoco puedes quedarte aquí y definitivamente no puedes ir el pueblo. ¿Estaría bien para ti estar conmigo en mi casa?"

El lobo había estado esperando en silencio. Pero en cuanto se percató de la invitación del hombre para ir a su casa, inmediatamente estiró la columna vertebral, giró la cola hacia arriba y ladró con todas sus fuerzas. Luego, se puso de pie lentamente, se apoyó en las piernas del hombre y miró su cara igual a si estuviese diciendo "¡¡¡Vamos rápido!!!"

"¿Mi casa de verdad está bien?"

David no tenía idea de lo que estaba pensando el caballero, pero en ese momento pareció estar muy feliz de que el hombre lo aceptara a su lado.


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