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Slave por YunaYami

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Abrió los ojos al notar a alguien moverse a su lado. Una pequeña luz se colaba por la puerta del dormitorio y dejaba ver la silueta de un hombre alto en el exterior. Karam buscó con la mirada a Navi y se volvió, para verlo correr por el pasillo y colgarse del cuello del hombre. Seguro que estaba sonriendo como un tonto en aquel momento. Afinó el oído para intentar entender algo de su conversación, pero fue incapaz. Demasiado bajo y demasiados ronquidos. El joven se tapó la cabeza con uno de los almohadones, intentando volver a dormir pero, ahora estaba más despierto que un búho. Además, estaba el maldito calor... Oyó cerrarse la puerta y como alguien le rozaba el brazo.

_¿Karam? ¿Estás despierto?

_No...

_¿Quieres salir a refrescarte un poco? Mi amo dice que podemos.

_Sí quiero.

El joven se dejó guiar hasta el pasillo central y Navi golpeó suavemente la puerta con los nudillos. El hombre alto, el amo de Navi, les esperaba en el exterior junto a dos guardias.

_Vaya, así que este es el piel pálida. Impresionante.

_¿Verdad que sí? - respondió Navi con una amplia sonrisa. - Le enseñaré nuestro idioma a partir de ahora. Porque si alguien le dice algo... quiero que sepa defenderse.

_Mi pequeño, eres tan dulce.

El hombre tomó a Navi del mentón y besó con intensidad sus labios, haciendo a Karam apartar la mirada. Luego, el joven esclavo hizo las presentaciones. Yamir, uno de los generales del ejército de su majestad y amigo del monarca desde su infancia. Al menos de eso se enteró mientras se dirigían al exterior.

El aire frío de la noche le golpeó la piel y, mientras Navi se pegaba a Yamir, debido al escalofrío, Karam se sacó las sandalias y la túnica antes de meterse en el río. Aquello era vida y no morirse de aquel agobiante calor. Nadó de un lado a otro hasta que su mirada se elevó hacia arriba, encontrándose con unos ojos dorados. No había visto aquel balcón el día anterior, debía reconocer que tampoco se había fijado en algo tan arriba. Demasiadas cosas que mirar. Llevaba el cabello negro revuelto y el pecho descubierto. Como Karam había supuesto, aquel cuerpo estaba entrenado hasta sus límites.

_¿Qué...? ¿Te gusta lo que ves?

Aquella pregunta le sacó de su ensimismamiento e hizo que sus mejillas se tornaran rojas de la vergüenza. ¿Cuánto tiempo había pasado recorriendo cada músculo a la vista, fascinado por la dedicación y el temple del monarca? Se reprendió a si mismo por ello y hundió una de la manos en el agua, pretendiendo salpicarle. Karam se molestó muchísimo cuando esto no sucedió e intentó por todos los medios hacerlo entre las risas del monarca. Salió del agua y alcanzó una de sus sandalias, lanzándola y acertándole de lleno en el pecho.

_Toma esa.-le gritó, lleno de satisfacción.

Bhaskar se limitó a sonreírle y recoger la sandalia antes de volver al interior.

_Mierda...

Aquello le ponía en un verdadero aprieto. O simplemente podía no ir a recuperar la sandalia, aunque la idea de andar medio descalzo por aquel sitio no le seducía en absoluto. Podía explicarse por señas o... Buscó a Navi con la mirada pero, tanto él como el general habían desaparecido, probablemente retozando en algún lugar del jardín. Respiró y se acercó a los guardias con la otra sandalia, señalando al balcón. Los hombres tardaron unos segundos hasta comprender lo que les intentaba decir.

_¿Lo llevamos? Si se hace daño en el pie a causa nuestra enfurecerá al rey.

El otro asintió y guiaron al muchacho hasta la segunda planta. Saludaron a sus compañeros de ronda y les explicaron entre risas a donde iban. Magnífico, ahora sería el cuento cómico del castillo durante una semana. Se detuvieron ante una enorme puerta de madera y uno de los guardias se adelantó para llamar mientras una risa femenina se oía desde el interior.
A los pocos segundos un hombre con collar dorado asomó la cabeza.

_El chico ha perdido su sandalia. Viene a recuperarla.

Él volvió a cerrar la puerta, con toda probabilidad para preguntarle al monarca si aquello era cierto. Volvió al cabo de poco tiempo, abriendo la puerta e indicando a Karam que pasara al interior. Siguió al hombre por un pasillo que desembocaba en una estancia circular con una enorme cama en el centro, donde una mujer de piel canela y melena leonina de color negro les observaba con cierto interés. Sus ojos dorados se clavaron en Karam y sus labios se curvaron en una amplia sonrisa. Se levantó, sin ningún pudor mostrando su total desnudez y se acercó al muchacho.

_ Así que tu eres el nuevo antojo de mi hermano.

Karam retiró la mirada de sus generosos pechos, sin embargo fue incapaz de apartar los ojos de aquel cuerpo tan bonito. Si su hermano era un dios entre los hombres, ella lo era entre las mujeres.

_¿Sabes...? Puedes mirarme todo lo que quieras, no te avergüences. - dijo ella, levantando su rostro por el mentón.- Además, si me molestaran las miradas no llevaría tan poca ropa siempre.

Ella olía bien, como a cítricos. Los ojos del muchacho la recorrieron por entero, desde sus musculadas piernas hasta la suave curva de su cintura y sus anchas caderas, para subir luego hasta la sensual línea de su clavícula, su largo cuello y su agraciado rostro.

_Hola otra vez, niño.

_Nía.

Ella se volvió hacia su hermano y se colgó de su cuello, otorgándole un tierno beso sobre los labios.

_Cástor y yo te dejamos por esta noche. Disfruta de lo que has comprado... Sí es que te deja. Parece un chiquillo de armas tomar.

Él no dijo nada, se limitó a tomar el rostro de su bella hermana con una de sus manos y besar su mejilla. Nía le dedicó una nueva sonrisa a Karam y se enfundó con cierta rapidez un vestido blanco con adornos dorados y generoso escote, tanto en su espalda como en el pecho. Tomó la mano de su esclavo y salió del cuarto.

_¿Y bien? ¿Vienes a por tu sandalia?

Karam clavó una desafiante mirada en la suya y asintió, alargando la mano hacia él.

_Devuélvemela

_¿Qué son esas formas? Te recuerdo que ahora me debes obediencia.

_Dame la sandalia.

_No. Antes debes disculparte.

_¿¡Disculparme por qué?!

_Por agredir a tu amo. Y sé convincente.

_No considero que deba disculparme por nada así que, no lo haré.-le espetó el muchacho con los puños apretados. - Devuélveme mi sandalia y me iré.

_Habla con más respeto. Tu cara bonita no va a salvarte de recibir cincuenta latigazos si te los mereces.

_Mi sandalia. Por favor.

_Bien, bien. Vamos mejorando. Ahora, las disculpas.

_¡He dicho que no! ¡¿Es que estás...?!

Antes de que pudiera terminar la frase, su espalda impactó contra la pared. Alzó las manos dispuesto a defenderse, algo inútil, sin embargo se dio cuenta tarde. Dio un quejido cuando él le retorció los brazos tras voltearle y pegar su cara contra la pintura dorada.

_ Te lo pondré fácil. Repite conmigo: siento mucho haberos arrojado mi sandalia. Oh, mi señor,vos que sois amable y justo...

Hizo chillar nuevamente al chico, forzando aún más sus maltrechos brazos.

_Vamos,dilo.

_¡N-no!

_Hazlo.

Karam se estremeció ante su suave aliento sobre su oreja. ¿Estaba jugando con él ? ¿Era eso? Respiró hondo y comenzó a repetir la frase con lentitud,al menos hasta llegar al "oh, mi señor". Jamás iba a conseguir que él dijera aquella estupidez. Él no era su señor, Karam también poseía un título nobiliario. Era el heredero de Aryam y pronto él se arrepentiría de todo aquello que le había hecho. Todos los que le habían llevado a aquel punto lo harían.

_Tu no eres mi señor. Nunca lo serás. En cuanto tenga una oportunidad voy a volver a casa y tú recibirás esos latigazos hasta que la carne de tu espalda se desgarre y supliques clemencia.

_¿Profieres amenazas contra mi estando en esa posición tan... poco ventajosa?

Notó como presionaba su cuerpo contra el suyo. Cerró los ojos cuando sintió de nuevo su aliento en su oreja. Luego, Bhaskar simplemente le soltó y tomó la sandalia.

_¿Quieres la sandalia? Ven por ella.

El joven gruñó ante aquel desafío y se acercó con paso resuelto, alargando la mano para tomar su zapato. Al menos, hasta que en el camino, sus labios se encontraron con los del rey. Karam intentó retroceder, pero Bhaskar lo sujetó de la cintura, profundizando aquel beso y empujando su lengua en la boca del muchacho que abrió los ojos ampliamente, escandalizado por completo. Tardó unos segundos en reaccionar y mordió con fuerza aquella intrusa en su boca.
Bhaskar se apartó de él, colocando la mano contra sus labios semi abiertos , manchándola de sangre. Karam le arrancó la sandalia de la otra mano y salió disparado hacia la puerta mientras su corazón latía a toda velocidad. Iba a matarle. A eso o a arrancarle la piel a tiras. Abrió la puerta, asustando a los dos guardias que lo observaron con cierta confusión ante su acalorado rostro. Apretó ambas sandalias contra su pecho y dirigió una mirada a su espalda, temeroso de que el rey apareciera. Intentó calmarse y echó a andar con rapidez. Había sido un error. Tendría que haberse ido descalzo. Al menos no habría... No habría... Sacudió la cabeza, intentando que aquel beso se fuera de su mente. ¿Cómo se había atrevido?

*****
Se revisó la lengua en el espejo del cuarto, ya no estaba hinchada y eso era un verdadero alivio, antes de que una sonrisa se asomara a su rostro. Suerte para él, le gustaban peleones. Se puso una de las camisas de su armario,acomodando la abertura en el centro de su fornido pecho y se calzó unas sandalias de cuero negro. Solía preferirlas para caminar por el interior del palacio. Después, se peinó su rebelde cabello azabache con un poco de agua y sus dedos.

Salió del cuarto dirigiéndose resuelto al jardín interior. Su hermana y su inseparable Cástor ya estaba sentados a la mesa. Ella llevaba el cabello totalmente liso aquella mañana, adornado con una cinta rosada, y un top especialmente ceñido recubierto de pequeños cristales que a punto estuvieron de deslumbrarlo al ser enfocados por la luz del sol.

_Al fin llegas. - dijo ella con una irritante sonrisa. Probablemente ya supiera lo que había pasado después de que dejaran el cuarto. - ¿Cómo va tu lengua?

Bhaskar le mostró la marca casi curada de los dientes de Karam, ocupando la silla frente a ella y sirviéndose un poco de zumo de frutas. Esperaba que no escociera demasiado, adoraba aquel zumo.

_Te lo merecías. Así aprenderás a no meter la lengua en bocas ajenas sin pedir permiso.

_Debe aprender. Aunque...

Nía fijó la mirada en aquella sonrisa traviesa de su hermano, lo suficiente para que dedujera que ya había hecho alguna de las suyas. Mascó el pedazo de bollo, dejando que Cástor le limpiara las comisuras de los labios con una suave servilleta antes de preguntar a su hermano por lo que su mente perversa había ingeniado para poner al chico en apuros. Él se limitó a ampliar la sonrisa y decirle que ya lo vería. Sin duda, a Bhaskar le gustaba la gente que se lo ponía difícil aunque, dudaba que el chico fuera consciente de ese detalle.

_¿Cuál es su nombre? Ayer no caí en preguntártelo.

_Karam. Karam Siddhartha.

La mujer dejó caer el bollo glaseado que acababa de tomar del centro de la mesa y este rodó hasta los pies de un enorme macetero. Siddhartha era el apellido de la familia real de Aryam. ¿Cómo había llegado el heredero a caer en las manos de su hermano? Si es que era cierto, claro.

_¿Tu le crees?

_Sí. Le creo.-contestó él con convicción.- De todas formas, ahora su apellido no importa. Es mi esclavo y debe aprender a comportarse como tal. Así de simple.

_Y tu piensas hacerle la vida imposible hasta que de su brazo a torcer ¿no es cierto?

_En realidad ayer creo que ya le retorcí bastante los brazos

_Tu bestialidad nunca dejará de sorprenderme, hermano. Sin embargo, es por eso que te quiero.

Nía le dirigió una sonrisa llena de coquetería a su hermano antes de beber un sorbo de su copa y darle la prueba a Cástor. Ah, su dulce Cástor. Podría acostarse con cientos de hombres pero, él era suyo. Suyo y especial. No por nada se había llevado su virginidad cuando apenas contaba con quince años.

Recordaba cuando su padre les había llevado a ver las peleas de gladiadores por primera vez. Las apuestas, la sangre y el choque del acero. Era sumamente excitante. Tanto que la joven adquirió la costumbre de asistir todos los sábados al espectáculo. Fue un día de esos cuando le vio por primera vez. Uno de los organizadores creía que contaría con su favor si le mostraba las nuevas piezas que habían llegado. Parecía una bestia salvaje y sus ojos estaban llenos de furia. En cuanto clavó aquello iris casi negros en los suyos supo que debía comprarlo. Y así lo hizo. Recordaba la felicidad que la invadió al verle entrar por la puerta con el collar dorado en su cuello.

Los dedos del hombre sobre su cabello la sacaron de sus pensamientos y le sonrió,acariciando sus poderosos brazos. Recordar su hombría clavándose en su interior, llenando aquel vacío y haciendo que su cuerpo ardiera aún la estremecía. Buscó sus labios en un lento beso,suspirando con suavidad.

_Puedes retirarte.

El hombre asintió antes de hacerle una reverencia a Bhaskar y abandonar el lugar por una de las puertas.

_Un día esa hierba dejará de hacer efecto y te preñará.

_No eres mi padre, Bhaskar. Además. - añadió ella. - No es como si darle por el culo no te hiciera gozar como un perro.

_Solo digo que será problemático para mí.

_¿Por qué? ¿Por qué él es un esclavo y yo una princesa? - bufó Nía, pellizando el antebrazo de Bhaskar con fuerza. - Anda y vete a hundirle la polla a alguien por ahí.

El silencio se apoderó del lugar hasta que ambos estallaron en carcajadas.

_Ah, hermanito...

La mujer se incorporó, sentándose en las rodillas de su hermano menor y deslizó los brazos en torno a su cuello con una satisfecha sonrisa. ¿Qué haría ella sin sus amagos de pelea a aquella hora de la mañana? Sabía que lo primero sí era cierto, le preocupaba un hijo pero, Cástor le caía en gracia y su mente no era tan cerrada como la de su padre. En parte debido a que ella no había permitido que los viejos del antiguo consejo lo guiaran por donde ellos querían. Prefería que su hermano aprendiera a pensar por él mismo. Besó su mejilla, enredando los dedos en sus revueltos mechones de cabello negro.

_¿Sabes? Me pregunto si este conseguirá hacerte mantener el interés más de un mes.

_¿Quién sabe? Es posible.

_Es posible. Interesante.

Alcanzó la copa sobre la mesa y se la acercó a los labios. Él bebió, antes de hacer una expresión de disgusto.

_¿Lleva naranja...?-preguntó la mujer, parpadeando con excesiva rapidez.

_Lo has hecho a propósito, Nía. No se te da bien fingir.

_Tienes razón, solo se me da bien cuando yo quiero. - susurró, mordiéndole suavemente la nariz. - Termina rápido el desayuno, quiero ver que le has hecho al niño.

_Nada grave. Al menos no para su integridad física.

 


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